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Kaisoo: Goodbye First Love [1/2]


Esto es antes de que el Kaisoo estuviera en la Universidad así que prácticamente es alrededor de tres años antes.

Nota: Jongin es mayor que Kyungsoo por un año.
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Un amor verdadero, eso era con lo que pudo definirse su relación con Jongin. O eso creyó.

No es una persona intelectual, mucho menos un cerebrito de primera o un ratón de biblioteca. Kyungsoo, por más nerd que pareciera, siempre solía batallar con las materias más fáciles. En serio. Simplemente pregúntense esto: ¿Quién en su jodida vida reprueba Educación Física? ¿Quién? Eso mismo se preguntaba él, su maestro, su amigo Tao, todo su salón y el instituto entero.

¿Quién era tan debilucho como para poder reprobarla?

¡Sí! ¡Ding Dong! Do Kyungsoo.

No es que fuera alguien completamente deportivo, sin embargo, podía defenderse sabiendo el cómo atrapar un balón. Creía que eso era suficiente. No obstante, desde que ese nuevo maestro deportivo llegó a su preparatoria, todo fue un caos por lo menos para él. Todos los demás estaban felices, por fin alguien iba a hacer algo más que ponerles a jugar solo fútbol o a saltar la cuerda; su héroe deportivo había llegado. Pero para Kyungsoo, era sólo un infierno más en su lista de infiernos por pasar. Aunque de todas esas cosas malas y pelotazos recibidos, hubo algo singular que puso patas arriba el pequeño mundo de Kyungsoo.

Kim Jongin. Hijo del Profesor Kim, el dichoso maestro de Educación Física.

Lo primero en la lista de Kyungsoo cuando vio a ese chico fue escribir peligro en todos los aspectos posibles. Se mentalizó que, como todo el mundo, ese chico sólo era uno más que, o podría ignorarlo completamente y seguir con su vida o simplemente molestarlo de alguna forma. De todos los compañeros de Kyungsoo tenía un grato sesenta por ciento a quienes no les agradaba en lo absoluto. Tal vez y solo tal vez, era porque era un soplón.

No se arrepiente, para nada, él es alguien correcto -dentro de los estándares- que va muy pegado a las reglas escolares que dicen claramente que no puedes, por ejemplo, beber, fumar o tener sexo dentro de las instalaciones. Y bueno, ese viernes, había visto a Kim Jongin haciendo esas tres al mismo tiempo.

No sabía si esa persona detrás del bote de basura era hombre o mujer, los sonidos eran realmente irreconocibles para definir un sexo. Por otro lado, él simplemente había rodeado la escuela dirigiéndose a esa parte trasera para tirar las bolsas de basura que habían quedado en la biblioteca esa tarde y, sorpresivamente, se encontró con esa escena no muy admirable. Jongin se estaba con alguien, tenía entre sus labios un cigarrillo y había una botella un poco dudosa en el suelo.

Hubo un momento donde el tiempo se detuvo con un Kyungsoo a tres metros de la escena y él mirándolo entre pasmado y extrañado. Con el paso de los segundos, los ojos de Jongin se achicaban cada vez más y más mientras que, por un lado, Kyungsoo tenía esas palabras en su garganta totalmente atoradas.

No tenía miedo -extrañamente- lo único que le importaba en ese momento era sacar la escena que vio de su cabeza y reportárselo a un adulto responsable. Alguien, así como el Profesor Kim. Sin saberlo, ya tenía una sonrisa maliciosa en su rostro mientras que, en menos de dos segundos, había aventado las bolsas de basura y tomado una fotografía con su celular. Y, con tal de sacar lo que reprimía, finalmente podía gritar lo que tanto quería.

-¡Reporte! -Con eso único, dio unos pasos hacia atrás mientras pensaba cuidadosamente dónde podría estar el padre de Kim Jongin para reportárselo.

No es que él fuera mala persona, pero vamos, es tan divertido molestar a los demás. Y más si tiene esa cara de no romper un plato. Do Kyungsoo tenía todo calculado.

No obstante, mientras fantaseaba, Jongin había abierto los ojos dándose cuenta de la situación. Tiró al suelo su cigarrillo mientras salía estrepitosamente de esa persona dejándola caer al suelo con un jadeo. Kyungsoo redujo su sonrisa mientras visualizó al otro arreglándose los pantalones mientras le tendía una mirada furiosa y, cuando vio que ese chico daba el primer paso hacia él, comenzó a correr.

-¡Reporte! -gritó nuevamente con su celular en mano parloteando por todo el lugar.

