Vació.
Todo el mal sabor boca que estuvo acompañándola toda la semana, su rostro aún no mejoraba, JK había superado los límites anteriores, no se refería solamente a la paliza que recibió, si no que sentía culpa por hacer que Dahyun pasara un mal momento, debido a eso le robaron su celular y aunque le pidió un montón de disculpas luego, sabía que no estaba bien. Sana, llevaba estresada toda la semana, no disfrutaba sus vacaciones, aprovechaba cada minuto para trabajar y ganar dinero extra, pedía doblar turno o pequeños trabajos que no intervinieran en sus demás actividades restantes del día.
Tzuyu durante toda la semana la esperaba para llevarla a casa, esta vez era más insistente que antes, le hacía todo el tiempo preguntas, aún así era un gran apoyó. Algo dentro de ella, sabía que podía confiar en la taiwanesa, no creía que tuviera tan malas intenciones y era como decía, que simplemente las cosas sucedieron, y no tenía una explicación concreta.
Era lunes, su único trabajo de ese día era ir a servir café todo el día hasta que su turno terminará y luego podría ir a descansar, su cuerpo realmente lo estaba pidiendo a gritos. Cada vez su cuerpo se iba desgastando más que antes, no quería empeorar su salud, ella era de las chicas que no tenían elección.
—¿Irás a la posada del trabajo?—Le preguntó una de sus compañeras—Nunca vas, podría ser divertido.
Sana se encontraba acomodando los vasos que utilizaban para los helados.
—No soy muy buena en las fiestas—Rió la japonesa—No bebo, ni siquiera soy de bailar.
La campana de la puerta sonó al ser abierta, era un pequeño grupo de universitarios y entre ellos quedo sorprendida al ver a Tzuyu entrar justo detrás de todos ellos. Todos se dirigieron a una de las mesas vacías que estaban cerca del baño, a excepción de ella que iba a su dirección.
—Sana—Sonrió alegre dejando ver su hoyuelo de la mejilla—¿Cuánto falta para que salgas? Si quieres le digo a mi tío que te deje salir antes, eso no es un problema.
Todos sus compañeros la quedaban viendo cada vez que la taiwanesa venía por ella y hablaba tan gentil con todos. Era una sorpresa para todos, le contaron de lo grosera y prepotente que era la chica alta que ahora mismo le estaba sonriendo.
—No tengo tiempo, puedes divertirte sin mi—Finalizó la japonesa.
Intentaba concentrarse de nuevo en sus actividades, cada vez que miraba de reojo Tzuyu continuaba parada en la misma posición como si estuviera esperando una respuesta de su parte.
—Te esperaré, tengo un montón de tiempo de todos modos—Tzuyu sonrió volviendo a dejar ver su hoyuelo.
Sana volvió a ignorar a la taiwanesa, fue directo a la bodega en dónde guardaban todos los materiales, iba por un paquete nuevo de vasos, los encontró rápidamente. Se detuvo un momento, estaba empezando a sentir un fuerte dolor en su pecho, estos ataques eran cada vez más frecuentes que antes. Dejo caer el paquete de vasos y se sostenía con fuerza en la pared, no quería tropezar y caer al suelo.
No recordaba que los dolores en su pecho, le dolían hasta el punto de querer derramar lágrimas, a veces ni siquiera respirar podía, sentía que se asfixiaba y que el aire no figuraba más en su al rededor. Miró a la puerta, se lograba ver la puerta de salida y aún lado continuaba la misma chica alta.
—¿Te encuentras bien Minatozaki?—Corrió su compañera al verla aferrándose a la pared.
—Estoy bien, debo estar cansada— Sana intento recuperar su postura, inhalo y exhalo un poco de aire.
Regreso tranquila a su puesto, su frente estaba empapada con sudor y sus manos estaban igual de sudorosas. El pecho ya no le dolía tanto, el dolor se iba poco a poco, solo intentaba mantener la calma. Miró el reloj de la pared, su turno pronto terminaría solo le quedaban 30 minutos y luego antes de irse iría por su sueldo, era día de paga. Fue por sus cosas y luego iría a la oficina del gerente, no estaba muy lejos, su oficina quedaba del otro lado en la última puerta. No tardo mucho tiempo, le entregaron su paga e iba casi corriendo hasta la salida.
—¿A dónde vas?—Tzuyu salió de la puerta de salida de empleados.
—Eso no te importa.
Del otro lado de la calle, un carro color rojo estaba estacionado esperandola. Le había pedido un pequeño favor a su mejor amiga. Fue corriendo hasta el vehículo dejando a Tzuyu atrás sin darle la oportunidad de que respondiera. Abrió rápidamente la puerta y después saludo a Mina, quién parecía estarse quedando dormida en el asiento del piloto.
—¿A dónde iremos?—Preguntó con curiosidad porque Sana nunca le especifico el lugar al que irían—¿Todavía es un secreto?—Recalcó.
Sana buscaba entre sus cosas un pedazo de papel que guardo dentro, era un anunció de una venta especial que se realizaba todos los años.
—Quiero ir al centro comercial—Dijo Sana y le mostró el volante a Mina—Hoy habrá una venta especial por navidad y necesito comprar algo.
Sin más que decir, arranco el vehículo y se dirigían al centro comercial, estaba a una hora de dónde se encontraban, eso si no había mucho tráfico. Sana miraba a la ventana y veía todo lo que a su paso iban dejando atrás, también no le quitaba la mirada a su mochila, dentro tenía guardado algo importante.
El centro comercial era enorme, se estacionaron muy cerca de una de las puertas de entrada. Una multitud de personas que iban casi corriendo y desesperados a comprar, no pensó que hubieran tantas personas, las empujaban mientras caminaban a una tienda que estaba en la parte de arriba.
—¿Que es eso que quieres comprar?—Preguntó de nuevo Mina.
—Quiero comprar un celular.
Mina la miró extrañada.
—¿Un celular?
Sana asintió.
—Dahyun perdió su celular por mi culpa y quiero compensarlo.
—¿Esa es la razón por la que trabajaste tan duro esta semana?—Sana asintió de nuevo—Ahora entiendo—Rió Mina.
Entraron a la enorme tienda de celulares, miraba por todos lado y no lograba encontrar uno que se pareciera al antiguo celular de la chica de piel pálida. No lo recordaba muy bien, al menos quería comprarle uno al que se le pareciera. Todos eran costosos, había juntando una cantidad alta y los junto con los pocos ahorros que guardaba debajo de su cama. Luego de buscar mucho, se encontró un celular muy parecido, sus ojos se abrieron completamente al ver el precio. No le alcanzaría para comprarlo, le faltaba.
—¿Pasa algo?—Mina estaba parada a lado de la chica rubia.
Sana saco todo el dinero que llevaba de sus bolsillos y lo iba sumando con lo que ya tenía. Aún así la diferencia era mucha.
—Si quieres puedo darte dinero—Volvió hablar Mina al mirar a su amiga decepcionada—Sabes que eso no es un problema ¿No?
Esas eran las palabras que su amiga decía todo el tiempo, siempre queriendo ayudarla, ofrecerle dinero o yendo a buscarla. No lo decía, pero cada vez que lo escuchaba la hacía sentir inferior. Y eso era realmente.
—Ya conoces mi respuesta—Sonrió la japonesa—Podría vender el mió y venir por el después.
Mina ignoro las palabras de Sana, levantó la mano para llamar atención de una de las trabajadoras del lugar. No tardo en llegar, señalo el celular que la japonesa continuaba viendo y la siguió hasta la caja. Sabía que se molestaría con ella, pero no podía soportar verla contar el dinero de nuevo como si por arte de magia este aumentaría.
Sana ni tuvo tiempo de reaccionar, solo se quedo sorprendida al ver todo lo que su mejor amiga estaba haciendo. Saco su celular de su bolsillo y junto con todo el dinero que tenía a la mano se lo ofreció.
—Toma—Murmuro Sana—Si no quieres el celular, puedo venderlo y entregarte el dinero después.
Mina negó con la cabeza.
—No necesitas pagarme—Respondió Mina.
—No me hagas creer que tienes lastima por mi—Ella odiaba que la hicieran sentir de esa forma—No necesito que me regalen las cosas, solo acéptalo.
Mantenía una mirada seria en el rostro, las palabras que salieron de su boca no era un juego, no lo parecía pero realmente estaba molesta por dentro.
—De acuerdo...
Mina tomó todo el dinero junto con el celular de Sana, lo guardo en su billetera y el celular lo guardo en su bolsillo.
Fueron hasta la caja en dónde una de las trabajadoras las estaba esperando con la caja del celular en la mano. No tardaron más de 10 minutos en pagar, Mina siempre cargaba una tarjeta de crédito para emergencias.
—Gracias—Susurro Sana.
—Si en verdad quieres agradecerme, me tienes que acompañar a una reunión a la que estoy invitada—Mina buscaba en su celular un mensaje—No quiero ir sola, así que quiero que vengas conmigo, será divertido—Le mostró el mensaje de un grupo de Kakao—Si me acompañas, entonces ambas estaríamos a mano. No quiero un no, como respuesta—Finalizo.
—Si no estaremos mucho tiempo, esta bien iré.
—Esa es la actitud, igual y sirve para que te diviertas—Mina le sonrió de vuelta.
No tenían nada más que hacer en el lugar, prefirieron dirigirse a su casa de Mina y esperar a que la hora de irse llegara. En ningún momento dejo de mirar aquella caja del celular, llevaba tiempo sin comprar uno y menos como el que tenía en ambas manos, observaba la caja como si fuera un tesoro tan importante que de perderlo de vista se iría de sus manos... El único problema es que no sabía como se lo iba a entregar, nunca pensó en ese detalle. No quería ir directamente a su casa, menos sin avisar y no conocía a nadie más que Tzuyu que fuera cercana a la menor.
Al llegar a la casa de Mina se tiro en la cama y dejo su cuerpo relajarse poco a poco entre las sábanas, su cuerpo se relajo tanto que termino quedándose dormida. Empezó a sentir un par de manos tocar sus tobillos y la estaban moviendo, abrió un poco sus ojos y era su mejor amiga quién estaba intentando despertarla. Abrió un poco más sus ojos y se encontró con la mirada de la otra japonesa, tenía entre sus manos un par de blusas y pantalones, las dejo aún lado suyo y le señalo que se fuera a bañar.
Su corazón estaba un poco agitado desde la mañana, saco un par de pastillas del bolsillo y sin agua las trago. Estaba en el baño apunto de entrar a bañarse, pero su cuerpo simplemente se sentía demasiado cansado. Tardo como 20 minutos dentro, busco la manera de bañarse y cambiarse rápido, no dejaba de tocar a la puerta para que saliera.
—Me gusta verte con mi estilo—Se bufó Mina—Espero que comiences a vestirte de esa manera.
Sana rió ante las palabras de su mejor amiga.
—No tendrás tanta suerte—Se bufó de vuelta la japonesa.
Entraron de nuevo al auto, e iban a una casa que estaba del otro lado de su residencia. Entre más se adentraban a una zona que era una privada, la japonesa más quedaba impresionada. La casa de Mina era igual de grande que las que estaba mirando pero no se encontraba en la misma residencia. Ella ansiaba vivir en un lugar así.
—¿Será que algún día pueda vivir en un lugar como este?—Preguntó melancoholica la japonesa—Si tan solo pudiera tener un hogar, me gustaría que antes de morir fuera tan cálido como este.
—Las demás personas normalmente idealizan una vida a futuro, eres a la única persona que siempre menciona la palabra morir como si no tuvieras un futuro...—Mina apretó fuertemente el volante—Nunca te dejare sola, no te sientas de esa manera y si hay algo en lo que pueda ayudarte lo haré.
—No tienes que preocuparte por mi, Mina—Sana volteó a mirarla y sonrió—No tienes porque...—Susurro.
Mina solo miraba de reojo a Sana quién regreso su mirada a la ventana, a veces sentía miedo por la manera de hablar de su mejor amiga, últimamente sus ánimos estaban por los suelos y podía notarlo en cada acción que esta realizaba, había algo que le preocupaba pero que no quería contarle.
La casa a la que fueron tenía una gran sala y un enorme jardín, no era una fiesta como se la imaginó, era una pequeña reunión con muchas personas conocidas. Reconocía algunas personas, muchos eran amigos de Taehyung eran los que fueron con el esa vez en el restaurante pero parecieron solo ignorarla al pasar a su lado. Iban a sentarse a una sillas frente a unas mesitas que estaban aún lado de un pequeño pino.
—Iré al baño—Sana se detuvo—No tardaré.
No quiso esperar una respuesta de Mina, ni siquiera sabía en dónde estaba el baño. La casa era enorme, observaba todo su al rededor y solo encontraba un montón de puertas. En uno de sus bolsillos saco una pequeña bolsita con polvo blanco que Momo le había comprado antes de que salieran de vacaciones, en cada puerta a la que entraba no encontraba el baño. Subió un par de escalones y encontró un pequeño pasillo, la música no era tan alta que se escuchaban un par de voces venir de uno de las habitaciones, estaba por darse la media vuelta pero escuchó el nombre de la chica de sus latidos.
—No puedo creer que me convencieras de venir aquí—Gruñó.
Esa era la voz de Dahyun y su corazón latió rápidamente al escucharlo.
—Dahyun, cariño—Rieron—Quiero presumirte, no puedo evitar querer hacerlo y alardear con mis amigos.
—Me gustas mucho, Taehyung.
Era una flor marchita en ese momento perdida entre la nieve y siendo pisada por los demás. Su corazón dolía esa noche, mucho más que al sentir esos ataques constantes que la herían.
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