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—Los gatos pueden ver el lazo que nos une. —Explicó Hueningkai cuando hablaba con Yeonjun, yo estaba lejos de ellos pero aun podía escucharlo—. O eso dicen.

Observé a Converse cuando llegué a casa, su pequeño cuerpo restregándose contra mi pierna mientras ronroneaban. Era un gato tan pequeño y necesitado de cariño que siempre lo tomaba en mis brazos y lo llevaba conmigo, y a veces Yeonjun lo hacía, él solo lo tomaba y se iba a la habitación para leer los libretos mientras el gato dormía a su lado. No sé con quién pasaba más tiempo, si con el gato o conmigo.

No estaba celoso de Converse, después de todo solo era un gato más para Yeonjun, uno que podría remplazar cualquier día y que no lloraría si muriera, así que yo debía de quererlo por los dos ¿no es así? Porque el gato realmente parecía ser adorable y cariñoso, si supiera que en realidad no era amado por uno de sus dueños entonces se sentiría deprimido. ¿los gatos podían sentirse así?

Entonces, cuando estaba pensando en los sentimientos de Converse pude ver como se tiraba al suelo y comenzaba a menear las patas en el aire. Estaba jugando con el lazo. Como si fuera cualquier otro hilo intentaba pescarlo y corría sin saber que esa frágil línea lo atravesaría cada vez, era como tener un láser e hipnotizarlo con eso. Moví mi muñeca y tomé el hilo entre mis dedos jalándolo hacía mi, y Converse lo siguió.

Entonces Hueningkai tenía razón, los gatos podían ver el lazo.

Llevé mis manos hasta mi cuello y me pregunté si Converse entendería lo que significaba, si aquel pequeño gato habría visto a cualquier otra persona en el mundo que tuviera su lazo asfixiándole todo el tiempo. Una parte de mi quería saberlo, deshacerme por fin de esa duda y acabar con todo, pero otra parte más pequeña estaba un poco asustada.

—¿No piensas seguir buscando trabajo? —Me preguntó Yeonjun.

—¿Importa?

—No. Ya te conseguí uno.

Converse mordisqueó el hilo.

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