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01

Tzuyu nunca había amado la ciudad. Todo necesitaba mucho tiempo y ella era solo una persona.

Ella nunca podría mantenerse al día con toda conmoción pasando las 24 horas del día. Pero la academia de arte de Nueva York era su sueño, y cuando ella fue aceptada, decidió que podía hacer frente a vivir en la ciudad. Después de todo ella vivía junto con sus tres mejores amigas. Todo el mundo asumía que Tzuyu estaba viviendo un sueño.

Lo que era sin duda. Después de vivir en Miami por tanto tiempo, Tzuyu estaba deseando salir de esa ciudad. Es por eso que en cuanto se graduó, al atardecer se fue y llegó a Nueva York el día siguiente.

Mudarse a Nueva York era un sueño que compartía con sus tres amigas. Tzuyu, Nayeon, Jihyo y Dahyun, todas ellas habían crecido juntas desde su primer año en la escuela después de haber trabajado juntas en el backstage de la producción de la escuela llamada 'La Sirenita'. Cuando llegó su tercer año de escuela, recaudaron el dinero suficiente, enviaron sus solicitudes a la universidad, y se dieron cuenta de que su sueño se estaba haciendo realidad.

Y ahora allí estaban, a dos meses de iniciar el semestre de otoño de su primer año de universidad.

Tzuyu amaba como su vida se iba transformando, pero aun así no podía dejar de sentirse cada vez más sola. No es que ella no tuviera amigos, porque ella tenía un montón de ellos. Simplemente le faltaba algo.

En su segundo año, se supo que Tzuyu era lesbiana. Esperaba que sus tres amigas le dieran la espalda, pero sorprendentemente a ellas no les importaba. Ellas estuvieron con ella durante el periodo que ella recibió bullying constante. Tzuyu estaba eternamente agradecida por las compañeras que tenía. Sin ellas ahora mismo estaría muy lejos de ser lo feliz que es ahora.

Pero de alguna manera, su sexualidad la retuvo. No era especialmente difícil encontrar otra lesbiana en las calles de New York, pero Tzuyu era extremadamente inexperta cuando se trata de estar en cualquier tipo de relación. Así que, por miedo, ella se mantenía soltera.

El momento en que ella empujó la puerta de su apartamento industrial compartido, fue recibida por sus tres compañeras de piso. Mejor dicho, por dos, considerando que Nayeon estaba durmiendo en el sofá. Dahyun y Jihyo levantaron la vista de sus teléfonos y sonrieron al saludar a la chica de cabello rubio.

—No adivinarás que pasó hoy—Jihyo habló, olvidándose de su móvil y siguiendo a Tzuyu a la cocina; —¿Recuerdas a aquel lindo chico extranjero que había en mi clase de Hip Hop?—ella preguntó, pero no esperó a que Tzuyu contestase—¡Él me pidió el número de teléfono!—la chica japonesa aplaudió emocionada y Tzuyu no pudo aguantar la risa.

—No lo dudé ni un segundo cuando me dijiste que harías lo que fuese para que esto ocurra—Tzuyu bromeó dejando caer su mochila de sus hombros en el suelo junto la puerta.

Jihyo arrugó la nariz ante su compañera de piso y saltó sobre el mostrador.

—Así que... ¿qué hay para cenar, Tzu?

Rodando sus ojos, Tzuyu sonrió.

—¿No podrías haberte hecho amiga de algún chef? Eso sería un favor para todas nosotras. Estoy harta de ser la única que sabe cocinar—ella abrió la despensa, explorando cada rincón para ver que alimentos juntar y hacer algo llamado comida.

—¡Voy yo!—Jihyo habló, causando que Tzuyu se girara en confusión. Ni siquiera había oído nada. Olvidándose de la cena, ella siguió a la chica hacia la puerta. El rostro de Jihyo tenía una expresión irreconocible cuando abrió la puerta, y Tzuyu instantáneamente estaba confusa. Muy rara vez tenían visitas, y cuando las tenían era una persona que se había equivocado de departamento.
               
—¡Hola!—la voz alegre sonó de detrás de la puerta. A Tzuyu instantáneamente le empezó a doler el estómago. Ella corrió hacia el lado de Jihyo para asegurarse de que no estaba alucinando, y efectivamente no lo estaba.

—¿Sana Minatozaki?—Jihyo preguntó. Ella estaba igual de confusa que Tzuyu. Dahyun rápidamente se acercó a ellas al escuchar eso, mirando a Tzuyu con preocupación. Todas sabían lo que sentía Tzuyu respecto a Sana.

