Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💋Pole dancer💋

Beomgyu es un hermoso bailarín y Yeonjun quiere una sesión privada
.

.

.

Lo primero que hizo Yeonjun al terminar su larga jornada de trabajo fue reajustar su corbata, reclinar su silla y soltar un pesado suspiro. La espalda le dolía como el infierno por las horas que pasó pegado al computador.

El que su madre le dijera que encargarse de la empresa sería como sus prácticas para la universidad años atrás, había sido una completa mentira, un cochino eufemismo.

Cada vez que ella lo visitaba en su oficina no podía evitar rechinar sus dientes cuando le preguntaba qué tal iba todo.

Yeonjun se sentía como un viejo de cincuenta años cuando en realidad estaba en la cúspide de la vida a sus 28 años. ¿Así se supone que deberían ser las cosas?

A los veinte cuando cursaba economía y administración, el creyó que a estas alturas de la vida tendría algo mejor que un trabajo como esclavo y demasiadas responsabilidades sobre sus hombros; reuniones, contratos, papeleo, llamadas, citas, más papeleo.

Joder, él solo quería ir a tragarse la amarga realidad adulta con una copa de whisky

De hecho, eso era exactamente lo que iba a hacer.

Cogió de su escritorio su celular personal, en el que tenía agendado únicamente a sus amigos y familia. Marcó el número de su mejor amigo y giró en su silla para ver por el ventanal de su oficina la espectacular noche iluminada de Seúl.

Repicó tres veces antes de que una voz reconocible y entrañable le saludara.

—¿Hola?

—Hola, Soo, soy Yeon.

Su amigo soltó un jadeo por la impresión.

—¿Yeonjun? Dios ¡hace más de un mes que no escucho tu voz hombre! ¿Te despegaron el culo de la oficina?

Yeonjun río y casi rodó los ojos.

—Algo así, mañana es mi día libre —explicó emocionado— me preguntaba si querias ir a beber algo ahora.

—¡Claro! Estas de suerte porque no tengo nada que hacer, renuncié a mi trabajo hace dos semanas.

—Por supuesto que lo hiciste, te lo dije, que te guste el chico del café no es suficiente motivación para trabajar limpiando baños.

—Muy sabelo todo pero no puedes ofrecerme un trabajo mejor —chistó— mal amigo.

Esta vez Yeonjun sí que rodó los ojos.

—Habla con la jefa mayor, no conmigo.

Soobin estuvo unos segundos en silencio.

—Tu madre da miedo —declaró bajito, como si la mujer pudiera escucharlos.

—Exactamente —respondió Yeonjun.

.

.

.

Después de recoger a Soobin en su mercedes negro Yeonjun siguió las instrucciones del peli azul y aparcó frente a un club que no tenía idea que existía. Él en realidad estaba muy desinformado respecto a ese tipo de lugares debido a que no visitaba uno desde el día de su graduación.

Por eso mismo, no pudo evitar preguntarse qué tipo de club era al ver las letras en neón justo arriba de la entrada: New Rules.

Volteó a mirar a Soobin que peinaba su cabello hacia atrás, ansioso por entrar.

—¿Me trajiste a un bar gay...?

—Sí y no —Soobin carraspeo.

—¿"Sí y no" qué?

—Sí es gay, pero no es solo un bar.

Eso solo puso al empresario pelinegro más confuso.

Ya le había hablado a Soobin sobre su sexualidad. Era muy gay, sí, pero por algún motivo la idea de ir a un sitio a ligar con hombres lo incomodaba.

Quizás porque le quitaba lo romántico a las cosas.

Ese era muy probablemente el motivo por el que no tenía pareja. Demasiadas espectativas y poco tiempo para emplear en otra cosa que no fuera la empresa de su familia.

—Vamos a aprovechar que estás libre para buscarte un chico —Soobin dijo con diversión caminando a la entrada.

Yeonjun dejó su saco en el auto y lo alcanzó dando zancadas.

