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En sinfonía.

El color naranja en cada hoja de la ciudad, marchitas y muertas en el suelo. Era un sentimiento similar a como se sentía Dahyun, sentía que era una hoja de aquel árbol enorme que estaba en medio del parque, pero ella era la única marchita. Era la única que debía estar en el suelo, porque era diferente y lo diferente era malo para la sociedad. No olvidaba el mido que sintió cuándo aquella chica de nombre Momo la sujeto de su vestido con intenciones de agredirla. La impotencia que sintió en no poder hacer nada para ayudar a Nayeon y a ella misma. Lo único que podían hacer era esperar a que se divirtiera con ellas y se fuera.

Estaba sentada en el jardín de la escuela escuchando un poco de música. La maestra no había ido porque se enfermo pero no quería ir a casa, prefería estar en su instituto al aire libre que estar encerrada en su habitación. Para su mala suerte tampoco Nayeon había ido el día de hoy, por lo que tendría que lidiar la soledad hasta que Chaeyoung saliera. 

Decidió explorar un poco, con mucho cuidado caminaría por los al rededores, Nayeon le contó que detrás de la escuela había un kiosco oculto en dónde solía haber un invernadero. Muy pocas personas iban, las flores estaban marchitas pero eso no evitaba que fuera tranquilo. Le explicó como llegar, de hecho fueron juntas pero no tardaron ni cinco minutos. Quería estar ahí, así podría escuchar música tranquilamente. 

Hoy un nuevo secreto saldría a la luz.

Contaba sus pasos al caminar, llevaba su bastón por lo que no debía preocuparse y estaría bien. Lo movía por todos lados para asegurarse que no hubiera nada que se interpusiera en su camino. Estaba sonriendo todo el tiempo, el sonido de una hoja seca escuchó venir del lado derecho. Y un fuerte ruido vino del mismo lado, era el sonido de un fuerte golpe de alguien siendo empujada contra una pared. Toco a todos lados, sintió una pared cerca suyo y se pegó ahí sin hacer ningún ruido. 

—Estoy harta de esto. Solo quiero que me dejen en paz. 

Era la voz de su mejor amiga. Tapo su boca con su mano y respiraba de manera fuerte. 

—Lo siento, no puedo hacer nada. Tu sabes lo que paso con Jeongyeon. 

Esa no era la voz de Chaeyoung ni una que conociera. Ese nombre mencionado nunca lo había escuchado por los al rededores, ni tampoco de la boca de su propia mejor amiga. 

—No quiero seguir siendo una sombra tuya, soportando todo y verte caminar como si no estuviera pasando nada importante. Deja de molestarme, no quiero estar cerca de ti nunca más. 

Las manos le temblaban al escuchar una plática que era privada, que no debía escuchar por respetó porque era un secreto, porque si se lo hubiera querido contar lo habría echo desde hace mucho tiempo. Escuchar el llanto de su mejor amiga, le dolía porque quería correr ayudarla y poder abrazarla, no le gustaba escuchar que llorara. 

Hubo silencio unos minutos, la persona que estaba con Chaeyoung aún estaba en ese lugar. Sentía miedo, porque antes de escuchar esa plática escucho un fuerte golpe. Empezó a caminar de regreso, las manos aún le temblaban por el miedo y no podía hacer nada al respecto. Volvió al jardín y en dónde estaba sentada se puso de nuevo. 

Así estuvo dos horas, llegó la hora de comer. Chaeyoung había ido a buscarla, la escuchaba normal, se reía con ella y le jugaba bromas. No era la misma chica que estaba llorando cerca de aquel kiosco escondido entre las sombras. 

—Si hay algo malo que te esta pasando ¿Me lo contarías? ¿Cierto?

Preguntó Dahyun de la nada, quería evitar a toda costa lo que escuchó en la mañana, pero muy en el fondo no quería ver mal a su mejor amiga.

