Capítulo 8 Peligro
Para finales de Octubre, la cafetería siempre estaba abarrotada de estudiantes y jóvenes de la ciudad del género masculino, pues se había corrido el rumor de la bonita chica que preparaba los mejores cafés artesanales, además de ser la chica más hermosa que jamás se había visto.
Yessabell y Kristen estaban colocando algunos adornos de Halloween, antes de que el Sr. Ben abriera el restaurante, mientras Derek y Milo, prendían las máquinas de café.
-Es increíble cómo han incrementado las ventas desde que te apareciste por aquí –Informó Kristen mientras arreglaba un espantapájaros, en un rincón de la cafetería.
-No lo creo, más bien pienso que las personas vienen por el café artesanal y las chicas por Derek –Declaró Yessabell, mientras pegaba unas figuras de calabazas en los cristales.
-No sé si has notado que la mayor parte de los compradores son chicos y no chicas. Acepto que Derek es atractivo, pero tú eres como… como la miss universo, de las jóvenes –Dijo Kristen concentrada en el sombrero del espantapájaros –Y por cierto ¿No estas celosa de las chicas que coquetean con tu novio?
-No es mi novio. No estoy celosa. Y no soy la miss universo de ningún lado –Yessabell le sonrío –Es cierto que Derek y yo hemos salido por cuatro meses, pero solo somos amigos.
-Bueno, de cierto modo me alegra que no estés celosa –Kristen vio la mirada de enfado de Yessabell y agregó –Me refiero a que, yo tampoco soy celosa y realmente me enferma ver a una chica armando un drama por las miradas coquetas que las chicas les lanzan a sus novios.
-Ya, bueno a veces los celos son como el monstruo que duerme bajo la cama, no sabes si existen o que en cualquier momento pueden salir y yo… prefiero no meterme con eso, es más fácil ignorar a esas chicas o los celos se apoderan de ti –Yessabell terminó y fue a la bodega por su delantal.
Al terminar la jornada del sábado, Yessabell y Kristen se dieron a la tarea de limpiar las mesas y los pisos, mientras Milo y Derek limpiaban el mostrador y lavaban las máquinas de café.
-¿Necesitas ayuda con eso? –Preguntó Milo mientras ensamblaba la máquina de expresos.
-Creo que sí, no le hayo a esto –Contestó Derek, mientras intentaba ensamblar la máquina de cappuccinos, normalmente lo hacía Kristen, pero ese día él se había ofrecido.
-¡Kristen! ¿Puedes venir en cuanto te desocupes? –Preguntó Milo desde el otro lado de la cafetería.
-Voy en un minuto –Contestó Kristen mientras ella y Yessabell terminaban de bajar las cortinas y cerraban el local.
El Sr. Ben, solía ir unas horas los sábados y dejaba que los chicos cerraran y a las 8:30pm, pasaba por ellos en su camioneta y los llevaba a sus casas.
-¿Qué necesitan? –Preguntó Kristen con Yessabell detrás de ella.
-Derek no puede ensamblar la máquina ¿Puedes ayudarle? –Preguntó Milo mientras cerraba unas bolsas de basura –Voy a llevar esto a fuera –Tomó dos bolsas negras de basura y comenzó a salir al callejón, detrás de la cafetería.
-A ver Derek, ¿Dónde te quedaste? –Preguntó Kristen acercándose para ver la máquina de cappuccinos.
-Esta pieza –Le enseñó una pequeña pieza negra –Ya termine, pero no sé dónde iba esto.
Kristen comenzó a desensamblar la máquina, para revisar dónde iba la pieza, Derek observó el proceso y Yessabell se quedó a unos metros de ellos, volteó a ver las tres bolsas de basura en el suelo y decidió ayudar a Milo.
-Ayudare a Milo con esto –Tomó dos bolsas y espero una respuestas, pero Kristen y Derek, estaban enfrascados en una conversación sobre las piezas de la máquina de cappuccinos –Ok –Camino por el pasillo que daba a la puerta del callejón y antes de abrirla, Milo apareció.
-Yessabell, oh. No te molestes, yo lo hago –Dijo Milo tomando las bolsas.
-Milo, solo quiero ayudarte –Yessabell dejó que tomara las bolsas y comenzó a caminar por el pasillo –Voy por la otra.
-No Yessabell, ya te dije que yo lo hago –Milo corrió para alcanzarla.
