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Ivy
Al caer la noche, la música inundó la cubierta del barco y toda la tripulación celebraba con jarras de cerveza espumosa entre sus manos.
Al fondo sobre una plataforma se podía ver a Esdras tocando feliz una flauta, y lo acompañaban otros tritones al compás de su melodía divertida. No muy lejos de él, los demás brujos se habían sentado en una mesa y juntos parecían reír de algún chiste que contaba Theo.
Para cuando Ginger me acercó a la mesa, y tomando mi brazo a la fuerza me obligó a sentarme a su lado entre ellos, las risas se detuvieron. La nariz de circe se crispó y decidió mirar a otro lado, Moll y Theo siguieron una silenciosa conversación. Solo Lucas y Rosie me saludaron, aunque incluso sus tímidas sonrisas no se sentían para nada genuinas.
Era de los momentos más incómodos que había presenciado en mucho tiempo.
— ¡Pues qué tenemos aquí! — Escuché a alguien gritar a mis espaldas, ese alguien era sin duda alguna Aren. Identificaría el acento del tritón a kilómetros de distancia. — Jamás había presenciado el cumpleaños de hijas de la Wicca.
Hijos de la Wicca, eso eran todos ellos. Pero escuchar el nombre se hacía extraño luego de tanto tiempo. Y es que cuando vives con personas de tu misma especie, no es necesario remarcar esa clase de cosas, por esa razón los brujos nunca se preguntarían si entre ellos existía una infiltrada, una hija de las cenizas e hija de los cielos.
— Si te estás preguntando por nuestros dones especiales, no los hay. Los dioses gemelos no nos dieron nada fuera de lo común. — Enunció Ginger en dirección de Aren.
El tritón se hizo con una silla que encontró desocupada y sin intento alguno de pedir permiso, tomó lugar en la mesa junto a nosotros.
— Vaya, a juzgar por tus palabras podría intuir que te lo preguntan muy seguido. — Observó el tritón maravillado.
— No tienes idea. — Respondió Rosie por su hermana. — Aunque, cuando era niña disfrutaba hacerle bromas a todo el mundo diciéndoles que podía comunicarme con Hécate.
— ¿Qué clase de bromas? — Cuestionó Moll interesado.
— Pues, un día quería saltarme el culto matutino porque tenía mucho sueño... — La pelirroja se ruborizó un poco. — Logré que las Wiccianas de mi comunidad se lanzaran a un pozo porque les dije que Hécate me lo pidió.
Con eso las risas de antes volvieron a la mesa, incluso yo me divertí un poco imaginando a un grupo de ancianas haciendo fila para lanzarse a un pozo solo porque una niña les dijo que era una orden divina.
— Saben, esa es mi parte favorita de navegar. Escuchas historias como esta que jamás encontrarías escritas en ningún libro. — Habló Aren.
— ¿Por qué los demás no se acercan a nosotros como tú? — Preguntó Theo.
Me percaté de que tenía razón. Aunque había alegría y regocijo por cada rincón, parecía ser que los tritones mantenían la celebración entre ellos mismos, a excepción claro, de Esdras que siempre encontraba la forma de hacerse querer.
— Los demás de la tripulación no hablan nuestro idioma Theo. — Intervino Moll dándole un leve toque con el codo a su amigo.
— Oh ellos, claro que lo manejan. — Volvió a interrumpir Aren. — No son tan fluidos como yo, pero claro que entenderán. En especial los insultos y malas palabras, ellos aman esas cosas. — Lo último lo dijo divertido negando con la cabeza.
— Pero si nos entienden, ¿por qué sólo se acercan a Ivy y a nosotros no? — Ahora fue Lucas quien preguntó.
— Porque yo hablo su lengua, y ustedes no han hecho siquiera el esfuerzo de entenderlos. — Respondí sincera.
Se me hacía difícil considerar como un lenguaje lo que manejaban los llamados hijos del mar, era mas bien un conjunto de señas que hacían con las manos y así lograban comunicarse tanto dentro como fuera del agua, eso tenía mucho sentido considerando que bajo el agua, cualquier sonido proveniente de las cuerdas vocales sonaba muy parecido.
Lucas lucía un poco apenado por su pregunta.
— A decir verdad no los culpo, la razón por la que aprendí varios lenguajes fue primero porque quería recorrer el mundo y escuchar historias cada noche, así que cuando me enteré de que necesitaban a alguien que funcionara como interprete en el barco supe que era mi oportunidad, y mírenme aquí. Miembro más joven de toda la embarcación y matelot del capitán. — Cruzó ambos brazos tras su cabeza orgulloso.
— ¿Mate qué? — Este fue mi turno de preguntar.
— Es una especie de acuerdo que hace un pirata veterano con uno más joven para que sea su heredero. — Explicó con brevedad. — ¡Y el capitán me eligió a mí este pasado otoño! No se imaginan lo feliz que estuve ese día.
