05
Cuando el primer capítulo acabó, Sana suplicaba por ver otro.
—¿Por favor? Más—Sana señaló la televisión y asintió suavemente—Si, más.
Jihyo se encogió de hombros y eligió el siguiente episodio, no viendo ningún inconveniente en ver otro más antes de irse a la cama. Casi se había quedado dormida cuando sintió dos manos sacudiéndola para despertarla.
—Más—sonrió Sana, señalando la televisión. Jihyo se secó los ojos y miró la hora en su teléfono, bufando cuando se dio cuenta de que estaban despiertas más tiempo del que tenían planeado. Se sentó y sacudió la cabeza, apagando el televisor con el control remoto a su lado. Sana inclinó la cabeza hacia un lado.
—Es hora de ir a la cama—bostezó Jihyo y se puso de pie, caminando hacia las escaleras. Sana la siguió lentamente, caminando solo de puntillas.
—¿Dormir?—preguntó Sana una vez que llegaron a la parte superior de las escaleras. Jihyo asintió y abrió la puerta de su dormitorio. Sana se quedó vacilante en el pasillo.
—Frío—Sana negó con la cabeza.
Jihyo suspiró y agarró el brazo de Sana, empujándola hacia la habitación para evitar despertar a nadie.
—Tengo ropa calientita que puedes llevar—dijo, caminando a su armario buscando entre los estantes—Toma—le entregó a la chica más pequeña una camisa de manga larga.
Sana miró la camiseta que tenía en sus manos, abriendo su boca para decir algo, pero en cuanto vio la mirada de molestia en la cara de Jihyo, calló inmediatamente.
—Recuerda, este es tu lado de la cama—murmuró Jihyo, señalando el lado en el que Sana había dormido. La chica coreana no esperó una respuesta antes de meterse debajo de las sábanas y alejarse de Sana.
Sana se quedó en silencio, sujetando la camiseta en sus manos. Lentamente se quitó la camiseta de Tzuyu que tenía puesta y se puso la de Jihyo. Con el ceño fruncido, se dio cuenta de que no olía igual que la de Tzuyu. Así que instantáneamente, Sana abrazó la camiseta de Tzuyu contra su pecho y se acercó a la cama.
—¿Jihyo?—susurró, parándose en el borde de la cama y mirando a la otra chica. No hubo una respuesta. Jihyo ya se había quedado dormida. Sana suspiró, apretando aún más la camisa contra su pecho y moviéndose debajo de las sábanas. Se mordió el labio, no muy feliz de que Jihyo pusiese una almohada en el medio de la cama que las separase.
Con un suave suspiro, Sana se hizo un ovillo y levantó la camisa dejándola en el hueco de su cuello, inhalando la esencia con la que había estado tan cómoda este tiempo. Se quedó en silencio durante un tiempo, con la mirada pérdida en la oscuridad que tenía delante de ella. Después de entretenerse con sus pensamientos por lo que parecieron horas, sus párpados se volvieron pesados y se cerraron lentamente.
El sueño acababa de apoderarse de la chica pequeña cuando de repente su respiración se intensificó. Los recuerdos volvieron en destellos de blanco y rojo, y una gota de sudor le caía por la frente. Sana jadeó por aire, despertándose. Su corazón latía erráticamente y se sentó rápidamente, abrazando la camiseta de Tzuyu debajo de su barbilla y escaneando la habitación con ansiedad.
Cada sombra, cada pequeño rayo de luz adoptó de repente la posibilidad del peligro. Sana sacudió la cabeza y cerró los ojos con fuerza. No le gustaba esto. La pequeña chica se secó frenéticamente el sudor de la frente, tratando de recuperar el aliento que no sabía que había perdido.
Con cautela, miró a la chica que estaba en la cama junto a ella. Jihyo estaba profundamente dormida. Sana consideró despertarla, pero sabía que en la habitación de al lado había alguien con quien prefería estar. Tan silenciosamente, sostuvo la camiseta de Tzuyu con fuerza contra su pecho y caminó de puntillas rápidamente hacia la puerta, revisando a su alrededor una vez más en busca de algo que pudiera ser dañino. Se asomó al pasillo para asegurarse de que era seguro antes de escabullirse de la habitación de Jihyo.
Tzuyu no podía dormir esa noche. Estaba demasiado ocupada reviviendo sus días en el instituto, tratando de hacer una lista de todas las cosas que Sana había hecho para herirla. La única cosa que había hecho directamente Sana era leer los mensajes de texto. El resto de las ofensas de Sana habían sido provocadas por sus amigas animadoras. Esto confundía a Tzuyu aún más.
Y la Sana que conocía en el instituto era completamente diferente a la Sana que estaba en su departamento desde hace dos días. Se atrevía a decir que quería conocer a la nueva Sana. Continuó empujando ese pensamiento fuera de su mente, maldiciéndose por pensar en ser agradable con la chica.
Llevaba más de una hora mirando el techo cuando un destello de luz la sacó de sus pensamientos. Se incorporó rápidamente, mirando la rendija de la puerta.
—¿Qué?—bostezó, pasando una mano a través de su pelo desordenado y entrecerrando los ojos para tratar de ver quien estaba allí.
La puerta se abrió ligeramente y una pequeña figura entró en la habitación. Lo debería haber sabido. Sana.
—¿Qué quieres?—Tzuyu suspiró. Cuando no obtuvo una respuesta, se dio la vuelta y se estiró para encender la pequeña lámpara junto a la cama. Su corazón saltó cuando se dio la vuelta y finalmente pudo ver a la chica más pequeña.
El pelo de Sana todavía estaba en el mismo moño que antes, pero la mitad de este estaba cayendo en un lado de la cara. Pequeñas partes del pelo estaban sobre su frente, que relucía con una pequeña capa de sudor. La pequeña chica estaba visiblemente alterada. Tzuyu podía decirlo por la mirada de dolor en sus ojos y la velocidad irregular de su respiración.
—¿Qué ocurre?—preguntó Tzuyu, inclinando la cabeza hacia un lado y sentándose en la cama. Sana inclinó la cabeza de la misma manera que lo había hecho Tzuyu, estudiando a la chica de ojos mieles en la penumbra de la habitación.
—¿Chewy?—Sana susurró, dando el más pequeño de los pasos hacia adelante y abrazando la camiseta cerca de su pecho.
Tzuyu decidió ignorar el sobrenombre que la chica le habla dado. En realidad, le parecía algo bonito. Algo. Pero la verdad… Tzuyu lo odiaba…. No, no lo hacía. La rubia suspiró y asintió.
—¿Sí?
Sana respiró hondo y miró nerviosamente alrededor de la habitación, como si tuviera miedo de que alguien la observara.
—¿Eres mi amiga?—había un tono de súplica en su voz, y Tzuyu podía decir que Sana estaba al borde de algún tipo de crisis nerviosa.
Tzuyu dejó caer las manos a los costados en señal de derrota y suspiró profundamente.
—Si, soy tu amiga—asintió lentamente. Sintiéndose repentinamente contenta de hacer dicho esas palabras. El rostro de Sana se iluminó por un segundo, pero luego recordó porque estaba aquí y su expresión rápidamente desfalleció.
—¿Lo prometes?—Sana murmuró, su voz apenas un susurro. Su ansiedad estaba matando a Tzuyu, y la chica de ojos mieles rápidamente mostró su dedo meñique frente a Sana.
—Lo prometo—ella asintió una vez. Sana suspiró aliviada, extendiendo lentamente la mano y entrelazando sus dedos meñiques. Tzuyu sintió como de calientes estaban las manos de Sana y solo se preocupó más.
—Ahora… ¿qué sucede?—preguntó, adoptando un tono más suave y dando palmadas en la cama al lado de ella.
Sana pareció sorprendida por el repentino cambio de carácter de Tzuyu, pero la chica no lo cuestionó. Y prácticamente saltó a la cama al lado de Tzuyu, aterrizando sobre sus rodillas y rápidamente metiendo sus pies debajo de ella. Miró alrededor de la habitación una vez más.
La pequeña chica se inclinó cerca de Tzuyu, como si le estuviera contando un secreto.
—Hay malas cosas aquí—susurró, antes de alejar su rostro de Tzuyu y escanear rápidamente la habitación para ver si alguien más las había escuchado.
—¿Cosas malas?—preguntó Tzuyu, cada vez más preocupada de lo que ya estaba. Sana tomó su labio inferior entre sus dientes y asintió rápidamente —¿Qué cosas malas?
Sana sacudió la cabeza violentamente y cerró los ojos con fuerza, prácticamente haciendo que la cama temblase. Tzuyu rápidamente extendió la mano y agarró los hombros de la chica para tratar de calmarla. Los ojos de Sana se abrieron de golpe y casi se estremeció hacia atrás, pero se dio cuenta de a quien pertenecían las manos y se quedó quieta.
—No hay cosas malas aquí—señaló Tzuyu por la habitación—¿Ves? Es solo mi habitación. Duermo aquí todas las noches—Sana respiró hondo. Tzuyu retiró lentamente sus manos de los hombros de Sana y la chica más pequeña miró a su alrededor con nerviosismo.
—Hay cosas malas—Sana repitió. Abrazó la camiseta con más fuerza contra el pecho. Tzuyu suspiró y pensó por un momento, tratando de averiguar cómo calmar a Sana.
—Ven—Tzuyu se deslizó hacia atrás en la cama y levantó su edredón—Es un fuerte. Estaremos a salvo aquí, vamos—se deslizó debajo de las sábanas y le indicó a Sana que hiciera los mismo. Confusa pero curiosa, Sana se arrastró junto a Tzuyu. La chica de ojos mieles tiró las sábanas sobre las cabezas de ambas, usando sus rodillas para evitar que las sábanas las asfixiaran.
Sana instantáneamente gimió cuando la oscuridad las alcanzó y Tzuyu rápidamente rebuscó entre las sábanas para tomar su teléfono. Momentos después, la linterna del teléfono se encendió y colocó el dispositivo entre ellas para iluminarlas.
—Estamos a salvo aquí abajo—dijo Tzuyu en voz baja. Sana yacía boca arriba junto a Tzuyu, todavía respirando con dificultad —¿Por qué viniste aquí?
—Cosas malas—murmuró Sana, señalando su cabeza y tocándola suavemente.
—¿Cosas malas en tu cabeza?—preguntó Tzuyu, captando lentamente lo que Sana estaba tratando de explicarle. La pequeña chica asintió rápidamente, confirmado las sospechas de Tzuyu.
—¿Tuviste una pesadilla?—inquirió la chica de ojos mieles. Sana inclinó la cabeza hacia un lado—¿Viste cosas malas mientras dormías?—Tzuyu reformuló su pregunta. Esto ganó un lento asentimiento de Sana, y Tzuyu notó que el labio inferior de la chica más pequeña estaba temblando.
—Hey, hey, no llores—Tzuyu sacudió la cabeza y se sentó, apartando las mantas de ellas—Todo el mundo ve cosas malas en sus sueños, incluso yo.
—¿Incluso Chewy?—preguntó Sana, sentándose lentamente al lado de Tzuyu.
La chica de ojos mieles suspiró y asintió.
—Se llaman pesadillas—explicó Tzuyu—A veces pueden dar mucho miedo, pero, ¿quieres saber un secreto?
Sana asintió lentamente.
—No pueden lastimarte—Tzuyu le dio a la chica una suave sonrisa, tratando de asegurarle que estaba a salvo—Solo están en tu cabeza—se estiró y golpeó la frente de Sana como lo había hecho antes.
—¿Lo prometes?—Sana susurró, extendiendo su dedo meñique. Tzuyu asintió suavemente y entrelazó sus dedos, ya dándose cuenta de que se estaba acercando demasiado a esta chica. Pero se encontró con la abrumadora necesidad de protegerla.
Sana todavía respiraba con dificultad y Tzuyu la observó mientras tiraba de las mangas de su camiseta.
—¿Tienes calor?—preguntó Tzuyu, señalando la pesada camiseta de Jihyo que Sana tenía puesta. La chica de ojos marrones asintió, mirando a Tzuyu suplicante.
—Y supongo que tú quieres llevar una de mis camisetas, ¿verdad?—Tzuyu levantó una ceja y suspiró, sabiendo cual iba a ser la respuesta de Sana. La chica más pequeña sonrió al instante y asintió.
Tzuyu se rió. Sorprendentemente ella rió. Honestamente ella estaba aliviada de poder mantener a Sana de alguna forma calmada. Salió de debajo de las sábanas y abrió el primer cajón donde guardaba sus camisetas. Agarrando una camiseta negra con el nombre de la marca en ella, se la arrojó a Sana. Afortunadamente, la chica más pequeña no tuvo problemas para atraparlo.
Sana se puso de pie, quitándose su propia camiseta. Tzuyu se dio la vuelta y casi jadeó. No esperaba que la chica se cambiase en su habitación. Pero lo más importante, no esperaba lo que había debajo de la camiseta que Sana estaba llevando.
—¿Qué ha pasado?—preguntó, cruzando la habitación y deteniendo a Sana antes de que pudiera quitarse la camiseta por la cabeza. Su torso estaba cubierto de moretones, algunos morados oscuros, otros verdes claros, algunos grandes, otros pequeños. No había ningún patrón, solo estaban esparcidos por todo su cuerpo. Tzuyu tuvo que concentrarse en no tocarlos para asegurarse de que no estaba alucinando.
—Ouch—susurró Sana, bajando la cabeza. Parecía casi avergonzada.
Tzuyu se mordió el labio. Sabía que era mejor no interrogarla a preguntas esta noche. Ambas estaban exhaustas.
—Está bien—dijo Tzuyu en voz baja, sacudiendo la cabeza. Tomó la camisa de las manos de Sana y ayudó a la chica más pequeña a ponérsela por la cabeza. Sana miró la camiseta y luego le sonrió brillantemente a Tzuyu.
—Tenemos que llevarte de vuelta a la cama—asintió Tzuyu, girándose hacia la puerta. Se paró cuando no vio a Sana siguiéndola a la habitación de Jihyo, y se dio la vuelta para encontrar a Sana sentada en la cama de Tzuyu felizmente. Suspirando derrotada, Tzuyu cerró la puerta detrás de ella y se acercó a la cama.
—Tu cabello es un desastre—notó, cediendo a la tentación y estirando la mano para cepillar el pelo enmarañado de la cara de Sana. Los ojos marrones la miraron con satisfacción. Tzuyu solo suspiró y agarró su cepillo de su mesita de noche—Te lo trenzaré.
Sana no respondió, así que Tzuyu simplemente se subió a la cama detrás de la chica y se estiró para dejar caer el cabello del resto del moño. Ondas largas y oscuras caían en cascadas por sus hombros. En el instituto, Sana siempre llevaba el cabello recogido en una cola de caballo alta, junto con un lazo que combinaba con los colores de su escuela.
Tan pronto como Tzuyu pasó el cepillo por el cabello de Sana, se dio cuenta de lo anudado que estaba. Nayeon había dicho que Sana sabía como ducharse, pero obviamente no sabía cómo desenredarse el cabello.
—Ouch—murmuró Sana mientras Tzuyu comenzaba a desenredar lentamente los nudos de cada capa de su cabello—Ouch, Ouch—repitió.
—Ya casi termino—dijo Tzuyu en voz baja. Tiró suavemente del cepillo, separando los pequeños pelos y pasando al siguiente nudo. Sana tenía más pelo del que parecía tener.
Por suerte, Sana se sentó en silencio mientras Tzuyu terminaba de quitarle los nudos del cabello. Una vez que terminó, Tzuyu se dio cuenta de lo mejor que se veía el cabello de Sana. Era ondulado y suave, y estaba mucho más plano contra su cabeza ahora que los nudos habían desaparecido.
—Ahora solo tengo que trenzarlo—explicó Tzuyu. Lentamente pasó sus dedos por el pelo de Sana, encantada por la textura que tenía. Olía a su champú, asumió que Sana lo había utilizado cuando se duchó antes. Agarró una sección del pelo de Sana y empezó a hacer una trenza, sin darse cuenta empezó a tararear una canción.
—Música—Sana notó, girándose para mirar a Tzuyu. La chica de ojos mieles tuvo que inclinarse hacia adelante para mantener su agarre en la trenza sin terminar, y usó su otra mano para girar la cabeza de Sana.
—Estaba tarareando, si—se encogió de hombros, terminando rápidamente la trenza y asegurándola con un lazo para el cabello—Listo—pasó la trenza sobre el hombro de Sana para que la chica pudiera ver.
—¿Bonita?—preguntó Sana, dándose la vuelta para mirar a Tzuyu. La chica de ojos mieles asintió. Sana bostezó, aún conservando la suave sonrisa en su rostro.
—¿Cansada?—Tzuyu levantó una ceja. Sana se mordió su labio vacilante y Tzuyu inclinó la cabeza hacia un lado—¿Qué?
—Asustada—murmuró Sana.
Tzuyu suspiró y señaló las mantas.
—Ese es nuestro fuerte, ¿recuerdas? Nada puede hacerte daño ahí abajo. Además, ¿recuerdas lo que te dije? Los sueños no son reales. Lo prometí.
Sana pensó por un momento antes de asentir, recordando lo que Tzuyu le había dicho. Rápidamente se metió debajo de las sábanas. Tzuyu suspiró profundamente. ¿En qué se había metido?
Demasiado cansada para tratar de pelear consigo misma, Tzuyu se arrastró hasta el otro lado de la cama y tiró las sabanas sobre ambas. Sana se acercó a Tzuyu y la chica de ojos mieles se dio cuenta. Era como si la chica más pequeña quisiera acercarse los más posible a Tzuyu sin tocarla. Tzuyu sabía que discutir no serviría de nada.
Su teléfono vibró y la sacó de sus pensamientos. Miró a Sana, que no se había dado cuenta. Tzuyu tomó su teléfono y entrecerró los ojos para leer el mensaje en su pantalla.
[1:23 Jihyo] Chicas, ¿alguna de ustedes ha visto a Sana? No está en la cama.
Tzuyu suspiró, leyendo el mensaje de Jihyo en el chat grupal. Iba a tener que dar un montón de explicaciones. Sus dedos golpeaban lentamente el teclado, mirando a la pequeña chica en la cama junto a ella.
[1:24 Tzuyu] La tengo yo.
Solo podía imaginar la reacción de Jihyo cuando recibió su mensaje.
[1:24 Jihyo] Estás bromeando, ¿verdad?
Tzuyu suspiró, mordiéndose el labio y tratando de pensar en una respuesta. Sin embargo, su teléfono vibró antes de que pudiera hacerlo.
[1:25 Dahyun] Park Jihyo, creo recordar que tienes clase en… ¿menos de 9 horas? Mueve tu culo a la cama. Hablaremos de la situación de Sana en la cama mañana.
Tzuyu rió suavemente para sí misma, agradecida por Dahyun y a su tendencia de ser una gran dormilona. Dejó su teléfono al lado de su almohada y se tumbó boca arriba, cerrando los ojos e intentando conciliar el sueño. Tzuyu finalmente se quedó dormida después de revivir el día entero en su mente, hasta que finalmente el sueño se apoderó de ella.
Sana abrió los ojos cada pocos minutos, comprobando si Tzuyu todavía estaba despierta. Una vez que se había asegurado que la chica rubia estaba dormida y no intentaría escabullirse de ella, Sana cerró los ojos y se durmió rápidamente. Contenta de que no hubiese hecho como Jihyo y hubiese puesto una almohada entre ellas.
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