Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━ 𝐗𝐗: ¿Qué habrías hecho en mi lugar?

────── CAPÍTULO XX ──────

¿QUÉ HABRÍAS HECHO
EN MI LUGAR?

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        LA NOTICIA DEL FALLECIMIENTO de Ragnar Lothbrok se había divulgado a una velocidad apoteósica, así como las intenciones de sus hijos de vengar su muerte. Estos no lo habían dudado a la hora de pedirles ayuda a varios clanes, cuyos líderes, ante la promesa de un saqueo a tierras cristianas y de varias batallas contra los sajones, habían aceptado de buen grado la invitación. De modo que Kattegat no tardó en convertirse en un sumidero de drakkars procedentes de diversos pueblos nórdicos, siendo el Gran Salón el punto de encuentro de todos aquellos guerreros que habían accedido a formar parte del ejército que viajaría a Inglaterra en un par de semanas.

Ese día, Lagertha, a petición de Ubbe, Sigurd y Ivar, había organizado un pequeño banquete para darles la bienvenida a sus valiosos invitados. 

Mientras algunos hombres y mujeres comían y bebían hasta reventar, sentados en torno a interminables mesas repletas de exquisitas viandas, otros se acercaban al trono para poder presentarle sus respetos a la soberana.

Lagertha los recibía a todos con una resplandeciente sonrisa en los labios, recalcando lo importante que era para ella y para los Ragnarsson que hubieran acudido a su llamado y dando las gracias por los regalos que algunos jarls se habían tomado la libertad de obsequiarle.

Junto a ella, haciendo la función de guardaespaldas, se hallaban Kaia, Astrid y Torvi, cuyos ojos no se apartaban de la aglomeración que se erigía frente a ellas. Eivør y Drasil, en cambio, permanecían inmersas en la muchedumbre, cada una confinada en un extremo de la estancia. Al igual que las otras tres, ellas también estaban pendientes de todo lo que ocurría entre esas cuatro paredes, vigilando que no hubiese nada fuera de lo normal. Y es que con tantas personas allí reunidas toda precaución era poca.

Luego de brindar con Ivar, que parecía estar más animado que de costumbre, Ubbe buscó con la mirada a Drasil, puesto que no había tenido la oportunidad de hablar con ella en todo el día. Cuando la encontró, junto a una de las pilastras que sostenían el techo, esbozó una efímera sonrisa y echó a andar hacia ella.

—Cada vez son más los guerreros que quieren unirse a nuestra causa —pronunció, una vez que se hubo situado al lado de la castaña—. A este paso dispondremos de unas huestes del doble de los hombres que mi padre llevó a invadir París —apostilló, hinchando el pecho con orgullo.

Drasil entrelazó las manos sobre su regazo.

—Estoy segura de ello —manifestó sin apartar la vista de la multitud—. Ælla pagará por lo que hizo, al igual que Ecbert. —Viró la cabeza hacia su izquierda y clavó sus iris verdes en los azules de Ubbe, que la escrutaba con una mueca divertida coloreando sus facciones—. ¿Qué? —preguntó debido a la forma en que su interlocutor la observaba.

El muchacho se encogió de hombros.

—Me alegra que vayas a venir con nosotros —solventó.

—Lo sé. —Drasil sonrió, jactanciosa—. Al final va a ser cierto que disfrutas de mi compañía.

Al escucharlo, Ubbe carcajeó. Le encantaba pasar tiempo con la joven skjaldmö, no lo iba a negar. Era simpática y espontánea, y se sentía muy cómodo en su presencia. En ocasiones —por no decir la mayoría de las veces—, tenía la impresión de que Drasil lo entendía mejor que sus propios hermanos, de ahí que le gustara tanto estar con ella.

En ese momento, una esclava pasó por delante de ellos. Esta, de cabello rubio, ojos glaucos y cuerpo bien proporcionado, intercambió una significativa mirada con el primogénito de Ragnar y Aslaug.

Como cabía esperar, aquello no le pasó desapercibido a Drasil, que frunció los labios en una mueca desdeñosa. Los había visto flirtear varias veces, y eso era algo que la enervaba a más no poder.

—Esa chica parece estar muy interesada en ti.

—¿Qué chica? —Ubbe le dio un trago a su hidromiel.

La escudera chistó de mala gana.

