Capítulo 38 Sobrevivir
-Cariño, necesitamos que lo tomes con calma por favor –Pidió Johann por fin, después de unos minutos de silencio, que para Yessabell, resultaron eternos.
-¿Qué es mamá? Solo dímelo –Exigió Yessabell, empezando a perder la paciencia –Hablen por favor.
-Cariño. Derek y Ezra… están en los cuartos de a lado. Ezra solo tiene algunos rasguños, pero el golpe que recibió en la cabeza fue algo fuerte y Derek se fracturó el brazo izquierdo y me informaron que también va a necesitar collarín por un tiempo, pero… –Johann volteó a ver a Joey, en busca de ayuda.
-¿Pero qué? –Preguntó Yessabell a Joey.
-Ambos… entraron en coma. –Joey se deshizo ante la reacción de Yessabell.
-¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡NO! ¡No! –Yessabell comenzó a quitarse todo a lo que estaba conectada.
-¡Cariño para! –Johann se levantó, para detenerla, pero Yessabell le soltó un manotazo.
-¡Suéltame! ¡Quiero verlos! –La máquina que media la respiración de Yessabell, comenzó a dar pitidos rápidos. Yessabell estaba respirando muy rápido y su corazón se estaba agitando.
Joey salió corriendo a buscar ayuda. Los padres de Derek y el hermano de Ezra, que estaban en el pasillo, se percataron de los gritos y al ver entrando al doctor y las enfermeras, pensaron lo peor.
Los padres de Derek y Yessabell, tuvieron algunos minutos para conocerse un poco. Johann ya conocía al hermano de Ezra, un año menor que él.
-¡Salgan un momento por favor! –Pidió el doctor, mientras una de las enfermeras, intentaba calmar a Yessabell –Enfermera, ayúdelos –La otra enfermera saco a Johann y Joey del cuarto.
-¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! –Yessabell no quería que la sedaran, pues eso la tendría fuera de combate por horas -¡No! ¡NO! ¡Por favor, no! –Suplicó entre gritos y lágrimas -¡No! ¡Por favor, no!
-Johann –Caroline la mamá de Derek, se acercó a ella y la abrazo –Está bien, va a estar bien. Supongo que le dieron la noticia, es normal que se altere.
-Yessabell adora a Derek, y su guardaespaldas; Ezra, siempre fue como un amigo para ella –Explicó Johann entre lágrimas –No va a soportar verlos así.
-Tú hija es muy fuerte Johann –Aseguró Lucían –Cuando estuvo con nosotros pude verlo. Va a superar esto. Igual que nosotros.
-Muchas gracias por apoyarnos, sabemos que están en una situación difícil –Dijo Johann, intentando calmarse.
-No te preocupes Johann, si nuestro Derek estuviera en la misma situación que Yessabell, estaríamos igual –Afirmó Caroline, quien hasta el momento se había mantenido fuerte, pero que ahora no podía contener las lágrimas.
-Lo siento mucho Caroline –Johann la abrazo, por un momento se sintió agradecida de que su hija no fuera la que se encontraba en coma.
Yessabell despertó en la noche del día siguiente. Estaba más tranquila, pero no podía dejar de sentir ese dolor. El dolor de si quiera pensar que tanto Derek, como Ezra, no pudiesen despertar.
-¿Es cierto mamá? –Preguntó Yessabell, intentando controlar las lágrimas.
-Sí cariño, lamentablemente lo es –Contestó Johann, con lágrimas en los ojos.
Joey entro al cuarto, sin hacer mucho ruido.
-Los doctores dicen que es prudente que nos llevemos a Yessabell, a un hospital cerca de CU. Monte Alto es perfecto, ya arregle todo y los padres de Derek, van a hacer lo mismo, para que sus amigos puedan visitarlo. El hermano de Ezra, dice que está bien, le queda a solo una hora en comparación con este hospital.
-¿Cuándo se hacen los cambios? –Preguntó Johann, limpiándose las lágrimas, con un pequeño pañuelo.