—Ya te he dicho que no me gusta eso de acercarte a alguien siendo tan directo.

—Entonces no te acerques a nadie y deja que ellos se te acerquen a ti —se encogió de hombros.

El guardia en la entrada no les pidió su identificación, pero sí tuvo que comprobar con una pequeña linterna sus pupilas. Eso porque nadie que no estuviera en sus cinco sentidos podía entrar al establecimiento, de esa manera podían hacerse responsables de lo que ocurriera adentro.

Yeonjun se dejó escrutar con algo de fastidio y luego ingresaron por un oscuro pasillo. Al final de este estaba la verdadera entrada.

Desde allí bajaban por una escalera al club como tal, pero Yeonjun se quedó pasmado al ver todo lo que estaba ocurriendo en el lugar. Una imagen demasiado atractiva e impactante como para no detenerte a mirar.

Habían muchas más luces de neón, gente bailando y bebiendo, pero no solo eso.

Lo que él solo había visto en películas: los mini escenarios circulares con sexys bailarines de pol dance meneandose sensualmente en sus tubos, eso, lo tenía sin parpadear.

—Bajemos antes de que te de un infarto —Soobin jaló de su manga para bajar las escaleras.

—¡¿Desde cuándo conoces este sitio?! —preguntó con su pulso disparándose.

—Desde hace dos semanas.

Aún alterado el pelinegro se dejó llevar, su amigo lo sentó justo en frente de uno de esos pequeños escenarios, allí había un hermoso bailarín de rasgos peculiares y cabello rubio, vestido con unos shorts de cuero negro y botas hasta la mitad del muslo que en cuanto hizo contacto visual con el peliazul se separó del tubo y saltó del escenario para enredarse con piernas y brazos a su mejor amigo.

Yeonjun presenció esto pasmado, su cerebro a penas podía procesar lo que ocurría mientras el chico y Soobin compartían saliva como animales.

Después de un rato que pareció eterno por fin se separaron y Soobin volvió a ser consciente de que tenía que presentarlos.

—Kai, él es Yeonjun, mi mejor amigo —dijo al chico sin camisa, luego se dirigió a Yeonjun—. Yeonjun, él es Hueningkai, nos conocimos hace dos semanas.

Entonces las piezas encajaron en el cerebro del empresario y la renuncia de Soobin al café en el que trabajaba tuvo muchísimo más sentido.

Se había encaprichado con otro chico, como cosa rara. Pero Yeonjun solo asintió y le sonrió como pudo al muchacho.

—Binnie, ya va a terminar mi turno, ¿me esperas aquí?

—Claro bebé, aquí estaré.

Y se dierom otro beso más corto antes de que Hueningkai desapareciera corriendo entusiasmado.

Soobin se sentó junto a Yeonjun y pidió dos tragos a un camarero.

—Estoy empezando a sospechar que solo me trajiste contigo para ver a ese chico —Yeonjun acusó, aunque no sonaba a un reproche en lo absoluto.

—Eso no es cierto... —Soobin bufó—. Abría venido sin ti de todas formas.

Yeonjun resopló y se cruzó de brazos, no pudiendo contener una carcajada que Soobin imitó al instante.

Rato después, con sus tragos en mano, Hueningkai volvió envuelto por un grueso abrigo de piel y se sentó en el regazo del peli azul.

—Mi amigo Beomgyu va a remplazarme el resto de la noche, así que podemos divertirnos —dijo el bailarín sugerente, pero Yeonjun los estaba ignorando, dando una mirada panorámica al lugar mientras bebía su trago.

Demasiado distraído como para notar al chico que subía los escalones al escenario iluminado.

No fue hasta que este se subió al tubo que Yeonjun volteó y escupió todo el alcohol en su boca, agrandando sus ojos y teniendo que limpiar su barbilla con el dorso de su mano ante semejante obra de arte.

