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Taoris: Game start [1/3]


Tao creció en un mundo de fantasía.

En ese mundo, todo era de color de rosa, dulzoso y suave. Todo el mundo era buena gente, optimista y dispuesta a ayudar a los demás. Santa Claus existía, el hada de los dientes también, el Coco e incluso que la cigüeña era quien traía a los bebés. Era llevando y traído a casa de todos los lugares -a menos que estuviera con Kyungsoo-, su madre aún le tendía la cama, le daba de comer casi en la boca y prácticamente lo vestía. Era alguien sobre protegido, hijo menor, el único hijo responsable y lindo.

Todo eso hasta que cumplió diecisiete y su hermano se volvió loco. O bueno, eso le dijeron sus padres. Fue todo un show para Zitao.

Era un momento de verano, tres meses después de que su hermano haya ingresado al internado, Tao estaba sentado en el sofá del living viendo un programa de televisión junto con sus padres. Se alimentaban con palomitas, se reían de los malos chistes estadounidenses y se daban golpecitos amistosos de vez en cuando. No obstante, la felicidad se vio abrumada cuando su hermano, Ziheng, entró por la puerta con el cabello hecho trizas y realmente, realmente pálido.

-¿Heng? -Había pronunciado Tao en chino mirando aterrado a su hermano ya que nunca lo había visto así-. ¿Qué sucede? ¿Por qué estás aquí?

Su hermano miró a sus dos padres quienes parecían entre sorprendidos y cansados de verlo allí. La Sra. Huang palmeó la espalda de su hijo menor, haciendo que éste se volteara aún con signos de interrogación bailándole sobre la cabeza.

-No le hagas caso -susurró su madre-. Ha estado un poco paranoico...

-¡Detente! -gritó Heng haciendo a su pequeño hermano temblar mientras se apegaba más a su madre. Había gritado eso en chino, sin embargo, ignorando completamente a sus padres, habló en coreano-. Tao, acompáñame a mi habitación -dijo de una manera más calmada.

Sus padres fruncieron las cejas al no entender. Su familia se había mudado hace apenas cinco años, los hermanos Zi había podido aprender coreano fluidamente por su juventud y corta edad, sin embargo, sus padres se había rendido en el intento por lo que nunca llegaron a utilizarlo de todos modos, su trabajo no lo requería, sorpresivamente.

Tao parpadeó confundido.

-¿Por qué? ¿Qué pasa? -insistió, no obstante, su hermano ya se había acercado tomándolo del hombro-. ¿Ge?

-¡No lo envuelvas con tus palabras! -reprendió su padre mientras le daba una mirada severa.

-Sí, sí.

Su hermano lo arrastró hacia la habitación que antes compartían, en la mente de Tao realmente no pasaba nada malo por lo que no entendía realmente el por qué sus padres estaban tan reacios a que se encontrara con su hermano mayor.

-Tao, no tengo muy tiempo, ¿bien? -Fue lo primero que dijo su hermano después de cerrar la puerta. El más pequeño frunció el ceño sin comprender del todo-. Tienes que escucharme, ahora, y por todas las cartas que te envíe.

-¿Cartas? -su hermano asintió-. ¿A mano? -lo hizo de nuevo. Tao bufó cruzándose de brazos-. Ge, ¿estamos en la prehistoria? ¿Qué hay de los e-mails? ¿O de los mensajes de texto?

Heng suspiró, su cuerpo parecía realmente tenso.

-En ese lugar es casi un delito si le adviertes a lo demás sobre lo que sucede allí dentro -contestó su hermano-, por eso, necesito que simplemente no hagas preguntas y haz lo que yo diga. Sé que aún te faltan tres años para entrar allí, pero desde ya, tienes que tener cuidado. No puedo permitir que pases por lo que yo pasé.

Tao infló las mejillas, realmente no entendía del todo a su hermano, pero bueno, por algo debe estar así de agitado por lo que simplemente asintió con la cabeza.

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Era su primero día y tal y como le había dicho su hermano, no entró por la puerta principal del edificio. Las constantes cartas que le había envidado desde hace ya dos años le sirvieron mucho para darse cuenta de muchas cosas, así como prevenir sucesos no deseados. Ahora tiene diecinueve años y ya no es tan estúpido e ingenuo -según él- sabe, bueno, que los bebés no vienen de la cigüeña, por ejemplo. Pero aun así no es suficiente, Tao carece aún de muchos conocimientos que su hermano no fue capaz de decirle a tal punto que Heng decidió dejar a universidad para irse a los Estados Unidos. No obstante, las cartas seguían intactas, llegando una a una y es ahí donde Zitao remarcó los puntos más importantes que debía tomar en cuenta en el momento de llegar al internado.