—No te hagas el tonto conmigo, Ragnarsson —le reprochó—. Sabes muy bien de quién te estoy hablando. —Se cruzó de brazos y señaló con un suave cabeceo a la rubia, que no dejaba de desplazarse de un lado a otro, sirviendo comida y bebida a los numerosos invitados.

Había escuchado rumores, habladurías que tenían como protagonistas al muchacho y a aquella sucia esclava. En realidad, según los lugareños más chismosos, Ubbe no era el único hombre libre con el que la thrall se había acostado, sino que esta había mantenido relaciones sexuales con todos los hijos de Aslaug, inclusive Ivar.

—¿Margrethe? —El joven arqueó una ceja—. Solo es una esclava.

—Pues eso no es lo que dicen por ahí —refutó Drasil.

Ante los malos humos que se gastaba la castaña, Ubbe hilvanó una sonrisa pícara.

—¿Estás celosa? —inquirió.

Drasil dejó escapar una risita un tanto estridente.

—¿Celosa? ¿Yo? Más quisieras.

—Sí que lo estás. —Ubbe giró sobre sus talones para poder encararla. La hija de La Imbatible tenía la nariz arrugada y las mejillas ligeramente arreboladas. Era evidente que le enrabietaba el hecho de que anduviese coqueteando con otras mujeres—. Admítelo.

Drasil resopló.

—No voy a admitir algo que no es verdad. —Negó con la cabeza, tozuda—. Además, ¿por qué iba a estar celosa? —farfulló.

—Porque te gusto —contestó Ubbe, ensanchando su sonrisa.

La castaña puso los ojos en blanco.

—Tu ego no conoce límites, ¿verdad?

—Podría decir lo mismo de tu obstinación.

Drasil tuvo que hacer un grandísimo esfuerzo para no carcajear, dado que el primogénito de Ragnar y Aslaug siempre parecía tener una respuesta para todo. En su lugar, tomó una bocanada de aire antes de que Ubbe se despidiera apresuradamente de ella, alegando que tenía unos asuntos que atender.

La chica lo vio alejarse con una sensación bastante extraña en el estómago, aunque prefirió no darle demasiada importancia. Se aclaró la garganta y se limitó a pensar en el viaje a Inglaterra. 

Lo cierto era que estaba muy emocionada, ya que esa iba a ser la primera vez que se embarcase en una incursión a tierras extranjeras. Obviamente Eivør también iría, pero no por los mismos motivos que ella. La morena siempre había sentido la necesidad de protegerla, de evitar que se metiera en problemas —tal vez por la diferencia de edad—, de ahí que, pese a no compartir su entusiasmo por aquella travesía, hubiese decidido acompañarla. Porque no quería que fuera sola.

Aquello no le había pillado por sorpresa a Kaia, ni tampoco a Hilda, quienes, tras sopesarlo detenidamente, les habían dado su bendición. Hasta incluso Lagertha había visto con buenos ojos que dos de sus escuderas quisieran formar parte del ejército que vengaría la muerte de su exesposo. «Así yo también estaré presente», les había dicho cuando se lo comunicaron.

Fue entonces cuando algo acaparó irremediablemente su atención. Drasil echó un vistazo a su alrededor, reparando en un grupo de hombres que, sospechosamente, se estaba dedicando a cerrar la puerta principal y a inhabilitar las salidas secundarias.

Al verlo, algo dentro de ella se activó, por lo que de manera instintiva llevó su mano dominante a la empuñadura de la espada que colgaba de su cinto. Con la respiración entrecortada a causa de la creciente tensión, estableció contacto visual con Eivør, que lucía igual de soliviantada que ella.

De pronto, uno de esos hombres se abalanzó sobre Sigurd, inmovilizándolo por completo, en tanto sus camaradas hacían lo mismo con todas las escuderas que estaban al servicio de Lagertha. 

Kaia, Torvi, Eivør, Astrid, Nilsa, Elva... Poco a poco todas ellas fueron prendidas.

En cuanto Drasil notó una presencia tras ella, apretó el mango de su arma entre los dedos. No obstante, antes de que pudiera desenvainarla, alguien la tomó violentamente de la cintura. Estuvo a punto de recurrir a la daga que siempre llevaba amarrada a su muslo izquierdo, pero la visión de una espada amenazando su cuello la instó a quedarse quieta.

—Yo en tu lugar no me movería —le susurró su captor al oído.

Drasil comprimió la mandíbula con fuerza, colérica.

—¡Lagertha! —Le oyó gritar a Torvi.