Cuando Yessabell llegó por la otra bolsa, vieron lo que pudo parecer otra cosa, Kristen estaba ensamblando la máquina de cappuccinos y Derek estaba detrás de ella, sosteniendo la tapa con los brazos a los costados de Kristen, ambos reían, lo que parecía aún peor.
Afortunadamente Yessabell ya no era celosa y sabía lo que estaban haciendo. Tomó la última bolsa de basura y salió de regreso por el pasillo, Milo la siguió sin decir nada, hasta que estuvieron afuera.
-Sé que lo que vimos no fue nada, pero… ¿No estás celosa? –Preguntó Milo con cautela –Quiero decir, las chicas que vienen aquí, me alagan de vez en cuando, pero son como moscas sobre tu… sobre Derek.
-No sé por qué debería estar celosa –Yessabell se acercó al enorme contenedor de basura –Cuando las personas están seguras de sus sentimientos, no hay nada que temer –Levantó un poco la tapa del contenedor y la cerro rápidamente, tapándose la nariz con la otra mano -¡Iugh! ¿Hace cuánto que no tiran la basura, no han vaciado esto? apesta horrible.
-Bueno, es normal que el olor a basura se impregne, se supone que el camión de la basura pasó el miércoles en la mañana –Milo se
acercó al contenedor con dos bolsas de basura –Supongo que el olor se ha guardado bien –Río un poco -¿Puedes levantar la tapa?
-Ok, creo que si la mantenemos abierta, se ventilara un poco –Yessabell levantó la tapa, con una mano en la nariz, pero pronto su expresión cambiaría. Soltó un grito de miedo yan fuerte como pudo y Milo asomó la cabeza al contenedor.
Adentro, entre las bolsas de basura, cubierta únicamente con una chamarra negra de cuero; estaba una chica ensangrentada, con los ojos cerrados, el cuerpo totalmente mutilado, las muñecas y tobillos con marcas rojas, y tonalidades moradas. La chica estaba muerta.
Yessabell seguía en shock, asustada y con náuseas, mientras Milo saco su teléfono y llamo a la policía y al Sr. Ben. Dejo las bolsas a un lado del contenedor y esperó junto a Yessabell, a que la policía llegara. La abrazo y se sentaron en un escalón de la puerta.
Tan solo, cinco minutos después, llego la policía y el servicio forense, el Sr. Ben llego unos minutos después y acompañó a Yessabell y Milo a la comisaria. Derek y Kristen, los acompañaron, pero no podían estar en el interrogatorio.
Los interrogaron uno por uno, primero al Sr. Ben, luego a Milo y después a Yessabell, quien seguía en shock, jamás en su vida había visto la muerte de cerca, a excepción de su secuestro hace casi tres años, lo que empeoró las cosas, pues las imágenes de Mike y el Sr. Strong, comenzaron a invadir su mente.
-Srta. Lovato ¿Puede detallarme lo que sucedió? –Preguntó el Detective Monroe, por tercera vez -¿Está bien?
-Sí, yo… solo… no sé… -Yessabell comenzó a balbucear cosas sin sentido, lo que dejó al Detective aún más frustrado.
-¡Solo explique lo que sucedió Srta. Lovato! –Explotó el detective, lo que sobresalto a Yessabell, sacándola de su estado de shock.
-No tiene por qué levantar la voz, lo escucho perfectamente –Yessabell se cruzó de brazos y lo miró seriamente.
-Lo siento Srta. Lovato, pero no salía de su estado de shock y no tenía idea de lo que me estaba diciendo –El Detective se calmó un poco.
Era un hombre alto, de apenas 26 años, piel bronceada, cabello oscuro y ojos verdes, muy bien podría parecerse a Andrew, el viejo amigo de Yessabell, a excepción de su altura y su complexión, este era un hombre musculoso, que seguramente pasaba varias horas en el gimnasio.
-Ok, estaba con Milo, sacando unas bolsas de basura, destape el contenedor y encontramos el cadáver. Eso es todo. ¿Algo más? -Preguntó Yessabell, decidida.
-Sí y no. Está consciente de que la víctima es… similar a usted... ¿Sabia eso? –Preguntó el Detective Monroe, sin tapujos.
-¿Qué? –Yessabell abrió los ojos de par en par y se inclinó sobre la mesa -¿De qué está hablando?
