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Flor marchita.

El extraño sentimiento brotando de su corazón como la erupción de un volcán hasta cremar todo a su paso, esa era una manera de expresar el como se sentía algunos días. Llegaba a pensar que los sentimientos solo eran destructivos como una bomba que sin que se dieran cuenta los demás lo dejaban hasta que explotara.

Luego de que Chaeyoung viniera a buscar a Dahyun se sentó un momento en una de los asientos del teatro, su ropa olía igual que el perfume, ese perfume que era un olor dulce y suave para el olfato de cualquier persona. Fue a los vestidores, guardo sus cosas y no dejaba de mirarse en el espejo, no era mentira que había perdido mucho peso en poco tiempo, sus costillas podían verse ahora, tenía unas enormes bolsas debajo de sus ojos por no haber dormido bien y estaba más pálida de lo normal y si no fuera por su uniforme todos verían su ropa vieja y desgastada. Era un total asco para si misma.

La práctica iba mejorando, en sus horas de clases y en sus horas de ensayó no descanso ni un solo momento, su profesor no volvió a alzarle la voz y aplaudía cada vez que le salía como tanto esperaba con esas altas expectativas. 

—¿Podemos hablar?—Esa era Mina quién venía detrás suyo—Necesito contarte algo... 

Sana miraba a Mina por el espejó, la expresión en el rostro de su amiga era de tristeza y parecía no haber dormido en toda la noche.

—¡Hoy si que te ves realmente mal!—Dijo totalmente segura de sus palabras sin un poco de sensibilidad. 

—Vayamos al Kiosco...

Salieron por la puerta de atrás, varías veces la japonesa miraba su reloj sin perder el paso de su mejor amiga. Era un poco inusual que Mina siendo alguien muy extrovertida quisiera hablar de sus sentimientos, debía ser algo realmente importante para que quisiera contarselo o algo que estuviera bordeándola por dentro.

Llegaron al kisco que estaba cubierto por todas las hojas secas con flores marchitas al rededor, estaban paradas una detrás de la otra y sin mirarse ni un solo segundo. Estaba empezando a sentir incomodidad, no buscaba las palabras perfectas para iniciar la conversación y Mina parecía no tener tampoco la intención de iniciarla. 

—El otoño es una estación tan única que acaba con la vida en un abrir y cerrar de ojos—Exclamó Mina con indiferencia—Sabes Sana, no sé que hacer por eso he venido contigo porque si vas a odiarme hazlo desde ahora—se dio la media vuelta para que ambas estuvieran de frente mirándose directamente a los ojos—Lo que hicimos con Jeongyeon estuvo mal, juzgar lo que es diferente olvidando que lo que más importa en el mundo es quienes somos realmente, no teníamos el derecho de convertirlo en pesadilla. Pienso mucho sobre eso, no merezco que esa persona me quiera, ni yo merezco hacerlo. 

—No necesitas sentir culpa por algo que no fue tu culpa—Mustió Sana—Yo fui la que lo empezó hasta que termino en un suicidio...—Caminó hasta Mina—¿Por que hasta ahora me dices como te sientes al respecto? 

—Porqué me gusta una chica ¿Eso me hace diferente también?—Exclamó con miedo—Puedes ir a decirle a los demás si eso es lo que quieres. 

—Las flores son diferentes las una con las otras—Sana recogió un girasol marchito—Hay rosas, girasoles y muchas más, pero todas son flores aunque sean diferentes—Se la entregó a Mina—El amor es igual, la persona que tiene tu corazón debe ser tu flor más hermosa y tu la persona encargada de cuidarla para que no se marchite como este girasol en otoño y si se marchita, entonces solo debes regar y no dejar que muera—Suspiró—Entonces seguirá siendo la flor más hermosa para ti, no necesita serlo para el resto de las personas.

Mina miró el girasol muerto que llevaba entre sus manos, estaba marchita completamente, sus petalos estaban secos rompiéndose con una simple rozadura. Y luego regreso su mirada a Sana, estaba calmada viendo las hojas secas que las rodeaban, con su mente perdida en sus pensamientos. 

—No me esperaba esa respuesta de tu parte—Sonrió Mina—Antes seguramente no volverías hablarme, ahora eres un poco más sensible al tema—Le entregó de nuevo al girasol—Tu eras igual a ese girasol marchito, pero la chica de nombre Dahyun te ha vuelto un girasol más bonito.

—No digas tonterías—Soltó una risa burlona Sana—Eso solo es imaginación tuya...