Número uno: evita por completo la entrada principal. Rodea el edificio y entra por la puerta C-43 ahí te estará esperando un chico llamado Yixing, es un bueno amigo, él te enviará con quien necesitas.

-No es como si a él le importara demasiado. -Los oídos de Tao se activaron en el momento que dobló la esquina del edificio. Un chico semi-rubio estaba dentro de una pequeña cabina como de esas donde se encuentran los guardias de seguridad. Tenía la cabeza hacia abajo, el ceño fruncido y un teléfono en su oreja-. No -gruñó-, ya te dije que no tengo idea de quién es. Me sigue dejando rastros de las cartas y yo realmente ya me estoy cansando.

Zitao avanzó lentamente, agarrando las correas de su mochila y apretándolas en señal de defensa. Bueno, no es que tenga miedo o algo por el estilo, pero ese chico sonaba molesto y en serio esperaba que no fuera a quien esperaba -cosa casi imposible ya que eran los únicos allí. Levantó la cabeza dejándose que su rostro se mostrara por una de las ventanas.

-Te dije que ya lo sé. -Ese chico tenía un acento, probablemente chino-. No me importa. Lo único que...sí, sí, pero yo- ¡Demonios, déjame hablar! Ah, ¡yo solamente quiero que pare, bien! -Ese chico resopló, colgando el teléfono inmediatamente. Tao aún miraba curioso por la ventana, sin embargo, su mirada se conectó sin querer con el chico. Éste puso los ojos en blanco, dispuesto a escapar en cualquier momento-. ¿Huh?

Abrió la boca para explicar la razón de estar allí, pero su mandíbula se puso rígida. El mayor relajó su rostro, dejando que su usual sonrisa apareciera.

-¿Eres Zitao? -cuestionó pacíficamente, nada que ver con el chico de hace un minuto-. ¿Lo eres?

-Uh, sí -farfulló-. Ah...yo- mi hermano...y, Heng...

-Oh, es un sí entonces -sonrió, dejándolo ver una serie muy limpia de dientes blanco. El chico levantó su mano en posición para que Tao la tomara-. Soy Zhang Yixing, Lay para los amigos. Hoy voy a ser tu guía temporal para llevarte hacia Yifan sin problema alguno.

Yifan. Tao había leído ese nombre en varias de las cartas de su hermano. Ese chico era su ángel de la guardia, era quien lo mantendría a salvo.

-¿Vamos? -murmuró el mayor, saliendo de la cabina con una carpeta en las manos-. Tenemos que estar en movimiento, ¿bien? Si ves a algún chico extraño que se te quiera acercar, pégate a mi todo lo que puedas. En caso de que te sientas incómodo solo piensa que yo no voy a tomarte, ¿de acuerdo?

Asintió un poco confuso. Sin bien, no había entendido del todo lo que Yixing se refería con eso de que alguien quisiera acercársele o a lo que se refería con tomarlo, pero no iba a preguntar, Heng le había mencionado en las cartas que evitara hacer preguntas, que el único en quien podía confiar completamente era ese tal Yifan.

Al principio, caminaron amenamente entre los pasillos, fueron tal vez unas tres manzanas de edificios después. No había demasiados alumnos por los alrededores, los únicos que había visto eran sus otros compañeros de primero -quienes extrañamente estaban formados en filas- y otros que suponía eran de segundo o tercero solo pasaban por el lugar para entrar rápidamente de un edificio a otro. Un ruido hizo que las palomas a su alrededor volaran, dirigió su mirada hacia abajo mirando cómo el bolsillo de su guía vibraba. Éste suspiró, sacando el aparato para tomar la llamada con el ceño fruncido. Pasaron unos tres segundos, como si Yixing estuviera esperando que el otro en la línea hablara, después, se separó del teléfono haciendo una caras asqueada.