Sus iris esmeralda se desviaron hacia el centro del Gran Salón, donde la presencia de Ubbe y Ivar la descolocó enormemente. 

Los dos hermanos, armados con hachas y cuchillos, se acercaron amenazadoramente a la reina, quien, tras unos instantes más de fluctuación, se puso en pie, consciente de lo que aquello significaba.

Sin perder en ningún momento ese porte regio que tanto le caracterizaba, Lagertha asió la espada que el Conde Jorgensen le había regalado y se aproximó a los Ragnarsson.

Drasil sollozó, sintiéndose impotente por no poder hacer nada para evitar lo que estaba a punto de suceder. En un acto reflejo, sus ojos se posaron en su progenitora, cuyo semblante era la viva imagen del desasosiego. 

Kaia se removía en los brazos del hombre que la retenía, provocando que el puñal con el que este la amenazaba se hundiese ligeramente en la carne de su clavícula. Ni siquiera el dolor ocasionado por los cortes hizo que cesara en su empeño de acudir en ayuda de la rubia.

La skjaldmö se mordió la lengua mientras Ubbe y Ivar acorralaban a Lagertha, dispuestos a acabar con su vida de una vez por todas. Sin embargo, antes de que estos tuvieran la oportunidad de enarbolar sus armas contra ella, las puertas del Gran Salón se abrieron de par en par, revelando la inconfundible figura de Björn Piel de Hierro.

—Si la matáis, hermanos —comenzó a decir el rubio—, tendréis que matarme a mí también. —Se detuvo junto a Ivar, ganándose una mirada furibunda de su parte.

Aún con la adrenalina corriendo anárquica por sus venas, Drasil expulsó todo el aire que había estado conteniendo. Daba gracias a los dioses porque Björn hubiese aparecido.

—¿Deberíamos? —masculló El Deshuesado entre dientes.

—Cierra la boca —le espetó Ubbe, a lo que el aludido enrojeció de la ira—. Mató a nuestra madre —prosiguió, esta vez dirigiéndose al mayor.

—Lo sé. —Björn asintió—. Queréis venganza, lo entiendo. Yo también la querría —señaló, para luego inspirar por la nariz—. Pero es más importante vengar a nuestro padre. —Miró a Ivar, después a Lagertha y finalmente a Ubbe, que parecía estar debatiéndose entre hacerle caso o dejarse llevar por sus más puros instintos—. Por eso he vuelto ahora. Porque eso es justo lo que haremos. —Su tono no admitía réplica.

Con los labios curvados en una sonrisa ufana, Lagertha soltó su espada. Solo cuando Ubbe bajó su hacha, haciendo que Ivar berrease, todos los guerreros que habían contratado para llevar a cabo la sublevación liberaron a Sigurd y a las escuderas.

Drasil tuvo que contenerse para no abrir en canal al desgraciado que la había apresado. Por suerte para él, la muchacha no demoró en focalizar su atención en Ubbe y Ivar, quienes, tras su intento fallido de asesinar a la soberana, abandonaron el Gran Salón.

Cerró las manos en dos puños apretados.

Se sentía traicionada y utilizada. Pero sobre todo decepcionada.

El sol ya empezaba a ocultarse en lontananza, sumiendo el cielo en un manto de colores cálidos y reconfortantes. Drasil se arrebujó en su capa de piel de lobo en tanto caminaba de regreso a la vivienda que compartía con su progenitora. Kaia, por el contrario, había preferido quedarse un poco más con Lagertha, al igual que Torvi, puesto que no quería dejarla sola. No después de lo que había ocurrido durante la recepción, cuando Ubbe y Ivar habían intentado aniquilarla.

La castaña resopló, irritada. 

Si bien el retorno de Björn le había alegrado bastante —tras ocho meses sin saber nada de él—, su atolondrada mente no podía dejar de darle vueltas al tema del complot. Por todos los dioses, se sentía tan estúpida... Debía haber supuesto que los Ragnarsson no se detendrían hasta vengar la muerte de su madre. Pero jamás hubiera imaginado que estos se atreverían a actuar en un lugar público, a plena luz del día y rodeados de tanta gente.

Habían sido muy astutos, tenía que reconocerlo.

Luego de sacudir la cabeza con brusquedad, aligeró el paso y torció en una esquina, ansiosa por llegar a casa cuanto antes. Contuvo el aliento al percatarse de que una figura alta y tonificada permanecía apostada junto a la puerta de su residencia, con los brazos cruzados sobre su pecho y la vista clavada en el suelo pedregoso, y arrugó el entrecejo cuando vio que se trataba de Ubbe.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sin ningún ápice de amabilidad en la voz.