-Mañana en la mañana –Contestó Joey un poco triste y a la vez tranquilo –Tus amigos están pendientes de tu llegada.
-Gracias –Yessabell se recostó.
-Cariño, van a estar bien, van a sobrevivir, son dos hombres muy fuertes –Johann intentó darle ánimos, pero Yessabell la ignoró.
Se acomodó bajo la sabana y prefirió dormir, a seguir despierta, sí Derek y Ezra no podían hacerlo, ella tampoco lo haría.
A la mañana siguiente los padres de Derek lo acompañaron a Monte Alto, el hermano de Ezra hizo lo propio, igual que los padres de Yessabell.
Los instalaron es la misma planta, una habitación contigua a la otra.
Hasta ese momento, Yessabell no había visto a los padres de Derek o conocido al hermano de Ezra.
La enfermera que iba a estar al cuidado de Yessabell, termino de instalarla y después se fue, dejándola sola con Johann.
-Cariño, los Sanders y el hermano de Ezra, quieren verte antes de ir a tomar un descanso, claro si quieres.
-Sí mamá, está bien, quiero verlos –Yessabell se pasó los dedos por el cabello, intentando arreglarlo, seguro se veía como se sentía.
-Bien –Johann se levantó y salió al pasillo, Yessabell escucho el murmullo, pero no pudo distinguir lo que estaban hablando.
Un minuto después entraron los padres de Derek y un chico muy parecido a Ezra, solo que menos atlético y sus ojos no eran verdes, sino azules.
-Yessabell querida –Caroline corrió a abrazar a Yessabell –Nos alegra mucho que hayas despertado y que estés bien.
-Muchas gracias señora Sanders, lamento mucho lo de Derek –Yessabell respiró hondo, para contener las lágrimas –Aún no puedo creer lo que está pasando
-Nosotros tampoco –Intervino el señor Sanders –Apenas y cabíamos en la noticia, de que tenían una relación formal, él estaba vuelto loco y ahora esto.
-Lo sé, las cosas pasaron tan rápido –Yessabell se quedó en silencio, lo mismo que todos en la habitación.
-Yessabell, él es el hermano de Ezra, Ean Miller, el único pariente de Ezra. –Presentó Johann, acercando al chico, a la cama de Yessabell.
-Mucho gusto Ean, lamento las circunstancias en las que nos conocemos, pero Ezra me ha hablado mucho de ti –Yessabell le estrecho la mano, aunque eso de que le hablara de él, era parte mentira.
Ezra había mencionado a su hermano un par de veces o tal vez tres, según él su relación no era muy cercana y Ean había estado estudiando Relaciones Públicas también, algo cerca de donde estaba Ezra, solo para mantenerse en contacto, no es que fueran mejores amigos, pues Ean había sido quien le quito la novia a Ezra. Ean era más reservado y tranquilo.
-Está bien, tengo entendido que mi hermano y tú, eran muy cercanos, como buenos amigos o algo así, él te mencionó algunas veces –Comentó Ean, con una tímida sonrisa, soltando la mano de Yessabell.
-Sí, bueno Ezra se volvió como mi mejor amigo además de mi guardaespaldas, es muy fuerte, seguro que saldrá de esta –Yessabell le sonrío, aunque no estaba segura de sus palabras.
Antes de que alguien dijera algo más, la enfermera entró.
-Fin de las visitas, vamos a hacer una revisión general a la paciente, necesitamos que salgan por favor.
El doctor entro y todos salieron de la habitación.
-Señorita Lovato, esto será rápido –El doctor comenzó midiendo su presión, checando los niveles de oxígeno y demás.
-¿Qué día es hoy? –Preguntó Yessabell, de repente.
-Jueves –Contestó el doctor –Todo está bien, revisaré la herida –Quitó el vendaje y Yessabell dio un leve respingo –Bueno, esta cicatrizando perfectamente, le daré de alta esta misma tarde y podrá descansar en casa.
-¿Puedo ir a ver a mis amigos? –Preguntó Yessabell sintiendo el pánico en el pecho.