-Sería bonito que me hablaras mejor cuando tus asuntos estén terminados -riñó hacia el teléfono. Yixing guió a Tao con su mano izquierda diciéndole con señas que debían girar a la derecha, un momento después, el mayor soltó una pequeña carcajada mirando de repente a Tao-. Sí, cariño, está aquí conmigo. -Le abrió la puerta hacia uno de los edificios, tenía la letra A en el vidrio-. ¿Qué? Ah, lo siento, olvidé que habíamos terminado. -Yixing se rio, claramente fascinado por parecer querer sacar de quicio al del teléfono de donde ya se podían escuchar varios gritos.

Tao realmente no quería ser un chismoso, pero parecía como si la persona del teléfono estuviera relacionada de algún modo con ellos dos esperando en la recepción del lugar. Yixing seguía en el teléfono, murmurando varios 'Mmm' y rodando los ojos en el proceso.

-Ya estamos aquí -prosiguió-. Si estás listo, y con los pantalones arriba, puedes conocer a tu lindo chico.

-Vete a la mierda, Zhang.

Zitao no se dio la vuelta cuando escuchó esa voz. La puerta se había abierto -lo supo por el sonido, obviamente- por otro lado Yixing estaba sonriendo con la carpeta en las manos mientras colgaba el teléfono. Se suponía que Tao debería estar entusiasmado por ver finalmente al chico quien lo cuidaría, pero nada parecía ser como lo imaginó. Primero que nada, el aura que sentía en su espalda era pura molestia y esos gruñiditos en su nuca no le gustaron para nada. Podía sentir sus mejillas coloradas por la vergonzosa situación, por lo que apretó más las correas de la mochila evitando completamente voltear.

-Por si lo olvidaste su nombre es Tao -informó Yixing-. Ya sabes, el hermano de Heng.

A su espalda, ese chico pareció indiferente.

-Ya lo sé, no estoy estúpido -bufó-. Eh, tú, niñito, ¿te vas a voltear para mirarme o qué esperas exactamente?

Tao tensó su espalda, el chico en cuestión parecía haberse acercado de un poco. Mordió sus labios, el otro no parecía del todo agradable y ya se estaba arrepintiendo de estar allí. Pero bueno, tenía que confiar en su hermano. Carraspeó, mentalmente podía ser un débil y miedoso Tao, pero por fuera, su cuerpo fornido aparentaba otra cosa a primera vista por lo que trató de no caer a la hora de voltearse.

Cuando se encontró con la mirada del otro, no esperaba ver a alguien tan...

-¿Qué le pasó a su nariz? -murmuró Tao, realmente sin pensar-. ¿Se golpeó en la cara? -La pregunta era sumamente inocente, pero fue suficiente para que el rubio delante suyo siseara en molestia.

-¿Qué?

Tao no podía mentir. He ahí una de sus más desafortunadas (o tal vez no) características. Sus pensamientos no solía quedarse por mucho en su mente, por lo que estos salían de alguna u otra manera. En su defensa, las preguntas o comentarios que hacía no iban con malicia implícita, todo era preguntado por suma curiosidad.

Yixing se tuvo que tapar la boca para no soltar una carcajada.

-Repite eso, alíen -gruñó Yifan-. Solo vuelve a...

-Que qué le pasó en la cara. Su nariz está muy fea.

-¡Tú...!

-¡Bueno! -El rubio más oscuro se interpuso en el camino de Yifan para que no se acercara más a Tao, quien parecía totalmente confundido y lindo allí. Colocó la carpeta en el rostro del mayor, tapando así sus ojos flemáticos quienes parecían a punto de estallar-. Sabes cómo es este chico. Heng ha apuntado todo lo esencial en la hoja que tengo aquí, así que sé amable y, ya sabes, no puede hacerle nada a Zitao.

-Pero si éste...

-Yifan -apretó los dientes-. No lo arruines.

-Yo debería...

-Silencio.

Yifan se mordió violentamente los labios, cruzándose de brazos sin mirar a su ex.

-Te voy a decir algo, Huang Zitao -dijo segundos después, cuando parecía más calmado-. No estoy haciendo esto porque quiero, solo le pago un favor que le debo a Heng, ¿bien? Así que no te pases de listo y ni intentes tocarme las pelotas porque yo...

Zitao sintió a sus mejillas arder por el comentario.

-¡Y-yo no tocaré nada personal! -parecía levemente ofendido por la obscena demanda de Yifan-. ¡Yo nunca tocaría el cuerpo de alguien más sin su permiso!

Los ojos de Yifan estaban en blanco.

