Festival
Nunca nos olvidamos de aquello que nos trajo tanta felicidad en la vida, tampoco lo hacemos con las cosas malas, son los que más te marcan. Eso lo aprendió a la mala la japonesa, era un claro ejemplo de como un paraíso se puede corromper por la maldad, logrando que termines en una desesperación inquebrantable.
Flashback:
Era de noche con las luces de sus lamparas alumbrado su caminó a casa. Ella vivía en japón junto con su padre, sus padres se habían divorciado cuando ella era pequeña, no recordaba muy bien el porque caminaba a altas horas de la noche en busca de una tienda abierta para poder beber un poco de alcohol que su padre le gritó para que lo fuera a comprar. Estaba viviendo una pesadilla que se camuflaba con otra realidad distinta. Los brazos de Sana siempre estaban cubiertos por vendas y camisas que fueran de manga larga para ocultar solo un poco de su vergüenza que ella sentía.
Había llegado a casa sana y salva para su mala suerte, no consiguió lo que su padre tanto quería. Tenía miedo de entrar a su casa, no quería abrir la puerta pero no tenía en dónde ir. Abrió despacio y sin hacer ruido, esperaba que su padre estuviera dormido, y no la escuchara llegar, sin embargo su padre estaba enfrente de la puerta esperándola con un cinturón en manos.
—¿Y las cervezas?—Gritó su padre metiendola a la fuerza a dentro y cerrando la puerta con fuerza—Ni siquiera para eso sirves.
Sana estaba tirada en el suelo intentando cubrir su rostro de los posibles golpes que recibiría, pero eso no paso, si no algo peor. Su padre la sostuvo del cabello jalándola hasta la sala de estar, había un cenicero en una mesa cercana, la arrastraba hasta que llego a la mesa, su padre tomo el cenicero entre sus manos y fumo un poco.
—Papá detente—Gritaba con desesperación la japonesa intentando escapar—No lo hagas, por favor—Gritaba entre lágrimas.
—Cállate niña estúpida—Gritó su padre dándole una fuerte bofetada—Tu voz me irrita demasiado.
La bofetada fue tan fuerte que termino sangrando su nariz, su padre no perdió más el tiempo, acercó el cigarrillo muy cerca de su piel, cerro los ojos y se escuchó su fuerte grito luego de sentir como su piel se quemaba y el dolor que estaba sintiendo. Mordía sus labios con mucha fuerza, no quería gritar, no quería hacer ruido o su padre se molestaría más. Luego de terminar la empujo a un sillón como si fuera basura, como si no valiera nada. Las lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos, su brazo dolía mucho, el sentir como su piel era quemada era algo a lo que no se acostumbraría sin importar cuantas veces lo hiciera su padre.
—El día que mi vida termine se terminará todo este dolor en el pecho.
Fin del flashback.
Sana abrió los ojos, restregó un poco la palma de su mano sobre sus ojos y pudiera despertar. Lo primero que hizo al abrir los ojos fue ver sus brazos con mucho detalle, fue solo una pesadilla que tuvo, aún así podía sentir como si un cigarrillo quemara su piel, como si de nuevo le estuvieran haciendo daño.
—Hay marcas que no se borran sin importar cuanto tiempo pase.
Esa pesadilla era algo que nadie sabía, ni siquiera sus mejores amigas porque sentía vergüenza de contarlo. Su cuerpo estaba manchado con la maldad de una persona que logro romperla. Era un secreto que ni siquiera su madre conocía, sus padres se habían divorciado y volvieron un tiempo después, todo paro cuando regresaron a corea pero con una nueva pesadilla se encontró.
Estaba sentada en una de las sillas del frente del enorme escenario del teatro, tenía una sudadera suyo encima de su rostro, mantenía los ojos cerrados aun estando despierta. Esa pesadilla había arruinado su sueño que estaba empezando a profundizar debido a todo ese cansancio que mantenía acumulado de toda la semana. Todos fueron a desayunar a excepción de ella quién no tenía mucho apetito y prefería dormir en ese tiempo libre.
El estomago le comenzó a sonar pidiéndole comida, toco su estomago un poco y se levantó de la silla para ir a comprar un poco de comida algo ligero y no muy costoso. Recogió su mochila que estaba aún lado suyo y levantó algunas cosas que guardo en su mochila. Buscaba entre sus cosas mientras caminaba a la cafetería, quería encontrar sus auriculares y poner un poco de música.
Se desvió un poco para primero ir al baño para lavarse un poco las manos y el cabello que comenzaba a alborotarse, los más cercanos eran los que estaban cerca de la cancha de atlatismo y a esos se dirigía. El ambiente estaba demasiado animado debido a que hoy era el festival escolar, todos gritaban y corrían por todos lados. Estaba por abrir la puerta del baño, se detuvo un segundo, dentro se escuchaban voces y no eran difíciles de adivinar, una de ellas le pertenecía a Dahyun y la otra a Chaeyoung quienes conversando animadas adentro. Se pegó a la pared queriendo escuchar lo que estas estaban platicando.
—¿Crees que le guste mucho el obsequio—Dijo Dahyun soltando una pequeña risa.
—¿Quieres dárselo? No creó que sea una buena idea—Respondió Chaeyoung.
—¡Quiero dárselo! Y quiero que me diga que me veo muy bonita con este vestido—Volvió a reír—Me gusta mucho.
Sana sonrió al escuchar la voz tan entusiasmada de Dahyun, era como escuchar a un niño pequeño hablar con tanta emoción.
—Taehyung debe estar esperándonos en el puesto de comida—Gritó Chaeyoung bajito.
La sonrisa se le borro, antes de que salieran se escondió en la pared del otro lado. Escuchó sus fuertes pasos irse alejando y miró de reojo como se iban perdiendo entre la multitud entre los puestos de comida. Su mano se poso un poco arriba de su pecho, su corazón estaba latiendo de manera nerviosa, apretó su ropa y dejo caer su mano cerca de su rodilla. Entro al baño, se miraba al espejo notando sus enormes ojeras que estaban como bulto debajo de sus ojos. Se echo un poco de agua y remojo un poco su cabello, y no dejaba de mirarse de pies a cabeza y luego volvió de nuevo al teatro, todos parecían demasiado apurados con la decoración y cualquier pequeño detalle que se les hubiera pasado.
El último ensayo les quedo perfecto, su profesor solo le gritó un par de veces debido a que de vez en cuando se distraía y tenían que comenzar todo de nuevo. Se mantenía callada detrás del escenario, estaba poniéndose su atuendo, el día paso demasiado rápido que en menos de una hora se estaría presentando enfrente de tantas personas.
—Esa ropa si que te queda realmente muy bien—Se bufó Momo—Muy pocos se esperan que interpretes a un hombre, seguro alguna chica caerá a tus pies.
—No digas estupideces Momo—Se bufó Sana—Ve arreglarte de una vez.
Todo era tan ruidoso, no solo era detrás de bambalinas si no también de fuera. Las personas estaban entrando poco a poco, los nervios comenzaron a traicionarla. Su mano aún le dolía pero usaba unos guantes que lograban cubrirla por lo que no debía presentarse.
Se tomo un pequeño descanso para respirar un poco e intentar calmarse, se acercó a las enormes cortinas rojas y se asomo a ver afuera. Parecía buscar a alguien con la mirada, no tuvo excito hasta que su mirada se poso del otro lado y ahí estaba Dahyun con Taehyung agarrados de la mano y riendo entre ellos.
—¡¿Por qué me siento de esta maldita manera?!—Gritó Sana un poco asustada.
Eso solo logró llamar la atención de todos, gritó tan fuerte que todos se detuvieron de lo que estaban haciendo.
—¿Que pasa Sana?—Fue Mina ayudarla.
—No es nada, lo siento por gritar—Hizo una reverencia como disculpa para todos.
Mina no le creyó nada a su mejor amiga, antes de que esta se fuera agarró fuertemente su mano y la arrastraba a la parte de atrás del teatro. Muchas veces intento soltarse pero nunca lo consiguió, tenía demasiada fuerza y Sana no mantenía los ánimos para iniciar una discusión.
