Recuerdos
FlashBack:
Era una tarde de invierno, estaba nevando y eso le daba ese toque familiar que tanto les gustaba ver a todos. Iban de compras, querían comprar un árbolito para navidad, diciembre era el mes que más le gustaba, todo estaba decorado con focos y muchos adornos de renos, y a Sana le encantaba demasiado los renos.
Yoshio y ella estaban sentados frente a una tienda de música, ponían mucha música navideña y deseaban quedarse mucho tiempo ahí sentados los dos con la gente en silencio, con el mundo detenido por solo un momento.
—Este tiempo sin vernos ¿Como has estado?—Preguntó Sana—Ya no hablamos como antes, tengo muchos pendientes en la escuela.
—Te extraño cada vez que te vas a japón, ojalá pudiera ir también—Mustió Yoshio.
Sana sonrió, abrazo fuertemente a Yoshio y le dio un pequeño golpe en la cabeza.
—Debes buscarte un novio, Sana—Sonrió Yoshio—Siento que serás soltera toda tu vida.
—No entiendo, eso de gustar de una persona. Yo nunca he sentido eso por nadie—Exclamó Sana.
Yoshio buscaba algo en su mochila, puso una fúrcula en las manos de Sana. Era un pequeño hueso con forma de horquilla y lo había comprado para el pero prefería dárselo a la japonesa.
—Leí en Internet que si lo rompes con tu persona especial su deseo se cumplirá—Explicó Yoshio—Cuándo encuentras a esa persona lo sabrás y no seas tonta de dejarlo ir.
Sana no dejaba de ver ese pedazo de fúrcula en sus manos. Venía en un paquete totalmente cerrado, no era un hueso de ave real, era artificial y estaba pequeño. Era un obsequió que atesoraría cada vez que lo mirara.
Fin del flashback.
Sana estaba durmiendo, abrió los ojos y sintió un trago amargo al recordar su sueño. Normalmente no tiene sueños, hoy tuvo uno y no sabía el porque exactamente soñó con ese recuerdo, aún conservaba la fúrcula, lo tenía en uno de sus tantos cajones.
No podía dejar de pensar en la confesión indirecta, no lograba procesar las palabras y durmió con aquella nota que encontró. Leía y leía esa nota, que fue escrita para ella y que encontró por casualidad.
Era día de escuela por lo que se tuvo que vestirse muy rápido o llegaría tarde, ir en bicicleta le tomaba 30 minutos o menos dependiendo mucho del tráfico, lo único que deseaba es que no se toparía a Dahyun en todo el día o no sabría como reaccionar. Para su mala suerte la primera persona que se encontró fue a la chica de piel pálida, recién su madre la había llevado y Chaeyoung se encargaba de llevarla a su aula. Le puso seguro a su bicicleta y fue directo a su salón, adentro solo estaba Mina quién siempre llegaba temprano y aún lado Momo quién no dejaba de jugar el cabello de Mina.
—Hasta que llegas ¿Por que tienes esa cara?—Preguntó Mina quién dejo de hacer su tarea.
—Tuve mucho trabajo ayer y me quede haciendo tarea—Mintió la japonesa.
El maestro entro corriendo al salón, todos guardaron silenció y prestaban atención en clase. Sana veía por la ventana, Dahyun estaba jugando con sus compañeros y su profesora. Parecía demasiado feliz corriendo en círculos y aunque algunas veces se caía se volvía a poner de pie. Reía cada vez que la observaba con esa sonrisa inocente que le daba al mundo y que no lograba verlo.
—¿A quién miras?—Le preguntó Mina.
—A nadie, me da envidia ver como sonríen sabiendo que la vida es una mierda...—Exclamó Sana.
El mundo en sus ojos de Sana también era obscuro y tétrico, todo el dolor se volvía negro y obscurecía sus pensamientos. Salieron de la clase, fueron al patio trasero a comer, no quería ir a la cafetería no tenía dinero para comprar algo, JK iría a su casa y si no le entregaba nada, entonces volverían hacerle daño y estaba demasiado cansada para tener que pelear por ello.
Sana observaba a Mina, llevaba días con una actitud extraña, parecía estar nerviosa todo el tiempo, miraba a todos lados y cuándo caminaban parecía querer evitar a alguien. Conocía demasiado bien a su mejor amiga para no notarlo, no entendía sus razones de ocultarlo, siempre solían contarse todo.
—¿Hay algo que te preocupe?—Preguntó curiosa Sana.
Mina negó.
—Me preguntó si las flores también lloran—Exclamó Mina—Quisiera que las personas dejaran de juzgar lo que es diferente.
—¿A que te refieres con eso? ¿Sucedió algo?
—No te preocupes—Dijo Mina—¿No te has disculpado con la chica de la clase especial?
Sana guardo silencio unos segundos y bebió un poco de su agua.
—No tengo porque disculparme.
Mina rió por que esperaba esa respuesta.
—Pensé que era una persona especial para ti, me he preguntado el porque lo es...—Mina no le quito la mirada a Sana y guardo silencio.
La palabra especial rebotaba de nuevo en su mente, nunca pensó que Dahyun fuera especial para ella, no había motivo para que eso fuera cierto.
—¿Especial?—Repitió Sana—Nunca la he visto especial para mi.
—Te conozco, la miras y tratas diferente. Es una chica inocente, dulce y amable, escuché muchas cosas de ella hace poco—Mina soltó una risa—Momo la molesta por esa razón, cree que puede hacerte enojar y lo toma como oportunidad.
No contesto, se levantaron para ir al baño. Ahí estaba Momo con una persona que no conocía, le trajeron algo al parecer y estaba feliz dando vueltas por todo el baño. Momo era su amiga, se llevaban bien y pero de un tiempo para acá todo fue cambiando y no entendía la razón.
—Sana, Mina—Dijo Momo yendo a abrazarlas—Me alegró mucho verlas—Saco algo de su bolsillo era una bolsita con un polvo blanco dentro—Ya podemos divertirnos más.
Momo tenía entre sus manos cocaína, lo consumía de vez en cuándo y hoy era uno de esos días en que tanto lo deseaba. La japonesa hizo tres lineas, uno era para cada una y con cuidado cerrando la puerta lo inhalaron rápido logrando que sus narices sonaran. El efecto que sentía estando drogada era único e indiscutible, la primera vez que lo probo tuvo una mala experiencia pero con el tiempo se volvió su medicina en momentos malos.
Estaban sonriendo las tres, caminaban abrazadas y no paraban de sonreír. Estaba tranquila, ahora era muy difícil que se enojaran y querían divertirse. Para su mala suerte la única que caminaba cerca suyo era Son quién traía un poco de comida en sus manos. Momo fue la primera en meterle el pie para hacerla caer, logrando que se ensuciara con su desayuno y que todo su uniforme quedará manchado.
—¿Que te pasa?—Gritó molesta Chaeyoung.
Se empezaron a reír a excepción de Mina quién no quitaba su cara seria.
—¿Te gusta estar en el suelo?—Se bufó Momo—Tu rostro va perfecto con el piso.
Sana pateó sus cosas y se esparcieron por todo el suelo. Chaeyoung intentaba recoger todas sus cosas pero la japonesa piso su mano para que no lo hiciera y con su otro pie libre pateó un poco de polvo para que cayera en su mano.
Dahyun iba por su amiga, quedaron en verse cerca de los baños y no estaba muy lejos. Caminaba con un poco de prisa, necesitaba encontrarse con Chaeyoung para entregarle unas pastillas que necesitaba tomar. En el caminó le pego a alguien con su bastón, el chico pensó que fue intencional pero al mirarla no le dijo absolutamente nada. Escuchaba unas risas, reconocía a la perfección la voz de Momo, le desangra escucharla.
—Sana, porque no le enseñamos un pequeño juego—Exclamó divertida Momo—Te tomaré un par de fotos.
Le tomaron fotos, las subieron a las redes sociales de Momo. Todos le daban me divierte, en un país como lo era corea, era muy pesado el bullying y nadie hacía nada por evitarlo. Todos les parecía gracioso mientras no sea a ellos a quién moleste.
Sana veía como Dahyun venía caminando rápido, le toco el hombro a Momo y le hizo una señal para que caminaran a su salón. Para su buena suerte obedeció su petición y ahora caminaban para su próxima clase. Ya no la podía mirar sin sentir un peso inexplicable en esos momentos y no entendía la razón del porque.
En su camino se encontró con Tzuyu, estaba parada en la entrada con su celular en la mano, parecía estar esperando a alguien, quería evitar a toda costa que sus miradas se cruzaran y no tener esa conversación incomoda con la taiwanesa. Estaba por dar la vuelta e ir caminando hasta el otro lado, pero Tzuyu alzo su cabeza y su mirada terminó en la japonesa, corrió hasta en dónde estaba.
—Es lindo encontrarte aquí—Sonrió Tzuyu—Hoy es mi día de suerte.
Momo y Mina estaban extrañadas, no conocían a Tzuyu y era su primera vez conociéndola. Sana les pidió de favor que se fueran a otro lado y las dejaran solas, luego tendría que lidiar con su interrogatorio que seguramente le harían.
—¿Que haces por aquí?—Preguntó curiosa la japonesa.
—Vine a encontrarme con una amiga—Sonrió Tzuyu—Tenemos tiempo sin vernos, y quería salir a tomar un café con ella.
Sana se sonrojo cuándo Tzuyu tomo sus manos y le sonrió, no decía ni una sola palabra, solo se encontraba en silencio mirándola directamente a los ojos. El verla de cerca, sin nervios ni miedo, se dio cuenta de un pequeño detalle, que Tzuyu no sentía amor por nadie, ni siquiera por ella misma. Ese día en su departamento estuvo apunto de caer en su juego, no lo hizo terminó yéndose sin despedirse, le quedo esa duda de que le pediría a cambio.
—¿Que me ibas a pedir ese día?—Susurro Sana.
Tzuyu sonrió de nuevo y se acercó al oído de Sana despacio, paso su lengua por sus labios y cuándo estaba apunto de responder, escuchó una voz que se le hacía conocida. Alzó la mirada y reconoció esa piel pálida que le pertenecía a una chica que conocía tiempo atrás y que no había visto en mucho tiempo.
—Kim Dahyun—Susurro Tzuyu.
Inmediatamente volteó a mirar en la dirección en dónde Tzuyu miraba, guardo silencio al igual que ella y luego volteó a ver a Tzuyu.
—¿La conoces?
Sana regreso su mirada a Dahyun, venía caminando sola con aquel bastón y no paraba de sonreír, parecía estar feliz. Hace ratos estaba con Chaeyoung y ahora se encontraba sola caminando a la entrada. Cada vez estaba más cerca de ellas, y en sus manos observo con mucho cuidado que estaba lastimada de nuevo.
—Kim—Gritó Tzuyu para llamar la atención de Dahyun—Cuánto tiempo sin vernos—Exclamó.
Al escuchar su nombre, Dahyun se detuvo y guardo su celular en su bolsillo. No se movía de ahí, iba a dar la media vuelta pero Tzuyu no se lo permitió fue directo a dónde estaba y la jaló para que fuera en dónde estaba parada antes.
—Tzuyu—Susurro Dahyun.
—¿Me extrañaste?—Se bufó la taiwanesa—Yo a ti si, aún recuerdo como llorabas por nuestros juegos—Tzuyu comenzó a reírse, le estiró sus cachetes a Dahyun y no paraba de burlarse de Dahyun—¿Te sigues vistiendo? Debe ser terrible que a tu edad, tu madre te siga comprando tu ropa...
No necesitabas ser muy inteligente para no darte cuenta de lo incomoda que estaba Dahyun, no lograba responder, era como si la lengua se la hubieran comido o como si dejara de ser ciega para volverse muda.
—Es suficiente—Exclamó con enfado Sana.
Dahyun se cubrió la boca con una de sus manos y con la otra quitó su brazo de Tzuyu quién la tenía abrazada todavía, alzó su mano y toco el brazo de la japonesa y se fue a esconder detrás de sus espaldas ocultando su rostro chocando su espalda mientras la rodeaba con sus brazos.
—Solías esconderte de esa forma detrás de...—Tzuyu no termino de hablar porque no recordaba el nombre de la persona—Igual de miedosa que antes.
Las manos de Dahyun apretaban su estomagó, acariciaba una de sus manos para tranquilizarla y regreso su mirada a la taiwanesa.
—Cierra la boca, Tzuyu—Le respondió Sana—Si continuas te haré conocer el verdadero miedo—Recalcó.
Sana no mentía.
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