— A ver si entendí, si el capitán muere ¿tú ocupas su puesto? — Habló Circe por primera vez, seguía sin dirigirme la mirada. — Eso suena a una gran responsabilidad.
— Pues en principio si, pero el viejo está más sano que yo mismo así que no se morirá en un buen par de cientos de años. Aún no lo han visto, pero en cualquier momento lo conocerán cuando se digne a salir de su taller un segundo.
Los brujos lucían maravillados. Claro, era mucha información nueva de la cual no estaban enterados. Yo incluida.
— ¿Cuántos años puede vivir un tritón? — Inquirió Lucas otra vez.
— En promedio unos quinientos. Pero yo solo tengo veinticinco, así que tengo tiempo de sobra para preocuparme de otras cosas que no tengan que ver con comandar barcos. ¿Qué hay de ustedes?
— Todos tienen la misma edad. — Respondió Rosie. — No puedes entrar a la academia si no tienes veinte. Así que, por ahora sólo Ginger y yo tenemos veintiuno.
— También Aiden. — Apuntó Ginger. — Recuerda que su cumpleaños fue el día de las brujas.
Aiden.
Incluso escuchar su nombre después de tantos días se sentía extraño.
No sabía nada de él, y creo que él tampoco sabía nada de mí. Desde aquel día. Algo entre nosotros había cambiado y yo con dificultad empezaba a acostumbrarme a estas cosas.
¿acaso sabría él que me dignaría a salir de mis aposentos esta noche? y si fuera así, ¿Por eso fue que no estaba presente en la fiesta?
— Dejando todo de lado, ¿Qué me dices de ti brujo? — Las palabras de Aren me hicieron salir de mis pensamientos y reparar que había estado cabizbaja, absorta de la música y la conversación. — En todo el tiempo que he estado aquí no he escuchado nada interesante sobre ti.
Aren se dirigía a Lucas.
— ¿A qué te refieres? — Mi amigo alzó una ceja anaranjada.
— Pues tenemos niños brujos de la corona que han perseguido demonios la mitad de su vida, gemelas ricas que renunciaron a su vida de privilegio para unirse a esta travesía en barco y una mestiza que los engañó a todos ellos.
Lo miré cortante. Pensé que le vendría bien un corte en la lengua cuando volviéramos a vernos bajo el agua.
— ¿Cuál es tu historia? — Dijo el tritón finalmente.
Bien, por lo menos sólo hacía preguntas muy inofensivas en mi opinión. Yo agradecí a los dioses por eso, no estaba de humor para intervenir en discusiones interraciales e inmaduras.
— Pues mi sueño siempre fue ser un sanador, y estuve a punto de serlo en el palacio antes de que... bueno muchas cosas pasaron.
Todos asintieron dándole la razón.
— ¿Y por qué quieres ser sanador? — Volvió a preguntar.
— Pues mi madre fue una sanadora.
Todos guardaron silencio.
— ¿Y? — Presionó Aren.
— Ya déjalo. — Le pedí.
— Sólo quiero saber Ivy. — Me respondió. — Hasta qué punto lo tienes controlado y lo dejaste vivir una vida real.
Sentí frío correr por mi rostro.
— ¿De qué hablan? — Habló Lucas. — Iv, no lo entiendo.
— ¿Lucas, desde hace cuanto conoces a Ivy? — Preguntó Aren.
Los rosados labios de Lucas se alcanzaban a ver un poco abiertos, su mirada pasaba entre los dorados ojos de aren a los míos. Estaba confundido.
— Toda mi vida, no recuerdo un sólo día que ella no ha estado a mi lado. — Respondió convencido.
— ¿La recuerdas aun cuando eras muy joven?
Lucas asintió.
— ¿Cuántos años tienes Ivy ? — Me preguntó Circe. Al parecer, ella fue la primera en atar los cabos. — Y hace cuanto tiempo conoces a Lucas.
Las miradas de los presentes volvieron a mí. Incluso la música y las risas de la cubierta no eran suficientes, sólo podía escuchar mi corazón latir a mil por hora.
Tantas mentiras me habían llevado aquí, supongo que era hora de ser sincera.
— Tengo un poco más de dos mil años. — Respondí. Moll y Theo estaban desbocados. — A Lucas lo conocí hace dos años.
Y los recuerdos que acuna en su mente son falsos, y todas las memorias en las que estuvimos juntos.
No hacía falta mencionar lo último, porque ellos fueron lo suficientemente listos para llegar a la conclusión por sí solos.
Lucas se paró y se alejó de la mesa sin despedirse.
— Espero que hayas conseguido lo que querías, Aren. — Le dije entre dientes.
— Lo mismo digo, Ivy. — Obtuve como respuesta.
El tritón se despidió de nosotros y se acercó a los suyos para compartir más cerveza y disfrutar de la música.
Yo me dirigí a los camarotes en busca de mi amigo.
