Yeonjun me abrazó tan fuerte que comencé a llorar con más fuerza. Me sentía apenado, la gente a mí alrededor nos miraba y quizás susurrando, yo no podía escucharlos, Yeonjun cubría mis oídos. Aún así, sabía que ellos hablaban, quizás se reían de mí, quizás se burlaban de Yeonjun. No lo sabía.

Abracé a Yeonjun tan fuerte cómo pude, pero mis brazos se sentían débiles, yo me sentía débil.

—Por favor —murmuré sin darme cuenta—. Ámame como a ella, aunque sea falso.

¿Por qué dije eso? Sentí mis mejillas enrojecer mientras mi mirada iba al cielo. Creo que las personas comenzaron a irse, y también creo que pasaron varios minutos en los que ninguno hizo más que abrazarse, pero de cualquier manera nos quedamos solos. Jun y yo con el inútil hilo envolviéndonos, y lo detesté. ¿para qué estaba ahí si no servía de nada? ¿Por qué estaba ahí?

—No. —Me respondió Yeonjun—. Beomgyu, les miento a todos.

Yo volví a llorar. 

—Te amo. —Fue mí penosa confesión— Pero me está asfixiando, Yeonjun.

El hilo enredado sobre mí cuello no me dejaba respirar.

—Lo sé, pero nada cambiará si me aparto de ti.

¿Por qué de entre tantas personas tenía que ser yo?