Un precioso castaño con cabello largo y de tez blanca se sostuvo en la cima del tubo y se deslizó hacia abajo dando vueltas con su cabeza inclinada hacia atrás, mostrando todo su cuello.

A diferencia de Hueningkai, este no llevaba ropa negra sino totalmente blanca. Una camiseta de rejilla, un short ajustado de cuero y unas gruesas y extravagantes medias felpudas por debajo de la rodilla. Seguro llevaba tacones, porque se veía extremadamente alto.

Era como un precioso ángel, con un cuerpo de muslos firmes y hombros proporcionados que le daban un aire de escultura griega.

Los afilados ojos de Yeonjun absorbieron cada detalle, e incluso bajo toda la luz de saturados colores logró percibir la piel brillosa por el glitter que llevaba puesto en algunas zonas como las rodillas, los brazos y las mejillas.

¿Cómo había dicho Hueningkai que se llamaba?

Hubiera preguntado de no ser porque podía escuchar los chasquidos de besos a menos de un metro de distancia, y no quería interrumpir ni ver nada desagradable. Entonces, se limitó a observar el espectáculo frente a él, acomodando la incomoda erección que empezó a formarse en sus pantalones.

No podía aguantar la repentina lujuria y el deseo que le obstruian cualquier pensamiento racional.

El chico ya lo había mirado, y desde que hicieron contacto visual el pelinegro sintió que cada uno de sus movimientos iban dirigidos a él.

Su burbuja se reventó cuando Soobin y Hueningkai se pusieron de pie para retirarse.

Su amigo notó lo embelesado que estaba y se inclinó para sugerirle algo al oído.

—¿No quieres tener un espectáculo privado?

—¿Eh? —pestañeo tratando de concentrarse en las palabras del contrario.

—Puedes pagar para que Beomgyu te dé una sesión privada.

Ante esa posibilidad un escalofrío recorrió el cuerpo del pelimegro y sintió una dolorosa punzada en su miembro.

—¿Aquí se puede hacer eso? —preguntó con cuidado.

—Es solo un pequeño espectáculo. Nada de tocar, solo mirar. Habrá una cámara sin micrófono en la habitación.

Yeonjun comprendió de qué se trataba. Se le vino a la mente una vieja película protagonizada por Natalie Portman.

Le echó una mirada más al cuerpo suspendido en el tubo. Los ojos oscuros del bailarín conectaron con los suyos y ya estaba preguntando:

—¿Dónde pago?

.

.

.

Una chica de cabello rojo que se hacía llamar Joy lo guió por un pasillo de luces rojas justo después de haber pasado su tarjeta por unos jodidos doscientos cienta mil wones que le otorgarían exactamente una hora con el bailarín de atuendo blanco.

—Beomgyu ya debería estar adentro —dijo ella sonriente antes de tocar con sus nudillos.

La pelirroja abrió la puerta unos segundos después, mostrando una minúscula habitación. Un mueble pegado a la pared rodeaba la tarima circular donde Beomgyu esperaba posando suspendido en lo alto del tubo.

—Los dejo solos —dijo la chica— y recuerda, nada de meter mano.

Sin agregar nada más cerró la puerta y Yeonjun se quedó de pie, sin aliento por la surrealista situación en la que se encontraba.

—¿Vas a querer música? —preguntó desde lo alto el bailarín, su voz suave haciendo que Yeonjun tragara saliva.

—Sí la necesitas para...

Beomgyu pestañeo y con delicada destreza descendió hasta quedar de pie en la tarima.

—Podemos simplemente hablar si quieres —sugirió con voz tranquila—. Puedo hacer cualquier cosa que quieras mientras...

—No te toque, ya sé —Yeonjun asintió.

—Entonces... ¿Música?

El pelinegro negó y se desparramó en el sillón, suspirando y mirando al castaño con parpados pesados. Fue en ese momento que se percató de los mechones blancos en el cabello del chico.