—Confió en ti, Dubu—Chaeyoung se acercó para darle un abrazo—No te preocupes por mi, yo soy la que debe cuidar de ti—Se separó un poco y buscaba dentro de su mochila—Traje lo que me pediste—Saco una caja de chocolates se los había acercado a Dahyun cerca de su mano pero las alejo cuándo estaba por agarrarlas—Antes de que te las de debes decirme a quién se las obsequiaras.. 

El rostro de Dahyun estaba completamente rojo. No era buena mintiendo, y menos a Chaeyoung quién la conocía bien. 

—Son para mi—Mintió Dahyun—¿No puedo comer chocolate?—Hizo un pequeño puchero de enojo.

Chaeyoung rió con el puchero de su mejor amiga y se los entregó. Aquellos gestos de Dahyun eran lindos, la hacían ver muy cute. 

—Tengo que ir a clase ¿Te veré a la salida?

Dahyun negó. 

—Mamá vendrá por mi, le llamaré cuándo termine—Le sonrió para calmar a Chaeyoung—No te preocupes. 

Ya se había ido Chaeyoung, estaba de nuevo sola sentada en la cafetería. Todos parecían irse a clase, escuchaba los pasos de las personas corriendo y otras siendo arrastradas por sus compañeros para que no lleguen tarde. Olvido preguntar la ahora, el tiempo para ella era desconocido, pero debía entregar esos chocolates. 

Los guardo en su mochila, esperaría solo un poco e iría al lugar para entregarlos. No era una persona tonta, se puso sus auriculares y con las músicas calcular aproximadamente la hora y no estuviera tan perdida. Una canción tras otra hasta quedar dormida con sus brazos encima de la mesa cubriendo una parte de su rostro. 

Un ruido la había despertado, se limpió un poco el rostro y no sabía cuanto tiempo durmió. Por lo que agarro sus cosas y caminaba con cuidado hasta la puerta. El teatro debía estar del lado derecho de la cafetería y solo debía caminar unos 150 pasos para llegar. Tenía que subir unas escaleras se agarro del barandal y subía con cuidado. Llegó hasta la puerta, se escuchaba ruido a dentro por lo que estaba más calmada, escuchaba gritos dentro y se sentó en la puerta de salida. Esperaría a que Sana saliera para poder entregárselos. 

—¡Que debería decirle cuándo la vea!—Susurro Dahyun rascándose el cabello. 

Sana salió a comprar un poco de agua, observo a Dahyun sentada afuera de la puerta susurrando cosas que fueran de ser susurros parecía estar gritando.

—¿Que deberías decirle a quién?—Preguntó Sana. 

Dahyun al escuchar al voz de la japonesa se puso de pie rápidamente. Buscaba en su mochila la caja de chocolates, lo vio como su única oportunidad y no podía perderla. Era ahora o nunca. 

—Quería agradecerte por ayudarme con esa chica. Estaba realmente asustada y de no ser por ti, seguramente nos hubiera herido—Sacó la caja de chocolates de su mochila—No sabía que darte como agradecimiento, pero por favor acepta este pequeño regalo—Dahyun hizo una reverencia y extendió la caja de chocolates para que Sana las tomara—Por favor. 

—Hace días me dijiste que no querías estar cerca de mi y ahora me quieres regalar chocolates—Se preguntaba extrañada la japonesa—No tiene sentido tus palabras. 

La actitud de la japonesa era diferente, le respondía más distante y no con esa voz cálida del principió, pensó que seguramente si hirió sus sentimientos.

—No debí decirte eso, realmente no te conozco—Dijo Dahyun bajando la caja de chocolates—Las personas hablan, pero tu nunca me has echo daño si no todo lo contrario.

—Tal vez es buena idea que te alejes de mi—Sana le dio un pequeño golpecito a la nariz de Dahyun con su dedo.

Dahyun tapo su nariz con una de sus manos porque el dedo de Sana estaba frió. 

—¿Como sigue tu rostro? La pelea se escuchó muy fea—Dahyun intento tocar la cara de Sana pero esta lo esquivo dando un paso para atrás—Lo siento—Dijo de inmediato—Mis manos se movieron solas.

—Eres como una niña pequeña de 10 años ¿Te lo han dicho?

Dahyun asintió muchas veces.

—Mi mamá me lo dice mucho y tal vez mi inocencia termine por herirme algún día—Soltó una sonrisa nostálgica—Me iré, estas ocupada y yo te he quitado tiempo preciado en el que podría ensayar. 

Escuchó el ruido de la música venir de dentro, era una de sus canciones favoritas y sus pies parecían moverse solos, hacía pasos simples y pequeños. A Sana le parecía interesante la manera torpe de moverse, carecía de todo ritmo y eso era muy gracioso. 

No dejaba de murmurar cantando la canción que tanto le gustaba. Era el ost de una de sus películas favoritas en dónde el protagonista le declaraba sus sentimientos a su amor de la infancia. Era una canción perfecta para un momento tan intimó como lo era una confesión.

—No eres muy buena bailando—Rió sana—¿Quieres acompañarme a comprar un poco de agua? Los demás están por irse y si quieres puedo ayudarte a bailar mejor. 

Le encantaba la idea de bailar porque hacerlo con Chaeyoung era un poco incomodo, porque en las canciones lentas quedaban muy juntas y eso era demasiado vergonzoso para ella. 

—¡Me encantaría!—Gritó a todo pulmón Dahyun. 

Fueron a la tienda, caminaban despacio para hacer tiempo. Sana tenía ambas manos metidas en su bolsillo y Dahyun sujetaba su brazo porque la misma japonesa se lo sugirió por si quería. En todo el camino no dejo de pensar en que aprendería a bailar, estaba demasiado entusiasmada por aprender, como si fuera una niña de 5 años con un nuevo juguete. 

Movía su cabeza de ambos lados cantando una canción que escuchó en la mañana. Murmuraba la letra pero Sana lograba escuchar un poco y solo se dedicaba a mirarla cuidadosamente. Al mirar a los lados las personas siempre parecían estar viéndolas, tal vez era porque tenía banditas en el rostro para cubrir algunos golpes o era porque la chica de su lado nadie la conocía pero caminaba muy natural a su lado.

—Tienes razón, algún día tu inocencia terminara por romper tu corazón—Murmuro Sana para si misma con una pequeña risita en sus labios. 

Caminaban de vuelta, compraron el agua que Sana necesitaba y también le compró una paleta. Ni siquiera sabía si le gustaba, se lo compro por impulso pero resulto todo bien porque estaba contenta comiendo aquella paleta que le obsequio. Sujetaba su brazo con más fuerza saboreando su paleta. Recostó su cabeza en su brazo con mucho cuidado y se detuvo un momento.

—Me siento tranquila cuándo estoy contigo—Dijo de repente la más bajita—Es como si estuviera caminando junto a mi madre yendo por mi helado favorito. 

—Pensaba que eras una niñita torpe y tímida, pero eres demasiado sincera—Sonrió Sana al ver el rostro de Dahyun. 

—No soy una niñita—Dijo a la defensiva haciendo un puchero con el que consiguió hacer reír a la japonesa—Es la primera vez que escuchó que ríes con sinceridad. 

Sana no respondió, dejo de reírse y empezó a caminar para que llegaran cuánto antes al teatro en dónde nadie más las vería. Era un poco incomodo que en dónde miraran estuvieran viendo como si fueran una especie de circo y ellas fueran las atracciones estelares. Era normal cuándo no solían ver a Sana con nadie más que no fueran sus amigas y mucho menos con la chica ciega. 

Eso solo lograba aumentar la curiosidad por Kim Dahyun. La razón era sencilla, porque Sana sonreía con ella, porque uso su cuerpo para protegerla y parecía a gustó estando a su lado. Pero a Dahyun también le daba curiosidad el saber porque actuaba de esa manera con ella si llevaban tan poco tiempo de conocerse. 

La verdad estaba ante enfrente suyo o  todo era un recuerdo falso en su cabeza. 


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