Yeonjun muchas veces me ignoraba cuando estábamos solos, él se quedaba callado y leía los libretos, a veces veíamos películas o leíamos en silencio. Era realmente aburrido, pero estaba bien, mientras que él me dejara sentarme a su lado para no sentirme tan solitario y deprimente, estaba perfecto. Sólo que a veces resultaba más deprimente que él estuviera ahí.

—¿Por qué ella llora? —preguntó Yeonjun una noche cuando mirábamos una película que estaba a punto de acabarse—. Estuvo de acuerdo con dejarlo por la felicidad de su amiga, si no lo quería dejar, se hubiera quedado con él.

—Ella quería que ambos fuera felices —respondí.

—Pero ahora ella será infeliz. ¿Por qué sacrificar su felicidad? él también la ama, que deje a su amiga. 

—Ella quiere que su amiga sea feliz también.

—¿A costa de su felicidad? Es absurdo, si ella se queda con él, entonces habrá dos personas felices y sólo una triste, en cambio, ahora hay dos personas tristes y una feliz ¿Qué caso tiene?

—Que la amiga tiene una enfermedad terminal.

—¿Y? ¿Para qué pierden el tiempo entonces? Que los dos sean felices, igual la otra se va a morir.

Suspiré.

—¿Por qué intentas entenderlo?

—Para saber como se comportan. Si no sé cómo se comportan ante cierta situación, no puedo actuarlo.

—Todos lloran porque son idiotas —dije de golpe, intentando dejar el tema.

—Tu también lloras.

—También soy un idiota.