—No, estaría bien hablar —murmuró—. Pero no dejes de moverte.

Beomgyu asintió y volvió a su labor de dar vueltas y enredar sus extremidades en el tubo.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó Yeonjun.

—Veinticinco.

—¿Beomgyu es tu verdadero nombre o solo uno artístico?

—Es real.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Casi tres meses.

Yeonjun relamio sus labios cuando el cuerpo de Beomgyu dio una vuelta y quedó del revés, en una pose elegante con sus piernas sujetas hacia arriba y su cabeza hacia abajo.

—¿Cuántas veces te han pedido una sesión privada?

—Con usted, sería la quinta vez... este mes.

Tenía muchísimo sentido. Era jodidamente hermoso, y cualquiera querría pagar cifras exageradas con tal de pasar unos minutos, incluso un día entero, gozando de esa figura flexible haciendo poses imposibles de no grabar en la memoria.

Tenía sentido, pero para Yeonjun fue un trago amargo el saber que muchos hombres antes que él lo vieron, y muchos vendrían después.

Eso no impidió que disfrutara el momento.

Beomgyu solo respondía si él preguntaba, y a pesar de jamás perderle la mirada, se notaba ciertamente tímido ante la apreciación del pelinegro.

—¿Eres así con todos?

—¿Así cómo?

—Casi inocente y puro, o más bien timido —aclaró Yeonjun, lo que provocó un fuerte sonrojo es esas brillantes mejillas.

Beomgyu abrazó el tubo con sus cuatro extremidades.

—No, ninguno de ellos era tan... guapo como usted —admitió evitando su mirada por una fracción de segundo.

—¿Estás diciendo solo lo que quiero escuchar? —inquirio alzando una ceja.

El castaño negó.

—No...

—¿Entonces cómo eres con los demás?

Mordiendo su labio inferior el bailarín dudó si responder, pero finalmente suspiró y empleó un pestañeo que solo envió otra punzada al miembro a punto de reventar de Yeonjun.

—Se supone que debo ser descarado y... responder lo que crea que quieren —dijo tratando de no tropezar con ninguna palabra— pero por alguna razón me da pena hacer eso con usted.

Yeonjun sonrió encantado. Tan apuesto que hacía al bailarín retraerse.

—Ya veo, te pongo nervioso —dijo arremangando su camisa hasta sus codos y cruzando sus brazos—. Entonces, ¿qué crees que es lo que yo quiero escuchar?

El castaño se deslizó hasta quedar sentado en el suelo, gateó hasta el borde del pequeño escenario, quedando de rodillas.

—Quiere que le diga cosas sucias —dijo sin titubear.

Ante esa respuesta Yeonjun tuvo el arranque de preguntar:

—¿Se han masturbado viendote aquí?

Beomgyu negó, eso alivió bastante al pelinegro.

—En realidad puedo echarlos si me incomodan, así como también puedo apagar la cámara si quiero —explicó el bailarin— pero jamás me han dado ganas de hacerlo.

Ese fue un dato bastante revelador para el empresario.

—No voy a decir que no me gustaría follarte, porque mi polla me contradice en este momento —dijo esperando una reacción del bailarín.

Y la obtuvo. Beomgyu mordió su labio y le echó una discreta mirada a la cámara antes de decir:

—Podría decirme su nombre y tratar de convencerme de apagarla —dijo casi en un susurro, en sus ojos relució un destello del mismo deseo que Yeonjun sentía.

—Me llamo Yeonjun, Ángel.

Con una sonrisa y un asentimiento Beomgyu procedió a sentarse de manera más cómoda, con sus muslos abiertos y sus piernas colgando.

—¿Qué quiere que haga por usted, señor Yeonjun?

—No me digas señor, ¿Acaso me veo muy mayor?

Beomgyu rió.

—No creo que su edad importe. Es guapo, y seguro tiene mucho dinero —según Beomgyu, eso justificaba cualquier respuesta que pudiera darle. Aunque estaba casi seguro de que rondaban la misma edad.