-Necesita visitar la morgue y enterarse de ello. Hace poco… -El Detective dudó en contarle a Yessabell, todo lo que sabía, pero al final acabaría enterándose por las noticias –Hace alrededor de un mes, mes y medio… alguien comenzó a asesinar chicas… esta es la cuarta víctima. Todas al parecer… son chicas de entre 18 y 20 años, con características similares a las suyas. Con esto no quiero decir que usted sea la siguiente –Aclaró el Detective, al ver la emoción de asombro en Yessabell –Me refiero a que está siguiendo un patrón… que ya logramos detectar. Las chicas son altas y delgadas, piel blanca y cabello castaño… como…
-Yo –Interrumpió Yessabell mientras su respiración se aceleraba –No puede ser…
-Cálmese Srta. Lovato. Como dije, no significa que estén tras usted, el asesino está siguiendo un patrón –Dijo el Detective tranquilamente –Ahora, necesito que mañana temprano regrese y visite la morgue, hay algunas fotos que necesitamos que vea y no es necesario que vea el cuerpo.
-¿Necesito un abogado? –Preguntó Yessabell consternada.
-No es necesario, pero si es necesario que se mantenga fuera de áreas de peligro o sola en la calle, no queremos otro… -El Detective se puso de pie y la llevó hasta la recepción, donde estaban sus amigos y el Sr. Ben –La esperamos mañana Srta. Lovato.
Yessabell asintió y se acurruco en los brazos de Derek.
El Sr. Ben llevó a los chicos a sus casas, les informo que a partir de ese día, él los llevaría a casa.
Yessabell no habló en todo el camino, solo se despidió cuando la dejaron en su casa.
Entro, decidida a tomar un baño caliente y dormir. Se encerró en su habitación y durmió como roca, hasta el mediodía del domingo.
Bajo a la cocina y tomó un poco de jugo, un sándwich y después regresó a las escaleras hacia su cuarto, pero antes de subir las escaleras, escucho la televisión encendida en la sala, regreso por el pasillo y encontró a todos sus amigos en la sala, hipnotizados por el televisor. Las noticias de las 12, anunciaban el cadáver que fue encontrado en el basurero de la cafetería donde trabajaba Yessabell.
-Hasta ahora, son cuatro las víctimas de este asesino en serie. Aunque la policía se ha negado a dar una declaración fehaciente de los hechos. La victima coincide con el patrón de victimas que ha tomado el asesino en serie, conocido como “El asesino de la noche”, ya que la mayoría de sus víctimas han sido encontradas en la noche. He aquí las fotografías de las chicas asesinadas –La reportera señaló a un lado y en la pantalla aparecieron las cuatro fotografías de las chicas asesinadas.
Tal como lo había mencionado el detective. Las cuatro chicas eran blancas, de cabello castaño, aunque no del mismo tono, dos de 18 años, una de 19 años y la última de 20 años. La diferencia era el color de ojos, la de veinte y la de diecinueve, tenían los ojos verdes, mientras que las dos chicas de dieciocho, tenían los ojos cafés, y que una de las chicas de dieciocho, tenía el cabello teñido, su color natural era rubio.
-Esa es toda la información por el momento. Los mantendremos informados –Las noticias cambiaron a una de las maravillas del mundo y lo mucho que las personas la visitaban.
Yessabell seguía detrás del sillón, donde estaban Ana, Sonia y Philip, aun sin decir una palabra.
-Dios mío… –Susurró Yessabell, y todos voltearon a verla. No se habían percatado de su presencia.
-¡Yessabell!… no… -Ana tomó el control y apago la televisión.
-No esta… bien… -Yessabell evaluó la reacción de todos –Se supone que tenía que regresar a la morgue, pero… necesito que alguien me acompañe –Dijo viendo a sus amigos.
-Voy contigo –Dijo Philip levantándose rápidamente.
-Yo también –Ana se levantó y volteó a ver a los demás –Ustedes quédense aquí, procuren no salir. En especial ustedes dos –Señaló a Sonia y a Renata, quienes eran castañas, aunque su piel no era tan blanca como la de Yessabell, pero eso no significaba que no estuvieran en peligro –Cuidalas Nicolás.
-Eso hare, vayan con cuidado –Nicolás les sonrío y Ana, Philip y Yessabell, salieron de la casa.
En ese momento, sonó el celular de Yessabell, lo sacó del bolsillo de sus jeans y contesto, sin ver el número.
-¿Hola?
-¡Dios mío, Yessabell! ¿Hija, estás bien? Acabo de ver las noticias, no puedo creer lo que paso, Yessabell ¿Estás bien? –Volvió a preguntar Johann, en la línea.
-Estoy bien mamá, sé que ha sido algo… realmente fue inesperado y… si estaba un poco asustada, pero… estoy bien mamá –Contestó Yessabell, lo más tranquila posible.
-¡Dios mío, mi niña! No puedo. Yessabell, no puedes estar sola –Dijo Johann, con la voz un poco ronca.
-No estoy sola mamá, mis amigos están aquí –Yessabell tomó aire, y espero que Johann no se alocara con la situación.
-Ok, iré a visitarte en unas horas, alrededor de las seis, estaré ahí –Declaró Johann, más tranquila.
-Mamá, no es necesario que vengas, de verdad estoy…
-Nos vemos en un rato –Johann colgó y no dejo a Yessabell protestar.
-¡Carajo! –Yessabell guardó su celular y comenzó a bajar las escaleras –Espero que mi madre no se vuelva loca.
Cuando llegaron a la morgue, que estaba a unas calles de la comisaria. Yessabell vio las fotos de las chicas muertas y trató de buscar un algo en común. Pero no encontró nada, a excepción de las diferencias que había encontrado anteriormente en las noticias.
-Ok, si es todo… me gustaría irme –Yessabell le regresó las fotos y salió de la sala.
-Srta. Lovato, solo quiero decirle que esto no es una amenaza, pero manténgase segura y… -El Detective la acompaño hasta la salida, ninguno dijo nada, hasta que estuvieron afuera, donde Philip y Ana la esperaban –Vayan con cuidado chicos.
-Gracias Detective –Yessabell se despidió y se fue. Sus amigos la siguieron, cada uno a un lado.
-¿Vas a seguir trabajando en la cafetería? –Preguntó Ana, antes de que llegaran a la casa
-Por supuesto que no –Contestó Philip –No es que el asesino vaya por ella, pero para nada debería seguir trabajando.
-Voy a seguir en la cafetería, el Sr. Ben se ofreció a llevarnos a casa –Declaró Yessabell rotundamente –No es que necesite el empleo, pero si lo dejo, nadie querrá trabajar ahí, no después de lo que pasó.
-Es por eso que no deberías regresar –Advirtió Philip molesto.
-Lo siento Philip, pero regresare y no pienso cambiar de opinión –Yessabell subió las escaleras de la casa y abrió la puerta –Fin de la discusión –Corrió hasta su cuarto y se encerró.
Los chicos estaban preocupados por la seguridad de Yessabell, Sonia y Renata, tenían que mantenerse unidos, esperando que nada pasara. Sonia y Marisol habían conseguido un trabajo de medio tiempo en un local de comida rápida, y seguirían ahí, mientras Philip, fuera a buscarlas. Nicolás y Renata, trabajaban tres días a la semana, en un pequeño bar, a las afueras de la ciudad, se transportaban en el deportivo de Nicolás, que era solo para dos personas.
Hicieron un plan, para no tener que preocuparse por los demás y estar a salvo.
A las seis de la tarde, llegó Johann, con tres guardaespaldas y una camioneta negra de último modelo. Ana los recibió y los llevo a la sala. Yessabell bajó unos minutos después. Johann corrió a abrazarla.
-Estoy bien mamá, me estas… asfixiando –Yessabell la apartó un poco y pudo ver el rostro triste y preocupado de Johann –Mamá, tranquilizate, estoy bien.
-Lo sé cariño, pero no me siento tranquila estando lejos de ti –Johann se limpió las lágrimas con un pañuelo y se calmó un poco -Tengo algo para ti –Dos de los guardaespaldas se acercaron.
Ambos median casi dos metros. Eran fuertes y musculosos. Vestían de negro, de pies a cabeza. Uno era rubio y piel blanca como la porcelana, el otro castaño y piel bronceada, si fuera chica estaría en peligro en ese momento. El rubio tenía unos 24, seguramente estaba empezando su trabajo, mientras que el castaño tenía 27 años.
-Ellos son Ezra –Señalo al rubio –Y Malcom, ellos cuidaran de ti, a partir de ahora –Johann, estaba más serena y comenzó a salir de la sala, rumbo a la puerta de la casa.
-Debe ser una broma –Yessabell corrió hasta su mamá, con los guardaespaldas detrás de ella –Mamá, no voy a llevar a dos idiotas detrás de mí todo el tiempo, ni que fuera la reina de Inglaterra.
