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segunda parte

No pude evitarlo.

Entonces, en ésta parte Yeshua y Ed tienen 17 años, y obviamente Yeshua ya no es el mismo niño que apenas y podía hablar.Pronto se irán dando cuenta de los cambios.

*

—Toc, toc.

Un Yeshua de 17 años dice en un susurro, tocando la puerta de la casa de su mejor amigo Edmond. Espera unos segundos antes de volver a golpear con sus huesudos nudillos. Quiere entrar ya y verlo. La última semana Ed estuvo de vacaciones en la playa con sus hermanos, pero desde hace dos no se veían por uno asuntos que tuvo que resolver antes de salir de viaje.

—Yeshua —Louis le abre la puerta, con una sonrisa cálida—. Pasa, Ed está en su habitación ordenando sus cosas.

—Hola, mamá —mirando al suelo, camina todo el trayecto hasta donde el castaño indicó que estaba su amigo.

Y sí. Él le seguía diciendo así, se le volvió una costumbre y después, se le fue imposible dejar de hacerlo, además a Louis parecía no molestarle, al contrario, le sonreía con cariño cada vez que lo hacía.

—Y... ¿conocieron el mar?

—Ya lo conocíamos, Mark, años atrás.

—Es que yo todavía aun no voy.

El morenito oye la voz de Ed hablando con su hermanito dentro de su cuarto, eso hace que su corazón comience a acelerarse y su rostro se caliente de nervios. Da unas cortas respiraciones antes de abrir la puerta, sin siquiera tocar o pedir permiso.

—¡Yeshua! —Mark es el primero en verle entrar. El pequeño extiende sus brazos para arriba, buscando un abrazo del recién llegado—. ¿Puedes creer que Ed ya conocía el mar?

El de ojos café asiente, agachándose para abrazar al rubio.

—Ya, afuera, Mark —Ed lo empuja por la espalda a la salida.

—¡Mejor! Así no los veo compartir sus babas como a Nic y Alex.

—¡Mark! —su hermano lo regaña, sonrojado y algo sorprendido. No sabía que su hermanito estuviese al pendiente de esa situación.

Yeshua no sabe donde esconder su cara bañada en vergüenza, así que se deja caer en la cama, ocultado su rostro de los hermanos Styles.

—¡Le diré a papá! —se burla, sacando la lengua.

—No lo harás. Si no lo haces yo... yo les digo que vayamos de vacaciones a la playa, lo más pronto posible.

El menor parece pensarlo y al final sonríe, saliendo con pequeños brincos de victoria.

—Hey —el rizado se recuesta alado de su compañero, pasando sus dedos por el brazo moreno de Yeshua. —No va a decir nada, lo sé. Solo es un chantajista de lo peor.

—Yo...

Alza el rostro y no encuentra las palabras exactas para explicarle a Ed lo que pasó en las últimas dos semanas que no estuvo con él.

En los últimos años, gracias a varias visitas al psicólogo y a terapeutas, Yeshua había mejorado. Ahora habla perfectamente -aunque no le guste mucho hacerlo. Su última terapeuta le ha ayudado mucho sobre el tema de expresar sus emociones y también a como controlarlas. Ed y su familia, y su propio papá siempre habían sido su base para mejorar y llegar a ser lo mas normal posible -palabras dichas por él a su psicólogo de siempre.

—¿Quieres contarme algo?

Yeshua asiente. Se pone recto, en una posición donde el cree que sus ideas fluirán y encontrará las palabras correctas.

—La semana pasada —comienza—, creo-creo que fue el viernes, el día después de que te fuiste, recibí un mensaje. Tu sabe que yo no soy bueno con lo de los celulares, entonces se lo di a papá para que lo leyera...

—Ajá —Ed dice con la ceja alzada, incitándolo a seguir.

—Luego él tomó su propio teléfono e hizo cosas que no entendí. El caso es que... busco entre sus demás números y los ¿comparó? ¿así se dice?

—Sí, Yesh.

—Bueno, él los comparó y dijo que era el mismo número de mamá.

—¿Tu mamá?

Yeshua asiente, con un puchero y con su cabeza cayendo sobre el hombro del rizado.

—No quiero verla. Ella me envía mensajes cada día, insistiendo.

—¿Puedo verlos?