Beomgyu ladeó su cabeza y pestañeo, mirándolo directamente a los ojos.

—¿Me dirá su edad?

—Podría mentirte.

—No lo haga, puedo revisar sus datos en la ficha que llenó para tenerme aquí —reveló con una súplica.

Entonces Yeonjun no tuvo más remedio que ser honesto.

—Veintiocho, ¿Contento?

—Sip —afirmó con una expresión adorable que tiró de la entrepierna del mayor.

—Ahora que nos conocemos un poco, ¿Vas a hacer los movimientos que yo te ordene?

El menor asintió. iba a levantarse para empezar a bailar, pero Yeonjun le pidió que no se moviera.

—Deja tus piernas abiertas. Hace rato te vi haciendo un movimiento en el tubo, hacías hondas con tu vientre. Repitelo.

—De acuerdo —susurró, empezando a moverse sin apartar sus ojos de los del empresario, comprobando que este estaba más que hipnotizado.

—Tu flexibilidad es sorprendente —afirmó suspirando por el calor que empezaba a sentir—. Muéstrame algo de eso.

Sin perder el tiempo Beomgyu dió una pequeña vuelta separando sus piernas e hizo un limpio split. Era algo sumamente sencillo, pero con eso el mayor había quedado satisfecho.

—Levántate —ordenó.

En cuanto se puso de pie y Yeonjun lo detalló se dió cuenta de que el joven llevaba tacones.

—Quitate las medias.

Beomgyu obedeció y se sacó las enormes prendas felpudas, dejándo al completo sus estilizadas piernas en tacones de stripper blancos a la vista.

Le daban por lo menos quince centímetros más de altura.

Yeonjun se relamio los labios, decidiendo ir un poco más allá.

—Quitate el short.

—Más que moverme está pidiendo que me desnude —dijo Beomgyu, pero de toda formas estaba desabrochando y bajando el cierre de su prenda inferior.

—En ese caso... Mueve tus manos y bajate los shorts, luego me los tiras.

Eso fue exactamente lo que hizo. Se inclinó para que no se enrredaran en sus pies y se los tiró a la cara.

Yeonjun los retiró de sus ojos y vio con ojos lujuriosos la prenda de encaje blanco que cubría la hombría del bailarín delicadamente.

—Volteate.

Sus palidas nalgas no estaban cubiertas, la ropa interior era a penas un hilo que se perdía entre ellas.

—Inclinate hacia abajo, toca la punta de tus pies.

Beomgyu le echó una mirada por encima del hombro antes de abrir más sus piernas y cumplir con la demanda. Esto hizo que Yeonjun pudiera apreciar la fina tira de tela en toda la raja de su culo, y su agujero rosado rozando con ella.

Seguramente nadie le había pedido al bailarín esas órdenes, porque Yeonjun no creía posible que no empezaran a tocarse con dichosa vista.

Aunque el hecho de que llevara esa ropa interior le hizo plantearse lo contrario.

—¿Es obligatorio que lleves esa tanga?

—No, la uso porque me gusta.

—A mi también me gusta como se te ve, aunque... Sería mejor que... Te la quitaras

Beomgyu movió la cabeza y lo miró sin moverse de su posición. Yeonjun estaba masajeando su erección por sobre la tela de su pantalón.

Eso lo calentó. Le dió un subidon a su ego el hecho de que ese hombre tan guapo lo deseara.

Igual de hipnotizado procedió a bajarse lentamente la braga por las piernas. La mirada de Yeonjun descendió al mismo tiempo, y luego gruñó apretando su erección a la par de que estas caían sobre su regazo.

—Volteate.

Beomgyu no lo hizo.

El asunto ya se estaba tornado demasiado indecente. Algo que rayaba las reglas de seguridad del local.

Por eso, tomó la decisión de tomar la responsabilidad y apagar la cámara.

Luego de que lo hiciera no podrían monitorearlos y en el caso de que ocurriera algún incidente solo podría defenderse con sus palabras.

De todas formas quiso tomar el riesgo.

Yeonjun lo observó mientras se inclinaba hacia el aparato y de pronto la lucecita roja de esta se apagaba. Luego Beomgyu se dió la vuelta y el pelimegro contempló su erección, su expresión de anhelo y deseo.

—Voy a confiar es usted, es algo que nunca he hecho con ningún otro cliente —confesó quitándose el top de rejilla y tirandolo al suelo—. Y lo voy a hace porque me gusta, Yeonjun, me atrae.

El pelinegro a penas pudo procesar las palabras cuando Beomgyu se sentó a la orilla del pequeño escenario, abrió sus piernas y arqueó su espalda, apoyando sus manos atrás.

Se estaba ofreciendo. Cómo un manjar para que Yeonjun lo degustara. Y todavía era difícil de creer.

—No haga que me arrepienta —pidió con voz sensual, haciendo vibrar algo dentro del contrario.

—No lo harás, a sido un honor lograr convencerte —dijo poniéndose de pie y dando unos cortos pasos hasta situarse entre esas gloriosas piernas.

Beomgyu lo miró desde abajo con intensidad, y Yeonjun se inclinó con lentitud, haciendo que poco a poco su espalda quedara pegada al escenario, y el mayor lo encerrara colocándo sus manos a ambos lados de su cabeza.

Todavía no se habían tocado, pero la tensión era tan abrumadora y sexy que todavía no querían romperla.

No querían, pero sus bocas no soportaron un segundo más.

Se unieron en un rayo fugas, y fue como romper la presa que contiene el agua.

Yeonjun invadió con su lengua la dulce cavidad de Beomgyu, y este le correspondió con la misma hambre, chupando y enrredando sus lenguas.

Sus cuerpos fueron igual de intranquilos. Yeonjun se restregó contra él sin cuidado, humedeciendo su pantalón con el pre semen de ambos miembros. Y Beomgyu estaba gustoso, porque había enrredando sus piernas alrededor del mayor y movía su pelvis en concordancia con la suya.

Un ritmo frenetico que no tenía explicación.

Eran dos adultos que correspondían sus ganas de tener sexo casual, nada más.

Después de quedarse sin aire más de una vez, en un borrón de tiempo que duró más de diez minutos pero que se sintieron como unos segundos, Yeonjun separó sus bocas en el momento en que las impacientes manos del menor trabajaron en su cinturón y el cierre de su pantalón para sacar su grueso pene de la jaula en la que estaba metido.

Ninguno de los dos quería dar más vueltas. Duro y áspero, eso decían los gemidos de Beomgyu cuando masajeo sus miembros juntos.

Yeonjun sacó un sobre de lubricante y un condón que llevaba en el bolsillo. Iba a abrir el segundo sobre pero Beomgyu se lo quitó de la manos y lo dejó a un lado.

—Quiero sentirlo todo —murmuró arrebatándole el lubricante y huntandolo en su erección, volviendolo completamente loco con su mirada seductora.

El castaño lo ubicó en su entrada y metió la punta. Yeonjun gimió con un ruido gutural y lo besó, dirigió los brazos de Beomgyu para que rodearán si cuello y sujetó sus muslos con fuerza contenida.

Entró lentamente, tragándose a través del beso los gemidos de placer mezclados con dolor del castaño.

Hubo poca preparación, por eso le dió unos instantes para que se relajara y lo tomara.

—Es tan grande —deliró tragando saliva— lo amo, amo tu pene.

Eso incentivo la primera estocada. Beomgyu sintió como si lo estuvieran partiendo a la mitad, pero quería más, así que suplicó.

—Más por favor... Más duro —pidio sofocado por el placer.

Yeonjun lo embistió de nuevo y entonces ya no pudo parar. Su pelvis se movía contra él como si quisiera clavarse en su estómago.