Ver a Do Kyungsoo correr con esa rapidez era algo que sucedía sólo cuando tenía algo que chismearles a los maestros. Era algo normal verlo por los corredores con alguna noticia nueva, sin embargo, para él y paro todos, el hecho de que alguien lo persiguiera era relativamente único. Para la mala suerte de Kyungsoo, sus piernas no eran muy largas y su condición tampoco era la más buena -los únicos músculos que tenía eran por cargar cajas de libros- así que no se sorprendió en el momento que Jongin estaba a tan solo dos pasos de llegar a él.

-¡Detente allí mocoso! -Había gritado cuando subía por las escaleras.

Dobló en la esquina del segundo piso donde se encontraba la sala de maestros, su mano estaba por delante con el celular mientras que su rostro estaba totalmente rojo y sudoroso por el recorrido. Diez pasos, estaba a sólo diez pasos de llegar y poder saciar esas ganas de joderle la vida a alguien más.

No lo logró.

Mientras que su mano derecha había tocado el picaporte, otra mano lo jaló del saco de su uniforme arrastrándolo hacia atrás. Sintió un frío recorrer todo su cuerpo cuando Jongin lo había pegado a su cuerpo con un gruñido más gutural. Sus manos se tensaron y sus ojos estaban más abiertos de lo de costumbre. Nunca alguien lo había perseguido o se había tomado la molestia de detenerlo, era algo tan nuevo que realmente no sabía qué consecuencias podría conllevar eso.

-No te muevas -susurró el chico alto mientras que Kyungsoo en realidad no se había movido para nada, seguía en un estado pasmado.

La puerta de la sala de maestros se había abierto dejando ver a un hombre en sus cuarenta y tantos. Tenía en manos una carpeta color beige y un silbato colgando de su cuello. El hombre dio un pequeño respingo al ver a ambos chicos frente a él en ese estado. Uno de los brazos de Jongin rodeaba las clavículas de Kyungsoo de hombro a hombro teniéndolo así completamente pegado. Se dio cuenta que era el Profesor Kim, sus rasgos eran tan parecidos a los de Jongin que parecía solo una versión más vieja.

-Estudiantes -murmuró el maestro-. ¿Qué están haciendo? ¿Qué ocurre con su estado?

Como era de esperarse no se podrían hablar como familiares, pero la mirada que le brindaba hacia su hijo era realmente extraña. Kyungsoo trago saliva, estaba por contestar, pero algo, jodidamente algo se restregó un poco más arriba de su trasero y sus ojos estaban por salirse.

-Ah -dijo Jongin de forma cantarín mientras que podía verse una media sonrisa en su rosto-. No es nada Profesor. Solo es este pequeño estudiante de segundo año quien le ha faltado el respeto a uno de tercero, vengo a entregarlo como signo de mala educación.

En el rostro del Profesor Kim se vio claramente que sabía que eso era una mentira. No solo por la sonrisa socarrona de su hijo, sino por el pánico en el cual Kyungsoo estaba entrando.

-¡No es así! -se defendió Kyungsoo, intentando darse la vuelta para encarar al otro, no obstante, lo retuvo fuertemente por los hombros-. ¡Yo no le falté es respeto a nadie!

-Como sea. -Le interrumpió Kai de una manera indiferente-. Lo pasaré por ahora, pero no puedes irte sin ningún castigo, profesor -Jongin sonrió- no se preocupe, yo me encargaré de este chico.

Mientras que en los ojos de Kyungsoo había una señal de alerta hacia su maestro, éste parecía no querer ser parte de la situación. Gimió en el momento que el mayor de los tres se encogió de hombros mientras colocaba su carpeta en su hombro y ladeaba su cabeza.

-Muy bien -dijo-. Solo no estén por allí correteándose o causando problemas.

El moreno sonrió, apretando más de cerca el cuerpo pequeño hacía él.

-Entendido Profesor.

Originalmente, Kyungsoo podría hacerle algunas caras o formular palabras como 'Ayuda' con la boca para hacerle saber al maestro que en realidad no está bien y que quiere salir corriendo. No obstante, por detrás, era como si Jongin supiera exactamente lo que está pensando por lo que le aprieta fuertemente la mano libre en la cintura para que no haga nada brusco. Demonios, ¿cómo era posible que él supiera lo que pensaba hacer sin ni siquiera mirarlo a la cara?

El Profesor le tendió una última mirada a los chicos -específicamente a Jongin- con su aura de saber que algo sucedía, pero, por algún motivo, no pareció interesarse demasiado en la situación. Solamente volvió a inclinar su cabeza para formular su frase final.

