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Cincuenta y seis


Aiden.

La primera vez que besé a Ivy Bren, sentí como si caminara alrededor del vacío y me lanzara. Debí darme cuenta ese día, que nuestra historia se trataría de eso, de caídas. Desde el principio siempre fue así.

Cuando recuperé el control sobre mi cuerpo lo sentí, era como si una fuerza tirara de mí en mi cabeza, aferrándose a permanecer hasta que no pudo más. Lamentablemente eso pasó en el mismo segundo en que salté.

El rumor del viento me hizo compañía, ante mis ojos veía la nieve alcanzarme. Por lo menos lo último que vería antes de morir sería el cielo.

En medio de la caída vi a Ivy, ella se lanzó en picada tras de mí y al ver esos ojos llenos de lágrimas recordé nuestro primer encuentro.

Cuando la vi, ella lloraba en el techo de la academia, era una noche de verano. Se veía hermosa, con su cabello brillando del mismo color de la luna. Ella iba a suicidarse, lo supe por lo lejana que se veía su mirada cuando estaba acercándose al borde poco a poco.

Dije la primera estupidez que me llegó a la mente para captar su atención. Las brujas no vuelan.

Si solo yo hubiera sabido que ella no era una bruja.

Era algo más.

Y lo supe ahora, después de tantos meses a su lado, tratando en un principio de lidiar con su depresión, haciéndole saber que podía contar conmigo e inevitablemente enamorandome de ella en el intento. Lo supe ahora, cuando con sus alas negras como el onix extendidas se acercó a mí, y me elevó en el aire.

Nuestra historia siempre había sido así desde el principio: de caídas, de riesgos y de verdades ocultas.

++

Ivy nos aterrizó en el balcón junto a Esdras y Circe, quienes aún en la misma posición en que los dejamos nos miraban aterrados. Habían pasado tantas cosas en este segundo que no entendía bien por dónde empezar.

— Debemos irnos de aquí — Ordenó Ivy entre jadeos. — Tengo un barco que zarpará en una hora.

Sus alas, grandes y preciosas, desaparecieron de su espalda en una nube negra. La única prueba de que estuvieron ahí, fueron dos orificios que quedaron atrás en su camisa.

— No iré a ningún lado contigo. — Ladró Circe en su dirección, logró pararse con cuidado.

Ivy lucía herida, pero el desencanto logró ocultarlo en un parpadeo.

— Tú eliges, te quedas en un castillo lleno de demonios o escapas conmigo hasta que se me ocurra algo mejor que hacer.

— ¿ Cuantos más hay? — preguntó Esdras, su nariz sangrante empezaba a hincharse demasiado.

— Más de los que pude contar.

Los tres brujos intercambiamos miradas. No había otra opción.

— Debemos ir por Moll y Theo. — Alcé la voz. — Las gemelas y Lucas también.

Ivy me miró cómo fastidiada.

— En ese caso me tomará unos minutos verificar que no estén... pues que estén bien. — Ella trató de explicarse.

— ¿A qué te refieres? — Cuestioné.

Ella se volvió hacia mí y pareció debatirse lo que trataba de decirme.

— Pues que no estén en el mismo estado que tus padres.

A pesar de que trató de decirlo con tacto, dolió. Saber que no solo mi madre, sino que mi padre también estaba en ese estado, que alguien había tocado sus mentes me molestaba demasiado.

— Pero me salvaste cuando golpeaste a esa cosa. — Resistí el impulso de volver la vista hacia él montón de telas y gemas rotas, donde una vez había estado el demonio. — Sentí que me liberaste. ¿No puedes hacer lo mismo por mis padres?

Ella suspiró profundamente. Detrás de ella, Circe ayudaba a Esdras para que se pusiera de pie.

— Te pude ayudar porque sabía que ella te poseyó. Pero con tus padres y tantos demonios allí sueltos, no tengo idea cuál de todos sería el causante. A menos que desaparezca el vínculo entre el demonio y su víctima, no hay forma de liberarlo a menos claro, que el demonio así lo deseé.

— Cómo tú lo hiciste con nosotros dos, nos soltaste. — Atacó Esdras.

Ivy asintió, viendo el estado crítico de Esdras y tal vez no se dio cuenta pero su rostro se estrujó en tristeza.

— Está bien, vamos por las gemelas y Lucas antes de que sea demasiado tarde.

• ✧ •

Cuando salimos corriendo, o más bien cojeando como pudimos, Theo y Moll nos encontraron en el pasillo. Les dije que no hicieran muchas preguntas, ya tendrían tiempo para eso después y ellos asintieron, no sin antes reparar en la sangre y los golpes que mis acompañantes cargaban.

Para cuando llegamos con las gemelas y Lucas, estaban los tres juntos conversando. La fiesta había acabado en el momento en que la nieve cayó en las altas horas de la noche y al parecer se cansaron de esperarnos, por lo que decidieron pasar la noche los tres juntos. Como pudimos, les explicamos a los tres el peligro por el cual,corríamos aquí para así emprender la huída. Omití los detalles sobre Ivy.

Tendríamos tiempo para eso en el barco.

Esperamos la señal de la susodicha, la cual luego de unos eternos minutos nos confirmó que nuestros amigos estaban limpios.

