Invierno.
Perdida entre un montón de gotas, queriendo huir de su miserable vida sin camino a dónde ir. Ni siquiera comprendía la razón de su sentir de esos momentos, lo único que notaba era su corazón latir de manera desesperada, estaba realmente muy confundida; Y ella, no quería sentirse de esa manera. El único lugar en dónde podía distraerse era en su trabajo, ni siquiera se molesto en pedir un taxi o en ir en autobús, su ropa estaba demasiado mojada como para que alguien aceptara llevarla. Sin titubear más, continuó corriendo por todas las calles de seúl.
Ni siquiera quería dar un paso dentro del restaurante, todas las miradas iban destinadas a ella. Era la primera vez que la miraban en esas condiciones, con su ropa totalmente mojada, su cabello alborotado y su maquillaje totalmente arruinado. Lo único que hizo fue saludar a su compañera Hyunjin antes de entrar al baño a cambiarse. Se miro en el espejo, era un completo desastre, lo que veía solo era una chica cuya esperanza se había ido y lo único que quedaba era la desesperación de su miserable vida.
—¿Te encuentras bien Minatozaki?—Dijo Hyunjin detrás de la puerta—¿Hay algo en que pueda ayudarte?
Sana se apresuro para arreglarse un poco.
—Lo estoy, no te preocupes...
Luego de salir de la baño hizo sus actividades diarias, el restaurante no estaba tan lleno como otros días. Lo agradecía, así podía relajarse un poco, la música era tan tranquila que sus parpados empezaban a cerrarse poco a poco y a bailar un poco en la silla intentando mantener su equilibrio y no caer al suelo.
Habían paso 6 horas, la lluvia empezaba a calmarse un poco y las personas se iban. La hora de irse estaba cerca. Entre más observaba el reloj más lento sentía que pasaba el tiempo, las manecillas se movían de manera lenta y eso empezaba a desesperarla. No habían tantas personas como para distraerse, el restaurante estaba casi vació a excepción de una pareja que estaba comiendo del otro lado.
—¿Y como sigues? ¿Te has reconciliado con la chica de la otra vez?—Hyunjin su compañera estaba del otro lado de la barra, estaba limpiando unos vasos—Llevas días un poco desanimada, llegue a pensar que era por esa razón.
Sana quedo observando a Hyunjin que con una tranquilidad limpiaba cada vaso del estante que se encontraba arriba.
—No lo sé, ni siquiera yo entiendo mis propios sentimientos—Susurro Sana—Luego de gritarle me sentí tan mal y realmente me odie por hacerla llorar.
—¿Y porque no pones aprueba tus sentimientos?—Hyunjin asentó el último vaso sobre la barra—¿A que le tienes miedo?
—Si existiera un futuro, entonces no dudaría en querer sentir amor por alguien—Sana suspiro—Y aunque existiera uno, no podría hacerle eso a el.
—¿No te da más miedo perder sin haberlo tenido? Si esa chica tuvo el valor de confesarte sus sentimientos, eso quiere que ella es más valiente que tú, y eso que asustas un poco con tu actitud reservada—Rió la chica y le entregó un vaso de agua—Es solo un pequeño consejo, no huyas de lo que no conoces y no busques pretextos para detenerte.
Aquellas palabras revolvieron toda su cabeza, nunca se vio a ella como una persona cobarde. Era la primera vez hablando de sus sentimientos y realmente se sentía un poco mejor, ni siquiera a Mina le contaba como se sentía, porque ella sentía que no merecía querer a nadie, mucho menos querer a una chica luego de lo que paso con Jeongyeon.
Flashback:
El instituto por las tardes después de las 5 siempre se encontraba casi vació, las únicas personas eran los de clubes deportivos y teatro. Era martes, era un refrescante día de verano, todo el día parecía normal excepto por una pequeña cosa. Jeongyeon la chica alta de baloncesto estaba guardando sus cosas en los vestidores cerca de la cancha de atletismo.
—Miren a quién tenemos aquí—Se bufó Sana tapando la entrada—La chica lesbiana del instituto.
Sana no iba sola, detrás suyo estaba su grupo de amigas. Mina era la única que se mantenía al margen y no decía ni hacía absolutamente nada, solo se quedaba observando.
—No quiero problemas Minatozaki—Dijo a la defensiva la chica alta intentando pasar por la puerta, pero le fue imposible—Te dije que no quiero problemas...
Todas se reían de la chica alta.
—No queremos problemas, solo queremos divertirnos. Eso es diferente—Dijo Momo—¿Oh es que te da pena que Nayeon este acá con nosotras?—Empujo un poco a Nayeon al frente—Nayeon tu novia se siente tímida en que estas aquí.
Nayeon se la quedo mirando e hizo una expresión de asco en el rostro.
—No digas estupideces Momo—Dijo Nayeon con asco—Nunca andaría con una marimacho como ella, prefiero morir antes.
Ninguna pudo evitar reírse a grandes carcajadas al darse cuenta que Jeongyeon quería llorar. No era un secreto que la chica alta le gustara Nayeon, era un rumor que se llevaba esparciendo desde hace mucho tiempo. Sana fue la encargada de que todos se enteraran y fue la responsable de que todos escucharan la carta que había escrito para la chica mayor.
—Querida Nayeon, no puedo dejar de pensar en lo linda que eres y se que esta mal que tenga este tipo de pensamientos hacía ti, no pude evitarlo. Quiero compartir un helado contigo y pintarte sonrisas en el rostro—Sana al terminar de leer no pudo evitar reír fuertemente—No deberías existir.
Mina normalmente mantenía la postura pero esa vez no quiso quedarse callada y empujo fuertemente a Sana.
—Nunca vuelvas a decir eso de nuevo, Sana—Mina frunció el ceño—No desquites tu mal humor con otras personas.
Jeongyeon aprovecho el momento para poder escapar. Ella odiaba rotundamente venir a la escuela, odiaba que todo el tiempo estuvieran molestándola simplemente porque ella quería de manera diferente al resto.
Ella quería morir y por fin obtuvo su paz que tanto buscaba.
Fin del flashback.
Era la culpable de la muerte de Jeongyeon, si nunca hubiera contando la verdad de su sexualidad, ella seguramente seguiría con vida y Nayeon no hubiera quedado ciega. Todo lo que le llevo hacer un rato de diversión que termino en un desastre. Siempre que pensaba en Dahyun, ese recuerdo de Jeongyeon volvía a su mente, no podía aceptar que le gustaba una chica cuando le quito la vida a una por la misma razón.
La hora de irse llegó, no se molesto en quitarse el uniforme no tenía otra ropa para regresar a casa, la lluvia se había ido, lo único que quedaba eran los fuertes vientos que revolvían todo su cabello. En el estacionamiento estaba de nuevo la camioneta de la taiwanesa, como la última vez estaba fumando un cigarrillo recostada en la puerta trasera de su vehículo.
¿No te da más miedo perder sin haberlo tenido?
Las palabras de su compañera Hyunjin deambulaban de su cabeza de nuevo. Tzuyu era una chica persistente y siempre le demostraba interés, y ahora estaba parada esperando para poder llevarla a casa. Aún con todas esas acciones su corazón no latía se mantenía tranquilo como si viera a una amiga, esa sensación era muy diferente con Dahyun.
—Sana—Tzuyu sonrió al mirarla parada en la puerta—Hoy saliste temprano.
Si ese sentimiento solo era exclusivo con la chica de piel pálida eso solo significaba una cosa...
Caminó hasta quedar enfrente de la taiwanesa, se quedo parada mirándola a los ojos, la diferencia de estatura no era mucha, ella era un poco más bajita.
—¿Yo te gusto?—Pregunto de manera directa Sana—¿Por qué? No lo entiendo.
Tzuyu trago saliva, normalmente le gustaba intimidar a las personas pero ahora ella era la persona que estaba siendo intimidada. Quedaba viendo la expresión de Sana, no podía detectar nada en esos ojos que la miraban de una curiosa.
—Desde que te vi ese día en tu bicicleta quedé cautivada por ti—Respondió Tzuyu—Me sorprendió mucho saber que trabajabas en la cafetería de un tío mío y al ver esos golpes me causaste aún más curiosidad...—Hizo una pequeña pausa—Creía que participabas en peleas ilegales ¿No es gracioso?—Su rostro se fue sonrojando poco a poco—Ni siquiera sabía que me gustaban las chicas, esto es algo nuevo para mi.