-Y, Jongin -dijo de una manera indiferente, casi como si ya estuviera acostumbrando a todo eso y estuviera cansado de verlo.

Kyungsoo pudo sentir a Jongin reírse.

-¿Sí?

-No hagas nada estúpido.

Exactamente en el momento que el Profesor Kim se dio la vuelta, el bajito fue arrastrado por el otro hacia algún lugar desconocido. Era alrededor de la una de la tarde y sabía que tenía clases a la una con quince, pero su cerebro se vio bloqueado y se sintió increíblemente vulnerable. Y, joder, no. Kyungsoo no era débil... por lo menos no mentalmente.

Entraron un salón común y corriente, el cuerpo de Kyungsoo fue finalmente apartado -casi aventado- hacia el frente mientras que el otro cerraba la puerta corrediza detrás de sí. La respiración de Kyungsoo fue un poco fuerte, pero sabía que podía salir corriendo en cualquier momento si la situación se presentaba. Después de todo, había dos puertas y unas tres ventanas (donde, sí, podría romperse la pierna, pero prefería eso a que le rompieran otra cosa.)

Jongin lo miró a los ojos cuando terminó su trabajo de cerrar la puerta y se cruzó de brazos.

-¿Estás idiota? -Fueron las primeras palabras que salieron de él y tuvo un repentino choque emocional. ¿Idiota?-. Debes estar realmente demente.

Kyungsoo se quedó sin palabras.

-Si hay dos personas en sus negocios -siguió Jongin mientras que su voz se hacía cada vez más fuerte y molesta- tú debes dejarlos hacerlo porque no es tu problema. Estábamos teniendo un poco de diversión allí abajo y tú tomaste una jodida fotografía. ¿Eres un pervertido? ¿Qué mierda estabas pensando?

Los dientes de Kyungsoo se apretaron.

-Eso va en contra de las reglas...

-¡Y una mierda! -gritó el moreno interrumpiéndolo-. ¿Quién eres? ¿El director? ¿Un maestro? A ti no te debe importar lo que los demás hacen, ocúpate de tus propios asuntos -soltó una risilla sarcástica-. ¿Eres por lo menos un adolescente? Estoy seguro que ni siquiera sabes divertirte. ¡¿Por qué mierda alguien querría chismear sobre esto?! ¿Necesitas atención, amigo? ¿Quieres un jodido reconocimiento? ¿Un aplauso? ¡Si vuelves a hacer eso juro que te aplastaré!

-No son sus asuntos.

Hubo un silencio lleno de tensión. Dentro del cuerpo de Kyungsoo, estaba todo en llamas. ¿Quién se creía para hablarle así? Hubo momentos -tal vez muy cortos- donde las palabras de Jongin perforaron profundamente su orgullo dándose cuenta de lo que había estado haciendo todo ese tiempo. Chismear. No lo llamaría así. Él solo está cumpliendo las reglas mientras que los alumnos quienes no atienden son castigados, así como debería a ser. Nunca le afectó ese hecho, todo el mundo le mandaba miradas despectivas o sinónimos de la palabra soplón, pero a él no le importaba. Nadie se había atrevido a hablarle demasiado como Jongin lo había hecho.

-¿Qué? -murmuró Jongin aún con un tono de enfado.

Kyungsoo dejó de mirar hacia abajo y subió la vista. Sus manos estaban hechas puños mientras que podría jurar que sus ojos estaban rojos y su enojo no era tan diferente a como Jongin lo estaba también.

-Si el estar follando lo llamas negocio o lo que sea -comenzó duramente-. Bien, son tus cosas. Pero, mis asuntos son informar acerca de todas las cosas ilícitas que se hacen en la institución y sí, chico, si es sobre eso son mis asuntos.

Jongin parpadeó.

-Si no puedes ser lo suficientemente inteligente para que no te pillen haciendo esas cosas piénsalo un poco más. -Kyungsoo lo recorrió con mirada llena de asco-. No lo hagas en la vía pública o por lo menos intenta contenerte un poco hasta que se terminen las clases.

El otro soltó una risa que inmediatamente se convirtió en una mueca. Se acercó a Kyungsoo de una manera aterradora, el bajito se quedó en su lugar haciéndole saber al otro que no tenía miedo -pero, mierda, por poco estaba temblando- sintió ganas de querer ahogarse y más cuando el moreno sopló su flequillo.

