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―prólogo

YELLOW───prólogo
el destierro de una vanir.

―PUEDO CAMINAR SOLA, gracias.

            Ella se sacudió para deshacerse del agarre de los guardias que la estaban escoltando al interior del Palacio Real de Valaskjalf. Habían estado enterrando sus dedos en sus huesudos hombros como si ella hubiera entrado blandiendo un cuchillo y declarando guerra contra la familia real. En un principio se vieron reacios a soltarla, pero finalmente cedieron. Continuaron su camino a una distancia prudente de la forastera, siempre alerta a sus movimientos y recelosos por sus motivos.

            En poco tiempo se vieron de pie frente a un alto portón que imponía importancia en detalles dorados que se entrelazaban infinitamente a lo largo de esta. Era ostentoso y evidentemente trazado a mano. Uno de los guardias lo abrió con un sonido hueco que retumbó en las paredes de todo el lugar, lentamente dándoles la vista del formidable trono de Asgard.

            La joven sintió su respiración atraparse en su garganta. En un deje nervioso deslizó sus manos por su vestido, limpiando el sudor de sus palmas, y formó un par de puños atrapando parte de la tela en estos. Debía de buscar una manera de verse cordial y diplomática, aunque dentro de sí ella sintiera todo lo contrario. En su mente, las palabras y los actos nacidos del terror o de la desesperación no le parecían provenir de un lugar confiable. Desafortunadamente, ella se veía en la penosa situación de darse a conocer como una persona de fiar, mientras moría de terror y desesperación.

            Retomó su caminar cuando los guardias lo hicieron, pero estos se detuvieron a mitad del largo corredor que los guiaba hasta la presencia del aclamado Odín. Guardaron distancia por precaución, lo cual era inteligente.

            ―Su majestad, una vanir ha venido a solicitar una audiencia con usted. Alega conocerlo, así como usted a su familia ―anunció uno de los guardias con un profundo tono de voz que el aludido indudablemente escuchó con claridad.

            ―¿Ha establecido el motivo de su visita?

            ―No, su majestad. ―La joven se acercó a susurrarle algo al portador de voz para que él repitiera―. Insiste en la discreción y urgencia del asunto que desea manejar.

            Odín escrutó a la escuálida joven con la mirada, quien comenzaba a remover su interés. Había un aire de familiaridad en ella, además de que no veía cómo es que  podría presentar algún riesgo severo.

            ―Su petición será concedida. Nos pueden dar algo de privacidad.

            Sus custodios obedecieron con una reverencia, alejándose de la foránea para ponerse en guardia en la parte trasera de la habitación. La vanir se sintió desprotegida, a pesar de que momentos antes estuviera despotricando contra la formación de hombres que la había acompañado a cada paso que daba. El silencio retumbó tanto como las palabras hacían ahí dentro. Odín la miró pensativo hasta hacerle un gesto con la mano.

            ​​―Puedes acercarte.

            Ella reunió valor para comenzar a dar pasos hacia el frente y alcanzar una distancia más prudente del hombre. Jamás había estado bajo su presencia y no sabía si la intimidación venía de todas las historias sobre el gran Odín o del parche que portaba sobre su ojo derecho.

            ―Saludos, su majestad ―habló con una reverencia, haciendo su voz lo más clara posible―. Mi nombre es Halia Freyrsdótter, princesa de Vanaheim. Me parece que usted, mi padre y mi tía tienen historia juntos.

            El rey se congeló en su lugar al reconocer a quién tenía enfrente. Había crecido tanto desde la última vez que la había visto. Rubia y delgaducha, pero con una feroz mirada que se le asemejaba terriblemente a sus familiares. Su padre Freyr, dios del sol y la fertilidad, tomó la posición de Rey de Vanaheim junto a su esposa; la jotun Gerda. La gemela de Freyr, tía de Halia, se llamaba Freyja: diosa del amor, el sexo, belleza y la fertilidad. Ambos habían sido piezas importantes para la consolidación de la paz entre Asgard y Vanaheim, además de aportar fuerza armada para lograr encontrar la paz con todos los reinos restantes.

            No había recibido una visita de los vanir en un buen tiempo, así que ahora la duda saltaba: ¿qué hacía la pequeña en su presencia?

            ―Estás en lo correcto. Freyr y Freyja son amigos cercanos de la familia real, es un gusto contar con tu visita.

            ―Lamento que nuestra reunión deba ser bajo estás premisas, pero traigo malas noticias, alteza. No tenía contemplado ser yo la mensajera, pero debido a lo reciente de los acontecimientos, me veo en esta posición. ―Halia entrelazó sus manos frente a ella intentando que no se notara el temblor en sus dedos. Ni siquiera había terminado de procesar la situación ella misma, pero no tenía el lujo del tiempo para esperar a hacerlo―. Mis padres están muertos.

            El ceño del rey se frunció y entreabrió los labios ante la sorpresa.

            ―¿Qué sucedió?

            ―Como usted probablemente sabrá, hace mucho tiempo mi padre tuvo que renunciar a su espada para poder consolidar su matrimonio con mi madre.

            ―Summarbrander ―confirmó el hombre.