Sana fue acercando su rostro poco a poco al de Tzuyu, esta inmediatamente cerro sus ojos. Era poca la distancia ahora, un movimiento en falso y sus labios se terminarían juntando, antes de que eso sucediera la japonesa abrió los ojos una vez más para observar la reacción de Tzuyu.
—Lo siento—Susurro Sana.
Terminaron con la poca distancia que había, sus manos de Sana rodearon la cintura de Tzuyu y la atrajo un poco más a su cuerpo. La taiwanesa parecía una estatua ni siquiera movía sus manos las que estaban pegadas a un costado de sus piernas, simplemente se estaba dejando guiar por los labios de Sana. Lo estaba disfrutando, ni siquiera quería pensar en el motivo del porque la chica que figuraba en sus pensamientos ahora la estaba besando.
La primera en separarse fue Sana, se alejó un poco de Tzuyu y toco ligeramente sus labios con sus dedos, realmente no sintió absolutamente nada.
—¿Y eso porque fue?—Preguntó sorprendida la taiwanesa—¿Esas son buenas noticias?
Tzuyu parecía muy emocionada, mantenía sus manos un poco inquietas y se mantenía jugando sus dedos, sus mejillas estaban cubiertas por ese color carmesí debido a su sonrojo total que le llegaba hasta las orejas.
—Gracias, ahora comprendo un poco—Sana sonrió de nuevo—Es un poco egoísta lo que hice.
—Claro que no—Gritó entusiasmada Tzuyu—T-tú puedes besarme cuando quiera y yo no pondré resistencia alguna.
—Eres demasiado ingenua—Se bufó Sana.
El amor era tan estúpido a veces que terminas aceptando las pocas migajas que la persona que tu quieres te ofrecía; estaba dándose cuenta. Ni siquiera sintió nada, su corazón no se alteró, ni mucho menos se puso nerviosa al estar cerca. Lo único que buscaba era comprobarlo, Dahyun era alguien especial para ella, ni siquiera sabía en que comento todo sucedió. La chica de piel pálida rompió todas esas barreras, esquivo cada obstáculo y ni siquiera supo el momento.
—¿Por qué lloras?—Tzuyu se acerco un poco a Sana y saco un pañuelo de su bolsillo—¿Tan mal estuvo el beso?
Sana paso la yema de su dedo justo debajo de sus ojos, estaban ligeramente húmedos y un fuerte dolor viniendo de su pecho, no podía soportarlo, sus manos temblaban y el dolor era tan fuerte que termino cayendo de rodillas al suelo. Intentaba buscar algo de su bolsillo, no encontraba nada, Tzuyu intento ayudarla pero la termino empujando fuertemente logrando que cayera sentada al suelo.
Los gestos en el rostro de Sana no eran un juego, realmente le estaba doliendo, sus manos no dejaban de temblar y la desesperación por buscar entre sus cosas iba aumentando cada vez más. Saco de su mochila luego de buscar unos minutos una caja de plástico pequeña que contenían unas pequeñas pastillas que ingirió rápidamente. Dejo caer la pequeña caja e intentaba respirar profundo una y otra vez, estaba sudando a pesar de que el clima estaba a 5°.
—Nunca lo imagine—Tzuyu se acercó a la japonesa y recogió aquella cajita de plástico del suelo—¿Tienes problemas del corazón?—Observo las pastillas que venían dentro—Es sorprendente como puedes trabajar y correr de la manera en que lo haces.
La japonesa le arrebato las pastillas de sus manos de Tzuyu, guardo silencio mientras las iba guardando en su mochila de nuevo.
—No le digas a nadie—Susurro la japonesa—Eso es un secreto que nadie conoce de mi más que mi madre.
—No le diré a nadie si eso es lo que deseas—Tzuyu volvió sujeto la mano de Sana fuertemente—Con más razón quiero ayudarte ahora.
—¿Ayudarme? La única forma de que alguien me ayude es dejándome sola.
Tzuyu termino soltando su mano, ni siquiera se molesto en voltear solo una vez más. Odiaba que las personas quisieran sentir lastima por ella, por esa razón no le contaba a nadie acerca de su enfermedad, una con la que desde pequeña tuvo que lidiar, era una enfermedad que heredo y que te iba carcomiendo poco a poco, hasta que por fin pudieras descansar. Era igual a la muerte.
No hay un futuro en el que yo quiera creer.
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