La verdad es que Tzuyu no había salido del armario en escuela de secundaria, ella había escapado de la chica que estaba en frente de ellas, Sana Minatozaki, también conocida como la chica más popular de su instituto. Ella era la capitana de las animadoras, la reina de la graduación, tenía el protagonismo en todas las funciones de la escuela.

Lo que sea, todo lo había hecho ella. Todos la conocían.

—Si—la chica pequeña que estaba al otro lado de la puerta asintió una vez, confirmando que era ella. Cuando ella no dijo nada más, las tres compañeras intercambiaron miradas.

—Despertaré a Nayeon—Dahyun dijo. Las tres sabían que la chica más baja era la más amigable. Tzuyu no podía creer que la chica que odiaba con cada fibra de su cuerpo estaba ahora en la puerta de su apartamento, aparentemente ajena a todo lo que le había hecho. Jihyo y Dahyun sabían cuánto odio tenía Tzuyu a esta chica. Ninguna de ellas esperaba volver a verla cuando dejaron atrás Florida.

Pero ahora aquí estaba, sonriendo como una idiota y tratando de estirar el cuello para ver el departamento. Tzuyu y Jihyo se miraron dando un paso a un lado cuando Dahyun y Nayeon se acercaron a la puerta. Nayeon todavía parecía estar medio dormida pero rápidamente salió de su aturdimiento cuando vio a la otra chica en la puerta.

—¿Qué?—preguntó mirando a Sana y luego a sus amigas—¿Qué está pasando?—Tzuyu se encogió de hombros. Jihyo y Dahyun levantaron las cejas, como para decir en silencio que estaban tan confundidas como ella—¿Hay algo que necesites?—Nayeon preguntó volviendo la mirada a Sana, quien todavía se encontraba en la puerta y con una sonrisa en su rostro. Tzuyu encontró esa situación extraña.

—Oh sí, eso—la chica más pequeña rió y frunció los labios por un momento—Necesito una cama—se deslizó más allá de Nayeon y entró en el departamento, quedándose en la habitación gigante y girando en círculos para verlo todo—¿Tienen una de esas?

Jihyo cerró la puerta mandándole a Tzuyu una mirada cuestionable. Las cuatro chicas se miraron, manteniendo la vista en su antigua compañera.

—¿Qué demonios?—Tzuyu fue la primera en hablar, manteniendo un tono bajo para que Sana no la pudiese oír. Sana parecía estar en su propio mundo. Parecía... diferente. Las cuatro amigas estaban muy confundidas. Sana parecía una persona completamente diferente.

—¿Sana?—Nayeon habló de nuevo, asintiendo con la cabeza a las chicas para tratar de decirle que ella podía manejar esto. La chica más baja caminó hacia Sana y dejó una mano en sus hombros—¿Por qué necesitas una cama? ¿De dónde vienes?

—Mi casa—Sana se encogió de hombros. Ella parecía completamente ajena a el terror y el miedo que le tenían estas chicas en el instituto—¿Tienen una cama? Necesito una.

—¿No tienes tu propia cama?—Nayeon preguntó. Ella les lanzó a las chicas una mirada suplicante, dándose cuenta de que no podía manejar este asunto por su cuenta. Dahyun y Jihyo dieron un paso adelante, pero Tzuyu un paso hacia atrás. Tenía demasiado resentimiento por la chica, prefería dejarla en el pasillo.

—Si, pero tengo que caminar mucho para llegar hasta ella—Sana se alejó de Nayeon y caminó al sofá, sentándose en él y tomando el mando de la televisión. Dahyun se volvió hacia Tzuyu e hizo una mueca de confusión.
               
—No juegues con eso—Jihyo rápidamente le quitó el mando de las manos de Sana y lo dejó sobre la mesa de café—Sana, necesitas ir a casa—la chica coreana adoptó un tono serio, mientras estaba de pie, delante de la chica y cruzando sus brazos alrededor de su pecho. Después de que Sana se hubiese metido con Tzuyu, Jihyo ha protegido mucho a la chica de ojos mieles. No sabía porque Sana había vuelto y no le importaba saberlo.

—Pero somos amigas—Sana hizo un puchero mirando a Jihyo con ojos suplicantes. Ella frunció los labios un momento antes de levantar un dedo al aire y hacer un tipo de revelación—Teníamos química juntas, ¿recuerdas?

—Sana, de verdad, tienes que irte a casa—Jihyo reiteró. Ella no esperó ni un segundo y tomó a la chica del brazo y la levantó del sofá. Sana solo se rió cuando Jihyo la guió hacia la puerta y salió al pasillo.

—¿Tengo que ir a casa?

—Si—Jihyo asintió, apuntando hacia el ascensor al final del pasillo. La sonrisa de Sana finalmente titubeó, pero Jihyo no dejó que respondiera y le cerró la puerta en la cara. Se giró hacia sus amigas.