-Eres jodidamente raro -musitó. Parpadeó un par de veces, después pasó la mirada hacia Yixing-. ¿Qué le pasa a ese chico? ¿Por qué se toma todo tan literal?

El ex novio de Yifan se encogió de hombros.

-Información como esa viene en el archivo que tienes en las manos -señaló la carpeta-, pero sí, el chico ha vivido como un rey en su casa y no conoce el mundo real de allí afuera. Sus pensamientos son todos concretos por lo que ser sarcástico o bromear con él no funcionará. Y eso es tu especialidad, que lástima.

Con eso último -y dejando a un cansado y colérico Yifan- Yixing caminó hacia afuera. Sin embargo, se volteó un segundo chasqueando los dedos en dirección al mayor.

-Ah, una última cosa -dijo de forma neutral-, el chico es virgen y tienes que asegurarte que lo siga siendo hasta que él lo desee. Prácticamente es tu trabajo número uno con él -sonrió-. Suerte.

Tao infló las mejillas, todavía avergonzado por esa información innecesaria que Yixing le dio a su 'ángel' quien pareció quedar estupefacto con la noticia. Miró al mayor que leía las hojas que le había tendido el otro, no se movió de su lugar y solo lo miraba una que otra vez de vuelta con una cara entre extrañeza y cansancio.

Yifan suspiró dando por terminada su lectura y cerrando la carpeta.

-¿Tan siquiera te has tocado alguna vez? -preguntó de manera escéptica, achicando sus ojos.

Como era de esperar, Tao se lo tomó literal.

-Las personas se tocan a sí mismas todos los días -informó como una computadora-. Al despertar, al bañarse, al comer, al...

-No -Yifan gimió-. Demonios, estás tan mal. No sé en qué me he metido.

Tao apretó los labios.

-Por alguna razón mi hermano confía en usted -dijo el menor-, así que me gustaría también hacerlo. Pero, en serio, ¿nació con esa nariz?

-¿No vas a callarte? -ladró Yifan, acercándose dos pasos más a poco de invadir el espacio vital de Tao-. De verdad, si no le hubiera prometido a Heng que no te tocaría ya te hubiera reprendido, mierda.

-Pero si no he hecho nada malo -frunció el ceño-. ¿Por qué me castigaría? Yo me porto bien, es una simple pregunta, lo siento.

-¡Yifan!

Tao escuchó cómo un chico corría hacia su ángel, casi pegándosele, palmeándole la espalda y con una sonrisa tan grande que parecía ser el mejor día de su vida. Tenía el cabello café claro, era un poco más bajo que Tao y ojos que casi desaparecían con la sonrisa. Yifan hizo una mueca.

-Hey, Sunggyu -saludó-. ¿Cómo va la cacería?

-Perfecta -murmuró con una risilla. Por un momento ese chico se dio cuenta que Tao se encontraba allí, mirándolos cuidadosamente-. Oh, ¿lo has elegido? -Yifan negó por instinto-. ¡Genial! Es lindo, eh, chico, ¿quieres divertirte un poco?

Tao levantó una ceja en el momento que iba a responderle que, bueno, sí, le gustaría divertirse. Le solían gustar los parques de diversiones o las ferias por las noches -ese era su sinónimos de diversión- pero, no obstante, Yifan se interpuso en su camino, poniéndole una mano en el pecho haciendo que se hiciera para atrás poniéndose así delante de él.

-No -murmuró el mayor-. No puedes tenerlo.

Sunggyu hizo una mueca de desaprobación.

-¿Por qué? Tú no lo has tomado y es un chico de primero, y mira su rostro, dice virgen en todos lados.

Yifan se mordió el labio, aún teniendo la mano en el pecho ajeno. Tao se sentía extraño, era como si de alguna forma la mano de Yifan quemara alrededor del área. Agradecía que no hubiera puesto su mano en su corazón ya que éste latía ferozmente dentro de él. Desde esa perspectiva, el perfil de Yifan era más atractivo que la vista de frente. Su nariz ya no estaba tan fea y el cabello despeinado junto con la luz le daba un toque más celestial.

-He cambiado de opinión -dijo el rubio-. Es mío.

Tao pasó la lengua temblorosamente por sus labios.

-¿Suyo? -susurró cerca del otro-. Una persona no puede ser de nadie, sin embargo. Usted no puede decir eso...

-Que eres mío, ¿okay? Me vale una mierda lo que tengas que decir.

