Capítulo 8 Cambio
A la tarde siguiente, Ezra fue dado de alta, Yessabell lo llevó a su casa y lo instaló en la habitación que ocupaba con Malcom y Henry, por supuesto que la prensa estuvo al tanto de cada paso que Yessabell daba, desde su repentina fama.
Ezra tenía que guardar reposo por unos días, Ean se ofreció a cuidar de Ezra, al parecer habían hecho las paces, pero Yessabell no se fiaba de él, por lo que le dijo que podía visitarlo cuando quisiera, pero que ella se haría cargo de él, a lo que Ezra no se opuso.
Para la segunda semana de Octubre, Ezra ya podía salir de casa, por lo que Yessabell, preparó todo un fin de semana de cosas por hacer.
El sábado en la mañana, Yessabell y Ezra, salieron desde muy temprano al centro comercial, el lugar indicado para conseguir todo lo que necesitaban.
Ezra iba en jeans oscuros a juego con una camisa negra y converse en color negro, Yessabell estaba usando un vestido azul pastel, cuello en v, mangas largas y la parte de la falda era con volantes que le llegaban a la rodilla. Una bolsa pequeña que colgaba entre su hombro izquierdo y su cintura. Ambos llevaban lentes oscuros para pasar desapercibidos.
-Ok, ya me dirás ¿Qué hacemos aquí? –Preguntó Ezra, mientras entraban en una tienda de ropa para dama y caballero.
-Estaba pensando, si ambos necesitamos empezar de nuevo, ya sabes, con todo después del accidente. Es hora de un cambio, tanto interno como externo –Explicó ella admirando algunos trajes de gala para hombre –Este se te vería increíble –Le mostró un traje azul marino con camisa azul pastel y corbata azul marino –Tienes que dejar los trajes negros.
-No sé… -Ezra tomó el traje y le dio algunas vueltas –Como que me acostumbre al negro y esta ropa que me regalaste, no sé…
-Ezra, dejame decirte algo –Se acercó al él y le susurró –Todas las mujeres que te han visto, babean a tus pies, estas que ardes –Le guiño un ojo y se fue a la sección de damas.
Encontró dos hermosos vestido de noche, uno que usaría para navidad y otro para año nuevo. Algunos jeans en colores pastel y oscuros. Varias blusas de seda y tul. Algunas faldas vaporosas y con todo en manos, camino hasta los probadores.
Ezra hizo lo propio, con dos trajes, algunos jeans y camisas en tonos oscuros.
Cuando ambos terminaron de probarse la ropa, fueron a la caja a pagar sus cosas.
-¿Ya podemos irnos? –Preguntó Ezra cuando salían de la tienda, con las manos llenas de bolsas.
-Nop –Buscó el salón de belleza y caminó decidida a él, con Ezra detrás de ella –Vamos al salón de belleza, necesito un cambio.
-Pero yo no, eso es solo para chicas ¿No? –Preguntó en cuanto, llegaron a la puerta del lugar. Un bonito y grande salón de belleza, tanto para hombres como para mujeres. Decorado en tonos plateados y dorados, dándole un toque de sofisticación y elegancia. –Además, tú no necesitas un cambio, tu cabello es hermoso, tal cual es.
-Será algo pequeño –Insistió empujando la puerta para entrar.
Una chica, en un hermoso traje blanco de etiqueta los recibió.
-Bienvenidos a LENOX, tenemos unos casilleros de ese lado –Señalo la parte izquierda de la entrada –Para que guarden sus cosas y en cuanto se vayan las toman. ¿Tienen cita o prefieren esperar unos minutos para ser atendidos? –Preguntó la recepcionista, mientras los llevaba a los casilleros.
-La verdad no sabía que se necesitaba una cita –Yessabell terminó de guardar sus bolsas y se quitó los lentes para guardarlos en su bolsa.
-¡Oh, por dios! –Exclamó la recepcionista, llevándose ambas manos a la boca.
-¿Qué sucede? –Preguntó Ezra, cerrando los casilleros de golpe y volteando a todos lados, tomó a Yessabell en un abrazo protector.
-¡Eres Yessabell Lovato! –Exclamó la chica, efusivamente.
-Oh, sí... bueno… yo… -Yessabell volteó a ver a Ezra, quien la soltó y encogió los hombros con una sonrisa –Lo soy, pensamos que nadie lo notaria, solo queremos un pequeño cambio.
-¡Por supuesto, vengan por aquí! –La chica señaló el pasillo que llevaba de regresó al área de cortes –Los llevaré con nuestro mejor personal.
Las chicas y los chicos que estaban haciendo cortes o tintes, voltearon a ver a Yessabell, quien se mantuvo de la mano de Ezra.
Todos la vieron sorprendidos, por lo que ella supo que sabían quién era.
El lugar olía a acetona, tinte y varios aromas frutales. Las paredes estaban llenas de espejos, y arriba de ellos, colgaban cuadros de diferentes cortes y opciones de tintes, en los rincones del lugar, se encontraban muebles de madera, repletos de productos para el cabello.
-Leo, ella es Yessabell, tratala bien y atiéndela como a nadie –Explicó la recepcionista, dejando a Yessabell en manos de Leo –Tu iras con Dakota, ella es increíble en los corte de chicos –Le dijo la chica a Ezra, llevándolo al otro extremo del salón.
-Yessabell Lovato ¿Verdad? –Preguntó Leo haciendo ademanes femeninos, colocando las manos en sus caderas.
-Así es –Yessabell le sonrío y Leo le indicó que se sentará en la silla frente a ella.
-¿Qué vas a querer que haga querida? –Preguntó Leo pasándole una túnica por el cuello, para cubrirle la ropa –Puedo pintarlo, cortarlo, unas mechas, decolorarlo, luces, base, lacio permanente, mechones de varios colores –Sugirió, pasándole las manos por el cabello.
-La verdad no busco un gran cambio, solo algo pequeño, pero que se note, no lo sé, tal vez unas luces o algo así –Contestó indecisa.
-Luces será, así no tendré que cortarlo, lo tienes muy hermoso corazón, está muy suave y bien cuidado –Le regaló una sonrisa y comenzó a sacar varios artículos de un estante a la derecha, mientras Yessabell esperaba en la silla, frente a un enorme espejo.
El proceso duró alrededor de una hora y media. Yessabell se la pasó hablando con Leo, sobre las revistas y sesiones de fotos, tintes y los cambios que podría hacer en el futuro.
-¡Esta increíble! –Exclamó Yessabell, al ver su reflejo en el espejo, sus ondas castañas tenías más vida y brillaban más, especialmente en la parte de la coronilla, hasta llegar a la mitad del cabello –Se ve más…
-Brillante –Terminó Leo, ayudando a Yessabell, a ponerse de pie –Con más vida. Yessabell, nunca lo cortes.
-No lo haré –Volteó a verlo y le sonrío –Has hecho un buen trabajo, no dejare que nadie más lo toque –Tomó su bolsa y sacó su cartera, mientras ambos caminaban hasta donde estaba la recepcionista –Cobra también el servicio del Ezra. –Pidió entregándole una tarjeta de crédito.
-Claro –La chica tomó la tarjeta, sonriente y cobró el servicio. –Aquí esta –Le regreso a Yessabell la tarjeta con un recibo –Su novio vendrá en un minuto.
-Gracias, pero Ezra no es mi novio, solo somos amigos –Guardó su tarjeta en su cartera y luego su cartera en su bolsa, con una tímida sonrisa.
-Bueno, nosotros pensamos que lo eran corazón, por cómo te mira, caminaban de la mano y esas cosas –Declaró Leo cruzando los brazos, con una sonrisa coqueta.
-Nosotros solo, somos amigos –Insistió bajando la mirada a sus pies, admirando sus zapatos bajos.
-Pues si tú no lo quieres, con gusto te lo acepto, un hombre así… Lo devoro completito –Leo, estaba viendo en otra dirección –Está hecho un mango.
Yessabell levanto la mirada y el aire se quedó atrapado en sus pulmones.
Ezra caminaba con paso decidido, como en cámara lenta, su cabello seguía igual de largo, rubio, de un rubio miel que le daba un aire juvenil, una media sonrisa que derretiría un iglú. Solo había cortado un poco de la parte de atrás y su melena estaba peinada de lado, con ayuda de una secadora.
Caminó hacia ella, luciendo más encantador que nunca, ella sintió su corazón acelerarse y su respiración agitarse. Ambos se miraron sin decir nada, las miradas lo decían todo.
Cuando llegó hasta Yessabell le sonrío y le extendió la mano, ella la tomó y él le dio una vuelta.
-Te ves hermosa, que bueno que lo conservaste largo –Le tomó un mecho de cabello y lo acaricio, Yessabell no sabía que decir –Fue un buen cambio.
-Gracia –Susurró por fin, notando las miradas de todos –Ya pague, podemos irnos –Hizo un gran esfuerzo para borrar su sonrisa tonta y caminó hasta los casilleros de la mano de Ezra.
Ambos tomaron sus bolsas y se dispusieron a salir.