            ―Sí, la espada de verano, señor. Pasaron años en los que él sintió la carencia de su protección, pero terminó por desesperarse ante tal estado de vulnerabilidad. Decidió valerse por sí mismo, enfrentándose a. . . ―La joven se tragó el nudo en su garganta tan rápido como éste se formó ante la frescura del recuerdo de la tragedia. Carraspeó y empezó de nuevo la oración―: Mi padre decidió valerse por sí mismo, enfrentándose a Sutr. Y perdió.

            ―¿Sutr? ¿Por qué se enfrentaría a él? ¿Qué buscaba? ―cuestionó con confusión, siendo golpeado por la sobrecogedora noticia. La joven rubia lo miró con grandes ojos cristalinos con las palabras atoradas en su boca. Odín llegó a la respuesta de su propia pregunta solo―: Ragnarok.

            Ella asintió, apretando sus puños tan fuerte que sus uñas se enterraban en sus palmas.

            ―Mi padre tenía delirios de evitar Ragnarok. Ingenió un plan que él estaba muy seguro de que funcionaría ―explicó con un hilo de voz, una mano sobre la otra posadas a la altura de su estómago.

            El rey compartió su pesar con la pequeña que parecía estar utilizando todas sus fuerzas para mantenerse firme.

            ―¿Y tu madre?

            ―Mi madre murió a manos de mi tía. . . De Freyja ―se corrigió―. Ella la culpó por la muerte de mi padre y decidió tomar la venganza en sus manos. No pudo manejar la pérdida.

            Odín pasó una mano por la parte superior de su boca, asimilando el cambio de escenario para los Vanir y quizás las repercusiones que esto podría tener en Asgard. Esperaba que ninguna negativa.

            ―Mi más sentido pésame por tu pérdida, Halia. Agradezco la notificación, no tardaremos en encargarnos de las posibles represalias.

            Pero ella no se movió. Alisó su falda nerviosamente y carraspeó nuevamente.

            ―Hay otra cuestión que me gustaría tratar con usted, majestad.

            ―Bien, ¿cuál es esa otra cuestión?

            Halia alzó su barbilla bien alta, arreglando su porte para hacerse ver más alta.

            ―Freyja ha tomado el trono ahora. Me ha desterrado de Vanaheim. No puedo decir que comprendo el razonamiento detrás de su decisión, pero la realidad es que. . . No tengo a dónde ir. ―Ella sintió su corazón romperse. Jamás en su vida había rogado por algo, pero en cuestión de horas había pasado de ser la princesa de Vanaheim a no tener lugar en el mundo―. Venía a pedirle estancia en Asgard. Mi padre solía hablarme de las aventuras que pasaron juntos, así que se lo pido como favor en su nombre. En caso de que acepte, estoy dispuesta a ganarme un lugar digno en su reino; podría contribuir con un perfil lleno de cualidades buenas. De no ser así, aceptaría también su decisión. Considero también estar  calificada para arreglármelas sola.

            Halia intentó decir todo lo más honorable posible, protegiendo la poca dignidad que quedaba en ella y su nombre.

            El rey tomó un momento para evaluar al individuo que tenía frente a sí. Se preguntaba cómo es que la heredera de Vanaheim había terminado en tal situación, así como el por qué Freyja tomaría la decisión de desterrarla. Según sus memorias, la diosa se encontraba extasiada ante la llegada de su sobrina al mundo. ¿Qué había cambiado?

            Había algo en la pequeña. Una luz que se asomaba en esos ojos, algo familiar y atrayente. Veía potencial que él no estaba dispuesto a desperdiciar deliberadamente.

            ―Tu padre designó su vida para el bien común de nuestra sociedad. Vivió con honor y me considero en deuda a su sacrificio. Lo menos que podría hacer es recibirte en Valaskjalf.

            La rubia sintió sus ojos picar, mientras sacaba el aire que no sabía que estaba reteniendo por la boca. Sus manos se estaban entrelazando tan fuertemente, que sus nudillos comenzaban a tornarse blancos. Tomó un profundo respiro para ahuyentar el nudo en su pecho y bajó su cabeza en una nueva reverencia.

            ―Gracias, su majestad. Le presento mi más sincera gratitud.

            Odín alzó una mano para señalar a un par de vigías que se encontraban a los costados de unas puertas a su izquierda.

            ―Guardias ―pronunció como si esta palabra en sí fuera una orden; misma que ellos obedecieron al ocuparse en girar los pasaportes del umbral que custodiaban.

            En cuanto las puertas se abrieron de par en par, dos figuras se tropezaron entre sí hasta caer en seco sobre los pisos de mármol de esa habitación. Estos dos se empujaron el uno al otro entre quejidos, mientras batallaban con ponerse de pie a recomponer un buen porte frente al rey, quien los miraba poco entretenido.

            ―Ah, vaya. ¿Estaban escuchando por las puertas, justo como ordené que no hicieran?

            El par se miró entre sí para después negar simultáneamente.

            ―No, padre ―rechazó uno de ellos, rubio e incapaz de ocultar una sonrisa traviesa en su rostro.

            ―Acabamos de llegar ―completó el de cabello azabache con preocupación en sus ojos sin compartir la evidente diversión de su compañero.

            ―Pues llegan justo a tiempo, así podrán escoltar a nuestra invitada a su nueva habitación en el ala este.

            El rubio pasó una lengua por sus dientes disimuladamente, mirando a Halia de arriba abajo con una pequeña sonrisa, mientras mecía su peso de adelante hacia atrás en emoción. Le encantaba hacer nuevos amigos. Las primeras impresiones eran lo suyo.

            Por su parte, el azabache se limitó a agachar su cabeza con vehemencia, aún preocupado por su irresponsabilidad al estar escuchando por las puertas de nuevo.

            ―Con gusto, padre.

            ―Muchas gracias, su majestad ―dijo como despedida la joven, dando una última reverencia antes de unirse a los dos chicos fuera de la habitación del trono de Odín.

            Halia había esperado que ese fuera un recorrido silencioso, pues en su mente lo único que quería hacer era estar sola. Ella solía ser platicadora y cálida con cualquier extraño, pero esa pequeña luz dentro de ella estaba apagada. Sin embargo, en cuanto las puertas se cerraron detrás de ellos, el rubio se adelantó hasta ponerse frente a ellos y caminar de espaldas con una sonrisa petulante.

            ―Hola, soy Thor ―se presentó vivazmente. Con un gesto de la cabeza señaló al otro muchacho―. Él es Loki, mi hermano. ¿Tú eres?

            Ella succionó sus mejillas disimuladamente sin abandonar su ritmo al caminar, a pesar de que provocaba que el rubio apresurara sus pasos de reversa.

            ―Halia Freyrsdótter ―respondió con voz apacible.

            Eso pareció llamar la atención del muchacho a su lado.

            ―¿Freyrsdótter? ―quiso confirmar.

            Ella asintió.

            ―Hey, yo he escuchado de tu padre. Es el dios del sol, ¿no es cierto? ―la cuestionó Thor con genuino interés.

            ―Era.

            Se sumieron en un silencio incómodo con solamente el sonido de sus pasos de fondo. Thor pareció estar asimilando la situación a su propio tiempo.

            ―Espera... ―murmuró antes de prácticamente gritar con incredulidad―: ¿Tú papá se murió?

            Loki lo empujó en el hombro con una mano, soltando un "ssshh" desaprobatorio. Él se sobó el golpe con una mueca y miró a la chica inocentemente. Halia miró al suelo y rodó los ojos en un gesto que pasó desapercibido.

            ―Sí, murió. También mi madre.

            ―¿Gerda también? ―volvió a exclamar en sorpresa y su hermano volvió a propinarle otro empujón―. ¡Auch!

            Loki se aclaró la garganta, mirando a la rubia a su lado con inquietud.

            ―Lo que mi hermano quiere decir es que lamentamos mucho tu pérdida.

            ―Gracias. Yo también lo lamento mucho.

            Thor dejó de caminar hacia atrás y volvió a acomodarse al lado derecho de la nueva. Tenía demasiadas ganas de preguntar por la mítica espada de verano, así como todas las leyendas contadas sobre el dios, pero no quería recibir otro empujón de Loki. Afortunadamente, no tardaron mucho en llegar a la entrada de la habitación de invitados de la sala este.

            ―Llegamos ―anunció Loki, entrelazando sus manos a su espalda.

            ―Esperamos que tu estancia aquí sea realmente placentera. Cualquier cosa que necesites podrás acudir con nosotros, Halia ―aseguró vehemente el rubio, intentando caer en el lado bueno de la nueva, mientras le abría las puertas de su nueva habitación—. También podríamos quedarnos, si deseas compañía.

            La rubia achicó los ojos en su dirección, desconfiando de su brillante sonrisa que buscaba complacerla.

            —No, gracias.

            —¿No?

            ―No, no me agradas mucho. ―No lo dijo con molestia o crueldad, simplemente lo pronunció como un hecho. Se giró hacia los ojos tranquilos de su segundo acompañante y le mantuvo la mirada un par de segundos más―. Gracias, Loki.

            Con esto, ella entró a la habitación y cerró la puerta tras ella. Los dos hermanos se quedaron estáticos en su lugar, observando la puerta como si ésta fuera a volver a abrirse en cualquier momento. Eventualmente se vieron de reojo y Thor pudo notar la sonrisita que se estaba formando en los labios del pelinegro.

            ―Ella... ―Loki estaba a punto de burlarse del hecho de que Halia no hubiera amado a Thor de buenas a primeras, pues sabía que sería un excelente golpe a su ego, pero su hermano lo interrumpió lo más rápido que pudo.

            ―Ella de seguro necesita su espacio. Ha tenido un largo día. 

            Dio un asentimiento de convicción ante su excusa para después emprender su camino lejos de ahí.

            ―Como tú digas, hermano ―culminó el azabache con un deje de diversión en su voz, siguiéndole los talones.
















(n/a) AYYYYY.
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decir. no olviden votar
y comentar que lo
apreciaría un montón.

¡espero les guste,
les mando buenas
vibras!

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