¿Sorprendidos? Yo también lo estoy, sobre todo porque mis lectores recurrentes ya conocen mis opiniones sobre Sunshine. Sin embargo, llegó una nueva historia a mi cabeza y pensé que el KananMari sería la pareja perfecta para protagonizarla.

Hace años, ella volvió a aparecer después de mucho tiempo en el extranjero, únicamente para arruinarme la vida.

Siempre viví en la riqueza, y aunque mi padre se la pasaba fuera del país, se las arregló para demostrarme que le importaba. Llegó a complacer muchos de mis caprichos, incluyendo el que me convirtiera en la directora de mi escuela mientras aún era estudiante. Incluso, con la amenaza de cierre y la posibilidad de que mis amigas terminaran sin un lugar para educarse, me dio algo más de tiempo para evitarlo. No lo logré, pero a pesar de eso, pude probar que soy capaz de luchar por lo que quiero y creo, incluso si el resultado no es el deseado.

No voy a negarlo: amo el dinero y los lujos. No obstante, en mi vida pude conseguir cosas igualmente valiosas, llámense mis amigas y mi preciosa novia, a quien conozco desde la infancia y que viene de un ambiente muy distinto al mío. Sobre esta última, sin ir más lejos, le molesta que intente pagar por sus cosas, aun cuando así trato de mostrarle mi amor. De todas formas, a pesar de que Kanan no me deja consentirla, su actitud y modo de ser me muestran que nuestro amor es uno real y desinteresado. Muchos dirían que somos una especie de pareja de cuento de hadas, pero yo no lo veo tan así; Kanan ya me dijo que pretende seguir trabajando en su tienda de buceo cuando nos casemos. Yo le digo que por lo menos me deje hacerle un poco de promoción.

Mi chica es una mujer que privilegia el amor por sobre el dinero, no como otra mujer que conozco, que considera que el dinero y el amor son equivalentes. Ella es de quien hablé al principio:... mi propia madre.

Sé que dije que me gusta ser rica y no me voy a desdecir. El punto es que, a diferencia de mi padre, mi madre creía que podía controlar cada aspecto de mi vida, intentando convencerme de que todo lo que hacía nos ayudaría a ganar una mayor fortuna, sin consultarle a nadie sobre sus acciones; por lo menos papá me dejaba decidir sobre algunas cosas. Volviendo con mi madre, intentó arreglarme un matrimonio mientras estudiaba en Italia con un tipo al que nunca conocí (menos mal en ese momento mi Kanan y Dia estaban pasando unos días conmigo y me ayudaron a aguantar el golpe), al punto de que engañó a mis demás amigas para encontrarme. Convencerla de desistir de sus planes no fue fácil, pero al final mis amigas, mi novia y yo lo logramos mediante el canto y el baile. Aun así, quedó una sensación amarga en mi corazón. Agradezco tener a Kanan en mi vida, porque ella fue mi principal apoyo después de eso; varias veces me vio llorar y tuvo que confortarme. Juro que si me dieran a elegir entre las estatuas mías que tengo en mi hotel y ella, la elegiría a ella en cualquier circunstancia.

Regresando a lo ocurrido con mi madre, a pesar de los años que han pasado desde ese evento, nuestra relación sigue siendo más bien distante; ayuda que ella siga viviendo mayormente en el extranjero. La he visto un par de veces en algún evento importante, pero apenas intercambiamos la palabra. Como ya soy adulta, no puede controlar lo que hago: ni mis negocios ni mis romances, dos cosas en las que, por cierto, me va bastante bien: el hotel recibe a más gente que nunca y con Kanan tenemos planes de boda.

Yo sí quería el dinero, pero más el cariño y la libertad. Madre, tú no entendiste eso. A pesar de todo, no te guardo rencor. Ahora soy una mujer feliz. Muy, muy feliz.

Muchos saben que me gusta escribir historias basadas en canciones (en este caso, la base es «Soldi», del italiano Mahmood). Sin embargo, en este caso la inspiración fue un poco más forzada: quería crear algo con dicha canción desde hacía un tiempo. Cuando finalmente lo logré, me di cuenta de que la historia calzaba más con Mari que con un personaje como Maki, por ejemplo, todo gracias a su madre. Ojalá me haya salido bien.