𖥻 死 ⤸ ▐ 01
• . 𝗢𝗢𝟭 ✦ | » ɢᴏᴅ ᴏғ ᴅᴇᴀᴛʜ . •
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Un chico alto de cabello negro entró apresuradamente en aquel gran e iluminado despacho lleno de cristaleras.
—Buenos días Señor Yeomna, ¿me solicitó?
—Te he dicho mil veces que puedes llamarme Beomgyu.
—Disculpe, señor Beomgyu.
—No pasa nada, intenta acordarte la próxima vez. Te llamé porque quiero que me digas el informe de hoy.
—Veamos —el chico alto sacó unos papeles de la carpeta que traía en la mano—. Hoy hubo mucha actividad en Busán, y parece que el escuadrón encargado lo ha manejado bastante bien.
—¿Muchos ancianos?
—No, derrumbe de un edificio. Exactamente 128 personas fallecidas, de entre 26 y 50 años.
—Debió ser mucho trabajo, dile al escuadrón de Busán que pueden tomarse un descanso hasta mañana.
—Lo haré —el chico sacó otros dos folios de la carpeta—. Por cierto, nos llegaron dos casos irregulares. Mireuk dijo que hoy es el último día para completarlos.
—Ahh, que cansino, se olvida entregarlos y por su culpa debo trabajar rápido... dame eso —el castaño se levantó de su cómodo asiento, tomó con molestia ambos papeles y leyó los títulos en voz alta—. "Choi Yeonjun (22), accidente automovilístico", "Hwang Hyunjin (21), atropello" es lo único que necesito saber, me encargaré de ellos.
—Ya ni siquiera te dignas a leer más sobre ellos.
Beomgyu dejó los papeles en la mesa de manera un tanto agresiva y sus ojos rubí se tornaron más rojizos de lo normal. —Soobin.
—Lo siento, pero leí la ficha de esos dos y... son jóvenes con una larga vida por delante, ellos no merecen morir...
—Ya hemos hablado muchas veces sobre esto, mi respuesta siempre será la misma. ¿Sabes que puede pasar si siento empatía? Le perdonaría la vida a muchas personas inocentes que murieron por injusticias y me metería en un lío tan grande con la junta de deidades que hasta me podrían quitar mi puesto como el dios Yeomna. Mueran o no, es cosa del destino, al final solo me encargo de que sus almas lleguen a la puerta espiritual, yo no tengo porqué intervenir.
Soobin miró al suelo y apretó sus puños con frustración. Entendía porqué Beomgyu no podía hacer nada, pero le molesta demasiado la actitud que este tiene cuando se trata de casos irregulares.
Soobin cree que estos podrían seguir viviendo si Beomgyu no se quedara simplemente esperando a que mueran. Al ser irregulares debe vigilarlos hasta que eso ocurra, pero él, como deidad de la muerte, puede interactuar con cualquiera que esté cerca de esta sin problema alguno. ¿Tanto le cuesta decirles, 'Cuidado al conducir' y 'Mira antes de cruzar'? podría salvarlos si tan solo les avisara.
Y es que Beomgyu nunca se molestaría en ayudarlos, no quiere involucrarse para nada con los mortales que debe tratar porque al final todos siempre ruegan por sus vidas, así que simplemente completa su trabajo absteniéndose a mantener cualquier conversación trivial con ellos durante el proceso.
El anterior Yeomna, Jung Hoseok, siempre fue muy cariñoso con los mortales, haciendo que estos se aprovecharan de su linda e infantil personalidad para que Hoseok les dejara vivir, lo que le causó problemas graves con la junta de deidades cuando dejó vivir a un criminal que había sido condenado a muerte.
Actualmente, Hoseok no existe. En su momento le dieron el peor castigo divino posible: convertirlo en un simple mortal y dejarlo a su suerte.
Beomgyu aún lo recuerda como si hubiese ocurrido ayer, aunque pasó hace siglos.
