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El ir en esa bicicleta con Sana, lograba que su sentidos se perdieran, como si estuviera perdida en aquella canción de amor de nombre ''Yellow - Coldplay'' que Chaeyoung le tradujo cuándo le mostraba nueva música, luego recordó una de las películas que escuchó junto a su madre, era la misma en una escena que su madre le describía. 

El aire revolvió sus cabellos, camino a un restaurante, en una bicicleta... era algo considerado como una cita. No pudo evitar sonrojarse al pensar en esa palabra que muchas veces decía, pero luego de la primera cita los chicos no volvían a llamar. Todos eran conocidos de su mejor amiga Chaeyoung, pero fuera de ayudarla eso solo lograba romper su corazón. 

—¿En que tanto piensas?—Le pregunto Sana al notar lo callada que estaba—¿No te sientes cómoda? 

Dahyun abrazó con más fuerza a Sana cuándo pasaron por una pequeña banqueta para ir por un parque, y llegar más rápido.

—Es solo que es la primera vez que ando en bicicleta, y eso me hace feliz—Respondió con sinceridad Dahyun—¿Es tonto no?

Sana no desviaba su mirada del camino aunque deseaba hacerlo por al menos unos segundos para observar el rostro de Dahyun. 

—No es tonto todo aquello que te hace feliz—Le susurro con su voz suave y cero tosca como en algunas ocasiones le hablaba—Quita esos pensamientos negativos, no son buenos. 

Mantuvieron el camino para aquel pequeño restaurante oculto entre un jardín lleno de pinos y flores de cerezo. Era muy poco conocido, pero para su apariencia rustica y refinada, no era muy costoso, y era el lugar en dónde solía trabajar cuándo iba a secundaria. Se detuvo, con una mano ayudó para que Dahyun se bajara y pudiera ponerle candado a su bicicleta o de lo contrario se la robarían. Espero unos cinco minutos, volvió a sujetar su mano y la guiaba a una pequeña mesa en la parte de afuera cerca de un enorme pino viejo. 

La ayudó asentarse como en esas películas viejas que a su madre la volvían loca.  

—Iré al baño. Te prometo que no tardare—Le dijo Sana. 

Dahyun asintió.

Fue adentro, como le dijo fue al baño para ponerse un poco de perfume. Había llevado su mochila con ella, se cambió por la camisa del uniforme y volvió de nuevo a dónde estaba sentada Dahyun. 

Les llevaron el menú, revisaba todos los precios, y enseguida revisó sus bolsillos. No llevaba mucho dinero, y era el dinero de su comida de toda la semana. Ella tenía en cuenta ese pequeño detalle, pero no le importaba con tal de que la chica al frente suyo comiera. 

—¿Que te apetece comer? Hay muchas cosas que pueden gustarte—Dijo Sana con una voz dulce y suave.

—Lo más barato—Respondió Dahyun enseguida—Puedo comer cualquier cosa, así que pide cualquier cosa. 

La sonrisa que hizo Dahyun dejo sorprendida a Sana, cerraba completamente sus ojitos que no tenían vida alguna pero no dejaban de ser bonitos como la luna. Le empezó a dar muchas opciones, omitía el precio, y le explicaba sobre los platillos que no conocía o había probado antes. Terminaron pidiendo bulgogi con un poco de arroz frito, y acompañado de un vaso de jugo de naranja. 

Dahyun parecía tranquila, recorría la mesa con sus dedos para reconocer todo lo que había encima y cerca suyo. 

—Todos dicen que debería alejarme de ti ¿Debería hacerles caso?—Preguntó Dahyun jugando con las servilletas queriendo resolver su duda.

Sana era consciente de todos esos rumores, muchos eran falsos y otros para su mala suerte, si eran verdad, pero no sabía a cual de todos se refería Dahyun. 

—¿Tu que piensas? ¿Parezco una mala persona?—Susurro Sana. 

—Yo pienso que no lo eres, siempre eres amable conmigo—Soltó una pequeña risa—Tal vez, solo sientes lastima por mi—Esas últimas palabras sonaron un poco bajas a diferencia de la manera en como hablaba al principio.—Estoy acostumbrada. 

Le parecía curioso y un poco irritante que una persona dijera ese tipo de cosas sobre estar acostumbrada a algo que la hería, se dio cuenta por el tono que uso para decirlo. Se levantó de nuevo de su silla, camino unos segundos en busca de una pequeña flor que plantaban en un invernadero cerca de un pequeño kiosco. Habían un montón, pero Sana solo necesitaba una, solo una pequeña flor de margarita blanca. 

—Hay un montón de flores aquí a tu al rededor, también pinos grandes y altos—Mustió Sana—El mundo esta rodeado de muchas cosas distintas, si puedas distinguirlas te darías cuenta de eso—Sana olía aquella margarita, y luego llevo un poco del cabello de Dahyun justo detrás de su oreja para colocarla a un lado como un broche o un adorno para su cabello—En el mundo tu serías una margarita. 

Dahyun se sonrojo, toco un poco sus mejillas, su rostro estaba ardiendo al igual que sus pensamientos, y de nuevo estaba esa sensación extraña sobre todo su cuerpo. Un cosquilleó, una especie de escalofrió como si estuviera viendo un fantasma, y esa fuera la causa de su corazón palpitante.

—No entiendo—Dijo Dahyun nerviosa. 

Sana estaba por responder, pero llegaron con la comida que habían pedido. Toda la pusieron enfrente de Dahyun para que pudiera tener cerca todo, y se sintiera cómoda al comer. Era algo magnifico de ver, en como sujetaba aquellos cubiertos de manera perfecta sin titubear un poco, era una persona independiente en todos los aspectos. Era como esa misma vez en que comía un poco mientras platicaba con aquel chico en la cafetería en dónde la vio.

—¿Segura que no quieres comer?—Pregunto tímida Dahyun.

—No tengo mucha hambre—Mintió la japonesa. 

No fue suficiente, tomo su cuchara y la lleno de todos los platillos que pidieron. 

—También necesitas comer un poco—Dahyun llevaba con mucho cuidado aún con su mano temblando cerca de donde suponía que debería estar Sana—¿Podrías acercarte? 

—De acuerdo—Sana soltó una risa, y acerco su boca para recibir ese gran bocado de comida—Es delicioso, muchas gracias. 

Dahyun le sonrió de vuelta, y algunas palabras vinieron a su mente de nuevo. «En tu primera cita Dubu debes alimentar a tu persona especial con eso lograras enamorarla por completo» Pensó. Esas eran palabras de su mejor amiga cada vez que le preguntaba cosas sencillas que debería hacer en una cita en dado caso de tener una.

—¿Enamorarla?—Susurro para ella misma. 

Sana no logro escuchar aquellas palabras que susurro la menor. 

—¿Dijiste algo?—Preguntó Sana confundida. 

Dahyun negó muchas veces. 

Sana puso sus codos sobre la mesa y su mentón sobre sus manos, y observaba a Dahyun comer. Era como una pequeña ardilla llenando sus cachetes con porciones de comida, verla traía una tranquilidad incontrolable en su ser, era una persona que a simple vista debería ser cuidada. No pudo evitar reírse de manera un poco alta.

—¿De que te ríes?—Dijo Dahyun un tanto enojada parando de comer—¿Tengo algo en la cara?

Sana volvió a reírse, logrando enojar de nuevo a Dahyun.

—En realidad si—Respondió la japonesa levantándose de su silla, tomando una servilleta y yendo aún lado de Dahyun—Tienes un poco de comida aún lado de tus labios—Le susurro muy cerca del oído—¿Me permites quitarlo?

El rostro completamente sonrojado color carmesí llegandole hasta las orejas. Soltó los cubiertos de manera inmediata cuándo sintió la servilleta en su rostro siendo guiado por Sana para quitarle ese poco de comida cerca de sus labios. La respiración de Sana recorría su garganta y su mano estaba tocando con cuidado su hombro, pero la causante del enorme suspiro no fue eso si no la pequeña risita que escuchó cuándo termino de hacerlo.

—Listo—Dijo Sana.

—G-gracias—Le Susurro Dahyun. 

—No es nada, pequeña. 

Nunca la habían llamado de esa manera, siempre era nombrada por su nombre ''Dahyun''. El tener un apodo, era una muestra de cariño importante cuándo dos personas salían o al menos eso es una de las tantas cosas que le decía Chaeyoung. Pero, ellas no estaban saliendo solo eran dos chicas que acaban de conocerse.

—He terminado—Dijo Dahyun—Muchas gracias por lo de hoy, prometo invitarte a comer la próxima vez.

—Te llevaré a casa como lo prometí—Soltó una pequeña risa.

Sana miró su reloj aunque le hubiera encantado continuar con Kim Dahyun debía irse o llegaría tarde al trabajo. Fueron de nuevo a dónde estaba su bicicleta, debían repetir todo de nuevo, brincar hacía el asiento trasero y ser abrazada por la pequeña Dahyun.

—¿Estas lista?—Volvió hablar Sana.

Dahyun asintió, y como la primera vez logro subirse sin ningún problema, le indico la dirección a la que la debía llevar con detalle para que no se perdiera. Como la primera vez volvió a sentir ese cosquilleó y el mar de nervios recorrer todo su cuerpo, era como la primera vez que fue a la playa con su familia, el agua tocaba parte de sus pies, al igual que la arena hundía sus pies al caminar en ella. Eso sentía en ese momento. Entre más rápido pedaleaba Sana, el viento más le pegaba en la cara, lo que ocasiono que aquella margarita en su cabello se fuera volando. 

—¡Se ha ido!—Presiono la ropa de la japonesa—¡El viento se lo ha llevado!—Susurraba. 

Miró muchas veces a ver a Dahyun intentando entender todas esas palabras que susurraba. Sintió como pegó su rostro a su espalda, y apretaba fuertemente su abrigo.

—¿Que pasa?—Le susurro Sana.

—L-la margarita—Suspiro Dahyun—Se me cayó, y fue un obsequió tuyo para mi. 

Sana estaba sorprendida por el comportamiento que esta estaba teniendo por una pequeña, y simple flor que crecían en muchas partes. 

—Tranquila—Le susurro Sana.

No le respondió, continuaron yendo a casa de la menor, miraba su reloj a todas horas porque el tiempo parecía ir demasiado rápido. No pensó que viviera tan lejos, pensaba que vivía cerca del instituto pero casi vivía al otro extremo de la ciudad, lo bueno era que estaba acostumbrada a ir a distancias largas o seguramente estaría cansada. Entre más pedaleaba más cerca estaban de llegar, entre más cerca de llegar estaban, estaban más cerca de despedirse. 

Pasaron un par de semáforos, y ahí estaba la casa de Dahyun la cuál era muy bonita en un vecindario muy tranquilo. Estaba empezando a obscurecer, la luz de las calles estaban siendo encendidas, y se detuvo frente a la casa de Dahyun debido al número de casa que le indico. 

—Hemos llegado—Susurro Sana. 

Dahyun se soltó, y sujeto la mano de Sana para ayudar a bajarla. 

—Gracias de nuevo. Prometo invitarte a comer pronto—Soltó una pequeña sonrisa Dahyun. 

—No es necesario, no te invite con esa intención. Guarda el dinero para ti, y comprate muchas cosas para ti ¿De acuerdo?—Sana no dejaba de mirarla debido a los ojos un poco llorosos de Dahyun—¿La margarita no? ¿Por eso lloraste? 

Dahyun llevo sus manos a sus ojos que estaban un poco húmedos, seguramente los tenía un poco brillantes, y por eso se dio cuenta. Iba a responderle a Sana, pero esta no se lo permitió por que empezó a reír, pero no era una risa burlona.

—¿Sabías que las margaritas son mi flor favorita?—Soltó de repente llamando la atención de Dahyun—Prometo darte una de nuevo—Le revolvió su cabello y le sonreía—Bueno, tengo que irme o llegaré tarde pequeña. 

Escucho el pedal moverse, Sana estaba alejándose y ella estaba sorprendida por el pequeño gesto que hizo, de revolverle el cabello un poco, pero quedo incluso más sorprendida por

''¿Sabías que las margaritas son mi flor favorita?'' 

''En el mundo tu serias una margarita''

¿Que significaban esas palabras? Ni ella misma sabía lo que pasaba por la mente indiscutible de Sana Minatozaki.

—¿Entonces soy tu flor favorita?—Susurro para si misma Dahyun—¿Que estas queriéndome decir con eso? 

Esa fue la última vez que hablo con Sana durante el resto de la semana. 

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