En el vientre plano de Beomgyu empezó a relucir un relieve. Era su polla encajandose en él. Y no podía encantarle más, con su cuerpo todo moldeable y su voz soltando lo mucho que le gustaba que lo penetrara duro, diciendo cosas que no tenían sentido con una sonrisa y ojos en blanco.

Solo bajó un poco el ritmo para besar su quijada y cuello. Dejándo marcas en su blanca y brillosa piel, ematomas y mordidas que hacían a Beomgyu temblar, lo disfrutaba tanto que sostenía la cabeza de Yeonjun para que lo chupara con más fuerza.

Todo rastro de timidez se había esfumado. Ahora solo había un muchacho con ganas de saciarse de cualquier manera, queriendo ser cogido sin vergüenza hasta que le doliera cada musculo.

—Tan bueno —dijo embelesado con el sudor recorriendole la frente— más adentro.

—Ya estoy tan adentro como puedo —replicó Yeonjun sin aliento— carajo, voy a revolverte las tripas.

— No me importa, Hazlo.

En realidad eso no era humanamemte posible. Por mucho que Yeonjun quisiera demoler todo ese perfecto cuerpecito con su polla. Así que se salió y probó otra cosa.

Sin darle tiempo al castaño de situarse en lo que ocurría Yeonjun abrió más sus muslos y metió su empapado pene en su boca, por acto reflejo Beomgyu iba a cerrar sus muslos, pero las manos de Yeonjun lo mantuvieron bien abierto.

Chupó como si quisiera tragarselo, y eso provocó más de un alarido de placer en el menor. Sabía almizcado y delicioso, lo complació de esa manera hasta que este se corrió y se tragó todo el presemen, consciente de que Beomgyu volvería a estar así de mojado en cuanto volviera a estimular su prostata.

—Quiero chupar el tuyo —pidió el bailarín incorporándose.

Yeonjun asintió y se sentó de nuevo en el sillón. Dejándo un espacio para que Beomgyu se arrodillara y se follara la boca con su polla como quería. Soltando gemidos ahogados y ruidos morbosos de succión.

Yeonjun echó su cabeza hacia atrás y disfrutó de sus atenciones, controlandose de marcar algún ritmo.

Pronto Beomgyu se sentiría satisfecho y se subiría en su regazo para darle un besó con sabor a sus fluidos. Ambos se saborearon en la boca del otro, mientras sus erecciones volvían a rozarse húmedas.

—¿Puedo montarte?

—No preguntes —dijo apretando uno de sus muslos— déjame ver cómo te mueves, ángel.

Beomgyu acomodó el pene de Yeonjun en su entrada y descendió hasta tenerlo todo dentro de nuevo. Sus piernas temblaron por el placer y tuvo que sostenerse de los anchos hombros contrarios.

Su vaivén empezó lento pero poco a poco aumentó de intensidad hasta no poder parar de brincar en su polla.

No mentia cuando dijo que la amaba. Nunca se había sentido tan lleno, tan completo y al borde con ningún otro hombre a cargo. Solo Yeonjun.

—¿Te gusta? —preguntó el mayor que lo sostenía de la cintura ayudándolo a moverse—. Dime, Beomgyu.

—Me gusta... tan rico —respondió a penas cuerdo, con su culo rojo por la manera en que chocaba contra los muslos de Yeonjun.

—Tu interior también lo es, dulzura —dijo con un gemido—. El como me aprietas, vas a matarme.

Beomgyu le besó de nuevo con su boca abierta y lengua codiciosa. Un beso sucio y arrasador que lo instó a alzar su pelvis y encontrarse con los movimientos de Beomgyu.

Faltaba poco. Podían sentir la tensión que se formaba y que supondría su liberación.

Beomgyu chilló sobre sus labios, corriendose entre sus estómagos. Y Yeonjun enterró sus dedos en sus nalgas, manteniendo su pene palpitante enterrado en él mientras se corría en su interior.