-¿Qué pretendes ser ahora? -murmuró Jongin aún demasiado cerca, pero sin llegar a tocarlo en lo absoluto-. ¿Te haces el niño rudo? No pareces más que un pequeño perro ladrándole a otro. A uno más grande y poderoso.

Narcisista. Era de una los primeros adjetivos que escribiría Kyungsoo bajo el nombre de Jongin.

-¿Qué vas a hacerme entonces? -Sus palabras salieron sin emoción alguna-. ¿Golpearme? -preguntó irónicamente mientras luchaba por no dejar mostrar signo de miedo.

Jongin rodó los ojos.

-Yo no mancho mis manos con personas indefensas. -Ugh, ese chico hería cada vez más el orgullo de Kyungsoo-. La cosa aquí es, ¿qué vas a hacer tú al respecto?

-¿Con qué?

-Con esto. -Y, descaradamente, Jongin apuntó a sus pantalones quienes estaba todavía muy apretados allí abajo. El bajito ni siquiera miró, ya sabía a lo que se refería y nuevamente estaba considerando sus vías de escape más cercanas-. Tú fuiste el culpable de que me detuviera con esto. Y no se está bajando, no se va a bajar. Culpemos a la biología y, oh, a un chismoso.

Sinvergüenza. Otro dato más.

Su respiración se cortó por un momento y Kyungsoo casi entra en pánico cuando vio que Jongin se había dado cuenta. En su difícil trabajo actual de exhalar, terminó por ser todo entre cortado y ruidoso. Odiaba la cercanía del momento por lo que cuidadosamente dio dos pasos hacia atrás alejándose lo más posible.

-Siento eso, pero... -carraspeó-. No tengo esas...inclinaciones y, aunque las tuviera, no caería tan bajo como para hacer eso. Si realmente tú no puedes, um, bajarlo puedes irte a los sanitarios.

-Créeme que lo más bajo que caerías sería al suelo de rodillas -informó mientras aventuraba su mano intentando tocar a Kyungsoo quien ya estaba a por lo menos a un metro y medio alejado de él. Jongin rio de nuevo-. Y, ¿no tienes esas inclinaciones? Por Dios, se te nota desde kilómetros. ¿A los baños? ¿Con esto encima? Claro.

Kyungsoo volvió a apretar los labios sin saber qué decir. Realmente no le interesaba saber sobre la vida de ese chico.

-Pero... dime, tú, como te llames, ¿alguna vez por lo menos has visto el pene de otro hombre? -preguntó burlesco, con pinta de estar tramando algo que a Kyungsoo no le gustaba nada.

Tenía la entrada principal y dos ventanas negadas por Jongin, mientras que la otra puerta al final y la última ventana aún estaban disponibles para su escape. De acuerdo, tiene que hablar y pensar al mismo tiempo.

-Entonces hazlo -respondió de manera desubicada, aun mirando por todo el lugar-. No me necesitas para eso.

-Mmm.

Jongin no se había movido de su lugar. Sus manos estaban en los bolsillos y el prominente bulto en sus pantalones seguía igual o peor de cómo estaba antes. El moreno no apartó la vista del bajito mientras que, sin previo aviso, una de sus manos salía de uno de sus bolsillos y se acercaba extrañamente a sus propios pantalones. Apretó una vez, dos y tres veces y, en menos de cinco segundos, ya tenía su mano dentro de sus pantalones. Kyungsoo estaba aterrado y con la boca abierta.

-¿Algo para ver, tú? -gimió.

Vete. Vete. Vete. El cerebro de Kyungsoo daba esas señales porque, oh Dios mío, ese chico Jongin se estaba tocando en frente de él sin apartar la mirada de sus ojos.

Kyungsoo tragó saliva y lo apuntó.

-E-Eso no está permitido. -Se maldijo cuando su voz tembló. Jongin, con su mano libre, la pasó por su pelo dejándole verse de una manera demasiada sensual-. ¡Detente!

-Estoy haciéndolo por mi cuenta -murmuró Jongin con dificultad-. Tú pudiste irte en cualquier momento.

Las manos de Jongin se perdían en sus propios pantalones, y Kyungsoo trataba de mirar hacia otro lado, pero era como si sus ojos fueran directamente a los de tercero por algún motivo. Aunque cerrara los ojos, con sólo escucharlo podía imaginarse lo que estaba sucediendo y comenzó a marearse.

