05. haakon
YELLOW───❝ capítulo cinco ❞
haakon
HALIA SE HABÍA CONFINADO EN SU HABITACIÓN, negada a recibir visita alguna por el resto de la tarde. Por más que el par de príncipes asgardianos hubieran merodeado constantemente por las afueras del dormitorio, lo único que consiguieron fue una rotunda reprimenda por parte de Bretta, la doncella de Halia.
La carta de Vanaheim se le fue entregada, como bien fue acordado. Según mencionaron algunos de los criados que sí habían sucumbido ante los encantos de Thor, la joven pronto había aprisionado los confidenciales papeles en una mano y recogido todas sus faldas en la otra para correr en busca del mismísimo Odín. A la llegada de su custodiada, el rey mandó a que las puertas de su trono se sellaran. Su encierro no fue prolongado. Parecieron haber alcanzado un tipo de acuerdo, pues posteriormente Halia fue escoltada a sus aposentos y el resto de los cuerpos de servicio se movilizaron con preparaciones.
Thor y Loki detestaban estar excluidos.
A la mañana siguiente, numerosas criadas desfilaron por los pasillos del palacio de camino al dormitorio de la vanir, todas dirigidas por la Reina Frigga. El resto del territorio real pareció sumirse en una quietud anormal. Los recurrentes susurros del personal flotaban por el techado, jamás llegando al oído de los desesperados príncipes.
Por su parte, Halia había recibido la instrucción de sentarse en una alta silla y ser buena chica, mientras una docena de mujeres pululaban a su alrededor con una variedad de funciones. Se le había concedido un riguroso baño de sales, seguido de una humectación proporcionada por los mismísimos aceites herbales de la Reina Frigga. El largo de su cabello fue cedido en su totalidad a un par de damas de buen gusto, que ahora se ocupaban de colocar delicadas flores entre las hebras doradas de su trenzado. En su cama descansaba un vestido naranja quemado; ahí tendido ella creyó que el color solo resaltaría la palidez de su complexión. Contrario a esto, una vez asentado a su figura, se vio sorprendida por las tonalidades que traía a sus labios y mejillas.
Cuando todas se encontraban puliendo los últimos detalles (perfumes, calzado, modesta joyería y palabras de sosiego), se les extendió una actualización de su presente situación.
─Nuestro invitado de Vanaheim ha llegado. Ha pedido una palabra con el rey y ahora se solicita la presencia de Halia Freyrsdótter.
No hubo grandes reacciones en la habitación; todas parecieron asentir con comprensión, reanudando sus establecidas tareas. Cuando el momento llegó a ser oportuno, Frigga deslizó uno de sus elegantes brazos por encima de sus hombros y se dispuso a encaminarla a su destinada reunión.
Cuando cruzaron las altas puertas de la Sala del Trono de Odín, Halia se topó secamente con la mirada de Haakon.
Este reencuentro vanir no era el que los asgardianos habrían esperado primordialmente. Una visita de la autora de su exilio, su tía Freyja, hubiera estado más prevista. En cambio ahí estaba él, hijo de nobles y mellizo de la mejor amiga de la infancia de Halia. Ya no se veía en lo absoluto como ella lo recordaba y él parecía saberlo; tomaba orgullo en ese hecho. Su altura se había duplicado, enmarcándose con la nueva anchura de sus hombros, su castaño cabello caía por ambos lados de su cara en ondulados mechones y su mandíbula se perfilaba con una novedosa barba que no era muy espesa. A pesar de todo el cambio, su mirada era la misma y eso fue lo que reconoció.
Para su propia defensa, Halia también había cambiado. Si se le preguntara, ella aseguraría que su estadía en Asgard había sido breve, pero esto sería una inocente mentira. El tiempo le había permitido perder la grasa infantil que antes suavizaba sus facciones. Los centímetros extra de altura le daban una longitud agraciada y su postura cargaba una nueva madurez otorgada por las pérdidas vividas.
Ambos sostuvieron sus miradas, inspeccionándose sin falsa discreción.
─Haakon Igorson ha solicitado una audiencia contigo.
Halia sabía que Odín no le estaba pidiendo su aprobación, siendo un rey perfectamente capaz de dictar bajo su juicio. Aún así, dentro de su pausa, ella se vio impulsada a dar un asentimiento.
─Les concederemos un momento, pero bajo ninguna circunstancia saldrán de esta sala, lejos de la vista de mis guardias ─afirmó, mientras se ponía de pie.
Halia no vio a los reyes abandonar la estancia, pues continuaba con la vista fija en su visitante, pero pudo escuchar las puertas retumbar con eco al cerrarse. Al instante, las comisuras de los labios del vanir se curvaron hacia arriba, mientras entrelazaba sus manos a sus espaldas para hacer una corta reverencia. En otras circunstancias, Halia lo habría encontrado gracioso. Sin embargo, por la naturaleza del momento, ella no podía abandonar la avalancha de preguntas que se alzaba con su presencia.
─Halia, que gusto verte bien ─rompió el silencio con una sonrisa de aire infantil─. Tova no ha parado de preocuparse por ti. Si habías salido de Vanaheim ilesa. Si en Asgard te encontrabas verdaderamente bien.
─Puedes decirle a Tova que estoy estupendamente y también puedes extenderle la misma cortesía ─Halia no mostró bajar sus defensas al expresarse, adentrándose más al centro de la habitación con pasos calculados que resonaban contra el mármol─. Pero no creo que hayas hecho tan largo viaje solo para asegurarte de mi bienestar en nombre de tu hermana. No después de tanto tiempo.
Haakon inclinó su torso en dirección a la joven, adoptando una postura que le adjudicaba la razón y demostraba arrepentimiento. La rubia había angulado su rostro de forma en que la luz del sol que se filtraba por las altas ventanas pudiera ajustarse a su perfil, encorvando ligeramente una de sus cejas ante su presencia.
─Espero no pienses que nuestras intenciones no son sinceras. Vanaheim ha sido un caos desde la abrupta pérdida de tu padre. Era muy querido por sus súbditos; reinaba con verdadera benevolencia.
─¿Y Freyja?
Él chasqueó la lengua con desaprobación.
─Haakon ─cortó ella con franqueza, frenando a unos pasos lejos de él─. Te imploro me indiques qué es lo que en realidad haces aquí.
El aludido alzó su mirada con una nueva osadía tiñendo sus ojos marrones.
─Vengo a pedirte que te cases conmigo.
Inmediatamente, Halia soltó una corta risa de incredulidad, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
─Por favor, sé serio.
Su postura no flanqueo.
─Halia, es momento de que regreses con tu gente. No los has olvidado, espero.
Ella frunció los labios con reticencia, pero eventualmente negó con la cabeza.
─Freyja es poderosa. Su aportación a los vanir no es tal para tomar con ligereza, pero ella no es la verdadera dirigente de Vanaheim ─expresó con las palabras de alguien que defendía lo que decía─. En cambio, tú sí lo eres. Entre el pueblo tu nombre todavía significa algo; un tipo de esperanza.
─Todo esto... ¿Qué tiene que ver con tu intrépida propuesta?
Haakon sonrió ladinamente.
─Freyja sigue sin desposar a nadie. Tradicionalmente es anticuado, pero la unión no ha dejado de ser un símbolo de fuerza.
─¿La unión? ─Halia saboreó las palabras en su boca sin ceder ante el vanir─. ¿Nuestra unión?
Él se irguió.
─Nuestra unión ─repitió como afirmación.
─¿Y por qué tú, Haakon? ¿Por ser el único en atreverse?
Haakon dio un paso en su dirección y Halia sostuvo su pie en su terreno.
─No dudó en que habrá más descarados que se crean dignos de contraer matrimonio contigo, Halia ─pronunció quedamente con una voz ronca, pero ella lo escuchó con claridad─. Más que eso, y me atrevo a un poco de arrogancia, puedo decir que soy una figura respetada entre los vanir. Tengo una reputación que me precede. Más allá de eso, no hay ninguna buena razón por la cual tenga que ser yo.
Haakon se estiró con lentitud precautoria y tomó de su mano enguantada. A pesar de tener el impulso de hacerlo, Halia no rechazó su tacto. Quiso entretenerlo. En movimientos que fluían pausadamente, el atractivo vanir se inclinó hasta plantar un beso en el dorso de su mano y alejarse de nueva cuenta.
─Simplemente ruego lo consideres.
Y con esas palabras se dedicó a abandonar la Sala del Trono de Odín.
Una vez sola, el peso de la propuesta cayó directo a la boca del estómago de Halia, provocando que la joven apoyara sus manos en sus rodillas para tomar aire. Repentinamente, la presión en su cabeza se volvió insoportable y comenzó a enterrar los dedos en su cabellera. Uno a uno, los pasadores puestos en su cabello cayeron al suelo, aunque detestara arruinar el precioso trabajo que las doncellas habían hecho. Una cortina dorada fue liberada sobre sus hombros y espalda, dándole cierto alivio instantáneo. La puerta a sus espaldas se abrió de par en par y Halia encaró a los reyes.
─¿Ustedes sabían de su propuesta? ─soltó antes de poder detenerse.
El rey Odín asintió, pero no pronunció palabra.
Halia sintió su boca repentinamente seca.
─¿Qué debería hacer? ─pronunció con voz tenue. La duda sonaba genuina.
El hombre tomó una gran bocanada de aire y Halia se sintió muy pequeña ante su presencia.
─Halia, nosotros siempre hemos entendido que la sangre que corre en tus venas es puramente vanir. Después de todo, el trono es legítimamente tuyo. Lo quieras o no, eso lo tienes que decidir tú. Tienes nuestro apoyo.
─Y tu lugar en Asgard jamás será reemplazado, cariño. Aquí estaremos ─añadió la reina Frigga, dando un paso al frente.
Los ojos de Halia picaron velozmente con lágrimas ante lo que le sonaba como una despedida, cuando un fuerte tumbo que resonó en las cuatro paredes dio entrada a dos personas más.
─¡No! ─vociferó la voz que sólo podría pertenecerle a Thor.
Todos se giraron a ver a los príncipes asgardianos irrumpir en la sala. Siempre con el mal hábito de escuchar a través de las puertas.
─¡Thor, no! ─respondió el rey Odín con un severo tono de advertencia.
─¡No, padre! ¡No puedes dejar que Halia vaya y se case con ese...! ¡Ese...! ¡Inepto!
Halia parpadeó con rapidez y dos lágrimas resbalaron por sus mejillas. Thor parecía enloquecido en cólera, su piel tornándose roja. Loki, quien se encontraba a sus espaldas, la miraba fijamente con la disculpa de no haber frenado lo que se avecinaba escrito en su frente.
─Halia ─pronunció en un clamor, dirigiéndose puntualmente hacia la rubia. Sin reservas, la tomó con más fuerza de la que pretendía de ambos antebrazos─. Por favor, dime que no lo estás considerando de verdad. Es una locura, Halia.
Los verdes ojos de la joven lo miraron sin palabra alguna, reflejando un temor que inmediatamente hizo que Thor suavizara su agarre a ella. Su mirada cayó con enojo en su padre, y posteriormente en la reina Frigga.
─¿Madre?
La mujer solo lo miró con compasión, mientras negaba lentamente. Ver la aflicción tan pura teñir los ojos del rubio terminó por destrozar el corazón de Halia. Sin poder contenerse un segundo más, y evidenciando años de carga emocional causada por las ataduras a su lugar de nacimiento, de sus ojos desbordó una interminable cascada de lágrimas.
─Perdón, p-perdón ─balbuceó.
Apenada por su ruptura de porte, Halia empujó a Thor lejos de ella y salió corriendo de ahí. Mientras iba recorriendo los pasillos que la conducirían a su habitación, se deshizo de su incómodo calzado para ahora sostenerlo en su mano. Se había concentrado tanto en lo apretado que estaba su corset y lo mucho que deseaba esconderse, que no escuchó las pisadas que la seguían.
─Halia, hablemos ─pidió Thor, igualándole el paso.
─Vete, Thor ─dijo con voz ahogada, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.
─¡Sabes que no me iré!
Al tenerlo tan cerca, pisándole los talones, Halia se detuvo abruptamente y volvió a empujarlo lejos. Su fuerza no era lo suficiente como para causarle gran efecto a su gran fisionomía, pero él le dio la cortesía de retroceder.
─¡No me grites! ─exclamó, ojos rojos y mejillas brillantes─. ¡No me...!
Al sentir sus palabras atraparse por el nudo en su garganta, Halia soltó un bufido de frustración y volvió a caminar. Thor la siguió. Cuando entró como tormenta en su cuarto, el rubio se detuvo a mirarla tomar asiento desde el marco de la puerta. El vestido de Halia se infló a sus costados, cuando ella se dejó caer en la silla. Sus brazos cayeron inertes sobre sus piernas y sus labios formaron un mohín. Eventualmente, miró a Thor.
─Ellos te desterraron, Halia. No puedes estar pensando en volver, ¡menos en reinarlos! ─Esta vez habló con más puntualidad, visiblemente restringiendo su voz de elevarse demasiado.
─Ellos no me desterraron, Thor, fue mi tía ─corrigió Halia.
─¡Bueno, pues no mostraron mucha jodida resistencia! Después de tanto tiempo, como-quiera-que-se-llame es el primer vanir en presentarte una visita: ¡y es para contraer matrimonio! ─Esto último lo dejó salir con una risa cínica, caminando sin destino por las alfombras de su recámara.
─¿No crees que pueda hacerlo?
─¿Qué? ¿Casarte?
─¡No! ─Halia cerró los ojos desesperada y se levantó para tomar un paso hacia él─. ¡Reinar! ¡Tomar el lugar de mi padre!
Thor no se inmutó a su cercanía. En cambio, dio un paso más en su dirección y clavó su penetrante mirada en los ojos verdes de Halia.
─Al contrario, Halia. Creo que puedes hacer todo lo que te de la jodida gana, solamente no esperaría que fuera algo tan estúpido.
Esta última palabra la dejó salir con verdadero desprecio. Frunció el ceño, mirándola con desaprobación, y la dejó sola en sus aposentos. La punzante soledad generó más llanto en la vanir. Tapó su cara con ambas manos y se dejó caer de rodillas en el suelo para lamentarse con mayor fuerza. El sonido de pasos la hizo recomponerse, preguntándose si era Thor, quien buscaba más riña sin sentido. Al limpiarse la vista con las mangas de su ridículo vestido, Halia conectó su mirada con el par más encantador de ojos azules.
─Loki ─susurró─. Yo...
─Está bien ─la consoló, plantando una rodilla en el suelo para poder rodearla con sus brazos. Halia no pudo evitar derramar más lágrimas, refugiada en su pecho─. Está bien.
─Lo siento.
─No lo sientas. Thor en realidad no está molesto contigo, ¿lo sabes, verdad? Eres la única que lo puede poner en ese humor.
─Sí, lo sé. Pero sigue siendo un idiota.
Loki rio y Halia sintió la acción vibrar en su pecho.
─Solo dejemos algo en claro. Haakon sí es un inepto.
Esta vez fue Halia quien rio, separándose de él. Tuvo que alzar la cabeza, pero finalmente logró mirarlo con grandes ojos esmeraldas.
─¿Qué piensas de todo esto? ─preguntó con timidez en su voz, asustada de que él también pensara mal del prospecto.
Los ojos de Loki la detallaron con profundidad, haciéndola sentir expuesta. Una de las manos del príncipe de Asgard subió a acunar su húmeda mejilla y posteriormente la acción la imitó su segunda mano. Limpió de sus lágrimas y enterró sus dedos en la cuna de su nuca para sostener su cara con fuerza. El corazón de Halia pulsó contra sus costillas e inevitablemente su mirada cayó en los labios del muchacho. Fue un gesto corto, apenas perceptible, pero Loki lo notó. Claro que lo había notado. Tensó la mandíbula en respuesta.
El pelinegro dejó escapar un lento y profundo suspiro, su fuerza de voluntad yéndose con este. En un movimiento certero, Loki junto sus labios con los de la vanir, quién simplemente se rindió ante su voluntad. Sus bocas encajaban enteras entre ellas, cálidas, desbordando de un deseo punzante y silencioso dentro de la habitación inundada por la oscuridad del crepúsculo.
Aunque inmediatamente después Loki tuvo el impulso de separarse, Halia pronto se impulsó con los empeines de sus pies y lo besó con mayor tenacidad. El beso no fue violento; fue calculado, lento y agonizante. Al por fin tomar distancia, Loki la miró con una nueva resolución en sus ojos.
Halia, sonrojada y con el corazón desembocado, jamás podría haberse preparado por lo que dijo a continuación.
─Reclama esa corona, Halia. Es tuya.
Había una ambición en su voz que Halia no reconoció. Loki se puso de pie y se fue en silencio.
nia's note <3
AAAAAAAAAAA
yo sé, yo sé. mis actualizaciones
son agonizantemente lentas...
como el beso de Halia y Loki :p
psdt. para este punto, ellos ya andan
más parecidos a sus faceclaims
originales, que a los que puse en el
apartado de este acto ok.
ya crecieron mi nenes.
¡ojalá les esté gustando, porque si no moriré!
cualquier comentario, duda o sugerencia, aquí estoy <3
¡les amo con todo mi corazón!
chau
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