Desde que tiene uso de consciencia ya estaba siendo el dios de la muerte. Luego le explicaron lo ocurrido con el anterior y ahí, Beomgyu, invadido por la curiosidad, investigó y vigiló a Jung Hoseok en su nueva vida como mortal.
Había pasado de un dios poderoso y respetable a un simple humano viviendo en pésimas condiciones, y todo por su linda actitud hacia otros, la cuál persistía aún siendo humano.
Beomgyu no entendía porqué era así, y le parecía muy patético. ¿Cómo alguien tan innecesariamente amable llegó a ser el dios de la muerte? era algo que se preguntaba cada vez que Hoseok, siendo un completo vagabundo, dejaba de lado su propio bienestar para darle la poca comida que encontraba a perros callejeros, ancianas sin hogar o niños huérfanos que vivían por las calles.
Con tan solo 35 años de vida como mortal, Jung Hoseok finalmente fallecería por culpa de una diabetes severa no diagnosticada causada por la desnutrición, y fue el mismo Beomgyu quien se encargó de guiar su alma al mundo espiritual.
—¿Eres el nuevo Yeomna? muy cool~, encontraron a alguien joven —le había dicho el alma de Hoseok una vez Beomgyu fue a por él. Normalmente las almas salían del cuerpo como pequeñas bolas de fuego azul, pero la de Hoseok era amarilla. Esto sorprendió a Beomgyu, aunque supuso que sería por ser un ex-dios.
El castaño, en vez de responderle, fue directamente al punto por el cuál sentía curiosidad. —¿Puedo preguntar por qué?
El alma de Hoseok giró un poco simulando confusión. Incluso después de fallecer y siendo una simple entidad sin rostro, seguía viéndose amable e inofensivo. —¿Por qué?
—Sí, ¿por qué hacías las cosas mal aún sabiendo las consecuencias? lo tenías todo, pero dejaste que eso se fuera a la mierda por no hacer tu trabajo y evitar muchas muertes que estaban destinadas. Me gustaría saber el por qué de sus acciones.
—Mmmmmhhh, no hay un por qué en sí, simplemente disfruto ayudar a los demás.
—No lo entiendo.
—¿Puedo saber tu nombre real?
—Beomgyu, Choi Beomgyu.
—Beomgyu, a veces lo correcto es algo que uno mismo percibe, y esto puede llegar a ser contradictorio a las normas establecidas. Para mi era correcto salvar a esas personas de una muerte temprana.
El castaño frunció el ceño aún sin poder entender algo, todo le estaba pareciendo muy irracional. —Pero usted salvó vidas que no merecían vivir.
—¿Eso es lo que dicen en los cielos? se tomaron muy en serio lo de darme mala reputación, ¿uh? —el alma rió. Aunque era un tema serio no parecía afectarle mucho. —Siempre investigué muy bien a los humanos que tenía que tratar, ayudaba únicamente a los que realmente lo merecían, entre ellos inocentes que morirían injustamente o enfermos con sueños y lindas familias que sufrirían mucho por sus partidas.
—Eso va en contra de sus destinos establecidos.
—No es así, hice mi trabajo de manera responsable, solo que lo hacía a mi manera, una que no gustaba nada al resto de dioses. El destino está escrito, pero este puede ser cambiado manualmente.
—Cambiar el destino puede traer consecuencias fatales.
—No siempre es así, depende mucho de la persona. Fui muy selectivo a la hora de cambiar destinos, solo lo hacía con los que no tendrían consecuencias, ni siquiera me arriesgaba a ayudar a los que tenían consecuencias mínimas por si causaba un efecto mariposa.
—¿Por qué ayudarlos en primer lugar? aunque no hayan consecuencias, sigue siendo un delito para la junta de deidades.
—Valía la pena ser un criminal si luego podía ver como esos mortales eran felices.
—No entiendo su forma de pensar...
—¡No hace falta entender nada~! algún día encontrarás a alguien al que realmente quieres ayudar, será ahí cuando empieces a tener tu propia percepción de lo que es 'hacer lo correcto'.
Beomgyu, cansado de las —según él— estúpidas palabras de Hoseok, decidió finalizar ahí la conversación.
