03. thor, el anfibio
YELLOW───❝ capítulo tres ❞
thor, el anfibio.
SU TARDE CON SIF SE HABÍA CANCELADO, por más que esto despertara una terrible negativa dentro de Halia. Ella no podría esconderse entre bocadillos y té, cuando Thor seguía conservando su conjunto de branquias personal. Siguiendo la misma moda, todos sus planes para esa tarde se habían cancelado. Ese aislamiento se extendía al personal real por igual; se había externado su nula solicitación de asistencia, aclarando que ellos no disponían de sus servicios por el largo del día. Bretta se hubiera reído por la petición, de no ser porque había provenido del mismísimo príncipe asgardiano Loki.
Halia y Loki se desplazaron furtivamente por los pasillos del gran palacio, los dos teniendo ambos de sus brazos repletos. El joven de cabello azabache estaba desempeñando la dedicada tarea de resguardar al animalillo en el interior de su chaqueta, simultáneamente oprimiendo una serie de libros en su costado con su brazo derecho. Por su parte, la rubia estaba logrando balancear en su posesión un segundo dote de libros variados, junto a una gruesa frazada perfectamente doblada.
Entre apresurados susurros, los jóvenes se escabulleron a los jardines reales con Loki al mando de su pequeña excursión. Él proclamaba saber la locación del prado más desprovisto de todos ahí, uno que les concedería la privacidad necesaria para poder dar largo y tendido con la posible resolución de su situación.
Después de una serie de pasos enmudecidos por los metros y metros de mullido césped, eventualmente alcanzaron una cabida encubierta por altos árboles en irrompible formación. El agradable estado del tiempo se había mantenido como una de las pocas constantes en ese día. El sol seguía brillando acogedoramente sobre sus cabezas, siendo complementado por las frescas rafágas de viento que rozaba sus rostros con debilidad.
Presos por su indecisión, y después de que Thor se orinara un par de veces en la mano de Loki, optaron por sentarse justo en la división que diferenciaba la sombra de un gran árbol con el campo soleado. Situaron todos los libros que llevaban consigo a sus pies y dejaron a la rana-Thor libre para poder finalmente extender la amplia frazada en el pasto, dejándose caer cada uno en su respectivo extremo; Loki protegido por la sombra y Halia bañándose en los dorados rayos del sol.
El tiempo pasó sin apuro, mientras el par devoraba la mayor cantidad posible de información dentro de los libros de magia que habían encontrado en la biblioteca. Rana-Thor había protagonizado un par de berrinches más antes de quedarse tendido entre la tela de las faldas de Halia, aparentemente tomando una siesta. La rubia había interrumpido su lectura al haber dejado que sus ojos vagaran por la verde criatura, cada vez más acostumbrada a encontrar los rasgos de Thor en esta.
―¿Qué comen las ranas? ―cuestionó en voz baja, algo abstraída en el espíritu de su mente.
―Arañas, grillos, mariposas... Básicamente cualquier insecto que puedan encontrar ―Loki recitó solemnemente con monótona voz, mientras daba vuelta a las páginas de su libro con delicadeza. Alzó la mirada en dirección a su acompañante y le enarcó una ceja―. ¿Por qué preguntas?
Ella le regresó la mirada con una tenue sonrisa burlona adornando sus labios.
―Me estoy acostumbrando a Thor el anfibio. Es mucho más pacífico así.
Loki bufó con seca diversión.
―Lo dices porque a ti no te ha orinado aún.
―¿Aún?
―Aún ―repitió.
Halia ojeó a la criatura y lamentó tenerlo tan plácidamente dormido sobre su vestido.
―¿Has encontrado algo? ―atajó la joven con despertada presura.
Loki negó con un suspiro, girándose de lado para apoyar todo su peso en uno de sus antebrazos.
―¿Tú?
Halia mordisqueó su labio, revisitando la única página en el libro que había apartado. Tenía la esperanza de encontrar algo más sensato, lo que sea, pero no había tenido mucha suerte con ese prospecto. Sabiendo lo absurda que resultaba su única opción en mano, se limitó a dejar su cabeza caer hacia un lado con pereza, mientras extendía el libro en dirección a su compañero. Los ojos de Loki brillaron con interés con la esquina de su boca curvandose hacia arriba. No interrumpió su contacto visual, cuando acortó la distancia entre ellos, tendiéndose sobre la manta nuevamente, pero esta vez a un lado de ella, acompañándola bajo el sol. Halia respondió involuntariamente a su acción, como si su cercanía hubiera provocado una sinergia dentro de ella. Ahora los dos se encontraban a centímetros de distancia, medianamente incorporados sobre el libro que la rubia había estado leyendo.
