85
La luz de la luna era lo único que alumbraba aquella habitación oscura, el deseo que desbordaban ambas era demasiado intenso y los nervios que las acompañaba en esa fría noche de verano. Dahyun tenía la garganta seca, estaba demasiado nerviosa que hablar le costaba, no lograba decir ni una sola palabra.Llegaron a la habitación vacía de Dahyun, estaban sentadas en la orilla de la cama sin decir una sola palabra, lo único que se podía escuchar eran sus respiraciones agitadas.
—¿Tienes miedo?—Le susurro Sana al oído—Si tienes miedo, no haré ningún movimiento.
—Nunca he hecho esto, tengo miedo de que no lo disfrutes—Dahyun cubrió su rostro con ambas manos—Soy diferente a Tzuyu, tengo miedo de que te decepciones de mi.
Sana quito las manos de Dahyun de su rostro y acarició sus mejillas quitando pequeños cabellos que cubrían parte de su cara.
—Aquí solo importamos tu y yo, los demás no existen ni existieron—Suavizo un poco su mirada—Es la primera vez que tengo miedo de tocar a alguien, tengo miedo de dañar tu cuerpo, ya que no podría perdonármelo si te lastimará—Sana cerro los ojos y se acercó a Dahyun—¿Confías en mi?—Le susurro de nuevo al oído.
—Sí, confió en ti—Afirmo la menor.
Aquellas palabras fueron suficiente para Sana, no era su primera vez para ella, no tenía experiencia con chicas, la experiencia que tuvo fue con Tzuyu. No paraba de mirar a Dahyun por ningún segundo, sus ojos brillaban al verla y su boca se secaba por los nervios. Tenerla tan frágil, tan tímida con el rostro ruborizado, era una obra de arte que no miraría diario. Le fue quitando la ropa, desabotono ese vestido que llevaba puesto y dejo un pequeño beso en su espalda tras quitárselo. La espalda de Dahyun era demasiado blanca y suave, no pudo evitar rozar la yema de sus dedos sobre el y contornear cada lunar con el que se iba encontrando.
—Eres demasiado hermosa—Murmuro Sana pegando sus labios sobre la espalda de Dahyun—Tengo tanto miedo de tocarte.
Dahyun no dejaba de temblar al sentir el tacto de Sana sobre ella, tragaba saliva del miedo y no era porque tuviera miedo de que la lastimará, si no que no estaba acostumbrada a que nadie la tocara de esa forma e invadiera su cuerpo.
—Quisiera poder verte, es lo que más estoy deseando en estos momentos—Dahyun desvió su rostro y cerro los ojos—A veces odio el no poder verte.
—Si pudiera, te daría mis ojos sin pensarlo—Sana se detuvo un momento y se alejó de Dahyun.
—¿Por que te alejas? ¿Dije algo malo?
Sana se abalanzo sobre de Dahyun, la tomo de ambas manos y observo su cuerpo con detalle. El vestido lo tenía hasta la cintura, aún no se lo quitaba por completo. Pego su cuerpo con el de ella rozando cada parte con el cuerpo de Dahyun y se detuvo en el cuello, en dónde se tomo unos segundos para sentir aquel aroma dulce que desprendía del cuerpo.
—No dijiste nada malo, pequeña—Dijo bajito la japonesa—Me estaba pregunta en que momento caí ante ti, eso es todo—Agarraba fuertemente las muñecas de Dahyun—Eres tan dulce y única.
Dahyun quedo hipnotizada por las palabras de la japonesa, su cuerpo se relajo por completo y poco a poco la fue soltando. Sentir los labios de Sana sobre su cuerpo, estaban calentándola esos dulces labios estaban dejando pequeñas marcas de labial sobre de el. Le quitó la ropa interior, sus pequeños pechos quedaron a la deriva, soltó un fuerte gemido cuando la boca de Sana empezó a jugar con sus pezones hasta endurecerlos por completo. Su lengua siendo babosa por la saliva la estaban volviendo loca, cerraba las piernas al sentir palpitar su centro. En aquella habitación obscura, solo habitaba el deseo y el placer, acompañado de una noche fría de lluvia que en cada gemido un trueno resonaba en el cielo.
Sana nunca fue alguien que se preocupara por los satisfacer a los demás, siempre buscaba su propio placer queriendo borrar las marcas que aquel hombre dejo en ella. Ahora era diferente, realmente quería a la chica que estaba enfrente de ella sometiendoce por completo a ella, le entregó su cuerpo sin más y se dejo seducir por sus palabras, porque al igual que ella, la quería. Cada toque, cada caricia que le daba a la chica de piel pálida, dolía y ardía como si alguien le prendiera fuego a las cicatrices que tenía en el cuerpo. El cuerpo de la chica que amaba estaba limpió, y el de ella, le daba asco.
—Te amo, Sana...—Murmuró Dahyun recuperando la atención de Sana.
—¿Me amas?—Sana pegó su oído al pecho de Dahyun—Tú corazón late demasiado rápido, ahora mismo—Se levantó y quedo viendo directamente a la menor—Yo... también te amo Dahyun.
Rompió la distancia que las separaba y devoraron sus bocas como si fuera el último beso que se darían, una vez que sus labios se juntaban no había poder humano que las separaran y este beso ya no era más uno dulce ni despacio, este era más uno lleno de lujuria y desesperación en cada respiración en cada mordida y en cada choque de lenguas dentro de sus propias bocas. Sana no se detenía agarro la nunca de Dahyun y la atraía hacía ella, no dudaba en ningún momento, con una de sus manos libres fue quitando el vestido hasta desprenderlo totalmente del cuerpo de la menor, lo único que la cubría era su ropa interior, rió al ver el diseño que llevaba puesto, era muy diferente a la ropa interior de Tzuyu. Fue bajando poco a poco, pasando por su cuello hasta bajar hasta sus pechos y terminar en su abdomen.
—¿Te gusta?—Le preguntó Sana.
Dahyun asintió y apretaba las piernas una y otra vez.
—Gime para mi, solo para mi y para nadie más—Le pedía con desesperación Sana—No soy muy buena con las chicas, pero te haré sentir bien.
Sana todavía llevaba la ropa puesta, se quitó la camisa y su bra con rapidez, lo único que le quedaba era el pantalón que no dudo en quitárselo de inmediato quedando solo en aquella ropa interior de encaje rojo que la cubría.
—¿Quieres tocar?—Sana sujeto una mano de Dahyun y la puso en su pecho—Tú cuerpo es aún más precioso que el mió.
Dahyun estaba totalmente ruborizada y sudada, la textura de los pechos de Sana era suave. No dudo ni un solo segundo en apretarlos y consiguió que Sana gimiera de placer solo por ese simple tacto.
—Para mi eres perfecta, Sana.
Los truenos y la lluvia sonaban tan fuerte, Sana miró a la ventana y el poste de luz que estaba enfrente suyo parpadeaba. Recupero la respiración, bajo de nuevo por el abdomen de la menor y dejaba ligeros besos acompañado de mordidas en cada parte del cuerpo. Besaba su entrepierna con mucho cuidado de no tocar su centro, podía sentir el calor que desprendía la entre pierna de Dahyun, estaba demasiado excitada y demasiado mojada. Sus piernas eran suaves, su piel era porcelana, era frágil y delicada. Cada parte del cuerpo que descubría, se iba encantando más por la menor. Volvió a subir, quería comer sus labios tanto como podía, quería recordar ese sabor para que nunca le dieran ganas de besar otra boca y monopolizara esos labios. La miró durante varios segundos, sonrió al ver el sudor desprenderse de su frente y en como su cuerpo aún temblaba. No dudo ni un solo segundo más y la penetró metiendo dos dedos en su centro, era demasiado estrecho, hacía un poco de presión, Dahyun no dejaba de gemir, estaba haciendo demasiado ruido, la beso de inmediato sin sacar los dedos de ella y la mordía, le dolía más de lo que se imaginaba porque sus uñas de Dahyun arañaban su espalda con mucha fuerza consiguiendo que sangrara un poco.
—Sa-sana—Tartamudeó la menor por unos segundos.
Ignoro su llamado, su vista se nubló y perdía el control, la penetraba con mucha fuerza y su espalda sufría los daños. No pudo resistirse por más tiempo y metió otro dedo, ahora los gemidos y las quejas de la menor aumentaron. Entraba y sacaba, con tal de escuchar esos fuertes gemidos continuaría haciéndolo. Así se mantuvieron durante 15 minutos.
—Sa-sana me estoy viniendo—Decía entre gemidos Dahyun.
No pudo sacar sus dedos a tiempo, Dahyun se había venido encima de ellos. Saco los dedos y luego miró fijamente su mano, a muchas personas le daría asco. Para ser su primera vez de Dahyun se vino más rápido de lo que esperaba. Se concentró ahora solamente en su cuerpo, sin descuidar su centro, besaba cada parte que podía y le dejaba pequeñas mordidas en cada lugar al que besaba. Movía sus dedos jugando con el clítoris de Dahyun, le sorprendía lo rápido que se mojaba de solo de verla. Remojó un poco los labios, paso su lengua sobre de ellos y sin dudarlo más puso las piernas de Dahyun sobre sus hombros quedando enfrente de su centro. Paso su lengua sobre el clítoris, lo movía al rededor de el y hacía algo con los dientes que conseguía que se estremeciera, pasaba su lengua por todos lados, movía sus labios de un lado a otro, no era experta, podía sentir toda la humedad de la vagina de Dahyun en cada rincón en el que su lengua pasaba.
Dahyun no dejaba de apretar las piernas, intentaba cerrarlas pero no podía la cabeza de Sana se lo impedía, estaba demasiado avergonzada, de saber que Sana lo haría le hubiera pedido que no. Era demasiado insegura sobre su cuerpo, cuando la penetro lo sintió tan bien que su mente simplemente se perdió en el placer y la razón junto a la timidez salieron volando. No iba a mentir, realmente estaba disfrutando de sentir los labios y las caricias de Sana ahí abajo, en la parte más sensible de su cuerpo. No lograba decir una sola palabra, los gemidos que soltaba no la dejaban si quiera hablar, eran emociones nuevas de las cuáles no quería olvidar.
—Se siente tan bien—Murmuro la japonesa un poco agitada.
El cuerpo empezaba a pesar, el sudor cubría cada parte de su cuerpo desnudo y el aire empezaba a faltar. Se detuvo un momento, recupero un poco el aliento, cayó rendida aún lado de la menor quién abrazó fuertemente el cuerpo de Sana sintiendo su cuerpo desnudo por primera vez. El corazón le latía tan rápido, tan fuerte que cualquier persona que entrara a la habitación podría escucharlo.
—¿Te sientes bien?—Le preguntó preocupada la menor.
—Un poco, aún no me recupero de la recaída. Perdón, por no haber tardado—Se disculpo intentando recuperar el aliento.
—Es mi primera vez y me alegró que haya sido contigo—Dahyun le dio un pequeño beso de pico a Sana—Te amo tanto.
Sana paso su brazo por debajo de Dahyun, la acurruco en su cuerpo y sin dejar de mirarla le dio un pequeño beso en los labios y froto sus narices por unos segundos. Se acomodo sobre el pecho de la contraría y pego su oído al corazón latente de la menor.
—Cuando estaba con Tzuyu, me di cuenta que me sentía más cómoda con ella, porque ambas eramos iguales—Empezó alardear la japonesa—Ahora que te miró a ti, me doy cuenta del porque y te agradezco de amar a una persona tan rota como yo—Soltó un ligero suspiro—Se que te molesta, pero no puedo alejarme de ella.
Dahyun acariciaba el cabello de Sana con mucha suavidad. Le daba celos, cada vez que decía el nombre de Tzuyu y le dolía más el pecho de solo pensar en que pudiera hacerlo que hicieron con la taiwanesa.
—No te prohibiré que la sigas viendo, solo no quiero que la beses ni hagas estas cosas con ella—Apretaba los dientes—Quiero que estés rodeada de personas que te quieran mucho y te cuiden, porque se que yo no puedo hacerlo—Trago un poco de saliva y recuperaba el aliento—Sabes, a noche soñé con Yoshio, el parecía triste cuando hablaba de alguien querida, decía que venía herida y el deseaba presentarnos—Cambió el tema—¿Tu padre en verdad te hizo tanto daño?
—Hay cosas que deben permanecer secretas—Sana se separó de Dahyun y se levantó de la cama—Tu madre no debe de tardar en llegar, será mejor que me vaya.
Dahyun no dijo nada, se mantuvo en silenció mientras Sana recogía sus prendas y se vestía. Se cubrió el cuerpo con las sabanas de su cama.
—Si el te hizo tanto daño, entonces yo también lo odio...
Sana miró a Dahyun, ya estaba completamente vestida solo tenía a la mano su chaqueta de mezclilla.
—Eres demasiado buena—Sana se inclino a darle otro pequeño beso en los labios—Gracias por esta noche.
Estaban tan perdidas en su mundo, que no escucharon el ruido de la puerta abrirse ni mucho menos cuando abrieron la puerta de la habitación de Dahyun. Todo paso tan rápido, que ni tuvieron tiempo de reaccionar.
—¡DAHYUN!—Gritó el padre Dahyun quién dejo caer sus maletas al suelo—¡QUE LE HICISTE A MI HIJA MALDITA PERRA!—Gritó con todas sus fuerzas.
Sana volteó con miedo a ver al padre de su novia, no pudo siquiera mirarlo porque su mano de aquel hombre se impacto en su rostro haciendo que cayera al suelo por el fuerte golpe. Reacciono al sentir la sangre caer de su nariz, le dolía demasiado.
—Señor, no es lo que usted cree—Suplicó Sana.
—Papá, detente, no le hagas daño—Gritó Dahyun asustada—Sana, no es mala persona.
—Se aprovecho de ti, como no va hacer una mala persona—Gritó su padre de nuevo—Esta perra se aprovecho de tu inocencia, no voy a permitirlo—Tomo a Sana del cuello de la camisa que llevaba puesto y la miraba con odio con el ceño fruncido—No te quiero ver cerca de mi hija, maldita lesbiana.
La tiró al suelo de nuevo, Sana no quitaba sus manos del rostro, la sangra simplemente no dejaba de fluir.
—Señor, no es lo que usted cree. Yo nunca me aprovecharía de su hija—Explicó con miedo a aquel hombre—Lo que menos quiero es hacerle daño a su hija.
—¿No es lo que yo creó?—Repitió furioso el padre de la menor—Si te vuelvo a ver con mi hija, entonces me conocerás—Saco un arma del pantalón y apunto a Sana con ella—¿Lo entendiste?
Sana sudaba frió en ese momento al ver aquella arma apuntarle directamente en la cabeza que no tuvo más opción que asentir.
—Papá, no le hagas daño... Ella es mi novia—Gritó entre lágrimas Dahyun—Y yo la quiero mucho...
—Lárgate de aquí y si vuelves a poner un pie aquí o una mano encima de mi hija—Le quito el seguro a la arma y disparó al mueble que estaba alado de Sana—La próxima serás tú.
Sana tomó su chamarra y antes de salir de la habitación volteó a ver a Dahyun de reojo y salió corriendo de la casa aún con aquella tormenta que parecía que no perecería en toda la noche. Y lo que inició siendo el mejor día de su vida, terminó siendo una pesadilla.
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