Tomó el alma con sus manos, notando como esta era bastante cálida a comparación con las demás. Y tras varios minutos caminando hacia el cielo, finalmente lo soltó en la puerta del mundo espiritual.
—Mucha suerte con todo, espero que te vaya bien —fueron sus últimas palabras antes de pasar por la puerta.
Beomgyu lo tenía claro; no seguiría los pasos de Hoseok, no quería ese mismo destino, no quería convertirse en un simple mortal y acabar muriendo. Curioso, ¿no? el dios de la muerte evitando morir.
Aunque de todo eso sí hay algo que entendió a la perfección: Jung Hoseok era alguien muy amable y empático, dos cualidades que no son compatibles para alguien que trabaja por y para la muerte de las personas. Pero eso sí, Hoseok tenía un carisma admirable, y Beomgyu está seguro que si él hubiera sido el dios de la vida habría tenido un final completamente distinto.
¿Tan mal trabaja la junta de deidades para poner a alguien tan brillante como él en un puesto tan oscuro como ser el dios de la muerte? la respuesta es si, no sabe como elegían a los dioses pero viendo los que habían y quienes eran estaba seguro de que salían al azar. Aunque a Beomgyu no le importaba mucho porque fue lo suficientemente afortunado como para que lo eligieran, y se ve más capacitado para ese puesto que Hoseok.
Se prometió hacer un gran trabajo, y es así como durante todos estos siglos pudo establecer su propio santuario en el reino sagrado de los cielos, contando con muchas entidades celestiales trabajando para él, entre ellas su molesto pero servicial secretario Soobin. Después de todo eran muchos fallecimientos diarios, no podía hacerlo solo y solicitó ayudantes. Estos se encargarían de las muertes premonitorias y momentáneas, casos donde el sujeto morirá si o si; mientras que Beomgyu se encargaba del papeleo, mantener el santuario y de los casos irregulares, los cuales se daban cuando una anomalía en el destino no dejaba claro si la persona moriría o no.
Sabiendo eso, volvamos a la actualidad.
Beomgyu había descendido al mundo mortal para encargarse de Choi Yeonjun y Hwang Hyunjin, los cuales al mirar la dirección donde podrían ocurrir sus muertes en sus respectivas fichas y viendo que eran prácticamente a la misma hora, Beomgyu supo que ambos estarían involucrados en el mismo accidente.
Se sentó tranquilamente en uno de los bancos frente a la carretera para volver a revisar si estaba en el lugar correcto.
Se sintió algo molesto cuando el excesivo ruido de los coches le impedían concentrarse. Cada vez que bajaba al mundo mortal comprendía menos cómo es que Hoseok estaba feliz ahí con tantos sonidos molestos.
—Kkami, no tires de la correa, llegaremos pronto al parque.
Ahí estaba, Hwang Hyunjin paseando a su perrito. Beomgyu guardó las fichas y comprobó el reloj, quedaba menos de un minuto para el supuesto accidente.
—¡Kkami! —el perro se había soltado de la correa y cruzó la carretera, ignorando por completo los gritos de su dueño.
Y ahí llegó Choi Yeonjun, intentando frenar el coche que manejaba para no herir al chico que iba tras el perro, aunque el freno repentino hizo que el auto derrapara y se desviara hacia la zona boscosa, impactando fuertemente contra uno de los grandes árboles.
Beomgyu se acercó a Hyunjin, cuando el vehículo había derrapado no le dio tiempo a esquivarlo correctamente y uno de sus pies fue aplastado por la rueda, causándole un desmayo por la mezcla del shock y el dolor. Y sí, fue un simple desmayo, su alma no salió por lo que seguía vivo.
En cambio, Choi Yeonjun no tuvo esa misma suerte.
Beomgyu se acercó al coche, viendo la explícita escena del chico teniendo media cara deformada por el cristal roto que había impactado en esta con el airbag haciendo que los cristales se introdujeran más en su ahora sangrienta piel. No era el primer accidente automovilístico que presenciaba, así que ya estaba más que acostumbrado a ello, aunque no puede negar que le costó mucho acostumbrarse.
Ahí, la pequeña alma azul de Yeonjun salió del cuerpo inerte, haciendo oficial su muerte.
—Casi atropello a alguien, ¡que susto! —esa linda y divertida voz provenía de la bolita de fuego.
—No lo atropellaste pero si sufrió daños.
—¡¿Qué?! ¡Debo llamar a una ambulancia! Mi teléfono, mi teléfono, ¿dónde está mi teléfono? —el alma de Yeonjun se puso a dar vueltas por el coche y Beomgyu rodó los ojos porque el chico aún no se había dado cuenta de la situación.
Empezó a hacer una cuenta atrás en su mente de cuánto tardaría en enterarse, y al llegar a cero, Yeonjun gritó.
—¡¿Qué diablos me pasó?! ¡Estoy sangrando mucho...! espera... ¿Qué hago fuera de mi cuerpo? —aunque las almas no tuvieran rostro, por el tono de voz y los frenéticos movimientos que hacía era fácil notar que estaba alarmado.
—Moriste —soltó Beomgyu con su usual tranquilidad.
—¡¿Qué?! no, no, no, debe haber un error. ¿Y quién demonios eres tú?
El castaño suspiró cansado. Odiaba tener que hablar con las almas pero estaba obligado a, como mínimo, avisarles que habían muerto.
—Soy quien te va a llevar a la puerta espiritual.
—¿Y qué me pasará allí?
—No lo sé, no me interesa.
—¡Me niego a morir! ¡Devuélveme a la vida!
Beomgyu volvió a suspirar cansado. Todos reaccionaban igual, y se volvían muy difíciles de tratar.
Sin nada más que decir, intentó tomar el alma de Yeonjun, pero este se alejó rápidamente, huyendo lejos de él. Ahí el castaño supo que era uno de esos molestos casos donde debía haber una innecesaria persecución que solo le haría malgastar su valioso tiempo.
—Ven aquí, idiota, tengo que completar mi trabajo.
—¡¡Nooo!! ¡¡No quiero morir!!
—Nadie quiere, duh —viendo que no lo alcanzaba tuvo que recurrir a sus poderes de deidad y atraparlo por sorpresa—. Te tengo.
—¡¡Noooooo!! ¡Suéltame, debo volver a mi cuerpo y seguir viviendo!
—Ya no puedes vivir, idiota —se guardó las ganas de decir que debió conducir con más cuidado porque realmente no fue su culpa, el semáforo estaba en verde y fue el perro quien salió de la nada. Por muy injusto que fuera, no había vuelta atrás, el daño ya estaba hecho, otra prueba más de las injusticias del mundo donde incluso los mortales podrían morir de la noche a la mañana aún si hacían las cosas bien, injusticias que a Beomgyu no le causan ni un mínimo sentimiento de misericordia.
Yeonjun iba a seguir insistiendo, pero unos ladridos llamaron la atención de ambos. Al mirar de donde provenían, vieron otra alma muy pequeñita de color blanco.
Entonces el perro también murió, pensó Beomgyu, y es que cuando el coche derrapó no hizo especial daño al tal Hyunjin, pero se ve que si alcanzó a atropellar al pobre cachorro.
—¡Déjame volver, mañana tenía algo importante! —forcejeó el alma de Yeonjun, pero Beomgyu lo tenía bien sujetado.
El castaño ignoraba a Yeonjun mientras atendía al cachorro. —Kkami, ¿no? —preguntó, recibiendo un ladrido como respuesta. —No suelo tratar con animales pero ya que estás aquí te vienes conmigo.
No hizo falta tomar el alma del animal porque este le estaba siguiendo obedientemente. Es por eso que los animales eran más satisfactorios de tratar que los humanos; son tan despistados que ni siquiera son conscientes de que han muerto, así que lo seguían con normalidad sintiendo la gran autoridad de Beomgyu. Aún así, no quería encargarse de ellos porque le quitaban tiempo, por eso se lo suele dejar a sus ayudantes.