La chica lo estaba viendo leer disimuladamente a través de sus pestañas, cuando Loki dejó salir una risa gutural.
―¿Quieres convertir a Thor en conejo? ―pronunció con remarcada diversión.
Ella soltó otra risa torpe, sintiendo su cuello cosquillear en calor por la vergüenza. Estiró uno de sus brazos y cerró el libro de un golpe, quitándoselo de las manos.
―¡No te rías, es lo único que encontré! ―se excusó, aunque verdaderamente no tenía ningún problema con su musical risa―. Mínimo sería algo más grande que una rana, y sería un mamífero, más similitudes con el verdadero Thor. Pasos pequeños.
―Me das mucho crédito ―habló despreocupadamente, apoyando su peso en uno de sus codos―. No creo que podría lograrlo sin ayuda de mi madre.
Halia apenas escuchó sus palabras. ¿Por qué tenía que mirarla así? Cargaba consigo una intensidad electrificante que la privaba de hacer uso de su concentración. Era inquietante, picándole en toda la cara, pero no quería alejarse. Lo único que los separaba realmente era la larga y dorada cortina de cabello que caía por un lado de su rostro. Loki pareció darse cuenta, acercando cautelosamente su mano a su rostro. Ella sintió la punta de sus dedos rozar su mejilla, de ahí trazando su camino premeditado por el largo de su cabello hasta echarlo por detrás de su hombro. Fue cuando sintió la ligereza de su cabeza que Halia se dio cuenta que había dejado de respirar. Inspiró bruscamente y desvió su cara lejos de Loki, queriendo espabilarse del magnético trance en el que parecía haberse sometido.
—Halia —la pronunció, como si fuera un secreto.
—¡Loki! —exclamó de regreso con más exaltación de la esperada.
—¿Halia? —repitió confundido por el cambio tan drástico en su emoción.
—¡Loki, mira! —urgió la rubia, señalando a un punto más allá de su pequeña estancia.
El pelinegro siguió la línea de su dedo hasta dar con lo que le causaba tanta prisa: una pequeña mancha verde estaba saltando lejos de ellos, fuera del jardín donde estaban. Thor estaba escapando.
—Demonios —despotricó Loki, empujándolos a ponerse en movimiento.
Entre tropiezos el par se las arregló para reunir los libros que habían traído entre sus brazos con poco cuidado. Loki arremolinó la manta bruscamente debajo de su brazo, y echando un último vistazo cauteloso a su acompañante, ambos comenzaron a correr en persecución.
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—DEJENME VER SI ENTENDÍ —pronunció la reina Frigga, demostrando un fino rastro de astucia en sus facciones—. Me comentaban que este anfibio es su mascota, ¿no es así?
Los dos emisores del presente cuestionamiento se dedicaron una corta mirada. Sabían que estaban en problemas. La errática búsqueda por la rana-Thor los llevó a parar en la sala de la Reina, donde ella misma se encontraba apreciando a la extraña criatura que tanto los había hecho correr. No tuvieron el apercibimiento suficiente como para poder calmar sus agitadas respiraciones de antemano, lo que los delataba como ajetreados y nerviosos enfrente de la autoridad.
Halia tragó saliva con esfuerzo, aprisionando una porción de la tela de su vestido en sus puños, mientras empujaba sus omóplatos hacia atrás en mejor postura.
—Sí, su majestad. Loki y yo lo adoptamos. Salimos a buscarle alimento, cuando lo perdimos de vista.
—¿Esto es cierto, Loki? —preguntó con voz melodiosa, girando su intimidante atención hacia el pelinegro.
—Sí, madre —asintió con fingida serenidad—. Halia y yo nos hemos tomado muy seriamente nuestras asignaturas en ciencias naturales.
Esto último hizo que ambos liberaran una diminuta sonrisa sin poder dominarlo. La rubia apuró a cubrir sus labios con su mano, haciéndolo pasar como un gesto aleatorio. La rana-Thor los miraba con inconfundible acusación, croando a coro de rato en rato.
—Ya veo —asintió con una sonrisa de dulzura. Alzó la mirada y se dirigió a una de sus doncellas—. Engla, una pregunta. ¿Alguna vez has visto a una rana con los ojos azules?
Los jóvenes miraron a la aludida, quien se encontraba intentando reprimir una risa traicionera. Aclarando su garganta, agitó su cabeza en negación.
—No, su majestad.
—Muy bien. ¿Y tú, Dahlia?
—No, su majestad.
—Loki, Halia —los llamó con indulgencia, depositando al animal con delicadeza en la superficie más cercana—. ¿Podrían tener la gentileza de decirme la verdad?
