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02. estamos perdidos

YELLOW───capítulo dos
estamos perdidos.


NADIE JAMÁS PODRÍA LLEGAR A COMPRENDER LA INTIMIDAD ENTRE HALIA FREYRSDÓTTER Y EL BESO DEL SOL SOBRE SU PIEL. Por más que esto pudiera catalogarse como una profunda lástima, Halia se encontraba continuamente aliviada. Se sentía recelosa ante el prospecto de que alguien más fuera a compartir el secreto que se guardaba tan perfectamente entre ella y el majestuoso sol. 

            Su disfrute del estado del tiempo se había ampliado formidablemente con la llegada del verano, yendo de la mano con su nueva inserción a la sociedad de Asgard. El gallardo rubio había tenido razón en su hacer; fue su pequeño empujón el que sacó a Halia de la aislante cueva que se había convertido su dormitorio. El reanudar su educación permitió que su mente pudiera enfocarse en otras cosas más provechosas que la pesarosa pérdida de sus padres.

            Tal como tanto había presumido, las inmaculadas habilidades de Thor en el campo de batalla fueron puestas a prueba lo antes posible. El par de contrincantes consiguió reunir un número considerado de espectadores en sus primeros encuentros. Usualmente nadie se presentaba como un competidor digno de la destreza del asgardiano, pero Halia había defendido su propio terreno con ávida fiereza. Los puntajes favorecientes se intercalaban unos entre otros, empujándolos continuamente a los frustrados empates. En ocasiones Thor se disculpaba a sí mismo, asegurando estar regalando victorias a la rubia como consideración a sus frágiles sentimientos. Halia lo tomaba como el mejor de los chistes, sin embargo esto no evitaba que se enfrascaran en una ya acostumbrada disputa que ineludiblemente terminaba en más batallas de resultados inconclusos. Era un ciclo sin fin.

            La fortuna de Halia continuaba bendiciéndola con las mejores acomodaciones que ella hubiera esperado por parte de los asgardianos. Se vio concedida con tutorías de magia personales e impartidas por la mismísima Frigga. A pesar de su notoria carencia de talento natural en el arte, la mujer demostraba día tras día la ilimitada disponibilidad de paciencia que poseía. Probablemente no era la pupila más dotada, sin embargo no cabía duda de que era la más dichosa y agradecida.

            Halia sabía que tenía que hacer algo para corresponder sus atenciones, es por eso que su mañana se había impartido a base de un plan.

             Con considerable placer la rubia anguló su rostro en dirección a los cálidos rayos de sol, mientras acomodaba la amplia canasta de mimbre sobre su brazo. Se encontraba merodeando debajo de los recientemente florecidos árboles de duraznos, recolectando las mejores piezas para acomodarlas en el contenedor que cargaba en brazos. Su agenda incluía recolectar las suficientes para que el personal pudiera prepararle una tarta de mermelada de durazno, leche y miel; uno de los favoritos personales de la Reina Frigga.

            Cuando creía estar en posesión de suficientes, un fruto en perfecto estado captó su atención. Halia no pudo detenerse a sí misma, cuando empujó su peso sobre los metatarsos de sus pies quedando en sus puntas y alargó su brazo para tomar posesión de él. Al tenerlo atrapado en las puntas de sus dedos, giró de este con gentileza, sintiéndolo desprenderse de su tallo. Dando un vistazo a los duraznos ya recolectados, se convenció a sí misma de que uno menos no afectaría el propósito de estos. Con una sonrisa le confirió una buena mordida al redondo alimento, dejándose llenar por su dulce sabor. Alcanzó a escuchar un corto sonido de desaprobación a su mano derecha, proveniente de su doncella Bretta, cuando ésta observó los jugos de la fruta resbalarse por su barbilla. Halia respondió con una risa de gozo.

            ―¿Qué opinas, Bretta? ―la consultó, dejándole echar un vistazo al contenido de su canasta.

            La mujer inspeccionó con atención para volver a sostenerle la mirada a la joven.

            ―Me parecen adecuados. Buen trabajo. —La rubia sonrió con complacencia, limpiando los rastros de durazno de su boca con el dorso de su mano―. Permítame llevarlos a la cocina y dar la orden para la ejecución de la tarta.

            Halia accedió, entregándole la canasta a sus ya extendidos brazos.

            ―Gracias, Bretta.

            ―Usted debería adelantarse a arreglarse ―sugirió con serenidad―. No querrá ir tarde a la hora del té con su amiga Sif.

            ―¡Es cierto! ―exclamó la joven en sorpresa, abriendo sus verdes ojos de par en par―. ¡Gracias de nuevo, Bretta!

            Con la más deslumbrante sonrisa, Halia recogió sus faldas y emprendió el camino a su habitación a toda velocidad.

            ―¡Halia, sin correr! ―La voz de su doncella se perdió, en cuanto ella la dejó atrás.

            ¡Cuánto le había costado convencer a Sif de tomar el té con ella! La castaña era impaciente, tensa, todo el tiempo al movimiento. Aunque Halia lo apreciara en el campo de batalla, sus quehaceres fuera constaban de un tema completamente distinto. La rubia comprendía el profundo lugar de dónde nacía su aversión a las actividades prominentemente femeninas; había pasado toda su vida luchando por ser vista como una igual entre los hombres y no deseaba restarse méritos. Esos tiempos habían quedado atrás, pues ya no era la única dama destacada entre los colegiales masculinos, ahora estaban juntas en eso.

            ¡Y que Odín la escuchara, pues ni Sif ni ella misma perderían ni un mérito en sus campos por tomarse una tarde para el té!

En su carrera se le concedieron educados saludos por parte de los guardias que cruzaban con ella. Contrario a sus peores pesadillas, los individuos habían respondido positivamente a su nueva constante presencia por los terrenos reales. Tal como ella prometió en su llegada, Halia no había traído nada más que luz por donde pasaba. Tenía una facilidad natural para convivir con las personas, el potencial dentro de sí era inmensurable. No había nadie que se atreviera a cuestionar su ganada pertenencia en Asgard, menos en el Palacio Real.

            Cuando alcanzó sus aposentos, tuvo que utilizar el marco de la puerta para frenar su apresurado andar. Su respiración repiqueteaba en un ritmo acelerado, expandiendo y contrayendo el espacio entero de sus pulmones con vigor. Sus mejillas llevaban consigo los más suaves tonos rojizos por su saludable tiempo en el exterior, dandole la imagen más viva que había cargado en mucho tiempo, cada vez con más frecuencia.

            Tarareando una canción que su mente había elegido al azar, Halia se lanzó a su armario en busca del vestido que usaría para su reunión. Sin ponerle mucha energía a su elección, tomó la prenda que primero atrapó sus ojos del montón y la extendió sobre su cama.

            Casi tropezando sobre sus propios pasos, tomó asiento frente a su tocador con su mirada todavía enfocada en el vestido seleccionado. Distraídamente tanteó la superficie del mueble en busca de su cepillo de cabello, esperando dar con el contraste de la textura lisa y puntiaguda que conformaba el objeto. Todo su cuerpo se tensó, cuando sus expectativas se rompieron de la forma menos anticipada posible. En lugar de haber rodeado el mango de su peine con la mano, sus dedos se habían enrollado alrededor de algo amorfo, ligeramente viscoso y estrujable. De su garganta se escapó un chillido agudo que la hizo casi saltar al otro lado de la habitación.

            Con la mano que no había entrado en contacto con el objeto desconocido, Halia rodeó su muñeca con temor, como si sus dedos ahora estuvieran infectados por la babosa textura. Cuando sus ojos dieron con el efecto de su inquietud, otro lloriqueo llenó la habitación junto a variadas expresiones de disgusto. Había una rana verde y amplia mirándola desde su tocador, justo a un lado del famoso peine que jamás llegó a sus manos. Sus ojos comunicaban el mismo terror que ella sentía en un abrumador azul eléctrico.

            Sin parar de ser recorrida por múltiples escalofríos que le picaban los nervios y sin poder eliminar la repugnante sensación de haber apretado al animal de sangre fría, todo tipo de maldiciones continuaron por resbalarse fuera de la boca de la rubia. Bretta jamás lo aprobaría. Sin pensarlo mucho, tomó el libro más colosal que pudo encontrar descansando en su librero y se aferró a él con ambas manos.

            ―¡Shú, shú! ―le exclamaba, dando librazos por doquier y gritando cuando los saltos del anfibio resultaban ser más imprevisibles que lo deseado.

            Tenía como objetivo corretearle hasta que éste saliera de su habitación, pero el pequeño ser parecía estarle complicando la tarea, dando una buena pelea de regreso. El jaleo ahí dentro se estaba haciendo cada vez más ruidoso y acalorado, cuando una figura hizo un fugaz acto de aparición ahí dentro, cerrando la puerta tras de sí rápidamente.

            ―¡Halia, Halia! ―quiso prevenirle, alzando las manos frente a él para llamar su atención.

            ―¡Es una rana, Loki, ayuda! ―chilló en respuesta con la nariz arrugada, soltando otro golpe seco con el extenso libro que el animal esquivó por milímetros.

            ―¡Por favor, detente! ―exigió el pelinegro, urgiendo a que bajara la voz con temor de atraer a otro presente. La vio alzar ambas manos por encima de su cabeza, aún sosteniendo el libro en ellas, teniendo al anfibio acorralado en una esquina. Ella daría un golpe fatal. En un movimiento imponente, Loki se empujó a sí mismo a interponerse entre el camino de la rubia y la criatura, alzando sus manos enfrente de sí con precaución―. ¡Halia, para! ¡No es una rana, es Thor!

            El grito del príncipe asgardiano resonó en las cuatro paredes, ahogando el clamor anterior para ser reemplazado por un abrupto silencio. La joven parpadeó un par de veces perpleja antes de dejar caer el libro que sostenía como arma al suelo, llevando ambas manos a cubrir su boca con un jadeo de sorpresa. Loki sostuvo la aterrada mirada de Halia por un buen momento, invitándola a tomar un par de respiraciones profundas que ella hizo. Dubitativamente se hizo a un lado para que ambos pudieran encarar al aterrado anfibio, que no paraba de respirar con tanta rapidez que su corazón parecía querer escaparsele del pecho.

            ―P-pe... Perdón, Thor ―balbuceó Halia en voz baja, hipnotizada por ver la comunicativa humanidad en sus ojos que no había notado en su primera impresión.

            Antes de que se pudiera agregar otra cosa, una risa atronadora burbujeó de los labios de Halia. Cubrió su amplia sonrisa con una mano y condujo la otra a sostener su abdomen para tener apoyo ante la fuerza de la carcajada que invadía su cuerpo. Loki ni siquiera se esforzó en no unírsele, coreando el timbre de su risa con la suya una octava más abajo.

            La rana los miró disgustado, superando el susto inicial del casi mortal ataque de la rubia. Solo le tomó al anfibio dar un buen salto hacia el par para que Halia rompiera su risa y soltara otro cándido grito afilado. Loki se lanzó a sí mismo frente a ella, indicándole silencio con un dedo sobre sus labios, manteniendo un semblante de diversión residual en sus facciones.

            ―¡Perdón, perdón! ―susurró la chica, abrazándose a sí misma con otra risa nerviosa. Cerró los ojos con el objetivo de aclarar sus pensamientos y retomó por donde le pareció más conveniente―. Pero... ¡Loki!

            El mencionado ocultó su satisfecha sonrisa con una mano, ojeando a la rana que ahora se estaba dando el lujo de explorar por el largo de la habitación. Le concedió una corta mirada maliciosa a Halia y respondió con voz aterciopelada:

            ―¿Sí?

            ―¿Tú hiciste esto? ―murmuró sin esconder su impresión.

            Él asintió.

            ―Creí que sería gracioso.

            El simple reconocimiento sobre la cómica situación los lanzó a soltar otra ronda de risas que se esforzaban por combatir. La rana respondió con un sonido repiqueteante y gangoso, visiblemente impaciente.

            ―¡Es...! ―Halia apretó sus manos en puños con cierta vitalidad infundida en sus expresiones, obligándose a mantener un tono de voz más apacible―. Es magia muy avanzada, ¿no lo crees?

            ―¿Metamorfosis? ―cruzó los brazos sobre su pecho con una sonrisita que escondía su nueva aplazada confianza―. No lo creo. No fue tan difícil.

            ―Para ti ―señaló con un suspiro, masajeando sus sienes.

            Sus lecciones con la Reina Frigga no siempre habían sido personales como lo eran ahora. En un comienzo su aprender se había suscitado a lado de Loki... No había funcionado. Poner su descuidado progreso en símil con la astuta formación del asgardiano resultaba casi humorístico. Es así como terminaron por escindir sus cursos por separado, un acto de compasión que Halia aprecio en grande.

            ―Sabes que podría darte asesoramiento cuando lo desees, Halia. ―Su propuesta surgió en un tono vacilante, mismo que se esfumó al ver el brillo de contento en los ojos de la contraria.

             ―¿De verdad? ―Él asintió con una sutil sonrisa―. Sí, eso me encantaría.

            ―Excelente, podríamos organizar... ―Su hablar fue interrumpido, cuando el anfibio sucumbió a su descontento, saltando sobre la cara de su hermano. Loki soltó un gruñido, apartando las pegajosas membranas de la criatura de su cara―. ¡Claro, perdón, la rana... Digo, Thor! Necesito tu ayuda.

            Halia alzó una ceja con curiosidad.

            ―¿Mi ayuda? ¿Para qué?

            Loki suspiró con dominada lentitud, paseando su mirada a la rana con intención y de regreso a Halia, sosteniendo una nueva severidad en sus profundos ojos.

            ―Convertí a Thor en rana, sí. Ahora no sé cómo cambiarlo de regreso. ―La mandíbula de Halia cayó en consternación y las palabras de Loki comenzaron a tropezarse entre sí―. Lo intenté de todo, busqué en los libros, mis viejas lecciones y... Creo que solo hice que se hiciera más verde.

            ―Oh, Loki... ―suspiró. Si ella era su último recurso para arreglar esa cuestión, entonces...―. Estamos perdidos.

(n/a) ¡hiiii! ¿cómo andan?

¡otro capítulo! espero que
los estén disfrutando. veré
si mañana pueda publicar-
les otro capítulo tmb.

¡no olviden votar y
comentar! me encantaría
saber qué piensan.

les mando mi corazón <3

2021 ©️ | -niamour

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