El otro de tercero -en ese entonces- soltó una pequeña carcajada mientras soltaba un bien y se alejaba despidiéndose con la mano. Yifan alejó su mano del pecho de Tao, haciendo que éste sintiera un extraño vacío recorriéndolo por todo el cuerpo.

-¿Es por eso que el Sr. Yixing terminó con usted? -nuevamente, Tao cuestionó sin pensar.

Yifan pareció sorprendido.

-¿Qué quieres decir? ¿Cómo sabes eso?

-Problemas de posesión -murmuró con su faceta robótica, pero aun así, su corazón latía rápidamente-. Y terquedad, usted es un terco. No me sorprende que las personas se cansen de usted -asintió para sí mismo, satisfecho con su descubrimiento-. Señor, usted es el raro.

-No me llames Señor -siseó-. No soy mucho más viejo que tú.

-Tiene la edad de mi hermano.

-Y eso son solo de dos a tres años de diferencia.

-Usted podría ser mi hermano.

-Pero no soy tu hermano. -Yifan se agarró la cabeza.

-A mi hermano lo llamo Ge, pero como usted no es mi hermano, lo llamaré Señor.

El mayor bostezó.

-Haz lo que quieras -se rindió, alejándose un poco del menor quien seguía en su lugar. Pasó las palmas de sus manos por sus ojos, parecía cansado. Siguió su recorrido, entrándose más por el pasillo, no obstante, se regresó de pronto-. ¿No vienes? Si te quedas allí van a venir a buscarte y no estoy de ánimos para gritarle a todo el mundo que me perteneces.

Zitao parpadeó tranquilamente, movió sus piernas en dirección al otro chico quien volvía a caminar arrastrando los pies. Llegaron a lo que parecía ser la habitación de Yifan, Tao se sorprendió mucho al ver lo enorme que era el lugar, prácticamente más grande que cualquiera habitación que haya visto jamás.

-Serás mi compañero de habitación -murmuró el mayor-. Tengo reglas, hay muchas reglas. Y más contigo, que desde ya puedo decir que eres un peligro andando.

-Yo no...

Tao chocó sin querer contra la equina de un mini sillón. Aulló cuando sintió a sus dedos de los pies pulsar a través de su zapato, su cuerpo cayó en picada hacia el suelo terminando así hecho ovillo.

-¡Juro que eso apareció de la nada! -chilló lastimero-. ¡Duele!

Yifan no se inmutó.

-Vas a ser un tipo difícil, Huang Zitao.

Tao se quedó en el suelo por unos minutos. Sinceramente, estaba esperando a que el otro -o alguien- llegara para levantarlo, acariciarle la cabeza y que le susurrara que todo iba a salir bien. Alguien quien curara sus heridas por ser el bebé llorón que solía ser. No obstante, nunca ocurrió. Yifan solamente bufó, yéndose directamente hacia una puerta desconocida dejándolo ahí, varado y adolorido.

Mínimamente, Tao estaba sintiendo por primera vez la realidad. Él ya no era el único en el mundo, él ya no era la persona más importante por allí. Ahora, era solo un alumno más, una matrícula cualquiera quien, probablemente, estaría perdido sin el -aún inexistente- apoyo de su ángel.

Y bueno, su ángel salió casi desnudo unos minutos después.

-¿Por qué mierda sigues en el suelo?

La pregunta había sido con un toque divertida, mientras que éste se pasaba por todo el lugar con la toalla enredada a la cintura. Ya por múltiple vez en el día, su rostro tomó un tono cereza intentando desviar la mirada del chico quien, sí, podía no tener la nariz más bonita del mundo, pero todo eso valía nada al admirar ese cuerpo tan... interesante.

-Deja de mirarme así.

Tao abrió los ojos estrepitosamente cuando fue descubierto, la sonrisa de Yifan se había transformado en algo que jamás había visto antes, raramente alarmante. Tragó saliva, sintiendo una extraña sensación en su vientre, un dulce retorcijón que le hizo estremecerse. Yifan por otro lado resopló divertido, sacando de un cajón la ropa que pareció olvidar.

-Te vas a tener que acostumbrar a esto -dijo el mayor-, como normalmente vivo solo, me gusta andar desnudo por todo el lugar -apretó la ropa con su pecho, caminando un par de pasos para entrar al baño. Sonrió-. Trata de que no te guste tanto.

Tao se quedó un largo rato tirado en el suelo.

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