—¿Qué demonios ha sido eso?—Dahyun caminó hacia la puerta y se aseguró de que estuviese bien cerrada. Todas las chicas sabían lo que Sana le había hecho a Tzuyu y no se merecía ninguna hospitalidad por parte de ellas.

—Estaba actuando extraña—observó Tzuyu riendo amargamente.

—Ella tiene razón—Nayeon asintió. La chica baja de repente se preocupó—Estaba siendo extraña.

Tzuyu se encogió de hombros y dijo su pensamiento en voz alta.

—Probablemente esté bebida—ella rió y volvió a la cocina—Se supone que va a llover esta noche—dijo intentando sacar a Sana de su cabeza. ¿Qué estaba haciendo aquí? Tzuyu arrugó la nariz, recordando cuando su vida en la escuela secundaria había empeorado.


Hace 4 años:

—Es gracioso porque es verdad, Tzu—Jihyo rió desde la mesa. Tzuyu levantó la vista de su comida y le sacó la lengua a su amiga.

—No hay forma de que le guste—Tzuyu rodó los ojos. Ella volvió a mirar a su mesa y se mordió el labio—Además ni siquiera es guapo, no me gusta ese tipo de chicos.

—O tal vez no te gustan los chicos en absoluto.

La voz detrás de Tzuyu hizo que las cuatro chicas levantaran la vista de sus teléfonos. Excepto por Tzuyu, quien se había dado cuenta que su teléfono no estaba al lado suyo en su mesa como solía estar. Tenía un mal presentimiento y se dio la vuelta para confirmar de quien era esa voz.

—Eso es interesante—Sana rió desplazando el móvil en sus manos. El móvil de Tzuyu—Sabía que eras lesbiana pero no sabía que eras tan lesbiana—Sana se mofó levantando una ceja y mirando a Tzuyu.

—No te atrevas Minatozaki—Jihyo se levantó de su asiento. La chica coreana no estaba muy segura de que estaba hablando Sana. Pero había visto la cara de pánico de Tzuyu y asumió que era algo importante. Las cuatro chicas de la mesa habían sido víctima de Sana de una forma o de otra y sabían cómo se siente eso.

—¿Tú lo sabes también?—Sana no parecía estar asustada del todo a pesar de que la chica mayor se movía hacia ella. Sana barajeó el móvil de Tzuyu y se alejó de Jihyo antes de que esta se lo quitase. Ahora mismo Sana tenía la atención de todos en la cafetería.

—No lo sé, Somi—se burló Sana de la voz de Tzuyu. Tzuyu sintió como su corazón se le salía del pecho cuando supo lo que Sana había encontrado—Le dije que era lesbiana y parecía que él estaba bien con eso, no sé cómo se lo voy a decir a mi madre—Sana leyó el mensaje de Tzuyu en voz alta y se rió, poniendo los ojos en blancos.

—Lo sabía—Sana se mofó. Ella tiró el móvil en dirección a Tzuyu. Dahyun tuvo que moverse de la silla para tomar el móvil antes de que cayese al suelo. Tzuyu seguía congelada.

—¿Qué demonios, Minatozaki?—Jihyo le gritó a la chica, que ya estaba caminando de regreso a donde las otras animadoras estaban sentadas esperándola. Justo cuando Jihyo estaba a punto de salir a por ella, una persona la pasó rápido y se fue de la cafetería.

Tzuyu salió al pasillo y se dirigió hacia los baños sabiendo que estarían vacíos a estas horas del día. Las lágrimas le empezaron a salir en cuanto estuvo sola. Tzuyu solo le había dicho a una persona que era lesbiana sin contar su padre. Ella había encontrado a Somi en un chat online y esa fue la persona que hizo que Tzuyu se quitase el coraje y le dijese eso a su padre. Afortunadamente este se lo tomó bien.

Tzuyu deseaba que lo mismo pudiese ser dicho al resto de la escuela. Excepto que nunca habría tenido la oportunidad de salir del armario por su cuenta. Ahora Sana lo había dicho por ella y definitivamente Tzuyu no estaba preparada.

La chica rubia se dejó deslizar por la pared del baño y acurrucó su cabeza entre sus brazos. ¿Qué iba a hacer ahora? Se sentía enferma, no estaba preparada para todo lo que la gente diría de ella ahora. Incluso sus mejores amigas iban a odiarla después de esto.

Tzuyu levantó la cabeza cuando sintió una mano en su hombro.

—¿Jihyo?—susurró, limpiándose los ojos y mirando a la chica que estaba de pie frente a ella.

—Ven aquí—dijo Jihyo en voz baja, extendiendo la mano para ayudar a Tzuyu a ponerse de pie. Vacilante, Tzuyu se puso de pie. Segundos después, ella fue jalada en un fuerte abrazo. Sintió otros dos pares de brazos envolverla y no pudo contener la segunda ronda de lágrimas.

—Lo s-siento—logró decir una vez que se separó del abrazo. Sus tres mejores amigas le devolvieron la mirada, viéndose extremadamente preocupadas.

—¿Perdón por qué?—Jihyo preguntó, dejando una mano en el hombro de Tzuyu de forma consoladora.

—Por eso—Tzuyu dijo refiriéndose a lo de la cafetería—Yo.

—¿Pensaste que estaríamos enojadas contigo?—Nayeon habló, la conmoción evidente en su voz. Tzuyu asintió lentamente y Nayeon no pudo evitar reírse—Tzu, no nos importa si eres lesbiana, honestamente, estamos felices si eres feliz.

Las otras dos chicas asintieron para decir que estaban de acuerdo. Tzuyu se llevó las manos a la boca.

—¿Están seguras?

—Dios, Tzuyu, por supuesto que no nos importa—Dahyun añadió—Sigues siendo la misma Tzuyu que eras antes, que se joda Minatozaki y lo que ella piense.

Tzuyu les dio una sonrisa triste.

—Gracias chicas—ella susurró y segundos más tarde fue atrapada en un abrazo grupal—Y para que lo sepan... yo no... ya sabes... ustedes no me gustan chicas... en ninguna forma.

—¿¡QUE!?—Jihyo se apartó e hizo un puchero—¿Por qué no? ¿Qué hay de malo en mí?

Las chicas comenzaron a reír y Jihyo cruzó sus brazos de broma. Tzuyu se secó los ojos para que pareciera que no había estado llorando. Sintió un brazo enlazarse con el suyo y miró a Jihyo con una suave sonrisa.

—Vamos a mostrarles con quien se están metiendo, Chou.

Fin flashback
         
               
—Chicas, ¿qué quieren para cenar?—Tzuyu se mordió el labio y examinó la despensa, tratando de empujar los malos recuerdos al fondo de su mente. Miró a las otras tres chicas y levantó una ceja cuando vio la expresión ilegible en el rostro de Nayeon.

—Me pregunto si ella está bien—Nayeon finalmente habló y Tzuyu puso los ojos en blanco casi de inmediato.

—Está completamente drogada o borracha—Tzuyu pasó una mano por su pelo—O ambos, quien sabe. Solo olvídate de ella, eso es lo que yo estoy haciendo—Agarró una caja de pasta y la levantó para que las chicas lo viesen—¿Esto les sirve?

—Solo si está cocinado—Jihyo bromeó y Tzuyu le arrojó la caja a la chica más mayor.

—Cállate—rió apuntando al fogón—Haz algo útil y hierve un poco de agua—la otra chica levantó una ceja juguetonamente a Tzuyu y dejó la caja en el mostrador, inclinándose para tomar una olla de los gabinetes inferiores.

Jihyo y Tzuyu hicieron la cena mientras Dahyun y Nayeon se encargaron de poner música. Su apartamento era esencialmente una habitación enorme. El salón, la cocina, y la oficina donde para todos era el salón principal de la vivienda. Había cuatro habitaciones subiendo las escaleras de espirales, y dos baños a través del pasillo.

—¡La cena está lista!—gritó Tzuyu, golpeando una cuchara contra la olla de espaguetti para que las otras chicas pudieran escuchar por encima de la música. Dahyun y Nayeon entraron corriendo y Tzuyu les entregó los platos a ambas. Las cuatro chicas tomaron sus bebidas y se dirigieron a la sala de estar, desplomándose en el sofá después de un largo día.

—Le toca escoger a Tzuyu—dijo Jihyo señalando el mando de la televisión. Tzuyu dejó su plato en la pequeña mesa del salón y tomó el mando de su compañera de piso. Empezó a buscar en Netflix, tratando de encontrar algo para ver.

—¿Les parece si vemos Fr-?—Tzuyu se pausó cuando vio que sus compañeras no le estaban prestando atención. Ella levantó una ceja—¿Qué?

—Shhh—Nayeon susurró llevando un dedo a sus labios y apuntando hacia la puerta—¿Has oído eso?

Tzuyu se quedó en silencio y escuchó junto con las otras chicas. Justo cuando estaba a punto de argumentar que no escuchaba nada, hubo un ruido silencioso al otro lado de la puerta. Sonaba como... ¿alguien cantando?

—¿Qué es eso?—ella susurró levantándose del asiento del sofá—¿No me digas que es-?—Tzuyu fue interrumpida una vez más cuando Jihyo ya había ido a la puerta, agitando su mano para que Tzuyu se callase. Ella poco a poco abrió la puerta y echó un vistazo al pasillo. Los ojos de la chica coreana se ampliaron cuando vieron a Sana sentada en el pasillo apoyada en la pared al lado de su puerta y tarareando en voz baja para sí misma.

—¿Qué haces todavía aquí?—Jihyo siseó a la chica pequeña. Sana saltó, obviamente sin darse cuenta de que la habían visto.

—Necesito una cama—Sana se encogió de hombros. Antes de que Jihyo pudiese responder, se arrastró bajo sus piernas y entró a la casa, se puso de pie, y miró a su alrededor felizmente—¿Tienes una cama?

Nayeon agarró el brazo de Jihyo y la llevó a la cocina, las otras la siguieron.

—Algo pasa—ella dijo mirando a la chica que ahora estaba jugando con el mando de la televisión.

—Tiene que irse—Tzuyu dijo firmemente, lo suficientemente alto para que Sana la escuchase. A ella no le importaba si algo malo estaba pasando. Quería que se fuera. No quería ofrecer ninguna hospitalidad a la chica que había hecho por si sola de su vida un infierno—Podemos llamar a los policías de mierda o algo.

—Tzu—Nayeon negó con la cabeza—Algo está obviamente mal si ella terminó aquí—ella miró a las otras dos chicas, pidiendo silenciosamente una ayuda.

—Al menos deberíamos tratar de averiguar por qué está aquí—Dahyun habló apoyando una mano en el brazo de Tzuyu—Entonces la podremos sacar de aquí o algo.

Jihyo y Tzuyu se miraron y Jihyo suspiró pesadamente.

—Vale la pena intentarlo, supongo—ella dijo levantando una ceja a Tzuyu quien se encogió de hombros.

—Me es lo mismo—murmuró—Voy a ir a la cama, no tengo ganas de lidiar con ella—Tzuyu pasó junto a las otras chicas y agarró la mochila que estaba apoyada en la puerta. Momentos más tarde, sus pasos se escucharon, y la puerta de su dormitorio se cerró como una explosión.

Sana paró lo que estaba haciendo para taparse sus oídos y mirar a su alrededor preocupada. Las tres compañeras enseguida intercambiaron miradas antes de entrar al salón. Nayeon se sentó en el sofá al lado de Sana mientras que Jihyo y Dahyun permanecieron de pie.

—¿Dónde vives Sana?—Nayeon preguntó girando y mirando a la confusa chica.

—Aquí—Sana sonrió orgullosamente señalando al sofá y dando palmaditas en él suavemente—Esta es mi cama.

Jihyo y Dahyun levantaron las cejas. Nayeon rápidamente sacudió su cabeza.

—Tú no vives aquí—miró a las dos chicas y de nuevo a Sana—¿De dónde vienes?

—Del avión—Sana asintió recordando lo que había hecho antes—¿Ves?—metió la mano en el bolsillo delantero y frunció el ceño cuando ella sacó las manos vacías. Rápidamente, la pequeña chica se levantó y metió la mano en su bolsillo trasero, riendo alegremente cuando encontró lo que estaba buscando.

Nayeon tomó la pieza arrugada de papel de Sana y la desarrugó, moviéndola entre las manos porque estaba del revés. Observó las palabras y su quijada cayó. Notando el cambio de expresión, Jihyo y Dahyun se acercaron a su amiga para ver el papel.

—¿Un billete de avión?—Dahyun preguntó mirando a Sana. La chica asintió prácticamente emocionada rebotando en el asiento del sofá.

—He venido para ver a mis amigas—ella sonrió apuntando a las chicas con ambas manos—Teníamos química juntas, ¿recuerdan?

—Claramente algo va mal—Nayeon susurró entre dientes a sus dos amigas. Ninguna de las tres tenía ni idea de lo que estaba pasando—¿Cómo sabías donde vivíamos?

Sana pensó por un momento, acariciando su mano en su rodilla y sintiendo la tela de sus jeans.

—Esto—ella de repente se dio cuenta. Metió sus manos en su bolsillo sacando su móvil y dándoselo a Nayeon. La chica baja estudió el iPhone, desbloqueándolo y viendo una foto de Sana y dos animadoras.

—¿Son estas tus amigas?—ella preguntó sujetando el teléfono y enseñándole la foto a Sana. Al ver la imagen, el rostro de la chica se torció en una expresión de confusión.

—No—ella sacudió su cabeza. Sus cejas se surcaron y tomó el móvil de vuelta. Llevó el móvil a centímetros de su cara estudiando la foto—Ellas no son mis amigas—ella confirmó dejando el teléfono en el cojín que estaba al lado de ella.

Jihyo se sentó al lado de Nayeon, y Dahyun se sentó en la mesa de café para mirar a las tres chicas.

—Sana, déjate de rodeos—dijo Jihyo firmemente—¿Por qué estás aquí?

Sana puso mala cara, sacando su labio inferior y mirando hacia el techo pensativa.

—Oh, sí—ella asintió y levantó el dedo en señal de que había recordado algo—Vine aquí en avión, ¿no viste?—ella se metió la mano en el bolsillo para querer buscar algo, pero Nayeon la paró.
   
—Ya nos lo dijiste—Nayeon se lo recordó, enseñándole el billete arrugado. El vuelo había sido ese mismo día, lo cual le dijo que había viajado hasta aquí con la intención de verlas a ellas. Su razón era aún desconocida, sin embargo.

—Oh—Sana tomó el billete de las manos de Nayeon y lo estudió, pasando los dedos por los bordes—Necesito una cama—asintió y señaló la gran ventana en la parte trasera del apartamento—Se está haciendo de noche.

—Joder, Dios—Jihyo bufó y le indicó a Nayeon que se acercara. La chica más baja obedeció y Jihyo cambió de lugar en el sofá para sentarse junto a Sana. Jihyo agarró a Sana por los hombros y la sostuvo firmemente frente a ella—¿Por qué estás aquí?—preguntó, manteniendo su voz firme e intimidante.

Sana levantó sus hombros, encogiendose bajo del toque de la chica coreana. Ella sacudió su cabeza y empujó a Jihyo para que se alejase.

—Por favor—ella murmuró, sacudiendo su cabeza y deslizándose hacia atrás en el sofá.

—¿Por favor qué?—preguntó Dahyun, extendiendo una mano para decirle a Jihyo que se detuviera un momento.

—Por favor—Sana repitió sacudiendo su cabeza una vez más. Dahyun y Jihyo se miraron y Jihyo bufó.

—Sana, ¿qué sucede?—Jihyo intentó una vez más conseguir una respuesta de la chica más pequeña.

—Se está poniendo oscuro—Sana señaló la ventana una vez más—Y necesito una cama—añadió, bajando la vista a sus jeans y palmeando suavemente sus palmas en su regazo.

Nayeon colocó una mano sobre el hombro de Jihyo y la chica mayor se giró para mirarla. Dahyun se puso de pie y se sentó en el brazo del sofá para que las tres pudieran hablar.

—¿Qué se supone que vamos a hacer con ella?—Dahyun fue la primera en hablar mirando a la chica que estaba en el otro lado del sofá, que estaba jugando con los botones del mando una vez más.

Nayeon sacudió la cabeza y suspiró.

—No lo sé, pero esto se siente como algo fuera de uno de esos estúpidos Reality shows—pasó un mano por su pelo y miró en dirección a la habitación de Tzuyu, preguntándose cómo se sentiría la chica de ojos mieles sobre toda esta situación.

—¿Tienen una cama?

Las tres chicas se sobresaltaron cuando se dieron cuenta que Sana se había puesto de pie y se había metido en la conversación.

—Necesito una cama—la chica replicó tocando su pelo y alisándolo.

Jihyo rodó los ojos y se levantó.

—Está bien Sana. Te podrás quedar una noche, pero mañana te vas a tu casa ¿vale?—ella miró a Nayeon y Dahyun esperando algún tipo de aprobación. A lo mejor si le daban lo que quería, al día siguiente se marcharía.

—Si. Pero necesito una cama—Sana juntó sus manos y se estiró para enrollar las puntas del cabello de Jihyo entre sus dedos. Jihyo apartó la mano y Sana jadeó, mirando su mano y sosteniéndola cerca de su pecho. Ignorando la dramática reacción de la pequeña chica, Jihyo se mordió el labio.

—¿Esto está bien?—susurró, inclinándose junto a Nayeon y Dahyun. Nayeon asintió suavemente.

—Sea lo que sea lo que está pasando... se ve diferente. Al menos podemos darle el beneficio de la duda por una noche, ¿verdad?—Nayeon dijo mirando a Dahyun para una aprobación. Dahyun frunció los labios por un momento antes de asentir.

—No veo porque no—la chica neozelandesa dijo—Sin embargo... ¿en dónde va a dormir?

Jihyo resopló, olvidando ese factor importante. Suspiró y se puso de pie, girándose hacia Sana.
               
—Puedes dormir conmigo hoy—dijo mirando a Sana. Ella asintió. Sana se puso de puntillas y sonrió en una especie de expresión de emoción.

—Cama—ella asintió. Jihyo volvió a mirar a las otras dos chicas, que parecían completamente sorprendida. Se inclinó junto a ellas una vez más y rió suavemente.

—Mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más cerca, ¿verdad?—ella levantó una ceja. Nayeon se rió y se encogió de hombros.

—Solo intenta ser amable—Nayeon dijo y Jihyo asintió levemente.

—Está bien Minatozaki, vámonos a esa cama que deseas tanto—suspiró, poniéndose de pie y agarrando la mano de Sana. Antes de que la chica más pequeña pudiera responder, Jihyo la estaba empujando hacia la escalera de caracol. Sana se detuvo en el último escalón, tomándose el labio inferior entre los dientes.

—No tengo todo el día, Minatozaki—gruñó Jihyo, tirando de la mano de Sana. La chica más pequeña vacilante dio un paso en las escaleras y agarró la barandilla con la otra mano.

—Ouch—Sana balbuceó mirando a sus pies. Jihyo solo suspiró y le tiró de la mano una vez más—Ouch. Ouch. Ouch—murmuraba Sana con cada paso, pero finalmente llegaron a la parte superior de la escalera. Sana de inmediato aplaudió, alcanzando el primer picaporte que vio.

Jihyo rápidamente la agarró de los hombros y tiró de ella hacia atrás. Esa era la última cosa que quería que hiciera Sana.

—Esa no es mi habitación—Jihyo apuntó a la siguiente habitación—Esa es.

Sana aplaudió con entusiasmo y empujó el pomo de la puerta hasta que se abrió. Entró despacio a la habitación de Jihyo observando cada poster que tenía en la pared.

—Cama—ella señaló la cama que había en una esquina.

—Una cama, si—Jihyo cerró la puerta detrás ellas—¿Dónde está tu mochila?

Sana la miró desconcertada.

—¿Has traído una maleta o algo?—Jihyo se dio cuenta de que Sana había venido con las manos vacías cuando entró al apartamento.

—Vine en avión—Sana asintió metiendo la mano en su bolsillo. Jihyo rodó los ojos y le agarró la mano antes de que le enseñase su billete por segunda vez.

—Lo sé. Nos lo dijiste—Jihyo asintió un poco frustrada al ver que ella actuaba así. Definitivamente, algo iba mal—Toma—ella fue al vestidor y le dio una camiseta y unos pantalones de pijama que pensó que le quedarían bien a la pequeña chica—Puedes usar esto para esta noche.

Sana rió emocionada, abrazando la ropa a su pecho. Llevó la camiseta a su nariz para oler el detergente.

—¿Me cambio?—preguntó levantando la camiseta para que Jihyo la viese.

Jihyo asintió, señalándole donde estaba el baño, pero Sana se le adelantó y cuando Jihyo estaba a punto de conducir a Sana hasta el baño, se dio la vuelta para encontrar a Sana solo con su camisa, ropa interior y zapatos.

La chica se intentó poner los pantalones con sus converse negras puestas. Jihyo suspiró y cerró la puerta una vez más, caminando hacia Sana y agarrándole las manos.

—Tienes que quitarte el calzado—ella apuntó al calzado de Sana.

—Ouch—Sana sacudió la cabeza y se alejó de Jihyo—Ouch.

Jihyo levantó una ceja.

—¿Ouch?—preguntó señalando los zapatos de Sana. Sana asintió.

—Siéntate—Jihyo ordenó señalando la cama. Sana hizo lo que se le mandó con una tímida sonrisa. Jihyo se arrodilló delante de ella y tiró de los cordones para desatarlos.   
               
—No, ouch—Sana protestó apartando su pie de Jihyo. Jihyo se frustró y le agarró el pie de nuevo, agarrándolo con fuerza a pesar de las protestas de la chica. Deslizó el primer zapato del pie y se quedó sin aliento.

—Ouch—Sana hizo un puchero, su labio inferior temblando. Esta vez, Jihyo asintió con la cabeza. El calcetín de Sana estaba teñido de rojo, con agujeros en la parte inferior donde pequeños fragmentos de vidrio estaban clavados en el pie. Jihyo echó un vistazo al zapato, pero parecía como si los zapatos se habían puesto después de que el cristal ya estaba en el pie.

—¿Cómo sucedió esto?—Jihyo preguntó tomando el otro tobillo de la chica y quitando el segundo zapato.

—Ouch—Sana asintió como si eso fuese una buena explicación para la pregunta. Jihyo resopló.

—Voy a intentar sacarte esto, ¿okay?—preguntó, señalando los pedazos de vidrios en el pie de Sana. La chica más pequeña sacudió la cabeza con furia.

—No. Duele—frunció el ceño.

—Si no te los saco, se te infectará y te pondrás mal—Jihyo resopló, levantándose y caminando hasta su mesita de noche.

—¿Moriré?

—Si—Jihyo mintió, demasiada cansada para tratar de razonar con la chica. Se arrepintió de lo que dijo inmediatamente. Sana chilló y Jihyo se lanzó sobre la cama para tapar con una mano la boca de la chica—No vas a morir—ella sacudió la cabeza—Era broma.

Sana frunció los labios contra la mano de Jihyo por la confusión.

—Oh—murmuró cuando la otra chica retiró la mano. Lo pensó por un momento antes de reírse de la 'broma'.

Jihyo solo sacudió su cabeza y fue al pasillo, para ir a la estantería de las medicinas para buscar lo que necesitaba. Sana estaba sentada en el mismo lugar cuando Jihyo regresó, cosa que agradeció.

—Esto te va a doler un poco, pero tengo que hacerlo, si no te va a doler a largo plazo—Jihyo explicó sentándose en el suelo y dejando un trozo de papel al lado de ella.

—No quiero correr—Sana sacudió la cabeza.

—No tienes que hacerlo—Jihyo rodó sus ojos. Pensaba que estaba hablando con una niña pequeña en vez de con Sana—Puede que te duela, pero cuando acabe, te dejaré jugar a un juego en mi teléfono, ¿okay?

—¿Un juego?

—Sip—Jihyo asintió. Sana aplaudió emocionada y Jihyo tomó eso como una señal para continuar. Lentamente, quitó los calcetines de cada pie. La chica se quejó, pero sorprendentemente siguió quieta.

—¿Por qué has venido aquí?—Jihyo preguntó intentando conseguir más información de la chica. Usando un par de pinzas, levantó el pie de Sana y lentamente quitó un trozo de vidrio de su talón.

—Yo... ouch... necesitaba una cama—Sana susurró, arrugando la nariz e intentando inclinarse y mirar su pie.

—Lo sé—Jihyo dijo mientras quitaba los trozos de cristal del pie de Sana y los dejaba en el papel que estaba a su lado—Pero... ¿no tenías una cama ya?

Sana sacudió la cabeza.

—Ouch—se quejó una vez más. Jihyo suspiró y se rindió en el intento de conseguir respuestas. Una vez que sacó todos los trozos de cristal, echó un poco de agua oxigenada en un poco de algodón y miró a Sana.

—Esto te va a doler un poco—advirtió, presionando la bola de algodón sobre las heridas abiertas y comenzando a limpiar la sangre seca en la planta de su pie. Sana gimió pero permaneció quieta—¿Ves? Todo listo—asintió Jihyo, satisfecha con su intento de limpiar las heridas.

—¿Juego?—Sana preguntó recordando lo que le había dicho Jihyo antes.

—Todavia no—Jihyo negó con la cabeza—Ahora tengo que vendártelo—agarró la gasa que había traído del baño y se puso a trabajar para cubrir los cortes en los pies de Sana, asegurándose de que la gasa tuviese un poco de medicamento para evitar que se le infectase.

Una vez que terminó de vendar, se puso de pie y sacó un par de calcetines grandes de su tocador, con la esperanza de que quedaran sueltos sobre la gasa. Sana frunció el ceño cuando Jihyo deslizó los calcetines sobre los vendajes.

—Ouch—sacudió su cabeza.

—Esto va a doler por un tiempo—Jihyo respiró hondo, haciendo todo lo posible por mantener la paciencia. Lamentó no haber pasado a la chica a Nayeon o a Dahyun.

—¿Juego?

Jihyo señaló la muda de ropa de Sana.

—Una vez que te cambies—asintió una vez y Sana rápidamente agarró las cosas. Se levantó de la cama despacio, por precaución a las heridas que tenía. Se alegró cuando se dio cuenta de que no le dolía tanto como lo hacía antes.

Sana luchó por unos minutos, pero finalmente logró ponerse los pantalones y la camiseta. Jihyo tuvo que contener la risa cuando se dio cuenta de que los pantalones estaban al revés, pero decidió no decir nada.

—Aquí tienes—le pasó el teléfono a Sana y se metió en su cama. Momentos más tarde, Sana saltó sobre la cama y se acurrucó junto a Jihyo. Ella sostuvo el móvil enfrente de su cara, tocando la pantalla sin rumbo.

Jihyo bufó y empujó a la chica fuera de ella.

—Este es mi lado de la cama—murmuró, poniendo una almohada entre ellas. Sana abrió su boca para protestar, pero Jihyo la fulminó con la mirada, lo que provocó que la pequeña devolviese la mirada al móvil y se escondiera bajo las sábanas. Ignorando los ruidos de Sana, Jihyo se giró para darle la espalda a la otra chica y cerró los ojos.

Las cuatro compañeras se durmieron con un millón de preguntas rondando por sus cabezas esa noche.





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