Esas acciones rompían más de veinte reglas de la escuela y Kyungsoo se estaba volviendo loco por dos cosas: el no poder salir corriendo de allí y las ganas que tenía de chismear eso (omitió por completo ese recorrido eléctrico por su columna vertebral.) Kim Jongin se estaba masturbando delante de él, mirándolo y soltados soniditos nada sanos, tanto que le hacía sonrojarse a un punto que superaba su mayor fiebre en la vida. Sentía que se iba a evaporar en cualquier momento por lo abochornado que se sentía.

-¿Qué demonios estás haciendo? -murmuró Kyungsoo ya totalmente ido de la mente. Probablemente si se viera ahora mismo en el espejo sería un desastre-. ¿Cómo me metí en esto? -Fue más bajo.

Jongin, aun en los suyo, se mordió el labio.

-Sigo tu consejo. -Un brillo en su frente dejaba ver el sudor que cada vez se hacía más prominente. Incapaz de sostenerse ya a sí mismo con las piernas, la mano libre del moreno se estampó contra un escritorio sosteniéndose-. Mierda.

Obediente. Otro adjetivo.

Tras otros diez segundos de aturdimiento y viendo a Jongin, Kyungsoo por fin pudo mover un pie hacia atrás.

-Bueno -Tuvo que volver a carraspear para lubricar su garganta ya seca-. Diviértete con eso entonces, yo me retiro.

Y lo hizo, finalmente dio un paso hacia atrás y otro y otro más hasta que sus manos chocaron con la puerta que milagrosamente estaba abierta. Listo para huir y esconderse bajo una roca, Kyungsoo estaba a nada de correr y poner una queja con su psicólogo, pero un sonoro llamado le hizo voltearse. En algún punto sintió con la necesidad de respetar a Jongin.

-¿S-Sí?

Jongin estaba con la cabeza gacha con pequeños jadeos, pero un momento después la subió y relamió sus labios.

-Nombre.

Kyungsoo se quería morir.

-¿Ah? -susurró.

Jongin tenía la respiración totalmente pesada.

-Tu nombre.

Sabía perfectamente que no debía dárselo, para nada. Eso significaría una relación, una línea que los uniría sin vuelta atrás. Ya no podría pasear por las calles sin decir libremente que no conocía de nada a Kim Jongin. Si le decía su nombre, las cosas podían ponerse mucho peor.

Pero Kyungsoo es tonto.

-Do Kyungsoo.

Jongin aceleró sus movimientos y los espasmos llegaron a su cuerpo.

-Do Kyungsoo -repitió, como si lo saboreara.

Kyungsoo había atravesado el umbral de la puerta alejándose todo lo posible de esa habitación. Apretó los dientes e intentó enfriar sus mejillas con sus manos totalmente frías. El choque de calor y frío le dio un escalofrío. Al no poder andar más, cayó al suelo a unos dos metros de la salida del instituto. Estaba acabado, totalmente, esa había sido la escena más erótica que había visto en su vida.

Jongin había acabado con su nombre entre los labios.

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Día tras día, Jongin lo había perseguido desde ese entonces.


¿Kyungsoo, qué haces?

¿Kyungsoo, ya comiste?

¿Kyungsoo, a qué horas sales de clases?

¿Kyungsoo, estás enojado?


Y como en toda historia cliché, se habían enamorado.


Kyungsoo, estás muy bonito.

Kyungsoo, eres tan pequeño.

Kyungsoo, me gustas.

Kyungsoo, estoy enamorado de ti.





-Sal conmigo.

Con ojeras prominentes y ojos rojos, era así como Kyungsoo miraba a Jongin quien apenas y podía abrir la boca para meterse la dona que comía. Y bueno, no fue necesario, fue el simple hecho de que, Do Kyungsoo, ese mismo Kyungsoo, había dicho las palabras que sabía que harían a Jongin llorar de alegría.

-¿Q-Qué? -preguntó el moreno con la boca llena de azúcar-. ¿Qué?

-Te estoy pidiendo salir conmigo -obvió el menor con una cara estoica-. ¿No quieres?

Si alguien conociera la clase de relación que comenzó desde ese día en que descaradamente Jongin se masturbó en frente de él, se reiría por todo un mes. En serio. No había dúo más raro que ellos dos, pero de alguna manera ese avance benefició a ambos. Por un lado, Kyungsoo ya no era tan chismoso, o bueno, más bien era que Jongin aprendió a detectar cada movimiento en sus facciones que alertaban el cuándo necesitaba ese tipo de atención. Por el bien de todos, así había dicho Jongin, hizo que de alguna manera se detuviera poco a poco con amenazas de cosquillas o besos húmedos en los pasillos. Claramente Kyungsoo no se iba a poner a eso, porque él era quien hacía que los demás no lo hicieran, por lo que abstenerse a que los demás vieran eso sería totalmente ilógico. Así fue cómo cayó ante ese moreno tan perspicaz.

Por el otro lado, Jongin decayó muchas veces de su trono narcisista haciendo cosas que jamás imaginaria por un chico tan bonito y enojón como Kyungsoo. Le había dado serios dolores de cabeza y pecho al estar simplemente cerca de él y eso le fascinaba tanto como le hacía protestar. A fin de cuentas, fue hasta que con varias búsquedas en internet y sutiles preguntas a su padre que se dio cuenta que estaba enamorado de ese chico.

Y ahí estaba, después de tanto estar pisándole los talones, Kyungsoo finalmente le había dado fin a su comportamiento difícil y orgulloso y había dado el segundo paso en la relación.

-Mierda, Kyungsoo -murmuró el chico, parecía como si en cualquier momento iba a echarse al suelo a llorar-. ¡Mierda, mierda, mierda!

-Estás maldiciendo -gruñó Kyungsoo solo para evitar que el otro viera su nerviosismo-. Estás faltando a las reglas, página número ocho, párrafo tres...

Sin importarle ni un poco, el moreno prácticamente se aventó hacia Kyungsoo cayendo de lleno en la mesa atrayendo su boca con la suya. No es que no se hubieran besado antes, pero la sensación era ahora mil veces mejor ya que era su primer beso como oficiales y Kyungsoo estaba aportando. Y lo mejor de todo, ¡no lo había apartado de una patada o quejándose de que estaban rompiendo las reglas!

Al terminar, había una leve sonrisa en el rostro de Kyungsoo.

-Bueno -susurró el chico-. Tal vez solo puedo pasarlo por alto esta única vez.

Todo era perfecto, eran la pareja perfecta hasta que la graduación de Jongin llegó.

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-Va a dejarte Kyungsoo.

Sin una pizca de tacto, ese chico que apenas conocía llamado Taemin se había sentado repentinamente en su mesa dos días antes de la graduación de los de tercero.

-Él se va a universidad, ¿realmente crees que va a esperar por ti todo un año? Hay todo un jodido repertorio de personas mucho más buenas que tú en todos los aspectos. No importa cuánto te diga que no mirará hacia otro lado, se olvidará de ti en las primeras dos semanas.

El bajito había bajado su cuchara y el arroz que estaba en su boca cada vez se le hacía más asqueroso y difícil de tragar. Había habido constantes veces, centenares, que muchas personas se le acercaban solo para decirle eso.

-Mmm -murmuró Kyungsoo dejándose su faceta de chico duro e impenetrable bien puesta-. No te sientas demasiado Taemin, no voy a terminar como tú.

El chico del cabello largo frunció el ceño levemente molesto. Parecía que iba a decir otra cosa para defenderse a sí mismo, pero terminó por reírse y sentarse bien en la silla.

-Sí, fui de Jongin -afirmó abiertamente-. Pero ¿qué es esto? ¿Te crees importante por ser el puto rey? Solo porque hayas estado siete meses con Jongin no significa que seas algo importante para él. Ya se acostaron más de diez veces, ¿no es cierto? Ya debió haberse aburrido. Cuenta de hoy a siete días y a ver si el tipo no llega a cortarte.

Kyungsoo apretó los dientes solo para no darle un puñetazo a ese estúpido. Si lo hacía rompería la regla de la página número veinte clausula cinco donde se deja de lado la violencia estudiantil.

-¿Qué? -siguió Taemin-. ¿Vas a entregarme? Anda, ve, pero antes dile al padre de Jongin cómo es que te revuelcas con él en el salón de biología.

Juntó sus cosas para irse de allí. Ya no necesitaba escuchar la basura que el mayor le decía.

-Eres solo un niño que fue usado para que le entregases tu virginidad, ¿sabes que a él le encanta eso?

-Probablemente lo hizo contigo, ¿verdad?

-No -atacó Taemin dándole una mirada divertida-. No soy tan ingenuo como para pensar que Kim Jongin va en serio.

-Cállate -murmuró Kyungsoo, poniéndose la mochila en la espalda-. Tú no sabes nada.

-Yo solo te estoy ayudando, Kyungsoo -gritó el chico, atrayendo la atención de varios de los presentes en la cafetería-. Corta este numerito del primer amor verdadero o toda esa basura. Abre los ojos por una vez en tu vida y date cuenta de la porquería con la que estás.

