La primera vez que vi a Yeonjun actuar fue una escena romántica, el personaje de la chica estaba confesándose, era la parte final, el clímax de la historia en dónde ambos confesaban sus verdaderos sentimientos sin importar que el hilo los uniera a otra persona. Era una historia triste, me habían dejado leer el guion e incluso Yeonjun y yo bromeamos acerca de él.

Yeonjun era increíblemente infantil a veces, pero en escena su mirada cambiaba por completo, de repente no era mi Yeonjunie, no era ese chico juguetón y alegre que todos conocían, de pronto era un chico con descendencia española y acento muy marcado... había mencionado que Yeonjun y yo nos burlamos del guion, en especial de esa parte.

—¡Por favor, sólo es actuación! —dijo la chica a su pareja justo antes de comenzar, el chico sólo le sonreía y le decía que todo estaba bien. Yo miré  Yeonjun—. Yo te amo nada más a ti, eres mí todo, cosita preciosa.

—Lo sé, calabacita de sol.

—¿Tienes sed, cosita preciosa? —Le pregunté a Yeonjun con la voz más monótona posible, burlándome un poco de la pequeña escena de la chica y su novio.

—Ni un poco, calabacita de sol —respondió Yeonjun. Ambos nos echamos a reír.

—Prepárense para la escena —dijo el director y Yeonjun inmediatamente se fue.

Yo sólo me quedé ahí, observando.

Cuando la escena comenzó, Yeonjun se deshizo de su mirada infantil, todo cambió en él y yo no pude apartar la mirada, ni siquiera cuando todos alabaron la actuación fluida y perfecta de la chica, yo seguía mirando a Yeonjun. Entonces llegó su momento de hablar, el momento dónde él le decía que la amaba más que al mundo, que daría todo por ella.

Y Yeonjun lo hizo.

Le dijo que la amaba, y parecía tan real, algo que puede no ser nada para las personas alrededor pero que lo es todo para sólo dos personas, lo que marca un hilo único a ambas muñecas. Bajé la mirada y observé aquella línea roja, la seguí cómo años atrás. 

Yo estaba conectado a Yeonjun, pero él no me amaba. Y yo quería que lo hiciera.

Cuando la escena terminó y Yeonjun regresó a ser él, volteó a mirarme con una gran sonrisa.

Pero yo lloraba.