—Fui yo, madre —afirmó de inmediato el príncipe, dando un paso al frente—. Me conste de simpático con una broma, pero se me fue de las manos. Halia tan solo estaba intentando ayudarme a enmendarlo.
La rubia arrugó ligeramente la nariz ante su nobleza, motivada a dar un paso adelante a la par.
—No, alteza. Fui yo. Usted conoce mi carente destreza en el arte, no doy una. Fue un accidente, mi accidente.
Loki rio sin gracia, negando con la cabeza.
—Aprecio el gesto, pero no tienes que mentir...
—Loki, basta. Está bien...
—Suficiente —interrumpió la mujer con una risa ligera—. ¡Loki, tú hermano es una rana!
La franca expresión sacó un par de risas en la habitación que pronto fueron contenidas.
—Lo sé, madre —afirmó, queriendo esconder una sonrisa de diversión—. Y necesito tu ayuda para enmendarlo.
—¿Por...?
—Por favor —completó con cortesía.
—Muy bien, mis niños —consintió con suavidad, volviendo a tomar al anfibio en manos para colocarlo en el suelo—. Thor, mi cielo, esto no te dolerá nada.
El pecho del animalito comenzó a subir y a bajar visiblemente intranquilo, suprimiendo el impulso de huir nuevamente. Los presentes dieron un paso hacia atrás en precaución, atentos al suceso que se desenvolvía frente a ellos. Con una moción llena de gracia, la pequeña figura recobró su amplio tamaño, dejándose escuchar un grito de pánico proveniente de una voz ronca y rasposa. De un segundo a otro, un muchacho rubio y encorvado se materializó frente a ellos. Lleno de turbulencia, Thor sacudió sus extremidades en expresiones de horror, palpando su pecho al confirmar su nuevo estado. Como cereza del pastel, de su garganta brotó un último croar que se apoderó de él sin anticipación. Ante esto, no hubo fuerza que pudiera evitar que Halia y Loki soltaran una sonora carcajada.
Thor arrugó el cejo al ser el blanco de la broma, habiendo odiado cada segundo de su metamorfosis.
—¡Tú! —acusó, poniéndose de pie de un salto.
El joven ya tenía la intención completa de arremeter contra su hermano, cuando una voz se alzó a poner orden.
—¡Thor! —El mencionado se giró a ver a su madre con semblante agraviado—. Yo me encargaré de las consecuencias de esta mala broma, ¿te parece?
—Sí, madre —accedió con resignación.
—Loki, Halia. Mañana los quiero aquí temprano para discutir sobre su sanción —declaró con su natural sensibilidad—. Por el momento, haganme el favor de escoltar a Thor a la enfermería para que le realicen una buena inspección. Pueden retirarse.
—Gracias, mamá.
—Gracias, majestad. Con permiso.
El trío salió de la sala en silencio, alejándose a pasos rápidos. Cuando se encontraron a una distancia prudente, Halia se escabulló a colgarse de uno de los hombros del disgustado rubio.
—¡No puedo creer que hubieras corrido a decirle a tu mamá! —se burló en su oído, soltando risas silenciosas que fueron acompañadas por Loki.
Thor agitó su hombro, apartandola sin brusquedad.
—¿Y qué más iba a hacer? ¡Me querían convertir en conejo!
—Si te hace sentir mejor, hermano, yo nunca hubiera cedido ante Halia, ni ante sus malas ideas o mala influencia —agregó el pelinegro con fingida solemnidad.
—¡Oh, por favor! ¡Te tenía comiendo de su mano! —se quejó el rubio, recuperando una pizca de su personalidad burlona.
Halia vio al joven ponerse colorado, lo que le sacó otra risa liviana. Para contrarrestar la vergüenza de Loki, ella optó por contraatacar contra el creído asgardiano.
—¿Qué dices, Thor? —preguntó, inclinándose hacia él como si tuviera alguna dificultad auditiva—. ¿Croac, croac? —imitó el sonido de las ranas con burla.
Thor la miró con intensificado fastidio.
—Oh, más te vale correr, Halia —siseó con advertencia. La rubia sacó un chillido al ver que el príncipe comenzaba a correr tras de ella, buscando pillarla con lo que podían ser todo menos buenas intenciones—. ¡Ya verás!
Loki los miró con una genuina diversión que calentaba su pecho en alegría.
—¡Hey, espérenme! —clamó y echó a correr tras ellos.
(n/a) i'm back, bbys.
re feliz de poder regresar,
después de tanto sin
actualizar jajshshaj.
quiero que sepan que
aunque me tardo, yo
amo esta historia y
ni loca la abandono ok.
les mando un beso,
nia.
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