-Tal vez, pero no es prudente, no en su estado –El doctor le indicio a la enfermera que le pusiera un vendaje nuevo y después se retiró.
-Hay algunas persona allá afuera, esperando el turno de visitas –Susurró la enfermera –Sí quiere pueden pasar todos juntos, pero la visita durará poco.
-Está bien, de todas formas, si me voy está tarde, tendremos más tiempo de hablar, que pasen todos, por favor –Suplicó Yessabell mejorando su ánimo.
La enfermera salió sonriente y le indico a los amigos de Yessabell, que pasaran. Ana, Philip, Marisol, Bruno, Nicolás, Renata, Andrew, Fanny, Robert y Stephen, entraron en la habitación.
-¡Yessabell! –Ana y Marisol, se arrojaron a sus brazos, desesperadamente.
-Yessabell, estamos felices de que estés bien, en cuanto nos dieron la noticia regresamos del viaje –Explicó Nicolás de la mano de Renata, acercándose a la silla del lado izquierdo.
-Muchas gracias por estar aquí –Yessabell les sonrío a todos, evitando toparse con los ojos de Stephen, quien permaneció detrás de todos, en silencio.
-¿Y ahora qué? –Preguntó Renata -¿Cuándo te dan de alta?
-Está tarde regreso a casa, pero Derek y Ezra… -Yessabell bajó la mirada, Ana y Marisol, se acomodaron en la silla del lado derecho –No sé si podré…
-Tranquila –Susurró Fanny –Todo estará bien.
-Hemos venido a darte nuestro apoyo y sabes que si necesitas algo, solo debes pedirlo –Intervino Andrew, sincero.
Yessabell asintió, con los ojos llorosos.
-Solo quisiera verlos antes de irme, pero no me lo tienen permitido –Se volteó a ver a Ana –Por favor Ana, ve a verlos y dime como están.
-Ya fui Yessabell, están bien –Declaró Ana, con una pequeña sonrisa –No tienes de que preocuparte, parece que duermen, como bebés.
Esa tarde, Yessabell fue dada de alta, sus amigos hicieron todo para que se quedara tranquila y estuviera a gusto de vuelta en casa.
Johann y Joey la llevaron personalmente. Y ahora que el asesino había muerto, ya no necesitaba de guardaespaldas, sin embargo, el hermano de Ezra, se ofreció a terminar con el trabajo pendiente y se fue con Yessabell.
Yessabell permaneció en reposo una semana más, Johann y Joey se quedaron con ella, pero debían regresar antes de que terminaran las vacaciones para reanudar sus respectivos trabajos, así que contrataron a una enfermera para que la cuidará por una semana más.
Las noticias invadieron el caso desde que se enteraron del accidente y los involucrados, Yessabell se volvió aún más famosa y Ean, estaba ayudando a controlar la situación. Sí bien Yessabell, no estaba muy a gusto con él, era innegable su parecido con Ezra y su eficiencia y eficacia para el trabajo.
La semana previa, al fin de las vacaciones. Yessabell estaba mejor, las heridas en la frente y los brazos, casi había desaparecido. En tanto que la del estómago, era más pequeña y la cicatriz apenas se notaba.
Se enfundo en unos jeans oscuros, una blusa blanca, su saco rojo y botas rojas, dejo su cabello suelto y con la compañía de Ean, se encamino al hospital, en la camioneta que solía manejar Malcom.
Cuando llegaron al hospital, no sabía a quién visitar primero, así que sin saber, entró a la habitación que se le ocurrió primero.
Ahí estaba, tal como lo dijo Ana, como si se tratara de un bebé, indefenso y perdido en un sueño que podría o no ser eterno.
Conectado a varios tubos y un respirador artificial, su piel blanca se veía más pálida, sus manos estaban frías y Yessabell no pudo evitar llorar por el amor de su vida.
Se sentó en la silla del lado derecho y se quedó contemplando la hermosa imagen de Derek, esperando a que un milagro sucediera.
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