Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

-

WonWoo escuchó unos golpes en la puerta, aún cuando había dicho estrictamente que no quería a nadie en el camerino. No quería ni necesitaba asistencia, pero los golpes no cesaron. Reprimió todo malestar y se tragó su angustia junto aquél vaso de whisky, sintiendo su garganta arder e interior quemar como mil infiernos.

—Adelante —respondió por fin, tratando de que su voz suene estable y sin mirar a la puerta, sólo contando con su audición.

Alguien entró a la habitación, entró y cerró la puerta detrás de su espalda, se mantuvo quieta y no abrió la boca. WonWoo, al borde del colapso nervioso, alzó su vista hacia al espejo esperando encontrarse con quién sea. Amigas de SangAh, MinGyu, SoonYoung o JunHui, sus padres o suegros. Pero no era ninguno de las personas que tenía en mente.

En el reflejo pudo verlo. Aquél hombre de suaves rasgos que contrastan su mirada, largo cabello rubio y rojizos labios partidos. Lo miraba directamente, con ojos recriminatorios, exigiendo una respuesta que sabía que no podía darle. Como un fantasma, un ente omnipresente, una alucinación de su subconsciente gritándole que piense lo que va a suceder a continuación. Lucía irreal, siempre fue así, pero para su mala suerte era real.

—¿Por qué estás aquí, JeongHan? —preguntó después de minutos que fueron eternos, con la voz quebrada y sin atreverse todavía a encararlo.

—No te ves muy feliz, WonWoo —y responde, indirecto—. Vas a casarte, lo que querías. ¿No deberías estar feliz?

WonWoo cerró los ojos, incapáz de verlo, escucharlo. Su corazón dolía, pero la consciencia le pesa más; si estaba haciendo lo correcto, podría soportar el dolor. O eso creía.

—Si viniste a criticarme es mejor que te vayas.

—No me iré.

Ante cada palabra se estremecía más, aguantaba las lágrimas que amenazan con irse.

—JeongHan, no estoy bromeando —advirtió, con voz dura—. Sé que estás enojado conmigo, yo también lo estoy, pero no puedo revertirlo, no puedo —negó con la cabeza, sintiendo los ojos acuosos—. Ganaste, yo perdí. Soy patético. ¿No estás satisfecho con que arruine mi vida?

—Lo siento, pero no. No estoy satisfecho con ésta imágen tuya —la decepción inundó a WonWoo, y el miedo cuando oyó al hombre acercarse.

—¿Qué es lo que quieres, entonces?

—Te quiero a tí.

Un sollozo se escapó de sus labios. Uno, tras otro, y otro más. Ese era el peor día de su vida, no se compara ni cuando tuvo que elegir entre él y SangAh; entre la felicidad y la aceptación social. Podía soportarlo, en cuanto el rubio se aleje de él, podría soportarlo todo. Pero JeongHan tenía planes diferentes.

—Respóndeme algo, WonWoo. Una respuesta y me iré, no volverás a saber de mí en tu vida —colocó las manos sobre sus hombros, apretando apenas, otorgándole una protección y seguridad de las cuales no se siente merecedor. Levantó la mirada hacia el espejo y la conectó con la del mayor, serio, igual de dolorido que él—. ¿Es esto lo que quieres de verdad? No lo que tu consciencia diga, lo que tu corazón anhele. ¿Es la aceptación de tu familia lo que deseas?

Esas palabras hicieron eco, y su cuerpo tembló. No podía dudar. Amaba a su familia, pero ellos le dieron la espalda, jamás estuvieron ahí. En cambio, JeongHan sí. Era la única persona en la que podía confiarle su vida, pero la esperanza de que su madre lo vea algún día como un hijo continúa latiendo.

—No —respondió luego de segundos.

—Todavía tienes una oportunidad para acabar con todo, irte, ser feliz.

Observó extrañado los pequeños broches en la cajita de madera que tenía sobre la mesa. Eran de su padre, él se los dió para que los use en la ceremonia, y en algún momento su abuelo se los dio también. Sin embargo, existía una diferencia, una diferencia que los separa y pone en diferentes niveles. WonWoo no era feliz, ni lo sería. Nunca se imaginó usando tales broches.

Entonces regresó a JeongHan. Aquellos ojos melosos, compasivos, que perdonan sus errores más no olvidan el dolor. Angelical, porque no existe otra palabra que sea capáz de describirlo en su totalidad. Hermoso, firme y decidido. La tristeza se desprende entre los pequeños atisbos de esperanza que se cuelan, anhelando un sí por respuesta. ¿Merecía una segunda oportunidad?

Tomó entre su fría mano la del mayor, girándose para verlo.

—¿Podemos hacerlo, verdad? —preguntó, tal como un cachorro mojado por la lluvia—. ¿Aún hay tiempo? —JeongHan asintió

Las cálidas manos del rubio acunaron su rostro, limpiando los rastros de lágrimas. El azabache pronto envolvió con sus brazos el torso ajeno, abrazándolo, necesitado de consuelo.

—Vámonos, cariño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro