¿Quién es esa chica?
Todas las hojas de los árboles se habían caído por la llegada del otoño. Las calles estaban decoradas con ese color naranjo que lograba que a la puesta de sol todo se pusiera naranja y daba una despedida espectacular del día.
En todo el día no pudo estar tranquila, llevaba días queriendo averiguar sobre ese nombre que escuchó pero no sabía por donde empezar. No quería preguntarle directamente a Chaeyoung, todo los días se la pasaban en su cuarto platicando y escuchando música. Ni siquiera era capaz de sacar el tema de lo que hablo con su madre días atrás.
Nayeon estaba sentada aún lado suyo, todos estaban haciendo deporte pero ellas eran las únicas que no podrían correr ni mucho menos competir. Eran las únicas sentadas en las bancas del gimnasio y era un poco triste.
—¿No te aburre estar sentada? A mi se me hace estúpido que nos dejen aquí mientras todos se divierten—Gruñó Nayeon.
—En realidad si—Dijo Dahyun—Siempre he soñado con practicar un deporte.
—La vida es tan injusta—Nayeon movía sus pies adelante y atrás—Vendrán cosas mejores para ti.
Entre todo el ruido y su pequeña conversación, un recuerdo vino a su mente que involucraba a la chica que tenía a su lado.
—¿Tu conoces a Sana? ¿No es así?—Soltó de repente Dahyun—Sin querer escuche su pequeña conversación de ese día.
—Supongo que la conozco ¿Por qué?—Respondió Nayeon aunque ella odiaba hablar de ese tema.
Guardo silencio, intentaba ignorar todo el ruido e intentaba formar una pregunta con la que pudiera resolver todas sus dudas.
—¿Conoces a Jeongyeon?
El cuerpo de Nayeon quedo helado, mordió su labio inferior y hasta respirar le costaba.
—No la conozco—Nayeon suspiró—No preguntes ni menciones ese nombre aquí.
—Entiendo.
Aquella respuesta solo despertó más su curiosidad, porque no debía mencionar ese nombre se preguntaba y porque la actitud de Nayeon cambió al escucharlo.
—Ya que me hiciste tu una pregunta, yo quiero hacerte una...—La voz de Nayeon se escuchaba seria como si fuera un tema importante—¿Como conociste a Minatozaki? No es como si fueras el tipo de persona de la que ella se haría amiga.
—Ella me ofreció su paraguas en un día lluvioso. Yo estaba sola en un parque y el sonido de los truenos me asustaban, ella simplemente se detuvo y me entregó su paraguas para cubrirme de la lluvia—Dahyun sonrió al recordarlo.
—¿Sana ayudar a una desconocida? No creo que estemos hablando de la misma Minatozaki—Rió irónica la mayor—Sin embargo, si ella quisiera hacerte daño ya lo hubiera echo—Nayeon se mantuvo pensativa unos minutos—Eso es extraño...
—¿Podemos ir al baño?—Le preguntó Dahyun—Quiero lavarme un poco la cara.
Pidieron permiso y fueron al baño. Se estaban acostumbrando a sujetar sus brazos la una a la otra, de esa manera andaban con más seguridad en los pasillos de ese enorme instituto lleno de buenas personas y malas. Estuvieron tranquilas, Nayeon aprovecho para ir al baño y Dahyun se quedo afuera esperando. Las únicas adentro eran solamente ellas y estaba tranquilo. Mientras esperaba recostó su espalda en la pared que estaba cerca de la puerta.
Estaban listas para irse, ambas se volvieron a tomar del brazo y sonreían. Al abrir la puerta sintieron el cuerpo de una persona que las empujo de manera fuerte de nuevo hacía dentro. No escuchaban ninguna voz o alguna risa para identificar a la persona al frente suyo.
—Que suerte encontrarlas aquí de nuevo—Dijo Momo entrando al baño—No pensé que hoy fuera mi día de suerte.
—Deja de molestar, Hirai—Nayeon estaba enojada—No pierdas tu tiempo con nosotras.
Nayeon empujo el brazo de Dahyun para que caminaran. Eso hicieron pero la chica japonesa no lo iba permitir por lo que metió su pie logrando que ambas cayeran al suelo. No paraba de burlarse de ellas, les tomaba fotos y estaba grabando un vídeo con su celular.
—Nunca entenderé que ganan las personas molestando a otras—Dahyun se puso de pie—¿Que es lo que quieres? ¿Quieres volver a tirarme jugo de naranja? Hazlo, pero deja en paz a Nayeon.
Momo tomo fuertemente de la muñeca a Dahyun, la pegó en la pared y la estaba apretando fuerte.
—Hoy no esta Sana para defenderte, niñita—Momo apretaba un poco más su muñeca—¿Ahora si tienes miedo no es así?
—No te tengo miedo—La enfrentó Dahyun.
La soltó rápidamente y la empujó a la pared de nuevo. Cayó al suelo, su muñeca dolía debido a toda la fuerza que Momo tenía. No paraba de burlarse de ambas, les salpico un poco de agua y se agacho para susurrarle algo en el oído.
—Me da curiosidad saber que atrae a Sana hacía ti.
La puerta se cerro bruscamente debido a la fuerza con la que Momo la cerro al salir. Se levantó del suelo, Nayeon la ayudo a limpiar un poco su ropa y regresaron a las canchas del gimnasio. La única que estaba parada era su maestra esperando a que llegaran.
Las iba acompañar a la cafetería en dónde comerían todos. Intento negarse el ir a la cafetería a comer, pero no pudieron salvarse. La campana de salida sonó, ya estaba llenándose por los estudiantes que salían para poder desayunar. Nayeron estaba sentada alado suyo, les llevaron unos sándwiches y unos jugos pequeños para que desayunaron un poco.
Todos los estudiantes los miraban como extraños, muy pocas veces los veían porque ellos estudiaban en la parte de atrás como los marginados que sentían que eran. La única que paseaba por los pasillos era Dahyun pero por Chaeyoung.
''Esa no es la chica que siempre esta con Sana'' Murmuro una chica.
Dahyun logró escucharlo, a diferencia de ella, Nayeon no pudo evitar reírse al comentario.
—Te volverás popular—Se bufó la mayor.
—No quiero ser popular—Dijo enojada.
Mina venia entrando con Sana y detrás venían otra de sus amigas. La mesa que normalmente ocupaban era una que estaba en medio, ahí podían ver toda la cafetería sin excepción alguna. Nadie más se sentaba en esa mesa, era como si les tuvieran miedo. Todos las miraban y no hacían ni un solo comentario que pudieran escuchar.
—Nayeon se volvió una rarita es una lastima—Momo gritó con la intención de que todos escucharan.
Sana volteó a ver a dónde Momo señalaba mientras se reía. Y se desvió su mirada a Dahyun quién comía tranquilamente su Sándwich con una risa en el rostro.
No tardaron mucho tiempo, los llevaron de nuevo al pateó para que jugaran un poco más. De nuevo permaneció sentada debajo del mismo árbol enorme en el que le encantaba sentarse. Quedó sola porque la madre de Nayeon vino a buscarla para que fueran a una revisión médica, eran buenas noticias para ella, pronto no tendría que volver más acá y volvería a quedar sola. Este programa era para que personas como ella no se sintieran excluidas y se volvieran sociales, no le estaba funcionando.
Aún lado suyo encontró una pequeña flor de sakura, la olió un poco y arrancaba cada uno de los pétalos. Contaba del uno al 10 hasta que llegó al último pétalo y la tiró de nuevo al suelo. Estaba aburriéndose, y su celular ya no tenía pila, y tenía que ahorrar la batería para hablarle a su madre o a Chaeyoung para que fueran por ella.
—¿Te encuentras mejor?—Dijo Sana—Ese día me preocupe mucho, pero no he tenido tiempo de venir a verte.
Estaba parada al frente suyo mirándola. Lo que menos quería era encontrarse con ella, menos luego de la plática que tuvo con su madre sobre sus sentimientos y lo del ataque de pánico en dónde la tuvo que llevar a la enfermería.
—Gracias. No pude agradecerte adecuadamente—Dijo con la voz baja.
Sana se sentó aún lado y le puso una pequeña margarita en el cabello. Le sonreía cada vez que la miraba, la sonrisa que se le borró al notar la marca en su muñeca la cuál tenía un ligero toque morado como si alguien la hubiera sujetado de manera fuerte.
—¿Alguien te molesto?—Le preguntó Sana—¿Fue Momo de nuevo?
Dahyun cubrió su muñeca con su mano.
—No, nadie... Estoy bien—Le sonrió para que se calmara.
—¿Fue Momo? ¿Verdad? Por eso no quieres decirme—Sana quitó su mano de Dahyun para ver mejor su muñeca—Esto no pudiste hacerlo tu sola.
Quito su mano mano y la guardo en su bolsillo. Aquellas acciones de la japonesa la confundían cada vez más junto con la respuesta de Nayeon de la mañana.
—¿Por que te juntas con personas como ella?—Dahyun suspiro—Tu no eres una mala persona como dicen—Toco su rostro de nuevo—La dueña de este rostro no puede ser mala.
Sana cerro los ojos de nuevo al sentir las manos de Dahyun tocar su nariz. No paraba de sonreír, el sentir su mano sobre su rostro le daba una tranquilidad que ni durmiendo podía conseguir. Esa era la mano de una persona cálida que no tenía maldad absoluta en dónde la miraras.
—No soy buena persona. Siento decepcionarte—Respondió Sana.
Dahyun regresó sus manos a su bolsillo y no pudo evitar sonreír. El corazón le estaba latiendo como esa vez en el teatro, ahora no dolía su corazón desbordaba felicidad.
—Tal vez pasar tiempo conmigo te vuelva una mejor persona.
—Casi olvido el detalle de que eres demasiado sincera e ingenua—Sana le dio un pequeño golpecito en la frente de Dahyun.
Sentadas en aquel enorme árbol cerca de un campo, escuchando a sus compañeros jugar alado de la chica que lograba hacer una erupción en su corazón, era como si estuviera en un sueño del cuál no quería despertar.
—No quiero olvidar este momento—Susurro Dahyun.
Sana se levantó, aunque quería quedarse más tiempo hablando con Dahyun no podría porque su clase estaba apunto de terminar. Antes de irse saco una pequeña estampa de su bolsillo con forma de perrito.
—Tengo que ir a clase—Sana le pegó la estampa en la mejilla de Dahyun—Si te gustan los perrito shibas, entonces ahora tendrás uno en la mejilla—Le sonrió.
No pudo responder nada, estaba en trance que no dejaba de tocar su mejilla para sentir aquella pegatina que le puso en su mejilla. Estaba completamente colorada de los pies a la cabeza, era la primera vez que alguien le hacía ese pequeño gesto.
«Si yo soy una margarita, tú flor favorita, entonces tu eres el amarillo mi color favorito» Pensó Dahyun.
Nunca había visto ningún color en su vida, pero gracias a Sana conoció el color amarillo y era mucho mejor que verlo.
—Si eres tú, eso significa que te volviste mi color favorito...—Le sopló al viento.
Los pensamientos de una chica que vivió la mayoría de su vida encerrada en cuatro paredes con miedo de conocer el mundo que tanto deseaba ver. Olvidaba el detalle que para vivir no necesitaba ver y poco a poco lo estaba comprendiendo. Era normal que sintiera miedo, que no siempre fuera feliz y que llorara encerrada en su cuarto con música triste que la hiciera sentir peor. Lo único que debía hacer ahora era aprender a caminar en su propia obscuridad para poder escapar de ello.
—Sana es una maldita perra, terminó conmigo...
Dahyun salió de sus pensamientos y quedo en blanco con lo que escuchó.
—Ya Mark era de esperarse la engañaste—Esa era la voz de otro chico.
—Esto es una mierda.
Las voces venía de atrás, no parecían estar muy lejos. Ni siquiera conocía que había detrás de ese enorme árbol si era el final del instituto o se encontraban más cosas. De no ser porque se fue Sana lo más seguro es que se hubieran encontrado y el problema sería peor.
Lo que le sorprendió era el echo de que Mark el que se suponía que era novio de Sana la engaño. Aún así no le pareció que estuviera triste si no todo lo contrario, estaba riendo estando con ella. Una parte la hacía feliz escucharlo y la otra se sentía culpable.
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