• ✧ •
Lucas no estaba en su camarote.
Llevaba media hora buscando entre los demás con la esperanza de que se hubiera escabullido en otro para no ser encontrado. En mi mente miles de explicaciones empezaban a formularse y sin embargo ninguna parecía ser la correcta.
No había perdón para lo que había hecho, y por esa razón había mantenido la mentira tanto tiempo.
En mi desesperación no tenía pudor alguno abriendo las puertas, algunas tenían seguro puesto y otras no. Todas estaban vacías y las luces apagadas, ya que toda la tripulación estaba arriba en la fiesta de las gemelas, fiesta que acababa de tornar un tanto amarga por mi culpa.
Pero entonces abrí una puerta que no estaba vacía, a la luz de las pocas velas encendidas vislumbre una mata de pelo oscuro.
Aiden.
Cuando el príncipe reparó en mi presencia volteó en su lugar hacia mí, sus ojos azules se veían más bellos que nunca y yo olvidé cómo respirar. El estaba sentado en un escritorio pequeño, un mapa explayado frente a él y en sus manos había un lápiz. Trozos pequeños de papel junto a herramientas pequeñas y punzantes rodeaban la reducida mesa. En el aire rondaba el olor a paginas viejas de libros, lo cual era un alivio después de tanto tiempo sintiendo nada más que el salitre en la punta de mi nariz.
Él me miraba cómo si esperara una explicación y es que claro, debía decir algo y no sólo babear en su puerta.
— Lo-lo siento yo-
— Puedes pasar, iba a buscarte de todos modos. — Me interrumpió.
¿Esto era real?
Ahí fue que me di cuenta de las tantas ganas que tenía de verlo, de escuchar su voz gruesa y constatar por mí misma que él estaba bien.
— Veras, he estado pensando y no tengo idea de como ayudaría a mis padres. Así que pensé que tal vez podrías ayudarme con tu conocimiento acerca de los tuyos para buscar una solución a mi problema.
Oh claro, eso era lo importante.
Cerré la puerta a mis espaldas. No es que los tritones no fueran de fiar, pero con el tema de los demonios no quería involucrar a mas personas. Ya estaba viviendo en carne propia las consecuencias, y no planeaba volver hacerlo.
— No creo que pudiera serte de ayuda yo... no sé mucho de los demonios. — Respondí apenada. — Jamás he estado con ellos, no de forma pacífica.
El silenció entre nosotros fue más largo de lo que hubiera querido, yo me pregunté si debía salir de allí o no.
— ¿Qué piensas hacer Ivy? — Las pregunta parecía ocultar tantas miles detrás.
Yo miré directo a ese infinito azul cobalto, rogando por otra vida, por otras circunstancias para conocerlo y empezar desde cero. Donde las cosas estuvieran bien y yo no fuera una amenaza para todo lo que él ama.
— Le dije a Aren que nos lleve al pueblo elfico. Cuando desembarquen allí, podrán hacerles las preguntas que deseen a los elfos ya que son las criaturas que poseen toda la sabiduría y seguro sabrán como solucionar esto. — Murmuré.
Sus gruesas cejas se elevaron por un instante, luego se unieron cuando frunció el ceño.
— ¿Y tú qué harás después?
Tragué en seco, luchando con el nudo que se empezaba a formar en mi garganta.
— Yo planeo escapar tan pronto toquemos tierra, prometo no volver a tu vida nunca.
El dejó caer un puño sobre la mesa. Aunque la acción no fue nada fuerte, me tomó por sorpresa y me hizo saltar en mi lugar.
— Cuando discutimos aquella vez en Ylia... me hiciste abrir los ojos y creo que eso fue lo que me molestó más que todo, por lo que dije cosas de las que me arrepiento, lo siento. — Hizo una pausa para lamer sus labios. — En ese noche, entendí que aunque las cosas siempre hayan sido de algún modo por muchísimo tiempo, no significa que sean correctas. Y quieras o no, entendí que esa parte de ti trataba de gritarme que aunque las mestizas sean casadas y aniquiladas, no es lo correcto. Y creo que tu también lo sabías.
Todo mi peso estaba contra la puerta cerrada. Si no hubiera sido así, pienso que hubiera caído en ese preciso segundo ya que mis piernas no las sentía, no ante semejante declaración.
— Así que Ivy, me permitiré el descaró de hablar por los dos. Tanto tú como yo sabemos que ya es la hora de dejar de huir. Yo te ayudaré si es necesario y puedes contar conmigo para todo. — Sus ojos empezaban a brillar y de pronto su tono se tornó suplicante. — Salvemos al mundo juntos, y luego puedes dejarme ir.
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N.A. : Esta ha sido de las semanas más estresantes que he tenido, pero pude actualizar y no tienen idea de lo feliz que me hace eso.
Gracias por leer, espero que tu fin de semana sea tan lindo como tú <3
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