Bien, la primera cosa que salió bien en toda la noche.

Utilizamos los pasillos secretos del palacio para escapar, para poder llegar a los muelles donde nos esperaba un barco pirata ¿Por qué la esperaba el barco para zarpar? No sé. A este punto Ivy no podía sorprenderme más.

—Acordamos que sólo serías tú, no un aquelarre completo. — Apreció un muchacho joven de rizos dorados desde el barco. Se dirigía a Ivy.

—Por fortuna para ti, la corona de Ylia, se compromete a pagar lo que falte.

Yo la miré sorprendido. Hablaba como si tuviese derecho alguno en las posiciones de mi reino. Bueno, de nuestros habitantes. No la contradije porque ella lidiaba mejor con la situación que yo.

— Que quede claro que no somos un transporte público. — Dijo el joven con un tono amenazador para después disfrazarlo con una ridícula y exagerada sonrisa. — Disfruten su estadía en el leviathan, partimos en breves momentos.

Con eso hizo un gesto para invitarnos a entrar en su embarcación.

— ¿Se supone que haremos preguntas o vamos por nuestros camarotes? — Inquirio Moll mirando a su alrededor.

Como si las cosas no podrían ser más complicadas, de una puerta del barco emergió Arlen. La bruja que, según se suponía, era tía de Ivy a pesar de que fueran dos gotas de agua totalmente diferentes. Para variar, la dizque tía cargaba a Milo.

— Iv, ¿qué hacen aquí? — Ella cuestionó sorprendida, aún con la mano en la manilla de la puerta.

— Supongo que debo contarles una historia. — Dijo Ivy con una sonrisa incómoda.

— Amo las historias. — Añadió emocionado el joven de los rizos dorados.

++

Primero Esdras y Circe contaron lo que vieron en el balcón, tuvieron que hacer pausas en las escenas más gráficas y violentas.

Luego, Ivy nos contó que en la Academia tenía sus sospechas, que por eso invocó un demonio y que así descubrió que estos morían en el segundo en que sus cuerpos tocaban nuestro mundo, que por eso la señora moriría al romper la piedra que tenía en la cabeza y la ataba a nuestro mundo.

— Yo te había dicho que era mala idea invocar demonios, pero no. Solo escuchas a Arlen cuando ya entierras la pata muy hondo.

Ivy susurró un lo siento a su tía.

— Aún no entiendo cuál era la necesidad de secuestrar a Aiden. — Dijo Esdras enojado, alguien había colocado un algodón en su nariz.

— Pues solo quería infiltrarme y destruir sus planes desde adentro. Les dije que fui una fuerza especial enviada desde el inframundo y lo creyeron, bueno los obligue a creer, pero ni en un millón de años me imagine que usarían a Aiden como objetivo.

— Es porque buscan la corona de su mamá. — Explicó Moll. — Afortunadamente no la encontrarán en el castillo porque la trajimos con nosotros.

Ivy y Arlen lo miraron confundidas.

Tuvieron una conversación muda que terminó cuando Arlen encogió los hombros. Estarían... ¿hablando por sus pensamientos?

— Claro que no, me buscan a mi. — Nos dijo Ivy obvia, luego deseó retractarse.

Todos mis amigos abrieron los ojos. Pero el más sorprendido era Lucas quien parecía no tener idea de lo que estuvo viviendo con él toda su vida en esa torre de Pineville.

— Ivy, ¿qué eres? — Le pregunté.

Ella parpadeó, no se lo esperaba. Era la primera vez que me dirigía a ella y la miraba desde que escapamos de mi habitación.

— No hay definición para lo que somos. Pero en el mundo de las alturas, donde habitan los dioses, se nos considera mestizas. — Respondió Arlen por ella. — Sangre de ángeles y demonios combinadas, hijas del cielo y las cenizas.

Todos los presentes contuvimos el aliento al unísono,

— ¿Y qué cosa tan terrible hicieron como para que esos demonios las busquen ahora?— le preguntó el joven pirata de cabellos dorados, quien hasta ese momento fue el único miembro de la tripulación que se nos acercó y escuchó atento todo el relato.

— Los mestizos son buscados y cazados desde su nacimiento porque somos un error. Una aberración de la naturaleza que no tiene otro destino que morir bajo la ira de los dioses. — Ivy fue la siguiente en responder, una sonrisa ladina se coló en su cara. — Pero nosotras logramos escapar.

━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━

N.A. Esta fue la primera escena que llegó a mi mente antes de escribir esta historia. Después de 60k palabras y 50 capítulos, por fin pude escribirla y estoy feliz.

Esta historia acaba de empezar, no terminará en un bueeeen tiempo, pero tengo un conflicto y quiero saber su opinión. No se si continuar la historia aquí mismo y cambiar el titulo (porque obviamente ya no tiene nada que ver la academia) o, hacer otra historia y continuar con la segunda parte allí.

Cualquier detalle o cosa que se me haya pasado con respecto, pueden dejar sus preguntas y con gusto las contesto en la siguiente actualización. Si no la contesto es spoiler :v

Por último, me temo que me tomaré la próxima semana libre porque tengo que presentar un trabajo de investigación de la universidad y quiero enfocar mi tiempo en eso. Lo siento, cosas de gente grande. Nos leemos el viernes 15.

<3

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