Le da su celular, es uno algo viejo y con la pantalla rota gracias a varios accidentes que ha tenido mientras juega a correr con Mark o las gemelas. Ed arrastra su pulgar hasta la sección de bandeja de entrada para leer. En todos, ella insiste verle, y dice que, si quería que contestara, pero en ninguno menciona quien es.

—¿Seguro que no quieres verle? Podría llevarte y acompañarte.

El moreno encoge sus hombros.

—Si voy... ¿Lou seguirá siendo mi mamá?

Edmond asiente, sonriendo y juntando sus frentes. Casi muere de ternura al ver a Yeshua con su ceño fruncido, desesperado por la respuesta.

—Sabes que sí, Yesh.

Con eso, él asiente, más convencido ahora.

—Por cierto, papá se estaba preguntando algo... —juega con sus dedos, viendo a Ed pararse para seguir arreglando la ropa de su viaje.

—¿Sí?

—Él quiere sabe si ya casi me vas a pedir que sea tu novio —dice, como si fuera la cosa más normal del mundo.

Y a Ed le encantaba eso de Yeshua. Aún era bastante inocente para muchas cosas y todo lo tomaba muy literal.

Edmond se atraganta con su saliva. Yeshua le mira expectante, hasta parece contar los segundos que se está tomando para responder.

—¿Cuándo te lo dijo?

—Justo antes de venir —encoge los hombros—. ¿Entonces?

—Ya veré, Yesh, tal vez pronto.

—¿Puedes decirme una fecha exacta? A veces papá es muy insistente.

Edmond se ríe, acercándose a él para besar su frente con cariño

×××

Edmod le ayudó a Yeshua a enviar un mensaje para su madre, acordando el día y el lugar donde se verían. Al principio ella dijo que ese día no podía, entonces Ed le dijo -como si fuera Yeshua, obvio- que era su única oportunidad. Entonces no tuvo más que aceptar.

—Yeshua. Yeshua —el rizado lo remueve por el hombro, buscando despertarle. Si no se apuraban, llegarían tarde al encuentro con su madre.

El moreno se remueve, aun dormido, más cerca del ojiverde, apretando sus brazos a su alrededor y guardando su rostro de la luz en su cuello. Su respiración le causa cosquillas Ed y no puede evitar reírse bajamente.

—Arriba, bebé. Es hora, ya.

Y con eso, Yeshua despierta.

Yeshua está en un debate consigo mismo sobre si le gusta que Ed le diga bebé o no. Porque él no era un bebé, tiene 17 años y es bastante grande. Pero ha escuchado como Harry le dice así a Louis y este parece sonrojarse cada vez que lo hace, entonces el piensa que es algo que va más allá sobre ser un bebé, literalmente. Además, muchas veces, como ahora, siente un pequeño cosquilleo en el fondo de su estomago que lo hace sentir tranquilo y protegido por Ed.

Se arreglan para salir. Nunca le dijeron a Louis a donde irían, porque el se molestaría, le tenía cierto coraje a la madre de Yeshua por obvias razones. ¿Qué mujer abandona a su pequeño hijo a base de mentiras? Era una completa idiota. Entonces ellos como que se "escapan" de sus padres, saliendo lo mas silenciosos que pueden por la puerta de atrás.

En el autobús Ed nota a Yesha muer nervioso. Lo sabe porque en voz baja esta repitiendo su nombre completo. Para tranquilizarlo, pasa un brazo por sus hombros, tirando de él e invitándole a recostarse en hombro. Parece funcionar, porque lo oye suspirar y se calla. Acerca la punta de su nariz, respirando el olor de su cabello aun húmedo.

—¿Nervioso, bebé?

—No soy un bebé. Tengo 17.

—Lo sé. No es porque seas un bebé, como, literalmente hablando. Es... un apodo cariñoso. Cuando alguien te dice bebé, significa que ese alguien te quiere cuidar como a uno, o sea, quererte y protegerte.

—Oh... —asiente. Ha entendido por no del todo.

Ed ama la inocencia de Yeshua, sí, pero a veces le dolía. Mucha gente se ha aprovechado de ella y ha sido causa de muchas burlas en la escuela. Cuando pasaba una situación, o alguien decía algo y Yeshua lo tomaba 100% literal, sus compañeros se reían de él, llamándolo por nombres como "raro" o "retrasado". La mayoría de las veces él ha terminado en el baño de la escuela, llorando y con su espalda siendo acariciada por Ed.

Llegan al local de comida rápida. Es el favorito de Yeshua, él lo escogió, porque quería estar en un lugar que lo hiciese sentir cómodo.

—Dios...

Llegan frente a ella, porque Yeshua la reconoció enseguida. Estaba idéntica, excepto por su cabello cortado hasta los hombros, ella solía tenerlo hasta casi a media espalda.

—Buenos días —Edmond saluda, viendo que Yeshua esta decidido a no hablar.

—Buenos días. Veo que... trajiste compañía, a un amigo.

Yeshua respira hondo.

—Es mi casi novio. Dijo que pronto me lo pediría.

—Oh, bueno, sí... ¿por qué no se sientan?

Los dos toman asientos en la mesa redonda.

—Estás... wow, has crecido mucho, es increíble. Solías ser un niño muy pequeño y ¡mírate ahora! —dice al borde las lágrimas de alegría.

Yeshua muerde su labio inferior, sonrojado por el cumplido de su madre.

—Gracias.

—Yo... no sé como pedirte disculpas, Yeshua. Estoy tan... arrepentida. Tenía-tengo tanta vergüenza.

—Okay —él le contesta, simple.

—En verdad quería volver, pero había algo que me lo impedía.

El moreno asiente a lo que la mujer frente a él dice.

—¿No vas a decir nada?

Él niega, convencido.

—Mis terapeutas siempre me dicen que, si quiero decir algo, lo haga, y si no quiero, mejor me quede callado. Y, justo ahora, no quiero.

Mierda, piensa Ed, torciendo una sonrisa de orgullo.

—Oh...

—Quiero irme —acerca sus labios al oído de Edmond—. He tenido suficiente de ella. Prefiero ir con mamá Lou.

—¿Mamá- quién? —la mujer parece ofendida.

—Entonces, podemos irnos, Yesh. Sabes que no estas obligado a nada.

Ellos se paran y comienzan a caminar a la salida.

—¡Yeshua, espera! ¿cuándo nos volveremos a ver?

Yeshua solo la mira con una mueca en los labios. Termina por ignorarla y tomar la mano de Ed para seguir caminando.

En la estación del autobús, Yeshua tiene un puchero, el cual Edmond besa con piquitos, buscando borrarlo, hasta que lo hace. El moreno se deja llevar por la sensación de cosquilleo sobre sus labios, siguiendo los besos del rizado.

—No quiero volver ahí —confiesa con los labios hinchados.

—Okay...

—Nunca.

—Entiendo...

—Podemos ir al que está a la salida, pero a ese no.

—Como tú digas, amor.

Vuelve a besar sus labios y ésta vez Yeshua no se aleja, ni dice nada hasta que el autobús está frente a ellos.

×××

—Y... ¿pueden decirme donde andaban? —Louis pregunta, con una taza de café en las manos, mirando la hora en el reloj de la pared— Es muy temprano como para andar fuera, ¿no creen?

—Fuimos...

—¡Edmond! —deja la taza sobre la mesa, se acerca a tomar las mejillas de su hijo— Sabes que, si quieres tener sexo, prefiero que lo hagas en la casa...

—¡No, papá!

—Solo quiero que se cuiden porque, ¿eres portador? —le pregunta a Yeshua. Él asiente, repetidas veces— Aun son muy pequeños para un bebé, yo con Alex...

—Papá, basta, no es eso ¡Dios! Esa historia de Alexander me la has contado mil veces.

—Fuimos con mi mamá.

La expresión de Louis cae. Ahora luce afectado y rápido se acerca Yeshua, abrazándole.

—¿Estás bien, cariño? Podemos ayudarte, lo sabes.

—Estoy bien, mamá Lou. Trato de disculparse, o algo así. Pero me aburrí y nos quitamos.

Louis sonríe, maliciosamente, mientras piensa "se lo merece".

—Creo que es lo mejor Yeshua. Ella te hizo mucho daño...

—Lo sé, estoy bien. Solo tengo hambre.

—Haré un desayuno especial para ti.

Louis toma su taza de vuelta y trota a la cocina, cantando una vieja canción que ninguno de los dos conoce.

*

Dejen aquí sus opiniones.

Y dejen aquí sus opiniones sobre una parte más♡.

Lo siento pero, amo a Yeshua y escribir sobre él me encanta.

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