Durante el camino hacia la puerta espiritual, Yeonjun estuvo todo el tiempo llorando y quejándose, agotando lentamente la paciencia de Beomgyu.
—¡Debo vivir, en serio, mañana había quedado con un amigo, tenemos una audición muy importantísima para nuestro futuro!
—No me interesa, y que conste que ya no tienes futuro.
—¡Si lo tengo! ¡Suéltame, quiero vivir, mi familia, mis amigos, todos...! —en este punto Yeonjun se había calmado un poco—. Dios, por favor, ayúdame... —dijo y empezó a rezar.
¿Cómo le explico que ese "Dios" al que llama no ayuda a nadie?, se dijo Beomgyu en su mente. Al final optó por no decirle nada.
Viendo que no funcionaba, Yeonjun pasó de tristeza a molestia, estaba siguiendo al pie de la letra lo que Beomgyu llama 'Bipolaridad Post Mortem', algo extremadamente molesto que debía soportar.
—¿No puedes darme aunque sea un día para despedirme? ¿¡Tan cruel eres!? ¿Y por qué diablos el alma del perro es blanca y yo soy una simple bola azul? ¿Acaso son racistas? ¡¡Exijo hablar con tu jefe!!
Beomgyu ya estaba cansado de aguantarlo, su paciencia había terminado, y como consecuencia sus ojos rojos empezaron a tener un leve brillo de ese mismo color mientras un aura oscura lo rodeaba, asustando bastante a Yeonjun.
—Escúchame bien, pedazo de mierda, yo soy el jefe. Si el perro tiene un alma linda es porque se trata de un ser puro e inocente, no como tú, no como los putos humanos en general, que sois todos pura escoria. Ahora mantente callado de una maldita vez y deja de contarme tu puta vida porque no me interesa —explicó utilizando su voz del inframundo, la cual es más intensa e intimidante que su dulce voz normal.
Yeonjun se sintió lo suficientemente intimidado y asustado como para obedecer y mantenerse callado lo que quedaba de camino, cosa que hizo a Beomgyu sonreír victorioso, agradeciendo mentalmente que el alma del perro no se asustara por lo ocurrido.
Una vez llegaron al destino, Beomgyu señaló a la puerta y Kkami pasó a través de esta sin dudar.
Por otro lado, Yeonjun lo pensó un poco más.
—¿De verdad no sabes qué me pasará cuando cruce? —preguntó dudoso al mirar la puerta.
—Solo entra de una vez.
—Vete a la mierda, eres muy borde, como me dejen darte reseñas pienso hundirte —fue lo último que dijo antes de desaparecer al pasar la puerta.
Beomgyu rodó los ojos. Solo era uno más de los que lo maldecían antes de desaparecer, por eso le costaba mucho sentir pena por ellos, aunque ha pasado tanto tiempo haciendo lo mismo que estaba en un punto donde ni el alma de los perros, siendo inocentes y tranquilos, podían causarle algún tipo de sentimiento. Total, nunca más los volvería a ver.
Es cierto que no sabía con exactitud lo que ocurriría con ellos una vez entraban, lo único que sabía es que al cabo de unos días desaparecían por completo del lugar. Por eso Beomgyu piensa que ese lugar es realmente un basurero dónde desechar las almas. Algo cruel al contrario del supuesto mundo idílico de después de morir que los mortales solían idolatrar, una gran mentira creada por ellos mismos y seguramente la razón por la que Hoseok salvó vidas. Probablemente no quería que las almas tuvieran ese fatal final y siguieran imaginando cosas que no son.
Al terminar los casos irregulares, Beomgyu volvió a su despacho como si nada hubiera ocurrido y comenzó a redactar los informes para poder archivarlos.
"Hwang Hyunjin (21), vivo. Estuvo a punto de ser atropellado pero el vehículo no lo alcanzó lo suficiente como para matarlo".
"Choi Yeonjun (22), fallecido por accidente automovilístico junto al perro de Hwang Hyunjin, que fue atropellado. Ambos fueron enviados al mundo espiritual exitosamente".
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