Sana se recostó en la pared, no decía ni una sola palabra y poco a poco se fue cayendo hasta terminar sentada en el suelo con su rostro oculto entre sus rodillas y aferrándose a ellas fuertemente. Y ahí estaba otra vez ese sentimiento que le hacía sentir perdedora y extraña, el dolor que se convertía poco a poco en angustia logrando terminar con su cordura.
—No digas que no pasa nada, llevas días actuando extraño...—Mina se agacho para quedar a la misma altura que Sana—Dime que es lo que te pasa ¿Más problemas en tu casa?
—Por primera vez el dolor no viene de mi hogar, ni de todos esos recuerdos tormentosos que logran herirme casi a diario—Empezó hablar Sana—No sé como me siento, pero verlo es tan doloroso y sentirlo hace que me sienta culpable—Alzó su rostro pero no parecía triste si no se mantenía con una expresión sería todo el tiempo sin el brillo de sus ojos—No quiero querer tanto a alguien, no puedo... si no, luego no podré cumplir lo que me he prometido a mi misma.
Nunca permitió que nadie lograra cautivar su corazón ni un solo minuto, toda aquella persona que lo intentará lo terminaba alejando, no solo aplicaba para el amor, si no también en la amistad. Terminó cayendo ante ese par de chicas que lograron hacerla sentir que no estaba sola, que no tenía porque tener miedo de las demás personas. Su corazón se rompió dos veces y pronto llegaría la tercera.
—Dije que cuándo el día llegara, sería el final para mi—Volvió a susurrar la japonesa—No puedo romper mi propia promesa.
—¿De que día hablas?—Preguntó preocupada Mina—No entiendo lo que dices, por favor explícame.
—No lo entenderías—Sana se puso de pie.
Mina sujeto fuertemente sus manos de Sana y no la iba a soltar hasta que le explicará todo lo que había dicho.
—Si me lo explicas, tal vez pueda ayudarte.
Sana se rió por un momento e hizo fuerza para soltarse del agarre de la otra japonesa.
—Me gustan las margaritas—Rió Sana de nuevo—Y a veces olvido que soy alérgica a las flores.
Todo lo que salió de la boca de Sana logró confundir aún más a Mina, todo lo que salía parecía una especie de palabras que significaban mucho más que los simples balbuceos de una adolescente. Y la manera tan tranquila de volver a la normalidad, sentía que Sana tenía muchas más cosas que desconocía.
—Sana...—Dijo Mina con mucha tranquilidad—No olvides que yo siempre estaré para ti y te ayudaré en todo lo que pueda, se que sueles reservarte muchas cosas para ti y que no quieres contarme pero no estas sola, ya no lo estás más.
Sana volvió a mirar a Mina directamente a los ojos.
—Lo sé, por eso perdona por preocuparte—Sana hizo una media sonrisa—Te quiero mucho, Minari—Hizo una pequeña pausa—Es hora de que volvamos a dentro que el show esta por comenzar.
—Antes de que vuelvas a dentro, necesito preguntarte algo—Mina se mantenía pensativa—¿Esa margarita de la que eres alérgica y te gusta mucho lo conozco?—Preguntó curiosa.
—Eres muy curiosa Mina—Se rió Sana—¿Tu también eres alérgica a tu flor?—Cambió el tema.
Mina negó con la cabeza.
—Yo cuidaré muy bien de esa flor—Mina hizo una expresión tímida en su rostro y sonrió cerrando completamente los ojos—Espero que tu también la cuides y te haga cambiar de opinión
—Lo dudo mucho...
Volvieron de vuelta a los vestidores, todos estaban buscándolas porque faltaban solamente minutos para iniciar por lo que tanto se esforzó día con día. Daría lo mejor de si y olvidaría todo lo que vio minutos atrás, ignoraría todos esos sentimientos y mantendría su mente enfocada solo en la obra.
Las luces de todo el teatro se apagaron, una luz enfoco el centro del escenario y una bella chica salió siendo el centro de atención de todos los reflectores, pero nadie la reconocería porque llevaba el rostro oculto debajo de una mascara. Los fuertes aplausos llenaban sus oídos, miraba por todas partes y sonreía, su cuerpo estaba lleno de tanta adrenalina que nadie podía pararla.
—El show esta por comenzar—Murmuro para si misma.
Te diré adiós entre tantos pétalos que terminarás odiando las flores.
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