—Tal vez no todo sea una tontería—Dijo Mina segura de sus palabras—Gracias por escucharme, me sirvieron de mucho tus palabras.

La plática con Mina la dejo muy pensativa, nunca se hubiera imaginado que tuviera ese tipo de sentimientos y menos hacía una chica, siempre se mantenía distante respecto al tema. En otro momento seguramente se hubiera repetido lo de Jeongyeon, pero no lo hubiera permitido porque Mina e incluso Momo eran como hermanas para ella.

Se despidieron en la entrada luego de que la madre de Mina fuera por ella, y empezó a pedalear para ir en busca de Dahyun quién seguramente estaría esperándola en la puerta. Le pareció muy curioso la tarjeta, tenía una decoración como si una niña de 5 años lo hubiera dibujado y su dirección estaba escrita en el con una nota que decía ''Me he perdido ¿Puedes ayudarme''.  Recordaba perfectamente la dirección de Dahyun, la llevo solamente una vez y eso le bastó para que pudiera aprenderse la dirección. 

Aún en bicicleta llegó un poco tarde, estaba un poco apenada por ello, tardo mucho en tocar el timbre, no lo admitía pero estaba un poco nerviosa y ni ella misma entendía la razón de sus nervios. Sin titubear más, toco el timbre esperando a que fuera Dahyun quién saliera por la puerta y no sus padres, era lo único que pedía... 

—Tu debes ser la chica de la que me platico Dahyun—Sonrió su madre de Dahyun al abrir la puerta y observar a Sana—Si que eres realmente muy bonita—Dijo sorprendida. 

Eso logro hacer sonrojar a Sana y sentir un poco de vergüenza al escuchar el cumplido de la madre de Dahyun.

—Muchas gracias—Exclamó con timidez.

A sus espaldas venía caminando Dahyun con su bastón blanco, parecía nerviosa y terminó chocando con su madre, lo que le causo una enorme risa. Su madre se despedía de ella, le colocó su abrigo porque el día era frió más que los días anteriores, y con mucho cuidado bajaba las escaleras contándolas una por una hasta pisar su banqueta. Llevaba puesto un abrigo color negro combinado con unos jeans de mezclilla y una blusa colorida y unas botas para que el frió no entrara por sus pies. 

—Perdón por hacerte esperar—Se disculpo haciendo una pequeña reverencia. 

—No lo hiciste de todas maneras tenemos tiempo de sobra—Sana soltó una risa nerviosa y sujeto su mano de Dahyun—Pronto te acostumbraras a ir en bicicleta y no tener miedo al subir. 

—Ya no tengo miedo—Dijo con orgullo. 

Sana solo se rió al escuchar esas palabras y acercaba la bicicleta para que Dahyun no tuviera ningún problema en subirse, primero fue la japonesa quién subió y luego sin soltar la mano de la chica pálida para que saltara al asiento de atrás y la abrazó rápidamente.

—¿A dónde quieres ir?—Preguntó Sana. 

Dahyun sacó una pequeña hoja rota de papel con una dirección y nombre del restaurante, y se lo entregó a Sana. Le había pedido a su madre que se lo escribiera para poder ir a ese lugar que era muy especial para ella. 

—Entonces no perdamos más el tiempo... 

Iban de nuevo en la bicicleta, le daba un poco de miedo pero no le importaba porque era la única excusa que tenía para abrazarla fuertemente. Era como si estuviera en su propia película en dónde ella era la protagonista de aquella historia de amor, pensaba en que música sería perfecta para la ocasión, y tenía una lista enorme en mente, pero prefería que su canción en ese momento fuera Somenthing - George, Kang Hyein. Era como si realmente estuviera sonando esa canción mientras iban de caminó al restaurante, sus manos aferrándose a la cintura de Sana y su cabeza recostada en su espalda y con el clima helado. 

El tiempo parecía detenerse al estar cerca suyo.

En todo el caminó estuvo en silenció lo que llamó mucho la atención de la japonesa, quería preguntarle si pasaba algo pero no podía quitar su mirada del caminó, con el montón de tráfico que había podían llegar a tener un accidente si se descuidaba un momento. El restaurante al que se dirigían si estaba un poco lejos, estaba cansándose de tanto pedalear pero estaban ya cerca como para que tomara un descanso y el clima estaba cada vez peor, no llevaba guantes y sus manos querían congelarse. 

—Estas temblando—Susurro Dahyun—Debiste ponerte otro tipo de abrigo.

—Estoy bien, no tengo frió—Mintió la japonesa—Ya estamos por llegar al restaurante—Cambió el tema. 

Ya estaban muy cerca del restaurante, a lo lejos se veían las luces y era bastante elegante. Todo estaba lleno de carros y motocicletas estacionadas. Se apuró a pedalear para que no perdieran más tiempo y llegaron lo más rápido que pudieron. No encontraba un lugar en dónde podría dejar su bicicleta, no tenían un lugar para bicicletas y lo único que tenían cerca era un pequeño árbol que era su mejor opción.

—Te ayudaré a bajar. 

Sana se bajo de la bicicleta, con una mano agarraba la bicicleta y con la otra la mano sujetaba la mano de Dahyun quién termino resbalándose un poco y casi cayendo al suelo de no ser por la japonesa que la abrazó dejando caer la bicicleta al otro lado. La tenía abrazada de la cintura con su rostro pegado a su pecho.

—Gracias—Dijo apenada Dahyun—Lo siento por ser un problema.

—No eres un problema—Susurro Sana—¿No te hiciste daño?—Dahyun negó aferrándose a su cuerpo—Quédate aquí, guardare la bicicleta.

La manera tan brusca de terminar el abrazó era un poco doloroso para Dahyun, era sentir el rechazó que era un echo pero que quería olvidar siempre. 

—Eres una tonta, Sana—Murmuro Dahyun—Eres una verdadera tonta.

El restaurante que escogió era uno de sus favoritos de su madre, siempre que tenía malos días siempre solían llevarle un postré que solo se hacía aquí y lograban sacarle una sonrisa luego de haber tenido un mal día. No podía esperar más para volver a probar ese pastel, llevaba tiempo sin comerlo, ya que su madre no tenía tiempo para venir solamente por un pedazo de pastel y ahora se mantenía más ocupada que antes. 

—¿En que piensas?—Preguntó con curiosidad Sana.

—En nada...—Respondió inmediatamente asustada. 

—No eres buena mintiendo—Se bufó Sana—En fin, vayamos adentro. 

Ya era una costumbre que Sana tomara su mano sin permiso y sus manos estaban completamente heladas y le estaba preocupando. No quiso seguir armando un escandalo por lo mismo, se dejo guiar hasta dentro, las llevaron a una mesa en el centro que era la única disponible y le ayudó a sentarse. La música clásica era una de las atracciones del restaurante, todas los días traían a personas a tocar el piano o cualquier otro instrumento, era un lugar verdaderamente tranquilizador para sus oídos. 

No tardo en llegar el mesero con el menú, los dejo sobre la mesa y Dahyun aprovechó a pedir una taza de café con leche para comenzar. Conocía a la perfección en el menú, ella siempre que venía pedía lo mismo ''Arroz fritó con Kimchi'' y la única que faltaba por pedir era Sana. 

—Puedes pedir lo que quieras—Le sonrió Dahyun—La comida aquí es muy deliciosa.

Llegó de nuevo el mesero para tomar sus ordenes. 

—Yo quiero Arroz fritó con Kimchi—Dijo Dahyun. 

—Me trae un Bulgogi. 

El mesero asintió y se fue con las cartas de menú. Y quedaron en un silenció incomodo, era la primera vez en dónde el ambiente estaba demasiado pesado y no buscaban un tema de conversación, como si un ratón hubiera comido sus lenguas. El sonido del piano invadió sus oídos de nuevo, la canción que estaba tocando la persona era un clásico y muy conocido, logró hacer que todos en el restaurante guardaran silenció. 

—Esta canción me la cantaba mi padre todas las noches—Mustió Dahyun—Es increíble como una canción puede contener demasiados recuerdos.

—Siento un poco de envidia de ti—Mustió Sana—Tener buenos recuerdos, debe ser un regalo.

Un sentimiento que llevaba un recuerdo doloroso, un pasado que no podía ser cambiado y un presente consecuencia de todos esos errores cometidos. Sana era sensible a dos temas, todo lo relacionado con su vida y su familia, era como implementar una bomba que destruyera toda su cordura y trajera de vuelta todo los recuerdos dolorosos que prefería olvidar.

Esas palabras solo lograron levantar más su curiosidad por Sana, lo bueno de que era ciega es que se convirtió en una buena oyente. Solo con el tono de voz lograba darse cuenta de tantas cosas que en los ojos eran ciegos. 

Sana estaba rota y esa era la razón de que fuera distante con todo.

—Dahyun, no creí encontrarte por aquí... 

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