El joven alzó la mirada hacia ella.

—Necesito hablar contigo —respondió.

Drasil apretó los labios en una fina línea. ¿Cómo tenía el descaro de presentarse en su casa después de lo que había hecho? ¿Acaso se estaba riendo de ella? Cerró momentáneamente los ojos y respiró hondo, en un intento por mantener la calma y no ceder a esa vorágine de emociones que se había arremolinado en su interior.

—Ya, bueno. El caso es que yo no quiero hablar, y mucho menos contigo. Así que ya puedes irte por donde has venido —soltó, cáustica y mordaz.

Hizo el amago de ingresar en la vivienda y dejarle con la palabra en la boca, dado que no estaba de humor para aguantar sus impertinencias, pero Ubbe se lo impidió. Apresó su muñeca y tiró de ella con suavidad, atrayéndola hacia sí.

—Drasil, por favor —suplicó el primogénito de Ragnar y Aslaug.

—¡Confié en ti! —bramó la skjaldmö, zafándose de su agarre. Ante su reacción, Ubbe suspiró—. Y todo este tiempo has estado conspirando contra Lagertha. —Sus orbes verdes se habían ensombrecido debido a la rabia y la frustración.

El muchacho se pasó una mano por la cara en un gesto cansado. Le estaba costando bastante entablar una conversación con ella, y es que Drasil podía ser muy testaruda cuando se lo proponía.

—Ella mató a mi madre. ¿Tú qué habrías hecho en mi lugar?

Drasil bufó, exasperada.

Aquello le había dejado sin argumentos.

—¿Y qué habríais hecho después de asesinarla, eh? —le increpó sin la menor intención de dar su brazo a torcer. Pues claro que comprendía los motivos que le habían llevado a cometer tal temeridad, pero era tan orgullosa y en aquellos momentos estaba tan enfadada que no pensaba con claridad—. ¿Deshaceros también de nosotras? —cizañó.

Al oírlo, la fisonomía de Ubbe se crispó en un rictus turbado.

¿Cómo podía pensar eso de él?

—¡Maldita sea, Drasil! —exclamó, provocando que la susodicha irguiera el mentón con altivez—. ¿Es que no te das cuenta? —cuestionó al tiempo que acortaba la distancia que los separaba—. Yo jamás te haría daño.

La hija de La Imbatible lo miró, azorada. La confesión del chico la había pillado desprevenida.

—Tienes suerte de que ninguna de mis compañeras haya resultado herida. Porque, de lo contrario, te juro que...

Ubbe no le dejó concluir aquella frase.

Tomó el rostro de Drasil entre sus maltratadas manos y, antes de que esta pudiera reaccionar, la acalló con un beso.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, corazones!

¡¡IHHHHHHH!! Dios mío, no os podéis imaginar lo mucho que he fangirleado con este capítulo. O sea, un poco más y me quedo sin babas, en serio x'D Ay, ay, ay... DRABBE IS REAL, BABIES! Antes de que me linchéis por haber cortado el capítulo en la mejor parte, decidme, ¿qué os ha parecido? Estoy deseando leer vuestras opiniones jajajaja.

Debo confesar que ese beso ha sido completamente improvisado. No lo tenía planeado, pero es que esos dos tienen tanta química que no lo he podido evitar. ¡TENÍAN QUE BESARSE SÍ O SÍ! Me encanta cuando pasan estas cosas, en serio, porque es como si los personajes tuvieran vida propia xD

Ay, Drasil, Drasil... en este capítulo ha sido muy hipócrita. No se ha parado a pensar que así fue exactamente como se sintió Ubbe cuando pasó todo lo de Hedeby. Pero no se lo tengáis en cuenta, que la chiquilla está muy confundida.

Por cierto, ¡nuestras chicas se van a Inglaterra para vengar a Ragnar! Tengo muchísimas ganas de llegar a esa parte, porque van a pasar muchas cosillas interesantes *sonrisa maliciosa*.

¿Qué creéis que ocurrirá ahora? Porque las cosas están muuuuy calientes, y más que lo van a estar, creedme. El siguiente capítulo va a ser el más intensito de todos hasta ahora. Solo van a faltar los fuegos artificiales, así que ya os podéis preparar xD

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro