97
La mañana era demasiado helada, sin embargo ni se molestó en ponerse un abrigo y volvió a usar aquellos tenis viejos que solía usar antes de que la chica de piel pálida le obsequiara unos. Debido a eso, llamó la atención de quienes pasaban al rededor, todos usaban enormes abrigos y la japonesa solamente con su uniforme caminando por los pasillos del colegió como si se tratara de un día soleado. No tardo en encontrarse con Momo, estaba con un par de chicas altas, era la primera vez que las veía, le hizo a señal a su amiga para que fuera a dónde estaba; llamó rápido su atención que fue corriendo hasta en dónde estaba majestosamente esperando. Miró lo que llevaba en la mano, eran cigarrillos, desconocía completamente que fumara, sabía que consumía ciertas sustancias, pero nunca la había visto fumar.
—¿Entraras a la primera clase?—Le pregunto Momo quién guardaba los cigarrillos en alguna parte de su mochila—Solo vendrán hablar de las universidades, tú no lo necesitas de todos modos obtuviste una beca—Busco algo en el bolsillo de su uniforme—Si no vas a entrar podemos ir a divertirnos detrás de la escuela—Le guiño el ojo.
—¿Tienes?—Momo asintió—No tengo ganas de entrar a clase de todos modos.
—Esa es la actitud de la vieja Sana que conozco—Momo encimó su brazo sobre los hombros de Sana y le dio unas palmadas alentadoras—Vayamos antes de que la señora Myoui venga y nos de un sermón de vida.
Había un pequeño lugar secreto que tenían, solían ir cada mañana en el que no deseaban entrar a clase y poder estar tranquilas sin miedo a que un profesor las fuera atrapar haciendo cosas que no estaban permitidas dentro del reglamento de conducta, y fumar no estaba permitido en absoluto. Aquel lugar se volvió el lugar favorito por las mañanas, justo detrás del kiosco dentro de unos arbustos se hallaba un lugar tranquilo y agradable a la vista de cualquier persona. Se sentaron encima del pasto, para ser un lugar en dónde el propio jardinero de la escuela desconocía, el lugar se veía bastante bien, con los rosales que las rodeaba.
—¿Desde cuando fumas?—Sana miró la mochila de Momo en busca de alguna respuesta.
—No hace mucho—Saco el par de cigarrillos del bolsillo y los mantuvo en la mano—Es relajante, deberías probar uno, por tu expresión me doy cuenta de que no tuviste una agradable noche—Le ofreció un cigarrillo y lo acerco a la japonesa para que lo tomara—Vamos, no es difícil como parece.
Sana dudaba mucho acerca de si tomar aquel cigarrillo y probarlo, no lo había hecho antes y eso le daba un poco de temor. Acercó la mano poco a poco y lo sujeto, el olor que provenía de el era muy fuerte, lograba impactar aquel ahora a nicotina entrar en sus fosas nasales, aún sin haberlo prendido. Observo a Momo prenderlo, solo lo tomo con dos dedos y se lo llevó a la boca, y con un encendedor lo prendió, el olor era aún más fuerte prendido, en las fiestas solía sentirlo, pero al ser un lugar más grande el olor se iba perdiendo. Le dieron el encendedor, era su turno, estaba nerviosa de hacerlo mal y hacer el ridículo, imitó las acciones de su amiga, puso el cigarrillo en la boca y lo encendió, tosió al inhalar el humo, sintió como un montón de humo daban fondo hasta el final de su garganta eso solo consiguió la burla de la japonesa al frente.
—¿Verdad que no es difícil?—Momo fumaba como una experta—El cigarrillo es relajador, aunque no más que el polvo blanco ¿No?
Llevaba tiempo sin consumir sustancias nocivas para la salud, su garganta la sintió seca al imaginarse aquel polvo blanco que se adentraba a su nariz y se volvía una droga absoluta que entumecía todo adentro de ella, volviéndolo una anestesia maldita.
—El olor es horrible.
—Eso es verdad—Momo sonrió—Por cierto, la ciega preguntó por ti esta mañana. Parecía estar de buen humor, nos obsequió un par de chocolates de una bolsa que llevaba con ella—Miro las manos de Sana las cuáles temblaban—Me sigo preguntando el porque te sigues juntando con ella, Mina igual anda muy extraña con Son.
Sana consumía el cigarrillo rápidamente, su expresión en el rostro cambió de nuevo, volvió a tener esa mirada vacilante y vacía que no demostraba sentimiento alguno. Ignoro por completo la conversación de Momo, miró a una ave que estaba aún lado de una rosa blanca.
—¿Tú crees en el amor Momo? ¿Alguna vez te has enamorado?
Palabras vacilantes salían de su vocabulario, como si su lengua hablara con su conciencia.
—El amor es para gente estúpida—Momo apago su cigarrillo en el suelo—¿Acaso tú estas enamorada?
Sana sonrió con el cigarro en la mano rozando sus labios.
—No lo estoy, el amor es para gente estúpida y esta claro que yo no lo soy.
Se tiraron sobre el pastó, miraban al cielo y relajaban su cuerpo, era la primera vez desde que despertó en el que el cuerpo no lo sentía como una roca. Esperaron en esa posición hasta que la campana del receso sonara y pudieran ir con libertad al baño sin conseguir un castigo. Apenas sonó la alarma corrieron al baño con todas sus fuerzas, era una competencia por ver quién llegaba antes y terminó ganando Momo. En aquel baño muy pocas personas solían ir, eran los más alejado de las aulas y siempre estaba solitario, era lo que estaban esperando, la japonesa de cabello cortó, saco la pequeña bolsa con un polvo blanco adentro e hizo una línea en el lavado y con la credencial de su escuela inhalo tan fuerte que le salió sangre de las fosas nasales, en ves de asustarse solo se rio y se limpió el rostro, repitió la acción pero esta vez no era su turno era el de Sana, no era una adicta, podía controlar su adicción pero ahora lo sentía necesario, lo necesitaba. No aguanto más las ganas y lo hizo, el dolor en su nariz desapareció después de un minuto.
—Esto es tan relajante—Exclamó Momo demasiado excitada.
Sana miraba al enorme espejo al frente y vio un pequeño tono morado asomarse cerca del cuello. Se vio interrumpida al escuchar el tono de llamada de su celular, era Mina quién la llamaba, le contestó y se llevó un par de gritos acompañado de preguntas acerca de donde se encontraba. Momo solo parecía reírse de la situación, le parecía gracioso todo a su alrededor. Salieron del baño, en cada paso el cuerpo parecía irles entumeciendo más, sus ojos los sentía pequeños y llorosos, le ardían al abrirlos y cerrarlos. Unas chicas chocaron hombros con ella, lo ignoro completamente y solo iban al aula de clase, estaban consientes de que estaban drogadas, pero no querían regresar en los rosales.
—¡Minatozaki!—Gritó Mina.
Ambas japonesas solo voltearon a verla y no se detuvieron a esperarla. Mina tuvo que correr hasta alcanzar y ponerse al frente para que se detuvieran.
—¿No escuchaste que te estoy hablando?—Mina la sostuvo de la mano, pero Sana no se lo permitió la empujó de una manera brusca que le terminó lastimando la muñeca—¿Qué pasa contigo idiota?
—No quiero que vuelvas a tocarme—Sana miraba a Mina con desprecio—Lárgate de aquí, Momo y yo tenemos cosas que hacer.
—¿Cuál es tu maldito problema ahora?—Mina volvió a detener a Sana agarrándola de la mano.
—Suéltame—Sana volteó a verla con la misma expresión de antes—Me estas hartando—Finalizó.
Nunca le gusto que alguien la tocara luego de recibir golpes por parte de su padre, de pequeña, los compañeros que iban con ella se burlaban y le hacían bromas. No lograba contener su ira para si misma, llevaba estancando desde la noche anterior que ahora no lograba calmar sus emociones.
—¿Y si no te suelto?—La enfrentó no le tenía miedo a la chica rubia—¿Me vas a golpear?
Sana ni se tomó el tiempo de responder, lo último que vio Mina fue su puño de Sana impactar con su rostro de una manera brusca, nunca antes la golpeó ni siquiera lo intento. La hizo caer al suelo, lo cuál llamó la atención de todo el alrededor, quedo viendo a su mejor amiga y se volvió a dar la media vuelta.
—Te dije que me soltaras—Finalizó.
Mina se levantó del suelo y antes de que Sana pudiera dar un paso, le devolvió el golpe lo más fuerte posible, a diferencia de la rubia, esta no consiguió que cayera al suelo. En la nariz le escurría sangre, tampoco es como si estuviera sorprendida, Momo incluso intento separarlas, pero solo gano ser empujada.
—Deja de ser una niña caprichosa y de querer arreglar las cosas de esta manera, Sana.
Todos se acercaron, los maestros estaban en una junta por los de ultimo año por lo que los al rededor estaban completamente nulos de los docentes escolares.
—Estoy harta de ti, crees saberlo todo pero no sabes nada.
—¿Crees que eres la única que esta harta? He tenido que soportar tus estados de ánimos—Mina sujeto a Sana del cuello de su uniforme—Madura de una maldita vez.
Dahyun y Chaeyoung venían felizmente caminando hasta los comedores en dónde irían en busca de un poco de jugo de naranja. O al menos eso es lo que tenían planeado, escucharon un alboroto, no planeaban acercarse pero al escuchar el apellido de la chica rubia, fueron corriendo hasta en dónde estaba todo el ruido, para la chica pálida fue una sorpresa porque pensó que no había ido a la escuela de nuevo.
—¿Qué pasa Chaeyoung?—Pregunto angustiada la menor.
Chaeyoung guardo silenció y enseguida los gritos que le pedían a Mina golpear a Sana.
—¡Mina, no lo hagas!—Gritó Dahyun entre la multitud—Las amigas no se lastiman.
Mina parecía no escuchar, Chaeyoung soltó su mano de Dahyun para ir corriendo y detener lo que estaba presenciando con sus ojos.
—¡Ya basta no peleen!—Chaeyoung sujeto la muñeca de Mina—Tú no eres así, Minari, Dahyun tiene razón, las amigas no se lastiman entre si—Mustió la más bajita.
Mina soltó a Sana al segundo de encontrarse con la mirada de Chaeyoung quién la miraba preocupada.
—No perderé mi tiempo, Chaeyoung tiene razón no soy como tú—La japonesa sostuvo a su novia de la mano para caminar hacía la multitud y luego desaparecer—Me das lastima.
—¿Lastima?—Sana se rio de la japonesa—La que me da lastima aquí eres tú ¿Debería decir la razón?
—Basta Sana—Intervino Dahyun sabía a lo que se refería la japonesa—No tienes que herir a los demás para hacerte sentir mejor, ya es suficiente.
Sana no había volteado a ver a Dahyun desde que llegó, aquellas palabras la hicieron mirarla y al igual que a Mina, la miraba con la misma expresión.
—¿Y a ti quién te dijo que hablaras?—La voz de Sana salió con un ligero sonido ronco—¿Crees que aquí importa tu opinión? Solo cierra la boca, niña.
Chaeyoung retrocedió, no pudo quedarse escuchando más las palabras hirientes de Sana y se separó de Mina solo para ir hasta en dónde esta la chica rubia.
—Creí que habías cambiado, pero la basura no cambia sigue siendo igual de asquerosa que siempre—Chaeyoung volteó a ver a Dahyun—¿Lo escuchaste bien? ¿No Dahyun?—Empujó a Sana con todas sus fuerzas y solo la hizo retroceder un poco—Pídele disculpas, no voy a permitir que le faltes al respeto así a alguien que te quiere y se preocupa por ti.
—¿Y si no que? ¿Vas a golpearme?—Sana retó a Chaeyoung y la empujó de la misma manera—¿Crees que te tengo miedo?
—¿Crees que yo te tengo miedo a ti?—La retó de vuelta.
Dahyun no podía quedarse escuchando el enfrentamiento de su novia con su mejor amiga, corrió siguiendo su instinto siendo guiada por las voces. Todo paso rápido, ni siquiera la misma Sana pudo haber predicho lo que iba a suceder a continuación, lanzó el golpe que terminó golpeando la mejilla de la chica de piel pálida, haciéndola caer encima de Chaeyoung con una Mina justo detrás.
—Y-yo, no fue mi intención herirte.
La chica rubia intento agacharse para ayudar a su novia, pero Mina la empujo evitando que la tocara siquiera un poco.
—No me toques Sana—Dahyun tocaba su mejilla por el dolor—Vete de aquí, ya es suficiente.
Todos miraban a Sana con una expresión de asco en ese momento. Ni siquiera espero a Momo y salió corriendo de ese lugar yéndose a resguardar a algún lugar de la escuela.
Lo había arruinado de nuevo.
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