04. ensalada de frutas
YELLOW───❝ capítulo cuatro ❞
ensalada de frutas.
EL DÍA PARECÍA QUERER RENDIRSE ANTE SUS OJOS. Halia observó al sol concederle un par de guiños, mientras profanaba un bufido de frustración. Apretó sus manos en dos puños bien formados, mientras procuraba volver a apaciguar su respiración.
Esa misma tarde, después de un agradable almuerzo, Halia se había escabullido hábilmente del extenuante cuidado de Bretta para refugiarse en los amplios jardínes del palacio. No lo había decidido de antemano, sin embargo, pronto se encontró siguiendo las instrucciones que Loki le había conferido en el pasado. Tras recorrer una distancia apreciable, Halia se acomodó en el pequeño prado escondido que había compartido con el príncipe asgardiano, cuando ambos buscaban cómo corregir la desafortunada metamorfosis de Thor.
El tiempo se había deslizado entre sus dedos. Ella no había ido solamente a tomarse un baño de sol, que tanto bien le hacía. Aprovechando la privada aislación, Halia se había ocupado de trabajar en sus poderes. Daba la impresión de que mientras más dedicación ponía, peores resultados recibía. Frigga se había mostrado como una fuente de infinita paciencia, pero Halia se había cansado de no recompensarla con un buen progreso. Ni siquiera podía mantener la ilusión de una simple mariposa con un aleteo natural de sus alas.
—Mi invitación debió de haberse perdido.
Halia se giró y pronto fue invadida por una sensación de alivio. Conscientemente no había deseado verlo ahí, pero ahora que lo estaba, no podía sentirse mejor.
—Loki —soltó en forma de saludo.
El joven acortó la distancia entre ellos con pasos apacibles, generando un suave crujir del césped bajo sus pies.
—¿Qué hacías?
—Nada —dijo con inocencia, de alguna forma avergonzada de que se enterara de que había estado practicando magia—. Leyendo. Tomando el sol.
Loki se dejó caer en la manta que ella había dejado tendida, a un lado de donde se encontraba sentada. Sus ojos cristalinos viajaron por los tomos que ella tenía a su alrededor.
—¿Te molestaría leerme en voz alta?
—En lo absoluto —replicó con un semblante iluminado.
De la pila de libros que la rodeaban, ella eligió el que creyó más adecuado. Limpió sus manos disimuladamente en sus faldas, aclaró su garganta y dio inicio a su relato. El príncipe asgardiano cruzó un brazo detrás de su cabeza y entrelazó los tobillos, escuchando atentamente las palabras de la rubia.
El atardecer cada vez se les escapaba más en el horizonte y con él los últimos rayos de luz. La lectura de la vanir ya transcurría en el inicio del tercer capítulo, cuando sintió los fríos dedos de Loki acariciar el interior de su muñeca. Sus palabras se enredaron momentáneamente en su boca, lo que le sacó una sonrisa al pelinegro.
—¿Qué? —cuestionó con falsa inocencia.
Halia suprimió una risa y negó con la cabeza.
—Nada —respondió para posteriormente reanudar su tarea antes de que se vieran envueltos en oscuridad.
Complacido, él continúo con su recorrido; las yemas de sus dedos rozando la piel expuesta del antebrazo de la joven. A su alrededor, los grillos dieron comienzo a su encantador canto. Con el paso de los minutos, Halia se volvió consciente de que las palabras que pronunciaba habían perdido sentido alguno para ella; su mente se estaba centrando únicamente en los trazos que Loki realizaba distraídamente. El momento llegó en el que Halia dejó la lectura por completo.
—¿Por qué te detienes?
Ella se rio.
—Ya no puedo ver nada, Loki.
Las páginas frente a ella se iluminaron bajo una fuente de luz esmeralda, proveniente de su acompañante. Él volvió a regocijarse con el sonido de su risa.
—¿Siquiera has estado poniendo atención?
—Claro que sí. De hecho, encontré muy placentera tu lectura. Si no te parece una inconveniencia, me gustaría regresar mañana. Y el día después de ese.
—Yo... —Halia cerró el libro en su regazo de forma repentina, asustando a su acompañante—. ¡Mierda!
Loki se reincorporó.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
Ella puso su palma en su frente.
—¡Voy tarde para entrenar con Thor, demonios! —exclamó con presura, reuniendo todas las cosas que podía entre sus brazos para levantarse y precipitarse con dirección al palacio.
Loki se quejó, recopilando todo lo que la chica dejó atrás.
—¿Por qué siempre tenemos que correr? —protestó, siguiéndole el paso.
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—¡OYE! ¿Qué te tiene tan agresivo? —exclamó con sorna en su voz, justo después de haber defendido un ataque del rubio.
Thor le sonrió de forma petulante y se encogió de hombros, blandiendo su espada de lado a lado.
—No sé, quizás tenga que ver con las dos horas que me hiciste esperar...
—¡Media hora! ¡Solamente fue media hora!
Y con esto dicho, ella dio un giro que llevó a su arma a rematar contra él. Thor esquivó a tiempo y respondió, dándole comienzo a la interminable danza que Loki llevaba observando desde su asiento con un nuevo libro entre sus manos. En las cuatro paredes ya se orquestaba una rítmica melodía conformada por el estrépito de las hojas metálicas al chocar, sus pies recorriendo cada centímetro de la lona de entrenamiento, más la armonización de sus risas ante cada incursión.
Tras una serie de malos pasos, Halia quedó atrapada bajo una cruz formada por ambas espadas. Ella estaba ocupando todas sus fuerzas por sostener su defensa, ya que Thor se había apoderado de la posición más ventajosa. Estando casi sobre ella, acercaba cada vez más su daga a la cara de la vanir con malicia en sus ojos.
La joven arrugó su nariz, reacia a aceptar la amarga derrota, cuando su mirada cayó en la mesa de aperitivos que había sido establecida para ellos.
—¡Ugh... Loki! —exclamó con los ojos brillando en travesura—. ¡Lanzale una fruta a Thor! ¡La sandía!
El asgardiano rubio frunció el ceño.
—¡No, Halia, eso es trampa! ¡Loki, no la escuches!
En otras circunstancias, el pelinegro se hubiera limitado a mirarlos de soslayo y continuar con su lectura. Sus riñas solían encontrar sus propios caminos a la resolución. Sin embargo, en esta ocasión especial, el lanzarle una sandía a Thor le pareció lo suficientemente cómico como para verdaderamente llevarlo a cabo.
—¡No, Loki...! —protestó Thor, aún procurando empujar su arma hacia la arrogante sonrisa de la chica bajo él. En su periferia, pudo identificar a su hermano tomando posesión de uno de los frutos más grandes de la mesa—. ¡Sucio traidor...!
En cuanto vio que el objeto ya había tomado una trayectoria directo a su cabeza, se obligó a sí mismo a redireccionar su espada lejos de la chica. Con un movimiento certero, la sandía fue cortada por la mitad en el aire de forma impecable. Los frutos y jugos rojizos de ésta estallaron ante el impacto en todas direcciones. En cuestión de segundos, los tres presentes fueron cubiertos de pies a cabeza por las entrañas de la inocente sandía.
Por unos breves momentos, el silencio reinó dentro de la sala de entrenamientos. Halia, quién se encontraba tendida en el suelo, boca arriba y apoyada sobre sus codos, pasó su lengua por su labio superior para probar un poco de la fruta. Thor dejó que su espada resbalara directo al suelo; con ambas manos libres, restregó sus ojos para poder despejar su vista. Por último, Loki meditó sobre sus decisiones de vida y reflexionó en por qué los había escuchado en primer lugar.
El trío reventó en ruidosas carcajadas.
Halia volvió a tomar posesión de su espada y se reincorporó de un salto.
—¡Loki, lanza otra fruta! ¡La que sea! —pidió, adornada con los fragmentos casi rosados de la anterior.
—¡Oh, no...!
—¡Sí, sí, Loki! ¡Anda! —secundó su hermano.
—¡Por favoooor!
El pelinegro rodó los ojos con una sonrisa traicionera escapándose en sus labios. A continuación, Loki procedió a adueñarse del frutero para comenzar a lanzar su contenido a diestra y siniestra. Los filos de las espadas volaron por toda la habitación en explosiones de jugos, colores y sabores.
Teniendo una manzana volando en su dirección, Halia se impulsó a sí misma a empuñar la espada con distinguida fuerza. Su pie resbaló con facilidad por la mezcla de zumos frutales que su actividad había dejado en el suelo, sacándole un grito de conmoción. A su lado, Thor se precipitó a detener su caída. Torpemente acertó a alcanzar a la joven, pero sufrió su misma desfortuna. Gracias a esto, el par terminó directo al suelo entre gemidos de queja.
—¡Thor!
—¡Casi te tenía!
Una última mandarina, estratégicamente arrojada por Loki, dio de lleno en la cara de su hermano. Con esa terminante nota cómica, las risas volvieron a resurgir con más vehemencia. Halia se encontraba apretando su estómago con ambas manos, incapaz de recuperar el aliento.
—¡Halia Freyrsdótter! —el retumbante clamor de Bretta logró llamar la atención de todos.
—¡Bretta! —saludó de regreso, incapaz de contener sus risas, mientras se ponía de pie.
El largo de su vestido, en conjunto con su cabello, goteaba en abundante líquido pegajoso. Asimismo, los fragmentos de la variedad de frutas se habían adherido a toda su figura. En pocas palabras acertadas, se veía como un completo desastre. Loki y Thor no quedaban nada atrás en estética.
—¡Tú...! ¡Niña...! —sus posibles regaños ante el desastre expuesto frente a sí fueron guardados para otro momento. Bretta se aclaró la garganta y adoptó un aire de severidad—. Llegó una carta. Viene de Vanaheim.
En un segundo, el aire se hizo más pesado. La sonrisa en los labios de la rubia se difuminó paulatinamente hasta desaparecer, teniendo encima la mirada de ambos príncipes asgardianos. Halia pegó las palmas de sus manos a la altura de sus costillas para ayudarse a sí misma a respirar. Como si alguien estuviera tirando de un hilo en su cabeza, ella enderezó su espalda propiamente. Dejando salir un profundo suspiro, Halia asintió y siguió a Bretta fuera de la sala de entrenamientos.
(n/a) i'm alive.
no me he olvidado de
estos tres chamacos,
es solo que la vida me
tiene en una llave de lucha.
si estás aquí, te agradezco
con todo mi corazoncito.
me inspiran mucho a escribir
todas mis babosadas.
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