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Fin.

Sana.

La noche fue demasiado larga, más de lo que se imaginaba. Antes de caer rendida, miró a Dahyun y al verla dormir tan tranquila con una sonrisa en el rostro, tomó una decisión. Protegería esa sonrisa, no quería verla llorar, de solo recordar su rostro pidiendo a gritos por ella, le dolía, no quería volver a presenciar ese llanto amargo de nuevo. Antes de que todos despertaran, tomo sus cosas y agarro el primer taxi disponible, solo llevaba puesta la pijama y traía sus cosas en la mano, la mañana era tan triste y silenciosa, que al mirar a la calle, podía ver todo lo sucedido la noche anterior. Había pedido que la llevaran a casa de su mejor amiga, era a la única persona que deseaba ver ahora mismo, no tenía otro lugar al cuál ir. Paró enfrente de la casa, se quedo parada frente a la puerta sin tocar el timbre, agarro valor y timbro, no tardo tanto en abrir la puerta y se encontró con el rostro soñoliento de la japonesa de cabello corto.

—¿Puedo pasar?

Mina asintió y se hizo aún lado para que entrara. 

—Me sorprende verte aquí y más a esta hora ¿Necesitas algo?

Sana no le respondió se lanzó a Mina abrazándola y ocultando su rostro sobre su cuerpo. Le terminó correspondiendo el abrazo, no le hizo ninguna pregunta y no se soltaron durante varios minutos. Era muy extraño que quisiera abrazar a alguien, pero al verla, su cuerpo actuó por si solo. 

—¿Soy una mala amiga? ¿Verdad?—Susurro Sana. 

—Lo eres—Le respondió con la verdad Mina—Sin embargo, aún así no te cambiaría por nada. 

—Solo vine a disculparme, por lo mal que me he portado contigo estos días—Se separó de la japonesa de cabello corto—Ayer estuve apunto de hacer una tontería, realmente estaba decidida a quitarme la vida, me di cuenta que iba a irme sin disculparme contigo y eso no era justo para ti.

Mina no podía creer lo que estaba escuchando.

—Si lo hubieras hecho, nunca te hubiera perdonado Sana...

—Lo sé, Mina—Suspiró la japonesa—Por eso quise venir a verte, porque nunca fui justa contigo ni ahora lo estoy siendo. 

—¿Cuándo has sido justa?—Rio Mina—Eres Minatozaki Sana.

—Tienes razón—Se rio—¿Puedo pedirte un favor?—Mina asintió—Quiero que me acompañes a un lugar, no quiero ir sola o siento que no podré pasar de la entrada. 

—Pero necesitas cambiarte primero—Se bufó la japonesa de la pijama de Sana. 

Sana asintió y abrazó a Mina una vez más. 

—Por supuesto—Se rio Sana. 

Las palabras que la madre de Dahyun le dijo aquella noche, le sirvieron de mucho para que pudiera armarse de valor e ir a ver a su madre, al menos una vez. Quería enfrentarse a ella de nuevo, que hablaran de una forma más tranquila y decirle todo lo que llevaba guardado en su interior durante mucho tiempo. Necesitaba ir con alguien, sabía que de ir sola no podría pasar de la puerta, pero si Mina la acompañaba se sentiría más segura y más tranquila. Todavía era muy temprano para que fuera, esperaron hasta el medio día para poder ir al hospital. Mina tenía varías llamadas perdidas de Chaeyoung, no respondió a ninguna por petición de Sana. Antes de que fueran al hospital tomaron un baño y se cambiaron. De camino estuvo pensando acerca de que le diría al verla, no sabía que le preguntaría o le diría. Mina la acompaño hasta la puerta de la habitación de su madre.

Sana entró a la habitación, ahí estaba su madre acostada mirando la ventana y luego volteó a verla. Sus miradas se encontraron un instante y luego llevó su mirada al arreglo de margaritas que tenía aún lado la cuál decoraba la habitación. Le sonrió al verla, pero no le regreso la sonrisa, tenía una expresión neutra y distante, estaba nerviosa pero no lo demostraba. Caminó hasta la camilla y se paro enfrente dejando su distancia. 

—Creí que no volvería a verte de nuevo—La madre de Sana se levantó y se sentó en su camilla—¿A que has venido? 

—Lo mismo pensé, no quería verte de nuevo—Respondió con sinceridad—Pero era necesario venir, porque de una u otra forma, no podría continuar, por eso decidí venir a verte. 

—¿Continuar? ¿A que te refieres con eso?

—Vine a decirte como me sentí todos estos años—Trago saliva—¿Podrías escucharme? 

La madre de Sana asintió. 

—Siempre me pregunté que significaba tener una familia y porque yo no tenía una. Aquellas preguntas siempre me torturaron día y noche, me pregunté tantas veces que hice mal por no tenerlo. No sabes cuantas noches lloré, porque me amaran—Miró a su madre directamente a los ojos—Lo único que quería era que mi padre me quisiera y que tu nunca me hubieras abandonado—Hizo una pequeña pausa—No sabes cuantas veces desee que el desapareciera y que nunca volviera a casa, no sabes todo el daño que me hizo, fueron días horribles—Apretó los dientes recordando—Tienes razón, tal vez tú y yo no somos distintos, muy en el fondo yo envidiaba a Yoshio, por todo lo que el me contaba, porque el si podía ser feliz—Bajo la mirada avergonzada—No creí justo que el no sufriera como yo ¿Eso es muy egoísta? ¿No?

—Se que tu vida fue muy dura por mi culpa, lo siento mucho—Inclino la cabeza su madre. 

—No te disculpes falsamente—Gruñó frunció el ceño—No quiero volver a verte, ni a ti ni a ese hombre, realmente los odio y me alegra verte tirada en esa cama sin nadie a quién le importes—Hizo una reverencia—Espero que en otra vida, seas una madre de verdad.

Se dio la media vuelta dispuesta a salir de la habitación, antes de abrir la puerta su madre la detuvo. 

—¿Encontraste el amor que tanto buscabas?—Esas palabras hicieron que Sana se detuviera—Antes de que viniera Dahyun, ni siquiera sabía que tus flores favoritas eran las margaritas—Saco uno del florero y la olfateó—Me sorprendió escucharlo, porque me di cuenta que a pesar de que vivimos juntas durante un tiempo, nunca te conocí realmente, nunca intenté hacerlo—Sana volteó a verla de nuevo—Antes de que te vayas, quiero mostrarte algo—Saco un papel de la almohada y se lo ofreció para que lo tomara. Dudo mucho en si acercarse o irse, la curiosidad era más grande que se acercó y tomo el pedazo de papel para leerlo—Cuídalo mucho.

—No solo encontré el amor, si no también una familia que estuve apunto de perder por idiota—Arrugo el papel y volvió a darse la vuelta para salir—Hasta nunca, señora Kang. 

—Te quiero, hija mía—Dijo su madre repentinamente.

—Se que es mentirá—Volteó a verla de nuevo— Gracias por decirlo, siempre quise escucharlo. 

Salió de la habitación y ahí seguía Mina parada esperando con los brazos cruzados. Salieron casi corriendo del hospital, las últimas palabras que escuchó por parte de su madre, formo un enorme nudo en la garganta que estaba pesando ahora mismo. Se sentó en la banca frente a la fuente y oculto su rostro con sus manos, se quedo en esa posición durante varios minutos, su mejor amiga se sentó aún lado intentando consolarla dándole unas pequeñas palmadas en la espalda.

—Sabes Mina—Levantó su rostro dejando ver su cara—Mi madre nunca me quiso, me odio desde el primer día—Volteó a mirar a Mina—Nunca imaginé un futuro para mi, pensé que yo no podría tener uno—Miró a la fuente de enfrente—Buscaré ayuda, porque ahora se que es lo que quiero para mi en un futuro. 

—¿Te irás?

Sana asintió. 

—¿Me llevarías a la escuela? 

—De acuerdo—Mina se levantó de la banca—Vayámonos.

Era lunes por lo que algunos tenían aún clases antes de que salieran de vacaciones. Sana era una de esas alumnas que ya no necesitaban ir. La escuela se veía medio vacía, a pesar de que habían muchos alumnos afuera haciendo actividades. Fue directo a la oficina del director, tuvo que esperar un momento para luego entrar ya que se encontraba ocupado, era la única ahí aparte de la secretaría, no tardaron en invitarla a pasar. Le entregaron unos papeles, fue más rápido de lo que pensaba, miró el reloj que estaba en la pared y aún tenía tiempo para ir a ver a la menor. Corrió hasta el aula de Dahyun y ahí estaba la menor, sentada justo debajo de aquel árbol enorme en dónde solían sentarse a conversar, estaba sola y con los auriculares puestos, no la escuchaba se quedo parada frente a ella durante unos minutos mirándola reírse por algo que escuchaba y como movía sus dedos jugando con ellos de lo nerviosa que estaba por alguna razón. Se sentó aun lado suyo y le quito un auricular.

—¿Te asuste?—Sana agarro la mano de Dahyun—¿No tienes clases?

Dahyun negó con la cabeza.

—Un poco, no creí que vendrías de nuevo por aquí—Dejo aún lado su celular—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien ahora—Miró al rededor y luego miro hacía riba viendo las hojas del enorme árbol siendo movidos por el viento—Si no hubieras llegado a noche, no te habría visto sentada debajo de este árbol—Sonrió a mirar a Dahyun—Me hubiera perdido de una vista maravillosa. 

—No hay nada maravilloso en mi—Rio avergonzada llevando un poco de su cabello detrás de las orejas—Tonta—Le dio un pequeño golpe a la japonesa. 

Sana recostó su cabeza sobre el hombro de Dahyun y jugaba con la palma de la mano de la misma formando pequeños circulas con sus dedos. El viento revolvía su cabello y tiraba hojas del árbol que iban cayendo lentamente al suelo. 

—Fui a ver a mi madre como me lo pediste—Dijo repentinamente llamando de nuevo la atención de Dahyun—Verla en esa camilla sola, no me hizo sentir ni siquiera lastima. Era como si viera a cualquier persona ahí, a una completa desconocida. 

—¿Y que le dijiste? 

—Que la odiaba y que esperaba no volverla a ver nunca—Levantó la cabeza y miró a Dahyun—Esa señora no es mi madre, solo me dio la vida y eso es todo—Se limpió una lágrima que salió—Morir sola sin nadie que te llore, es lo menos que se merece por ser una horrible persona—Se rio de si misma—Yo no quiero eso para mi también—Miró el cielo nublado—No quiero morir en la soledad; no quiero morir ahora—Abrazo a Dahyun repentinamente, se aferraba a su cuerpo con fuerza evitando lastimarla—Lo que dijiste a noche, se que todo lo dijiste en serio, esas palabras me sirvieron de consuelo a noche mientras dormía abrazada a ti—Ocultó su rostro en su cuello de la menor—Se que tus sentimientos por mi son sinceros, es por eso que tomé una decisión mientras te veía dormir—Dahyun quería decir algo pero Sana movió la cabeza para que la siguiera escuchando—No puedo arrastrarte conmigo, todavía necesito sanar muchas heridas  y superarlas, se que eres capaz de parar tu vida para ayudarme y eso no es justo para ti.

—No me obligaste a tomar esa decisión, lo decidí sola porque quiero ayudarte, Sana—Mustió la más bajita. 

—Me iré a Busan a estudiar—Sana se levantó del pastó—Me ofrecieron una beca y me iré a estudiar allá. 

—¿Estas terminando conmigo?—Dahyun se levantó—¿Por que me vuelves hacer aún lado? 

—-No puedo y no quiero quedarme en Seúl—Se fue a parar enfrente de la menor tomándola de ambas manos—No puedo ser un estorbo para todos aquí, no tengo casa; no tengo nada—La miró notó una pequeña lágrima que quitó con su dedo, le quito cabello del rostro y lo llevo detrás de su oreja—Para poder amarte como te lo mereces, primero necesito empezar por mi. Y también, quiero ser alguien de quién estés orgullosa—La volvió abrazar—Somos jóvenes hay muchas cosas que no entiendo, solo seguiré dañándote de alguna u otra forma. 

Dahyun abrazó con más fuerza a la japonesa, agarraba con fuerza su ropa y luchaba para no llorar, no estaban en un lugar habían muchas personas mirándolas.

—Lo entiendo, tienes razón pero a pesar de que lo entienda, no quiero—Susurro la menor—No quiero que lo nuestro termine así, luego de todo lo que paso.

—No llores—Le rogó la japonesa a la menor—Te prometo que vendré a visitarte cada vez que tenga tiempo—Jugaba con el cabello de Dahyun—Solo espera...

—¿Cuándo te irás?

—Mañana, hoy es mi último día aquí por eso quise despedirme de ti antes de irme y desaparecer. 

Sana miró detrás suyo, ahí estaba Mina esperándola pacientemente. Ya era hora de irse, tenía muchas cosas y papeleos que firmar antes de irse a Busan. 

—Prométeme que cuando te sientas sola, me llamaras—Trago saliva—Solo así no me enojaré contigo por dejarme. 

—Te lo prometo—Sana soltó a Dahyun y se dio la media vuelta, dio unos pasos y luego se detuvo para mirar por unos momentos a su ex novia—Antes de irme hay algo que debo decirte, mi madre me pidió que te lo dijera—Saco el pedazo de papel de su bolsillo—Cuando puedas ver ese bello atardecer de navidad, piensa en mi porque tal vez seas la única que me recuerde con una enorme sonrisa—Guardo el papel de nuevo a su bolsillo—Felicidades, pequeña. 

Dahyun estaba igual o más sorprendida de lo que estuvo Sana al leerlo lo que venía escrito en ese papel, nunca se espero tal detalle. Las palabras eran claras, era una cita cuyo propósito era darle la sorpresa de una manera indirecta y lo había captado tal cuál. 

—¡SANA!—Gritó Dahyun con todas sus fuerzas—¡VEN A VERME CUANDO LLEGUÉ ESE DÍA, POR FAVOR!

Sana no respondió y siguió caminando, cada vez estaban más lejos en cada paso que daban sus memorias se desvanecerían. Esa fue la última vez que volvieron a estar juntas en ese enorme árbol, esa escuela y en esa ciudad. Al principió fue doloroso, no quería que todo se terminará ese día, pero luego de pensarlo durante mucho tiempo, la chica rubia renunció a ella, por que lo que menos quería es que escogiera el caminó más complicado, ni ella era lo suficientemente madura para tomar una responsabilidad de esa magnitud. 

Un año después.

La madre de Sana, falleció en octubre, creyó que ese día se encontrarían, pero nunca llegó. La persona que reclamó el cuerpo, fue ese hombre que decía ser el padre de la chica rubia. Y pocas personas fueron a su funeral, a pesar de lo dura que fue en su última, estaba agradecida por el apto de bondad que hizo con ella. Su madre se lo contó al terminar todo el funeral, de caminó a casa le contó que esa decisión la tomó desde el primer momento que supo que no había remedio, que era el final para ella. Quería creer que era por ese cariño que le tuvo de pequeña, pero no fue así, lo hizo por su hija porque ella era la persona más importante para Sana en ese momento. Sin darse cuenta, terminó verano, otoño paso demasiado rápido e invierno fue en un abrir y cerrar de ojos, ahora se encontraba en primavera, volvió a sus viejas costumbres de ir al parque a sentarse a escuchar la risa de los niños, la naturaleza que la rodeaba y los sonidos de la ciudad. Iba a comer helado junto a su madre, fueron a ese café en dónde solía trabajar Sana, ahora no solo iban las dos, se habían sumado Chaeyoung, Mina y Taehyung, no volvió a estar sola, ahora tenía amigos. 

Pronto sería el día de su operación, por esa razón disfrutaron más tiempo del helado, no lo demostraba pero estaba realmente asustada y rezaba porque funcionara, sus padres ahorraron mucho para poder realizarla y no quería que se llevaran una enorme decepción si su corneas no eran compatibles y fracasara. Al llevarla a casa se despidieron y la llenaron de buenos deseos, ellos estaban igual o más nerviosos que ella, la abrazaron antes de irse.  Entrando a casa se dejo caer en el sofá de su sala, soltando un fuerte suspiró que escuchó su madre desde la cocina. 

—¿Qué pasa? ¿No fueron a comer helado como te prometieron?—Le preguntó su madre quién venía de la cocina.

Dahyun negó con la cabeza.

—Tengo miedo de mañana—oculto su rostro con sus manos—¿Y si mi cuerpo rechaza el trasplante? ¿Y si nunca podré ver? Todo el esfuerzo que hicieron será en vano. 

—Si no funciona, buscaremos a otro donador—Se sentó alado de su hija—Estoy segura que la operación será un éxito.

—Sabes mamá—Dahyun dejo ver su rostro—Me hubiera encantado que Sana estuviera aquí, se que nunca llamó ni que nunca vino a verme, se que debo dejar ir esos recuerdos pero no puedo. Quería conocer el color amarillo atreves de ella. 

—Ve la operación como un nuevo comienzo para ti y una manera de dejar el pasado irse de ti. 

—Dejar el pasado irse de mi—Repitió para si misma—Gracias mamá por estar para mi siempre. 

Se abrazaron durante mucho tiempo, continuaron conversando hasta que la hora de dormir llegó. Los minutos pasaban demasiado lento, no pudo conciliar el sueño debidamente, no dejaba de pensar en lo negativo, eso comenzaba a cansarla. Cuando llegó la hora simplemente tomo un baño rápido y se alisto con la ropa que prepararon para ella. En todo el caminó no paró de imaginarse como sería poder ser normal como todos, no dependería de nadie, podría salir de compras y escoger la ropa que a ella le gustara, podría verse utilizando todos esos vestidos y conjuntos que tenía en su closet, podría ver sonreír a las personas que más quería y podría correr sin tener miedo de tropezar, eso era su fuerza en ese momento. Se despidió de su familia y amigos, no supo en que momento todo se volvió confuso hasta perder el conocimiento, no supo cuanto tiempo estuvo en esa sala de operaciones, lo único que recordó fueron las voces de las personas que debían estar afuera esperándola. Por lo poco que escuchó es que la operación fue un éxito, aquellas palabras la tranquilizaron, era un consoló hasta que el día de la verdad llegara. Se quedo durante un tiempo en el hospital, tomaba medicinas y le hacían revisiones diariamente, cada vez su paciencia se desvanecía todo seguía siendo obscuro para ella. El día de la verdad llegó, no sabía cuanto tiempo paso, pero por fin le quitarían las vendas de los ojos, tanto ella como sus amigos quienes estaban detrás de sus padres estaban nerviosos. El doctor entró, le explicó algunos datos que ellos no entendían y luego se acerco a ella para susurrarle unas palabras de aliento. Cerro los ojos, las vendas poco a poco iban alejándose de su rostro. 

—Abre los ojos—Le susurro el medico al oído. 

Dahyun no quería abrirlos, tenía miedo y no quería llevarse una decepción. Respiró profundo, agarro todo el valor que pudo y los abrió lentamente. No podía creer lo que estaba pasando, veía colores y formas borrosas, y ahí estaban sus padres, no lograba verles bien el rostro pero sabía que eran ellos. 

—Puedo ver—Dahyun llevo sus manos a su rostro incrédula—No los veo bien, pero se que están ahí. 

—Es normal, poco a poco tu visión irá mejorando—El doctor le sonrió—Solo ten paciencia y pronto verás incluso mejor que yo. 

Sus padres se acercaron abrazarla y lloraron junto con ella. Luego vino Chaeyoung y detrás estaba Taehyung, no lograba ver a la perfección su rostro pero poder distinguirlos era un avance. Lloro de felicidad, no podía contener todas esas emociones positivas que estaban dentro de ella, cerró los ojos y los volvió abrir, era como un sueño. Sus padres tuvieron que ir a checar y firmar el papeleó, Chaeyoung y Taehyung se quedaron una hora con ella, conversaban y hacían planes para después, querían llevarla a ver el mar. Luego de que todos se fueran, se quedo sola en esa habitación de nuevo, miró a la ventana, lograba distinguir un brillo, suponía que eso era el brillo del sol. 

—Gracias señora Kang—Susurro al vació de la habitación—Prometo que cada atardecer en navidad, me acordaré de usted. 

Si la Dahyun de 7 años estuviera, nunca se hubiera imaginado que aquella niñera le regalaría sus corneas para que ella también pudiera ver. Sonrió y se recostó para poder descansar, la cabeza le dolía al forzar la vista, durmió con una enorme sonrisa en el rostro. Durmió durante mucho tiempo, los calmantes que le daban eran fuertes y la hacían sentir débil, su cuerpo lo sentía pesado, sentía un enorme bulto cerca de su regazo, abrió los ojos y la dirigió a su regazo para poder ver que era lo que le molestaba. Su mirada se encontró con la figura de una chica dormida aún lado de ella, en las manos tenía a lo que su parecer reconocía como una flor. Estaba dormida con el rostro de lado mirando hacía la ventana, tenía el cabello largo y de un color que no reconocía. Sabía que no era Chaeyoung ni mucho menos su madre, tampoco creyó que fuera Mina, sería muy extraño que la novia de su mejor amiga estuviera durmiendo sobre su regazo. Tragó saliva, quería tocar su rostro, cuando estaba cerca su mano se detuvo, estaba solo a unos centímetros, tenía mucho miedo de despertarla. Su corazón se volvía loco, la mano le temblaba y cuando se dio cuenta aquellos ojos la miraban acompañada de una enorme sonrisa. 

—¿Quién eres tú?—Dahyun no le quitaba la mirada de encima a la chica. 

La chica solo sonrió y cerro los ojos, se preguntaba el porque no le respondía y solo le sonreía. Perdió el miedo y toco su rostro, reconocía esa nariz, esos labios, esos ojos y esas mejillas, aquellos detalles solo le pertenecían a Sana la chica rubia de la escuela. 

—Hola, pequeña Dahyun—Hablo Sana abriendo los ojos y encontrándose con los de Dahyun—¿Me extrañaste? Porque yo si, deseaba verte desde hace mucho—Puso la margarita que llevaba con ella justo en medio de ambas y se la puso en la mano—¿Todavía te gustan las margaritas? Porque a mi sí. 

Dahyun agarro con fuerza la margarita con las manos temblorosas, no podía creer que estuviera escuchando de nuevo esa voz, aquella que escuchó por última vez cuando se despidieron debajo del árbol. 

—Viniste a verme—Dahyun agacho la cabeza mirando la forma de la margarita—¿Por qué hasta ahora volviste? 

—No quería regresar siendo la misma chica que conociste—Sana agarro la mano de Dahyun—Me tomo mucho tiempo volver aquí, ni siquiera estaba segura... Mina me convenció, me decía cada vez que preguntabas por mi, todas esas veces quise venir a verte, pero al llegar a la parada de autobuses, no podía subir y simplemente volver como si nunca nos hubiéramos despedido. 

—Y esta nueva Sana ¿Se siente mejor?—Sana asintió con la cabeza—Entonces no me enojaré contigo—Le sonrió sin quitarle la mirada de encima—Aunque no pueda ver bien tu rostro, sigue siendo el amarillo mi color favorito—Le dio la mano—Mucho gusto, mi nombre es Kim Dahyun. 

Sana se rio bajito, sus ojos no dejaban de brillar al mirar a Dahyun quién le volvió a mostrarle aquella sonrisa inocente. 

—Es un gusto, mi nombres Minatozaki Sana—Le regreso el saludo—Perdón por llegar tarde.

Se miraron fijamente a los ojos, no dejaban de sonreír la una a la otra, a pesar de todo el tiempo que estuvieron separadas, sus corazones siguieron conectados amándose mutuamente. Sana no quería mirar otra sonrisa ni otros ojos que no fueran los de Dahyun. Y Dahyun, no quería que nadie más le enseñara sobre los colores. 

Sana seguía amando las margaritas y el color favorito de Dahyun seguía siendo el amarillo; si Dahyun era la flor favorita de Sana, Sana era el color favorito de Dahyun. Y el otoño, nunca llegaría de nuevo a sus vidas.

No necesitaban las palabras, aquellas miradas no mentían acerca de los sentimientos que sentían ambas. Y entre el silencio de la habitación, sus labios chocaron de nuevo, era un beso acompañado de lágrimas, de recuerdos, y el inició de una nueva historia que comenzó en un día lluvioso, en un parque de Seúl. 


Fin.

Quiero agradecerles a todos los que de inició a fin, continuaron con la historia. Aún recuerdo cuando la publique la primera vez, estaba nerviosa y era mi tercera historia aquí en Wattpad, sin ustedes simplemente no hubiera llegado hasta acá, y valoro mucho su apoyó que me brindan. Espero que esta historia les haya encantado, como a mi escribirla. La publique un 15 de septiembre del año pasado, realmente el tiempo paso demasiado rápido, de 40 capítulos que tenía previsto terminaron siendo 104, ni yo misma lo creó. Este tiempo, me sirvió para que mi siguiente historia sea mejor que esta, aprenderé de esos errores que tuve, me costó mucho escribirla, tuve muchos errores de continuidad y citas que no tenían sentido, escribir en la madrugada no era buena idea, así que arreglaré todos esos huecos que le hacen perder el sentido a la historia. De nuevo muchas gracias, si llegaste hasta acá, solo quiero que sepas que eres una persona extraordinaria.

Falta el epilogo, apenas lo termine de escribir lo subiré. 

¿Les gustaría que escribiera otra historia? 

¿Un SAIDA o MICHAENG? Siempre quise escribir un MICHAENG. uwu

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