Los guardaespaldas tosieron un poco y dieron un paso atrás por sí acaso.
Johann volteó a verlos, con cara de disculpa.
-Cariño, no son idiotas, son guardaespaldas y sí. Vas a estar con ellos día y noche –Johann, no iba a ceder en esta ocasión y Yessabell lo sabía –Nicolás me ha dicho que pueden quedarse en el cuarto sobrante del tercer piso, así que ya está arreglado –Johann abrió la puerta y su guardaespaldas la siguió –Eso también será tuyo –Señaló la camioneta último modelo, que estaba aparcada en la entrada.
-¡Mamá no! –Yessabell, no podía aceptar un regalo de tal calibre.
Desde que Johann había sido ascendida a Presidenta de una de las mejores empresas de Relaciones Publicas y abierto dos sucursales más de la imprenta, la vida les pintaba mejor y podía darse el lujo de contratar dos guardaespaldas para su pequeña y además regalarle una camioneta para que la transportaran.
-Yessabell, lo mereces y Malcom, se va a encargar de conducirla para ti. Él te llevara a donde tengas que ir, no importa si es a la tienda de la esquina. Al campus y a la cafetería y por supuesto a casa, para navidad –Johann bajó las escaleras y camino hasta su camioneta, con su guardaespaldas, Yessabell la siguió, con su sequito cerca.
-Ok, acepto la camioneta, pero los guardaespaldas –Señaló a los tipos detrás de ella –Es demasiado.
-No es nada Yessabell –Johann subió al asiento del copiloto y su guardaespaldas al asiento del conductor –No te quiero en peligro,por ninguna razón. No te separes de los muchachos –Johann le lanzó un beso y le indico a su acompañante que se fueran.
-¡Mamá! –Yessabell, intentó hacerla entrar en razón, pero Johann no la escucho y se fueron.
Yessabell se cruzó de brazos y respiro hondo.
Si había algo que molestaba a Yessabell, a más no poder, era ser controlada, tener a alguien que le dijera que hacer y que no, aún más, alguien que cuidara cada paso que daba.
Volteo para encarar a sus nuevos guardaespaldas.
-Ok. Si vamos a hacer esto. Sera a mi manera –Yessabell comenzó a caminar de regreso a su casa.
Llegaron a la tercera planta, al cuarto del que iban a disponer los guardaespaldas –Van a llevarme al campus, a la cafetería y van a traerme, si van a seguirme hasta las clases y dentro de la cafetería, espero que no usen las gafas, si no es necesario. No son los hombres de negro y afectaría a su vista.
Yessabell abrió la puerta y entro en la habitación. Nicolás ya había instalado una cama más y las pertenencias de los guardaespaldas ya estaban ahí.
-Mi habitación está ahí –Señaló la puerta de a lado –Pero por ningún motivo pueden entrar. Nadie en esta casa, que no sea yo o Ana, pueden entrar ahí. Nadie. –Yessabell comenzó a caminar a su cuarto y los guardaespaldas la siguieron –Dije que NADIE, puede entrar, no me sigan. No quiero que hablen con mis amigos o cualquier otra persona, y si les digo que me dejen sola lo harán. Eso es todo.
-No podemos dejarla sola señorita Lovato. Su madre dio órdenes de que no nos apartáramos de usted –Dijo Malcom firme, con su voz gruesa.
- Malcom ¿Verdad? –Él asintió –Quitate las gafas por favor –Malcom se quitó las gafas y Yessabell admiró sus hermosos ojos grises, iguales a los de… lo que sea -¿Ves a mi mamá aquí?
-No –Malcom rodo los ojos.
-Ok, mi mamá no está. La que manda ahora soy YO. Así que no discutan. Den media vuelta y vayan a su habitación a acomodarse o lo que sea –Yessabell sacó su llave y abrió su puerta.
-¿Necesita algo Srta. Lovato? Antes de que nos retiremos –Preguntó Ezra con cautela.
-No y no vuelvan a llamarme así, solo díganme Yessabell, ese es mi nombre ¿OK? –Yessabell los vio antes de entrar a su habitación.
Ambos asintieron y ella entró a su habitación, dando un fuerte portazo.
Acomodo sus cosas para las clases y se dio un baño, intentando meditar lo que dos guardaespaldas implicaban, ahora tendría que alimentarlos y traerlos a todas partes.
Era el fin.
Todos en el campus se burlarían y seria el payaso de la clase.
Genial.
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