Kyungsoo dejó caer ruidosamente su charola sobre el suelo. Todo el contenido salió disparado a chorros por el piso manchándolo y sorprendiendo a todo el mundo porque Do Kyungsoo nunca faltaba a una regla. Se acercó de manera severa a Taemin quien aún estaba sentando dándole ventaja a Kyungsoo para verse más alto ante él.

-Deja de proyectarte -susurró de manera monótona demostrándole a Taemin que le valía una y dos pedazos de mierda lo que le decía-. Que tus sentimientos hacia Jongin hayan sido negados, no es mi culpa. Yo no soy tú y no voy a acabar como un cualquiera como tú. Supéralo y vive, maldita sea, te vez tan patético ahora mismo.

Taemin no se inmutó.

-Solo espéralo y ve. Veremos cómo este Kyungsoo tan correcto cae por un simple calentón.

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Sinceramente Kyungsoo estaba tan inseguro. Todas esas palabras que salían de los demás -tan hirientes como las de Taemin- le había recubierto la mente atormentándolo durante ya varias semanas. Caminaba fuera de la escuela, dispuesto a ir a casa para solo enterrar la cabeza sobre la almohada y dormir para olvidarse de sus problemas. Una parte de él decía y confiaba firmemente que Jongin, sí, iba a asistir a la universidad, pero en menos de año Kyungsoo estaría allí igualmente. Lo esperaría y su relación prosperaría como lo había hecho en todos esos meses. No obstante, siempre estaba ese otro lado negativo que le repetía una y otra vez que la vida no era tan feliz y divina como sonaba lo anterior.

Que las personas cambian y usan a los demás a su antojo.

-SooSoo. -Un susurro en su oído acompañado con un beso en la mejilla hizo que se parara estrepitosamente en la calle. Sus ojos se abrieron por la sorpresa encontrándose con un energético chico con ojeras, un sobre entre sus manos y un brillo en sus ojos que le aparecía cada vez que lo miraba-. ¿Qué es esto? El lindo y respetuoso chico no acató la orden del semáforo en no cruzar la calle. ¿Estás en tu época de rebeldía?

-Ah... -murmuró, viendo que efectivamente había cruzado la calle sin prestar atención al rojo. Por suerte, no había carros a los alrededores-. Estaba un poco distraído, lo siento.

La sonrisa de Tao tembló un poco y una de sus cejas se levantó. Subió una mano posándosela en la frente.

-¿Te estás disculpando? -preguntó-. ¿Cómo es que Do Kyungsoo se está disculpando? ¿Estás enfermo acaso?

Sabiendo que todo eso era simplemente una burla hacia él, apartó fuertemente el brazo de Tao fuera de su alcance y le picó el estómago en señal de protesta. Se rio entre dientes al ver la reacción siempre exagerada del chino.

-No me toques -se quejó Kyungsoo con una mueca.

Tao bufó.

-Bien, ya tenemos a SooSoo de vuelta -informó con los ojos en blanco-. Como sea, pero ¿realmente te encuentras bien?

Zitao era su mejor amigo. No había manera de mentirle, él casi siempre se daría cuenta del momento en que lo hace, sin embargo, por algún motivo no quería compartir su inseguridad con los demás y menos con ese chico que parecía tal feliz con la vida. Así que sonrió -como pudo- y negó con la cabeza.

-No es nada -dijo-. ¿Qué es eso? -Con el fin de cambiar el tema, apuntó hacia el sobre entre sus manos.

El menor de ambos parecía un poco extrañado por eso, pero no dijo nada. Sonrió y comenzó a alegrarse mientras abría cuidadosamente el sobre y le entregaba a Kyungsoo la hoja de color beige para que la leyera.

-Um, Tao. Esto está en chino, no puedo entenderlo.

-Ah, cierto, cierto -se rio torpemente mientras tomaba de vuelta la hoja y carraspeaba su garganta-. Querido Taozi. Sé que estás a dos semestres de irte a la Universidad por lo que yo, tu hermano hecho en el cielo, me he dado la tarea de darte el regalo más especial que un hermano pueda darle a otro... -recitó lentamente mientras que en su cabeza traducía las cosas.

-¿Qué con eso? -preguntó Kyungsoo, sin embargo, Tao le dio una palmada para que siguiera escuchando.