Yeonjun entró y salió un par de veces para deleitarse con la sucia sensación de ese delicioso orificio desbordado. Era caliente y espeso, Beomgyu se relamio con la idea de probar lo que en ese momento salía de su usado agujero.

El castaño se dejó caer en su pecho agotado y complacido. Los espasmos en su cuerpo eran pequeñas corrientes del placer recidual de su orgasmo.

Sus respiraciones eran irregulares y sus músculos estaban tan relajados que a penas podían removerse. La habitación apestaba a sudor y a sexo, pero era magnífico, como una sensación de plenitud que ni Yeonjun ni Beomgyu habían experimentado en su vida.

—Eres muy sexy en el sexo —dijo Yeonjun después de un rato— a los quince me hubiera corrido de solo escucharte decir que amas mi polla.

—Mi trabajo es ser sexy.

Ese comentario hizo a Yeonjun empezar a replantearse cosas, y Beomgyu se dió cuenta de el mayor estaba mal interpretando sus palabras.

—No estaba actuando —aclaró con seriedad—. Nunca hice esto con un cliente antes, y lo disfruté de verdad.

Esas palabras fueron suficientes para calmar al pelinegro. Pero aún así su pulso seguía trotando por la actividad que acababan de hacer juntos.

Adrenalina y dopamina aún corriendo por sus venas.

—A mi también me ha gustado, eres el hombre más lindo con el que he estado.

Ese halago hizo ronronear a Beomgyu.

Lo miró a los ojos con deleite y pereza.

—Debo volver al trabajo, seguramente ya se ha acabado tu tiempo y se supone que debo tomar el puesto de Kai.

—Cierto, lo siento.

—¿Por qué te disculpas?

—Esto quizás es más de lo que debía obtener por lo que pagué.

—Esto —hizo enfasis en la palabra— es un acuerdo mutuo en el que los dos salimos beneficiados.

—Cierto, nada de prostitución.

Y a pesar de no ser en sí una broma, Beomgyu sí que se rió.

—Mi jefe nos deja apagar las cámaras solo si queremos hacerlo por nosotros mismos, en realidad aquí casi nadie lo hace.

—Entiendo...

Yeonjun lo dejó levantarse y volver a colocarse sus prendas mientras él se arreglaba su ropa desaliñada.

Cierto, había tenido sexo completamente vestido mientras que Beomgyu se había quitado todo. Y había sido jodidamente caliente.

Una fantasía.

—Esto... ¿Esto es solo algo de una noche? —preguntó al menor.

Beomgyu se estaba colocándo el top y volteó a mirarlo.

—Bueno —formuló con una sonrisa coqueta— podrías venir otro día y averiguarlo.

—Por supuesto que lo haré —asintió— Y quizás... ¿Podría obtener tu número?

Beomgyu se acercó y dejó un beso corto sobre sus labios, eso volvió a disparar su corazón.

—Nos vemos la próxima semana, Yeonjun —dijo dando un guiño y marchandose.

Definitivamente Yeonjun volvería, apenas lo había perdido de vista y ya quería volver a verle.

Había sido una noche alucinante.

.

.

.

hAlo

Siempre digo que ya no voy a escribir más smut y termino haciéndolo de nuevo...

Desde hace tiempo quería tomar de inspiración esta escena de la película Closer, so uwu (no es una peli nopor, cochines)

Recuerden que me da mucha flojera corregir estos OS, así que si por ahí dice "pollo" en vez de "polla" ya saben xd Lo mismo si un personaje pasa de tener el cabello de un color y luego otro. Cosas de escribir en la madrugada u.u

Y vamos a fingir que no subí esto porque quiero que el universo me premie y actualicen por lo menos una de mis fics fav </3

Igual les quiero mucho ya saben, aunque yo misma no actualice HEHE

Nos leemos por ahí~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro