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Negro


Unos ojos sumergidos en la obscuridad, una sonrisa sin brillo y un hermoso rostro que podía cautivar a cualquiera que la mirara. Esa era Dahyun, una chica soñadora y amable con todo aquel que se acercara. Era tímida, pero era extrovertida para hacer sonreír a su única mejor amiga Son Chaeyoung.

Desde pequeña tuvo que depender de su madre y de su nana quién la cuido una parte de su infancia, pero un día de repente simplemente dejo de ir a cuidarla, y eso la puso triste durante un tiempo. Se encariñaba muy rápido con las personas debido a lo solitaria que se sentía, nunca pudo jugar con nadie de manera ''normal'' podría lastimarse o los niños simplemente la hacían aún lado por ser diferente al resto.

Ahora mismo estaba sentada en un parque junto a sus flores favoritas que eran las margaritas, no sabía con exactitud como eran pero las reconocía fácil por el olor. Le encantaba sentarse ahí por horas y poder escuchar todo, las voces de las personas y los sonidos de los animales junto a los árboles. Había una voz en particular que solía pasar casi todos los días pero lo único que escuchaba eran lamentos y maldiciones al respecto, y se preguntaba como una persona podía tener demasiado pensamientos negativos hacía la vida.

—Dahyun—Susurro alguien a sus espaldas—¡No entiendo porque te gusta venir a sentarte por horas al parque!

Dahyun rió por las palabras de su mejor amiga Chaeyoung. Solía venir sola, pero otras veces le pedía a Chaeyoung que la acompañara para no sentirse sola y desprotegida. Al principio no le parecía divertido, pero con el tiempo dejo de hacerle peros y acompañarla.

—Escuchar las voces de los demás me hace darme cuenta que no estoy sola en el mundo—Dijo Dahyun con una sonrisa en el rostro. Sujeto la mano de Chaeyoung con mucho cuidado y sonrió de nuevo—Gracias por acompañarme todos los días, debe ser duro para ti solo venir a sentarse para hacerle compañía a una pobre ciega. 

—No es una molestia—Respondió Chaeyoung con cuidado—En verdad, me encanta pasar tiempo contigo, me haces entender el mundo de otra manera, de la manera en que tu nos ves al resto.

Dahyun siempre quiso imaginarse como era Chaeyoung, le pedía a veces dejarle tocar su rostro para no olvidar las facciones que hacían único su rostro. Era una acción entretenida, disfrutaba de contornear a las personas y descubrir cosas en su cuerpo que ni ellos conocían.

—Estoy nerviosa—Expresó Dahyun con molestia—Mañana, es un día importante para mi. Por primera vez mis padres permitieron que entrara a una escuela normal en dónde tendré compañeros como yo.

Chaeyoung notaba lo ansiosa que se encontraba la chica de piel pálida. La veía triste cada vez que le contaba como fue su primer día de escuela y sobre los nuevos amigos que hacía cada año. En su instituto ahora podrían asistir personas con la condición de Dahyun y otras más, entonces al estar cerca podría cuidarla y no permitir que nadie la hiciera sentir diferente.

—Yo estaré cerca de ti, comeremos juntas—Sonrió Chaeyoung y le dio un fuerte abrazo a Dahyun—También podría presentarte chicos para que así tengas a alguien fuerte que te proteja—Se bufó la más bajita.

Chaeyoung siempre le hacía comentarios sobre amor, siempre le presentaba chicos y todas las citas salían fallidas luego de verse y darse cuenta que era ciega. Uno quiso utilizarla, solo sentía lastima por ella y sin querer escucho la conversación antes de tener esa cita que tanto esperaba. Era normal que chicas de su edad quisieran tener novio, quisieran salir con alguien para divertirse pero todos eran personas superficiales que lo único que veían eran los cuerpos de las mujeres y los rostros perfectos. 

—Se que pronto conoceremos a personas que nos quieran tal y como somos—Dijo con orgullo para si mismas.

—La persona que te robe el corazón, será demasiado afortunada de encontrar a alguien como tú. Eres tan bonita, se que no puedes ver tu rostro pero todos los demás si y es una lástima quedarías enamorada de ti misma. 

Se sonrojo ante las palabras de su mejor amiga, le avergonzaba que dijeran o insinuaran que era bonita. Para empezar era algo que no entendía, la belleza, el gusto y la atracción porque no podía verlo entonces como podría sentirlo.

—Si no supiera que te gustan los chicos, pensaría que estas enamorada de ti—Se bufó Dahyun dándole unos golpecitos en su espalda a Chaeyoung.

No pudieron evitar reírse muy fuerte por la broma de Dahyun. Era inevitable no reírse ante lo que dijo y es que en muchas ocasiones incluso los padres de ella insinuaron una posible relación entre ambas debido a lo cercanas que eran.

—Debo ir a casa ¿Vendrá tu madre por ti?

—Sí, no te preocupes. No debe tardar en venir por mi—Le sonrió para extender su mano y despedirse.

—Espero y sea rápido porque parece que lloverá—Chaeyoung no sabía si debía irse pero su madre no dejaba de mandarle mensajes de que fuera a casa.

—Estaré bien—Sonrió Dahyun.

Termino convenciendo a su mejor amiga para que se fuera, de todos modos su madre no iba a tardar en ir por ella. Recordaba que le dijo que irían al parque y que debía pasar por ella pasando la hora y su madre siempre era puntual, y nunca olvidaba que debía ir por ella.

El sonido de los truenos en el cielo se empezaron  escuchar seguido de relámpagos. Muchas personas empezaban a correr debido a que la lluvia se acercaba pero Dahyun no podía moverse de la banca o sería un problema si su madre llegara por ella y no la viera sentada allá. Lo único que podía hacer, era esperar.

Una gota tras otra caían en su cabello recorriendo su rostro, también caían por su mano. Las primeras eran pocas, pero estas fueron aumentando y ahora estaba mojándose. Se levantó, con el ruido de los truenos se desorientaba debido al fuerte sonido que desprendían y no podía orientarse. Aún conociendo el parque no podía evitar sentirse perdida y empezó a dar vueltas en su lugar intentando sentir algo que reconociera para poder volver a estar segura de en dónde se encontraba. Se agacho tapando su rostro entre sus rodillas por que el sonido era demasiado para ella, sentía miedo y prepotencia por no poder salir de algo tan pequeño como lo era cubrirse de la lluvia.

—Mamá, por favor ven por mi—Susurraba entre el miedo y la desesperación.

Una desesperación enorme y unas ganas inmensas de llorar. 

Una persona cubrió a Dahyun de la lluvia, se quedo parada justo atrás de ella mientras sujetaba la sombrilla para que no se mojara más sin importarle que ahora el agua lo recibiera. 

—Tranquila—Susurro la persona a sus espaldas.

Dahyun alzo su rostro no sentía más las gotas de lluvia en su cuerpo. Quería decirle algo a la persona pero las palabras simplemente no salían y no entendía el porque. 

—Toma—La persona extendió la sombrilla y se la coloco en sus manos al notar lo desorientada que estaba Dahyun—Puedes quedártela, no la necesito.

Se quedo paralizada sujetando la sombrilla que la persona extraña le había dado. Se levanto de nuevo, aun con los truenos ya no se sentía desorientada para nada. Se dio la media vuelta, no sabía si esa persona continuaba parada justo enfrente suyo, pero tampoco escucho los pasos de haberse ido. 

—Dahyun ¿En dónde estas—Gritó su madre a todo pulmón. 

La persona al frente solo la observo unos segundos y dedujo que ''Dahyun'' debía ser la persona al frente. 

—Han venido por ti, estarás bien entonces. 

Rozó su hombro al caminar hacía adelante, los pasos combinados con el agua era más ruidoso de lo normal. Una persona la ayudo, y no tuvo la oportunidad de agradecerle por la sombrilla que le había entregado para que se cubriera de la lluvia. 

—Aquí estoy—Gritó Dahyun para que su madre pudiera escucharla. 

Fue su madre corriendo hasta donde se encontraba, la sujeto de su mano para guiarla y llevarla hasta su auto y pudiera resguardara de la lluvia. La cara en el rostro de Dahyun era indescriptible, sonreía al pensar que una persona se preocupo por ella y no era necesariamente porque fuera su amiga o su familia. 

Le pedía mil disculpas por llegar tarde, pero a Dahyun no le molestaba. Entendía que su madre tenía un montón de preocupaciones en su trabajo y en su hogar, no era fácil criar a una hija ciega y notaba lo agotador que era todos los días para ella.

—¿Podemos ir por un café?—Pregunto Dahyun. 

El frió en sus manos los sentía y quería probar algo caliente para que esa sensación en su cuerpo se fuera de ella. 

—¿Vamos al de siempre?—Respondió su madre muy feliz.

Dahyun asintió. 

Tenía la costumbre de poner música mientras conducía y hoy no era la excepción. Aunque sus gustos no eran para nada similares le encanta escuchar las músicas favoritas de su madre, la hacían sentir más cercana a ella y le encantaba ese sentimiento. 

No tardaron en llegar a la cafetería en dónde la mayor parte del tiempo visitaban, y era por la simple razón de que el café era muy bueno, y porque la dueña era la mejor amiga de su mamá. Entraron con cuidado, para que Dahyun no chocara con nadie ni nada ya que si conocía el lugar pero no todas las personas que lo visitaban sabían que era ciega. 

—Espérame aquí en esta mesa. Iré a pedir nuestros capuchinos—Le ordeno su madre. 

Para Dahyun era un poco molesto tener que escuchar la plática de los demás, sentía que era una falta de respeto a su privacidad. Una de las pláticas que escuchaba era de una pareja que al parecer estaban celebrando su aniversario, los del otro lado parecían estar molestos por cosas en su escuela, pero unos gritos en particular llamaron su atención.

—Aparte de que llegas tarde, vienes completamente mojada—Esa era la voz de un hombre—Debería despedirte, siempre buscas excusas tontas para justificar tu falta de compromiso con el trabajo. 

Reconoció la voz del hombre, era la voz del gerente de la cafetería y realmente era molesto. Siempre que los atendía era demasiado educado, pero ahora estaba siendo un cretino. 

—Tuve un pequeño percance, le prometo que no volverá a suceder—Respondió la voz de una chica. 

Esa era la voz de aquella chica en el parque, la que se ofreció a darle su paraguas. No volvió a escucharla luego de pronunciar esas palabras. Su voz en particular era un poco chillona pero era dulce y femenina. 

—Debo darle las gracias—Pensó en voz alta. 

—¿A quién debes darle las gracias?—Pregunto curiosa su madre con los capuchinos en la mano—¿Paso algo mientras no estaba? 

Dahyun asintió.

—Una chica que trabaja aquí fue la que me entregó su paraguas para cubrirme de la lluvia.

Su madre apenas se daba cuenta del paraguas con el que encontró a su hija, ya que ella no tomó ninguno al irse al parque porque las probabilidades de lluvia eran muy bajas.  Miró al mostrador pero todas las empleadas eran chicas y su hija no podría describir como era físicamente.

—Será un poco complicado eso, pequeña. 

—Lo sé, pero si algún día me la vuelvo a encontrar quisiera agradecerle. 

—Eres tan buena, mi niña.

Tomaban su capuchino mientras Dahyun le contaba a su madre lo entusiasmada que estaba de entrar a una escuela normal con compañeros, en dónde posiblemente hiciera más amigos y no solo fuera Chaeyoung. 

Salieron de la cafetería, la lluvia había cesado y escuchaba nada más las gotas caer del techo. Esperaba afuera del auto ya que su madre tuvo que ir a comprar rápido a una tienda cercana. Jugaba con sus dedos mientras esperaba apoyada a la puerta del conductor. 

El sonido de bolsas a su derecha, con esa voz quejándose de todo lo que estaba a su paso. Pero esa era de nuevo la voz de la chica del parque. Dahyun intento seguir la voz que no escuchaba demasiado lejos. Caminaba sin soltar su auto porque no conocía muy bien la parte de afuera de la cafetería y no quería tropezar con nada.

—Disculpe—Dijo Dahyun cuando escucho el sonido de las bolsas tocando el suelo—Disculpe volvió a repetir de nuevo. 

—¿Sí?—Respondió la chica. 

Dahyun estaba nerviosa porque no estaba acostumbrada a hablar con desconocidos. 

—¿Tu eres la chica del parque?—Preguntó logrando hacer gestos nerviosos en su rostro—Es que tu voz suena igual a la chica que me ofreció su paraguas en el parque.

No respondía y eso lo único que lograba es que sintiera vergüenza de si misma.

—No me hables. Si te refieres a eso, ignóralo no lo hice por nada en especial, solo déjame en paz.

Escucho sus pasos de como se iba de nuevo. Pensaba que era una chica amable, pero para su sorpresa era una persona desagradablemente grosera.

La madre de Dahyun llegó con un montón de bolsas por las incontables compras que realizo. Las subió al auto para poder volver a su hogar pero notaba la cara de decepción de su hija y no podía evitar preocuparse.

—¿Que tienes?

—Nada, es solo que me lleve una enorme sorpresa.

Sonrió para no preocupar más a su madre.

Ese fue nuestro primer encuentro.

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