-Por tal motivo, cuando ingreses a la Universidad-Internado Hyoka, inmediatamente dirígete a la oficina del edificio número cuatro y pregunta por Wu Yifan. No lo conoces, pero para cuando tú llegues, él sabrá lo que tiene que hacer contigo. Tú solo tienes que hacer lo que dice y saldrás vivo de los primeros días de ingreso y por el resto de los cuatro años de tu carrera. No hay nada mejor que un ángel guardián en ese lugar lleno de lobos. Cuídate mucho, tu hermano, Ziheng.

Al terminar de leer, Zitao dio un grito de euforia el cual Kyungsoo no entendía para nada.

-¿Eso tiene que alegrarme o importarme? -mencionó después del ridículo baile de su amigo.

Tao apretó sus labios mirándolo de una manera incrédula.

-¡Por supuesto! -dijo-. ¡El internado Hyoka tiene muchos rumores muy feos, pero mi hermano me ha dado un ángel para que pueda sobrevivir a ese lugar! ¡Es decir, mi bienestar estará a salvo!

Kyungsoo frunció el ceño aún sin entender del todo, la verdad es que lo único que le llegaba a importar de eso era la mención de esa universidad ya que allí era donde Jongin estaría en menos de dos semanas. Suspiró.

-Eh, Tao -llamó su atención-. En realidad... ¿ese internado te cambia como persona? -Sabía que era una pregunta muy estúpida, pero realmente no sabía cómo preguntarlo.

El más alto pareció pensarlo un poco.

-Bueno, por lo que he escuchado relacionado con eso es que tú realmente no puedes entrar estando en una relación.

Kyungsoo tragó saliva.

-Ya sabes, lugares nuevos, gente nueva -prosiguió-. Hay incluso estadísticas que dejan ver que un noventa por cierto de las parejas rompen cuando alguno de los involucrados entra allí, es muy normal.

Ese fue el gran golpe bajo. Todas sus expectativas se estaban acumulando en su garganta.

-¿Y el otro diez por ciento? -casi susurró, sin embargo, Tao pudo escucharlo-. ¿Y qué pasa con ese otro diez por ciento?

Su amigo chino volvió a mirarlo de una manera tranquila, con una pequeña sonrisa en su rostro. A esas alturas, Zitao podría imaginarse por los problemas que ha de estar pasando su SooSoo por lo que levantó su mano acariciándole el cabello, aunque él lo odiase.

-Se mantienen -murmuró-. Luchan por ellos mismos y el amor que se tienen.

-¿Probabilidad de que las cosas funcionen? -cuestionó Kyungsoo, intentando esconder todo lo que Zitao ya sabía.

Tao apretó los labios intentando que esa sonrisa suya no decaiga en una triste.

-Dos por ciento.

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-Vamos a terminar -pidió Jongin.

Kyungsoo estaba apretando fuertemente su chamarra en sus hombros para que no cayera. El viento hacía que su flequillo se moviera de un lado a otro, mientras que Jongin estaba un par de escaleras arriba mirándole de una manera que nunca se imaginó fuera posible.

¿Por qué? Es lo que Kyungsoo quiere preguntar, pero ya sabe la respuesta por lo que simplemente deja que sus labios se sellen. Había lágrimas en sus ojos, puede sentirlas y Jongin las está viendo. No le importa demasiado si el otro lo ve, de todas maneras, es el culpable de eso. Por sus venas estaba ese vago sentimiento que alguna vez Taemin le dijo que sentiría, y sí, allí está, cortándolo en dos y doliéndole como la mierda.

-Bien -respondió Kyungsoo-. Adiós -y se dio la vuelta.

Suspiró porque sabía que a Jongin ya no le importaba desde ese día en la graduación cuando evitó sus llamadas y no contestó sus mensajes. Desde ese momento que el mayor visitó la universidad y había quedado sorprendido y feliz por lo grande y bueno que era el lugar. El fin estuvo cerca todo ese tiempo, pero Kyungsoo estaba muy ciego.

Hay finales donde el primer amor te deja una marca significativa, un buen y bonito recuerdo de preparatoria, o un agrio recuerdo del cual se pueden reír al pasar los años. No obstante, para Kyungsoo, él iba a terminar como lo había hecho todos los amoríos con Jongin. Él dejaba ese efecto. Así como Taemin, y tantos otros, Kyungsoo se convertiría en uno más.

Kyungsoo es, incluso ahora después de más de dos años, un hijo de puta quien se acuesta con cualquiera.

Y eso se lo deja siempre en claro a Kim Jongin cada que se ven.

De todos modos, le gusta ver ese rostro triste en él cada vez que se lo encuentra follando con alguno de sus amigos.

Mientras que él, sonríe gimiendo el nombre de otro hombre.

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