-Un momento Yessabell, querida –Pidió Leo, buscando una tarjeta de presentación del salón de belleza y extendiéndosela a Yessabell –Cuando necesites un servicio a domicilio o cualquier cosa para un evento o lo que quieras, con gusto te arreglo –Le sonrío mientras Yessabell tomaba la tarjeta.
-Muchas gracias Leo, lo tendré en cuenta. Seguramente te estaré llamando pronto –Guardó la tarjeta en su bolsa y Ezra le abrió la puerta para que saliera –Nos vemos luego y muchas gracias por sus atenciones.
-Hasta luego Yessabell, te esperamos pronto –La despidió Leo, mientras Ezra salía.
-Te ayudo con esto –Dijo Ezra a Yessabell, cuando vio que no podía ponerse las gafas de sol, dejó sus bolsas en el suelo y le puso las gafas –Te ves como estrella de cine.
-Gracias –Le sonrío, aun sintiéndose acalorada por verlo desfilar –Ezra, te ves increíble. Deberías peinarte así, más seguido.
-Lo tendré en cuenta –Ezra le sonrío y bajaron hasta el estacionamiento.
Subieron las bolsas en el maletero de la camioneta y Yessabell subió en el asiento del copiloto, dejando a Ezra que manejara.
-Extrañaba mucho esto –Declaró Yessabell, en cuanto salieron del estacionamiento, recostándose en su asiento, viendo a Ezra, conducir.
-¿El qué? –Preguntó él con media sonrisa.
-Todo. A ti, a nosotros juntos, a que alguien más conduzca por mí, a que me lleves contigo –Contestó sin apartar la vista.
-Mmmm… -Murmuró concentrándose en el camino.
-¿Qué? –Preguntó extrañada.
-Nada, solo pensé… que extrañabas mi compañía –Contestó indiferente –No a mí, como chofer.
-No eres mi chofer Ezra, eres mi amigo. Mi mejor amigo –Declaró intentando calmar los ánimos –Ezra de verdad, no sabes cuan perdida estoy sin ti –Aseguró, tocándolo en el hombro.
-Lo sé, eres un verdadero caos sin mí –Bromeó viéndola de reojo, Yessabell sólo abrió la boca sorprendida –Ahora ¿A dónde vamos?.
-Bueno –Sacó su celular y reviso la hora –Son casi las dos, podemos ir a comer, ya sé... –Dijo sonriendo ampliamente –Podemos ir al restaurante mexicano que está cerca de aquí, me parece… -Se asomó por la ventana, bajando un poco el cristal.
-Sí, ya sé dónde –Ezra condujo a un pequeño restaurante de comida mexicana, en un pequeño barrio, lleno de restaurantes y cafeterías de diversos lugares, conocido como la ONU.
Aparcaron en el estacionamiento que se encontraba a una cuadra del restaurante y bajaron de la camioneta.
-Es un día hermoso –Yessabell levanto la mirada al cielo, a través de sus gafas de sol, la vista era bonita.
El sol brillaba en todo su esplendor, el viento soplaba fresco y el verde de los árboles era intenso.
-Tienes razón –Ezra la tomó de la mano y caminaron hasta el restaurante. Abrió la puerta para que Yessabell pasará primero –Primero las damas.
-Que caballeroso –Le sonrío y entró, sin soltarle la mano –Vaya, nunca habíamos venido aquí –Susurró y caminaron hasta una mesa en el lado derecho del restaurante, cerca de la barra.
-Es muy exótico –Declaro Ezra, volteando a ver a todos lados.
Había alrededor de unas cincuenta mesas, cada una para cuatro personas. Una barra con varios bancos altos en el centro del lugar, al fondo. Sobre las paredes, había varios dibujos de la bandera de México, algunas mujeres cocinando y varias representaciones de la cultura mexicana.
Las mesas estaban cubiertas con manteles de cuadros rojos y blancos, las sillas de maderas, le daban un toque rustico.
Cada mesa tenía lo básico: un salero, un servilletero, un pequeño florero y dos cartas del menú.
-Ok, ya sé lo que pediré –Anunció Yessabell, dejando el menú en la mesa, mientras Ezra regresaba al presente -¿Y tú?
-Oh… am… claro… yo… -Ezra tomó el menú y lo escaneo rápidamente –La verdad, no tengo ni idea –Aceptó levantando la vista a Yessabell –Nunca he probado la comida mexicana.
Yessabell soltó una risita.
-Eres tan tierno Ezra, no te preocupes, que yo me encargo –Levantó la mano y llamó a la mesera –Hola, buenas tardes. Me gustaría pedir, dos órdenes de enchiladas, dos vasos de agua y dos de jugo de naranja, por favor.
-Con gusto –La mesera tomó la orden y se retiró.
-Te va a encantar –Le sonrío y Ezra le devolvió el gesto.
Cuando terminaron de comer, ambos estaban satisfechos.
-Vaya, tenías razón, la comida en este lugar es fantástica ¿Ya habías venido antes? –Preguntó Ezra, terminando su jugo.
-No, pero mi padre solía llevarnos de viaje muy seguido, fuimos a, diferentes lugares en el mundo –Contestó fijando su mirada en la ventana a su izquierda –Solo los tres. Viajamos a donde yo quería –Sonrío ante el recuerdo –Fuimos a Madrid, a Argentina, Marruecos, Japón, Italia, la India… a cualquier lugar que se me ocurría, pero a donde mi padre siempre quiso vivir, cuando estabamos en Londres, fue México. Fuimos solo dos o tres veces.
-Supongo que la parte aventurera la adquiriste por tantos viajes ¿No es así? –Preguntó cruzando los brazos sobre la mesa e inclinándose un poco hacia Yessabell.
-Sí, fue por eso –Volteó a verlo sonriente –Herede muchas cosas de mi padre, algunas pocas de mi madre, y otras de aquellos viajes.
-Una hermosa mezcla –Admitió tomando la mano derecha de Yessabell sobre la mesa.
-Creo que es hora de irnos, aún tenemos que elegir tu disfraz para la fiesta de Halloween de Chantría –Declaró retirando su mano para buscar su cartera.
-Oh, no, esta vez invito yo –Ezra sacó su cartera y pidió a la mesera que le llevara la cuenta, pagó y ambos se dispusieron a salir.
-Creo que podremos encontrar un buen disfraz en una tienda que vi a unas cuadras abajo ¿Vamos? –Preguntó mientras Ezra abría la puerta para que salieran.
-Sí, me parece que también la vi –Levantó la mirada y vio a algunos fotógrafos cerca –Ponte las gafas –Ordeno y Yessabell lo obedeció sin preguntar, la tomó de la mano y caminaron unas calles abajo, en busca de la tienda de disfraces.
Los fotógrafos los siguieron, escondiéndose entre los árboles.
Cuando llegaron a la tienda, Yessabell no soltó a Ezra, mientras buscaban un disfraz para él.
-¿Y tú que usaras? –Preguntó Ezra revisando los trajes de piratas.
-Uno que me regalaron cuando hice la sesión de fotos -Contestó.
-¿Cuál de los cuatro? Debo admitir que te veías, muy, muy sexy en los cuatro –Volteó a verla, esperando que se molestara o que se riera del asunto.
Yessabell solo se sonrojo.
-Bueno, si quieres podemos coordinarnos –Se dio la vuelta y jaló a Ezra –Podemos buscarte un disfraz de lobo, así voy de caperucita roja o uno de Drácula…
-O, uno del extraño mundo de Jack y así puedes ponerte el del cadáver de la novia –Sugirió tomando a Yessabell por la cintura y acercándola a él –Ese te queda increíble –Se inclinó un poco y Yessabell sintió su pulso acelerarse, pero antes de besarlo se apartó.
-No, ese no. –Yessabell recordó cuando uso ese disfraz, uno parecido, en la fiesta de Halloween de su prima Miranda, cuando salía con Logan –Use uno parecido cuando… -Se dio la vuelta y continuó buscando en los disfraces –Cuando salía con Logan, en una fiesta de disfraces de mi prima Miranda.
-¿Ese disfraz te recuerda a él? –Preguntó siguiéndola.
-No solo es eso. En esa fiesta paso algo que jamás imagine –Se detuvo y clavó la mirada al suelo.
-¿Qué paso? –Preguntó levantándole la barbilla para que lo viera.
-En esa fiesta… Stephen me beso… no fue un error, él y Bruno lo planearon. Stephen dijo que se había enamorado de mí, desde que me conoció… recuerdo que Logan llevaba un disfraz de Jasón y muchos chicos en la fiesta llevaban el mismo disfraz, en algún momento hubo una pelea y… en fin, él me beso y yo pensé que había sido Logan –Explicó viendo los hermosos labios de Ezra.
-Ok, entiendo, seguramente yo habría hecho lo mismo –Admitió sin soltarla –Como sea, creo que es mejor que lleve el traje de Drácula, igual puedes seguir siendo una seductora vampiresa –Se acercó a ella y esta vez, Yessabell no se apartó.
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