96
Todo paso tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos, toda su vida se fue a la mierda. El sonido de la ambulancia, el color de la sirena, ese rojo intenso que iluminó su camino al hospital. Subió acompañando a su madre quién venía en un estado criticó, sufrió un infarto por toda la discusión, si algo le pasaba, no se lo iba a perdonar jamás.
En todo el caminó no le quito los ojos de encima, los paramédicos actuaron rápido, atendieron rápido a su madre y a ella, le habían detenido el sangrado de su nariz mientras llegaban al hospital. Las llevaron directamente al hospital del padre de Tzuyu, la metieron directamente al quirófano de emergencia y no pudo seguir acompañándola, a ella la metieron a una pequeña sala en dónde una enfermera se acercó para ayudarla, limpió bien su herida, su nariz iba estar bien, el golpe no fue lo suficientemente duro como para romperle la nariz, solo necesitaba tomar unas pastillas para el dolor y cuidar de su herida. Al terminar el chequeó, la dejaron salir, se quedo afuera del hospital sentada en una de las bancas cerca de una fuente. Era de noche, no había llevado nada más que aquella chaqueta de mezclilla que no la cubrían del frío, se ocultó entre sus manos y se quedo por un buen rato así.
—¿Me puedo sentar?—Sana alzó la cabeza y vio a Tzuyu parada al frente suyo—Mi padre me hablo por teléfono y me contó, apenas terminó la llamada vine a verte.
—No tenías porque venir hasta acá—Sana volvió a ocultar su rostro con las manos.
—Quería saber como estabas, hace tiempo que no me llamas y no se nada de ti—Tzuyu se sentó aún lado de Sana—Aunque no lo parezca, me preocupe por ti—Miró a Sana y verla tan de caída la ponía triste—¿Qué fue lo que paso?—Sana dejo que Tzuyu le viera el rostro y se la quedo mirando.—¡¿Que te paso Sana?! ¡¿Quién te hizo eso?!—Dijo exaltada la taiwanesa.
Sana agacho la cabeza.
—Lo que me haya pasado a mi, no interesa, lo único que importa es que golpee a mi madre tan fuerte que termino aquí—Apretaba las manos—Ella tuvo razón, no soy una buena persona.
—Se equivoca y tú también te equivocas—Agarro la mano de Sana la que estaba aún lado de ella—No eres mala persona, solo eres una niña asustada que actuó por impulso.
Sana se levantó rápido de la banca y dio dos pasos al frente mirando la fuente.
—Si lo soy, si se muere será mi culpa, porque yo la golpeé ¡¿No lo entiendes?!—Le gritó a Tzuyu.
—Tú madre estaba grave, era cuestión de tiempo que su corazón colapsara un día de estos—Se puso de pie y puso su mano en el hombro de Sana—Mi padre te lo dijo esa tarde, que ya no habría nada más que hacer, solamente era esperar—La respiración se le agitaba entre más hablaba—A parte, tu también estas mal ¿Ya fuiste a que te revisaran?
Sana guardo silencio y su mirada se perdió en esa fuente.
—No quiero que se muera—Enterró sus uñas en la palma de su mano—Es la única familia que me quedaba, no quiero quedarme sola de nuevo.
No pudo resistirse más y volvió a sollozar, odiaba la soledad, no quería quedarse en esa casa con ese hombre que solo le hacía daño.
—Sana no estas sola—Tzuyu caminó hasta la japonesa y puso su mano encima de su hombro—Tienes a Dahyun, tienes a Mina e incluso me tienes a mi.
Se limpió el rostro con ambas manos, escuchar el nombre de su amada y recordar aquella sonrisa tan inocente y el tacto de su mano al sujetar la suya, la hizo sentir tan cálida como si la estuviera abrazando en ese preciso momento. Lo único bueno en su vida, era su querida novia, esa chica de piel pálida que le sonreía cada vez que escuchaba su voz.
—La familia es aquella que escogemos nosotros, son en quienes podemos confiar porque nunca nos dejaran solos—Tzuyu rodeó con sus brazos a la japonesa y recostó su mejilla en su espalda—No tienes que sufrir sola.
Se quedaron varios minutos en esa posición, Sana no quiso hacerse aún lado, ni tenía las fuerzas para hacerlo. El sonido de la fuente al frente, lograba ser demasiado tranquilizadora, cerro los ojos y no dijo ni una sola palabra más, iba a disfrutar del momento sin protestar; un abrazo era todo lo que necesitaba una niña asustada, como ella. Volvió a limpiarse el rostro con las mangas de la chaqueta de mezclilla que llevaba puesta, y miró hacía la entrada del hospital, estaba el doctor que entro con su madre, su cuerpo reacciono por si solo que fue corriendo directamente hasta la puerta separándose de manera ruda de la taiwanesa. Ahí seguía el mismo doctor acompañado de una enfermera que estaba aún costado de el, la cara que tenía no era buena, sabía desde el principió que no serían buenas noticias.
—¿Ella estará bien?—Sana se fue acercando al doctor con la mirada en el suelo—¿Son buenas noticias?
—¿Eres la que llegó con ella? ¿No?—El doctor soltó un ligero suspiro—Ella tenía un registro aquí, al parecer su corazón no estaba bien durante mucho tiempo, y su estado ahora es critico—Hizo silencio—Lo siento mucho, esta fuera de nuestras manos. Solo queda esperar el día en el que su corazón deje de funcionar, puedes entrar a visitarla por el momento esta fuera de peligro.
—No esta bien, solo quería saber si estaría bien—Sana se dio la media vuelta pero el doctor sujeto su hombro—¿Pasa algo?
—Sí, necesito que un familiar firme unos papeles.
—No conozco a sus padres, y mi padre no vive con nosotros—Miró al doctor a los ojos—Solo somos mi madre y yo.
—No creó que haya problema con que tu lo firmes—Le entrego los papeles a Sana junto con un bolígrafo—Léelo bien y después firmas.
Sana ni se tomó la molestia de leer los papeles, solo los miró durante unos breves segundos y los firmaba sin ninguna pregunta o queja que tuviera, a excepción de un papel que llamo toda su atención, lo terminó firmando y luego se los regreso al doctor.
—Espero que eso haya sido todo, si es así me retirare—Hizo una reverencia como agradecimiento—Gracias—Finalizo.
—Espera—Sana se detuvo y miró a fuera en donde Tzuyu la esperaba—¿No entrar a verla?
—¿Se va a morir de todos modos? No creó que eso cambie entrando a visitarla—Continuó caminando—Cuídela mucho.
Salió del hospital y caminó directo hasta dónde Tzuyu la esperaba, no tenía en dónde pasar la noche y no quería volver a casa, e ir con Mina solo le traería un montón de preguntas, solo tenía que verla para saber que tuvo una noche demasiado larga y llena de estrés, la única opción que tenía era la chica alta al frente suyo, que siempre estaba dispuesta a dormir con ella si se lo pedía.
—¿Esta todo bien? ¿Tú madre estará bien?—Tzuyu estaba preocupada por la madre de la japonesa.
—No lo esta, no es como si importará—Tzuyu la miraba directamente a los ojos y sostuvo sus manos—¿Será que pueda dormir contigo esta noche? Si voy a esa casa, no creó pasar de esta noche.
Seguir parada enfrente de aquel hospital en dónde su madre estaba postrada en cama, le hacía sentir un agujero en el pecho. Deseaba estar en cualquier lugar, un parque o un callejón obscuro que continuar ahí o ir a casa. Sabía que Tzuyu no se negaría, la chica siempre le decía que sí, no importaba si la petición era absurda, siempre estaba dispuesta ayudarla.
—Claro, sabes que mi departamento es el tuyo.
Le sonrió, lo hizo por compromiso y caminaron hasta la camioneta de la taiwanesa. Todo era obscuro a dentro, lo único que iluminaba era el tablero con aquel equipo de sonido que había instalado recientemente en su automóvil, no prendieron música ni siquiera se volvieron a dirigir la palabra en todo el caminó, si no fue hasta el departamento que volvieron a cruzar miradas. Sana quiso ir directamente al baño, quería mirarse en el espejo y ver que tan mal se veía; adivino, su aspecto era horroroso, más con aquella camisa ensangrentada que mantenía puesta.
—¿Sana?—Dijo Tzuyu tocando detrás de la puerta del baño—¿Te encuentras bien?
Se notaba en su voz lo preocupaba que estaba por ella, la chica quién la esperaba detrás de la puerta, lograba distinguir cada emoción sumergida en cada palabra que salía de su boca. El silenció resguardo todo el lugar, al no recibir respuesta alguna termino rindiéndose y dejándola sola de nuevo. Estaba sentada en el retrete jugando a una velocidad con sus dedos, todo debido a los nervios y con la mirada totalmente perdida alrededor de esas lozas blancas y brillantes del piso, en dónde conseguía ver su reflejo. En aquel reflejo, solo veía el cuerpo de su madre cayendo al suelo en un impulsó que tuvo, no entendía en absoluto ninguna de sus emociones y pensamientos, todo gracias a ese enorme vació que sentía en su pecho.
La noche cesaba, espero a que Tzuyu se durmiera para salir del baño, no iba a dormir en la misma cama que ella, fue directo hasta el sofá y se abrazo a si misma para no sentir frio, la temperatura iba bajando con el pasar de las horas. Se revolcaba en ese sofá, simplemente no podía cerrar el ojo, al intentar dormir llegaba a su cabeza un montón de imágenes que deseaba olvidar, el cuerpo le temblaba y no era por la temperatura baja. Escucho un ruido provenir de la habitación, se encendieron unas luces que lastimaban su vista, rápidamente cerró los ojos al escuchar un par de pasos caminar hacía su dirección, y enseguida sintió algo suave caer encima suyo, era suave y afelpada. Las luces cesaron de nuevo y solo estaba siendo iluminada con la luz de la luna que entraba desde la enorme ventana del departamento. Poco a poco, sus pequeños ojos se iban cerrando, batallaba para mantenerse despierta, le fue imposible porque terminó rendida ante el sueño.
No recordaba en que momento se quedo perdidamente dormida, abrió los ojos y se encontró con una bandeja con comida al frente suyo, le habían preparado un poco de café y pan, era bueno para un desayuno ligero.
—Despertaste al fin—Tzuyu sonrió al verla a Sana sentarse adecuadamente en el sofá—Si tienes hambre te deje un poco de comida—Le señalo la bandeja—Aún es temprano, te da tiempo de tomar un baño y te llevaré a la escuela, si es lo que deseas.
Sana asintió. En su ultima visita, dejó un par de uniformes suyos, la taiwanesa los tenía guardados dentro de su propio closet. Se tomó un baño rápido, su rostro no estaba tan mal como se lo esperaba, mantenía un par de ojeras pequeñas debajo de sus ojos pero no estaban tan grandes como para querer ocultarlos. No quiso desayunar, le pidió a Tzuyu que la llevara directo a casa, necesitaba ir por su mochila y luego ir a la escuela, quedaban pocos días para su graduación.
Su hogar, estaba completamente vació sin rastro alguno de que su padre hubiera vuelto a noche. Ver aquella casa la cuál llamaba hogar, le provocaban unas nauseas enormes y una necesidad por querer tirar todo aquello que se le cruzara.
—Este lugar huele horrible—Se susurro a si misma.
Fue de regreso con Tzuyu, llegarían lo antes posible a la escuela o al menos ese era su plan. No hubo demasiado tráfico por lo que lograron llegar a tiempo. No quiso bajarse al llegar, adelante de ellas estaba Dahyun parada sujetada del brazo de Chaeyoung quienes esperaban pacientemente a Nayeon.
—¿No irás hablar con ella?—Tzuyu estaba curiosa por el comportamiento de Sana, era como si tuviera de vuelta aquella chica antipática que atendía la cafetería de su tío—Estoy segura que un abrazo de Dahyun, te hará sentir mejor—Miraba con determinación a la chica de piel pálida quién sonreía tan armoniosamente en la mañana—¿No crees que tiene una sonrisa tan cálida y bonita?
—¿Desde cuando le haces elogios a Dahyun?—La voz de Sana sonaba demasiado sería—No es común en ti, elogiar a los demás.
—Eso es cierto—Rio Tzuyu ante las palabras de la japonesa—Pero la única persona que es capaz de hacerte sonreír es esa chica al frente—Señalo a Dahyun—Y yo no quiero seguir viendo como te sigues culpando por lo de anoche.
Miraba a Dahyun, Tzuyu tenía razón en cada maldito elogió que dijo de la chica de piel pálida, su sonrisa era tan cálida de solo mirarla, y sana no quería ser la razón por la que se borrara de su rostro de nuevo por problemas que eran de ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro