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Sana creció sin conocer lo que era el amor, era un sentimiento que siempre causo enorme curiosidad en ella. Siempre miraba al rededor, miraba a los padres de sus compañeros, todos ellos parecían ser felices. Y en cambió a ella, lo único que le traía su propia familia era dolor y lágrimas. Era la única que lloraba dentro de un closet ocultándose de su padre y los amigos que llevaba a casa. Cada marca de quemadura de cigarro le recordaba lo miserable que la paso en su infancia, y la única persona que nublaba todo esos recuerdos dolorosos murió. Nunca se imaginó que ese dolor que cargó durante mucho tiempo, no eran tan pesados. No lograba creer que alguien la amara de una forma tan sincera, tan única y especial, que sin importar todo lo desagradable que había sido, alguien la creyera la mejor persona. Y esa era la misma chica a la cuál no deseaba lastimar, nunca.  

Cerró los ojos al escucharla hablar, su cuerpo dolía y las uñas atravesando su piel en la espalda ardían. Logró sentir el miedo y la frustración en cada palabra que salía de su boca, era la primera vez que escuchaba como deseaba soltar un mar de lágrimas en cada palabra y en como el miedo carcomía su estabilidad emocional. Era un tornado de emociones al terminarla escuchar de hablar. 

—Sana...—Dahyun se separó un poco del cuerpo de la japonesa—Quiero que lo intentemos sin importar que eso termine por destruirnos. 

—¿Puedes dejar de llorar?—Se la quedo mirando de una manera profunda—No me gusta verte triste —El pecho realmente le dolía y no era solamente por su ataque cardíaco—Gracias por decirme como te has sentido todo este tiempo. Me lo imaginaba, no es fácil salir con una persona que arrastra tantas cosas malas en su vida—Acarició la mejilla de Dahyun y sonreía para si misma—El amor no es fácil, yo misma lo estoy entendiendo ahora y por esa razón quiero ser honesta contigo, porque tu lo estas siendo conmigo. Y si después de lo que escuches, quieres alejarte de mi, te prometo que no te detendré.

Dahyun guardo total silencio sintiendo la caricia de Sana en su mejilla, su cuerpo se puso rígido y su piel se erizaba de los nervios. Aquellas palabras le daban miedo, si tan solo lo poco que conocía de Sana ya era bastante fuerte, no podía si quiera imaginarse que más cosas pudiera ocultar alguien tan joven como lo era ella. 

—¿Es por lo de Tzuyu? Si es eso lo que quieres contarme, no me importa. Lo resolveremos juntas—Dijo intentando no sollozar. 

—¿Ella te lo dijo?—Sana parecía decepcionada—Pero, no es eso lo que quiero decirte. 

—Me estas asustando—Dijo Dahyun con nerviosa. 

—De pequeña, para mi padre siempre fui un simple estorbo—Empezó hablar la japonesa—No sabes cuantas veces lloraba encerrada en un closet de esa casa en la que vivía. Era frió, pero era el único lugar seguro de la casa, el único lugar en el que el no podía hacerme daño—Las manos le temblaban como si estuviera viviendo lo de nuevo—Aún dormida había días en los que aún creó escuchar su voz y que el viene a buscarme para hacerme daño—Agacho la cabeza—Pasaron muchas cosas para que esos horribles días terminaran—Se rió de si misma—Tuve que ir a terapia durante mucho tiempo, y ni así puedo olvidarme y dejar de sentir rencor por mi—Guardo silencio un momento, cerro los ojos e intento calmar su respiración solo un poco—Tu sueñas con crecer y ser alguien en la vida ¿No? 

La chica pálida asintió una vez ante la pregunta de Sana. 

—Yo nunca he pesando en mi en un futuro en dónde me miré como una adulta—Alzó la cabeza y miró a la ventana perdiéndose en ese cielo negro siendo brillante por la luna—Quiero morirme eso siempre es lo que he querido—Regreso su mirada a Dahyun y sostuvo su mano que estaba encima de la camilla—Cuándo descubrí mis sentimientos por ti, el pecho me dolía y cada vez que alguien te hacía daño, era como si me lo hicieran a mi. En ese momento supe, que yo sería la persona que más te lastimaría y esa fue la razón por la que decidí alejarme de ti—Acariciaba con su dedo pulgar la mano de Dahyun como si estuviera tocando un pedazo de marfil—Yo misma le pedí a Tzuyu que te dijera que habíamos empezado a salir. Creí que solo eso necesitaría para que te olvidarás de mi. 

Una lágrima termino cayendo por su mejilla y sostuvo fuertemente la mano de Sana como si no fuera la última vez que podría hacerlo. Una parte de ella, lo presentía en cada palabra que muchas veces no lograba entender, esas pequeñas pistas que solía decirle en cada oportunidad que tenía y esas notas en su habitación. No podía comprender todo ese dolor acumulado que la llevaría a tener ese tipo de pensamientos, debía haber pasado por mucho para que no quisiera seguir viviendo. 

—Sana... Yo...

Antes de que pudiera terminar de hablar, Sana puso su dedo para que guardara silenció. 

—No quiero que llores al enterarte de que no podre volver a estar contigo—Agacho la cabeza de nuevo—No seré tan egoísta como para herirte de esa manera—Soltó un pequeño suspiro—Si tu no quieres seguir conmigo, lo entenderé y no te molestaré más. 

No creyó que sería tan difícil ser honesta respecto a como se sentía todo este tiempo. Eran unos sentimientos que lo único que hacían era carcomer sus emociones y consumirlos hasta desaparecer. Eran unos sentimientos con los que lidiaba día con día y que acaba con la poca felicidad que llegaba a sentir. Era demasiado egoísta de su parte querer atarla a ella sabiendo que al final le rompería el corazón. Se quedo mirando a Dahyun quién no se movía ni decía una sola palabra. Contrajo sus brazos al pecho y agacho su cabeza para que no pudiera mirarla. Sabía que era una persona sensible.

—No importa la decisión que tome, en los dos terminaré llorando—Susurro Dahyun con los labios temblorosos—Solo que en uno, podré formar recuerdos que podría conservar por siempre—Trago saliva y dio dos pasos para atrás—Somos muy diferentes, tenemos vidas y sueños diferentes...—Otra lágrima se deslizo por su mejilla—Yo también solía pensar en morir, sentía que era un estorbo para mi familia... pero, las personas que me quieren me hicieron darme cuenta de lo mucho que me quieren y de lo valiosa que soy—Dejo caer las manos a los costado y apretaba fuertemente su ropa—Ya no estas sola, me tienes a mi y a Mina, yo puedo ayudarte, solo permiteme hacerlo—Gritó—Buscaremos ayuda. Y nunca te haré sentir sola—Finalizo. 

Sana la miraba directamente con una profundidad en su mirada, no supo en que momento cayó en lágrimas. No solía expresar o demostrar sus emociones, menos las que la volvían vulnerable. La subestimó todo el tiempo, Dahyun no era una niña que necesitaba ser cuidada todo el tiempo, era alguien que sabía lo que quería y que luchaba por conseguirlo. Nunca se rindió con ella, siempre busco la forma de querer que entendiera que lo de ambas no estaba mal que podrían intentarlo, a diferencia de ella que huía todo el tiempo. Le alegro escuchar todas esas palabras que nunca le había dicho alguien, antes nadie hubiera llorado por ella y ahora estaba enfrente de la persona que la convirtió en su mundo y le entregó lo más preciado que se le podía dar a alguien, y era ese amor tan puro e inocente que no buscaba nada a cambio. 

—No importa si en un futuro nuestras vidas se separan, solo quiero que veas el mundo de un ángulo en el te des cuenta que el sol también brilla de noche—Dahyun dio dos pasos al frente, busco entre las sábanas las manos de la japonesa para sujetarlas—Estaré a tu lado tanto como quieras que me quede contigo ¿Aceptas? 

—Dahyun...—Susurro Sana con los labios resecos. 

No pudo de terminar de hablar, el doctor entro por la puerta y las interrumpió. La hora de visita había terminado, eran las 9 de la noche y no podía haber nadie más en la habitación. Tuvieron que despedirse sin poder terminar aquella conversación que no las dejaría dormir en toda la noche. Lo único que pudieron decirse era un ''Hasta luego'' eso la tranquilizaba porque era un indició de que volvería a verla. El doctor se quedo un momento, apuntaba unas cosas en una tabla que llevaba en ambas manos y miraba directamente el aparato que estaba aun lado de la camilla. Parecía estar demasiado concentrado y ni siquiera parpadeaba. 

—¿Como te sientes? ¿Te duele algo?—El doctor la mirada fijamente a los ojos con un gesto serio en el rostro—Recuerda que no puedes alterarte, tu corazón sigue débil debido al ataque que recién tuviste. 

—Estoy bien, solo me duele un poco el pecho—Respondió Sana recostándose de nuevo en la camilla.

—Espero que hayas aprendido la lección, y tomes tus medicamentos adecuadamente a su tiempo—Saco el celular del bolsillo y miró la hora—Si tienes alguna complicación, solo toca el botón de alado. 

Sana asintió a las indicaciones del doctor, salió por la puerta y volvió a quedar a solas en esa enorme habitación. Todo lo que había hablado con Dahyun la tenía un poco preocupada, no tuvo el tiempo de responderle como era debido. Al contrarió de ella misma, Dahyun no mentía en cada palabra que salía de su propia boca, estaba demasiado segura de cada una de sus palabras. Se volvió a recostar cubriendo su cuerpo con las sabanas y dejando caer su cabeza en la almohada de algodón de atrás. Las luces de la habitación se apagaron, se quedo en total obscuridad con una pequeña luz de alado que daba un poco de luz y esa enorme ventana que le permitía ver la luz de luna entrar por la ventana. 

Abrieron la puerta de nuevo, no volteó a mirar de quién se trataba, se lo imaginaba por lo que no perdió su tiempo mirando de lado derecho. Escuchó los pasos que se venían acercando hacía ella y por fin volteó a ver de quién se trataba. No se equivoco, la persona que estaba al frente suyo parada, siendo cubierto con algunas sobras parte del cuerpo, era nada menos que Tzuyu. 

—Lo bueno de ser hija del dueño del hospital, es que tengo mis propias reglas—Se bufó Tzuyu tomando asiento en la silla de alado de Sana—¿Me extrañaste en el tiempo que no estuve?

Sana hizo un pequeño ruido con sus dientes al escuchar hablar a la taiwanesa. 

—Yo no extraño a nadie. 

—¿Ni siquiera a la pequeña Dahyun?—Fingió una voz más aguda en un tono burlón—Creí que vendría a visitarte, sonaba tan decidida hace unas horas. 

—Eres increíble, Tzuyu—Dijo con sarcasmo riéndose al mirar a Tzuyu—¿Te divierte pensar que puedes manipular a Dahyun?—Frunció el ceño sin quitarle la mirada a la taiwanesa—Me estas empezando a molestar. 

—¿Por qué hablar de Dahyun?—Rió Tzuyu levantándose de la silla—Podríamos divertirnos—Se acercó a Sana y le dio un beso en los labios con una pequeña mordida que duro varios minutos—Extrañe tus labios, están un poco resecos pero no dejan de encantarme.

Sana guardo silenció y se limpió los labios sin dejar de mirar a la taiwanesa. Esta no pareció tomarle tanta importancia y rió al ver su acción. Era una pelea de miradas en la que ninguna de las dos quería ceder, no mostraba ningún gesto, mientras que Tzuyu reía entretenida por todo.Inhalo un poco de aire lo contuvo durante unos minutos y lo dejo salir con tranquilidad poco a poco del pecho. Estiró su mano, pidiendo la mano de Tzuyu y se quedo así unos 5 minutos cuando por fin acepto tomarla de la mano. Esa batalla de miradas volvió. 

—Tzuyu—Le sonrió Sana sin dejar de mirarla—Quiero terminar contigo—Desvió la mirada a aquella mano que sostenía—Se las consecuencias... estoy dispuesta a pagarlo. Solo no quiero seguir con esto, estoy harta. 

Tzuyu soltó de golpe la mano de la japonesa. 

—¿De que hablas? ¿Terminarme?—Tzuyu no pudo contener la risa—Aquí se termina cuando yo lo diga...

—Volveré a trabajar duro y me esforzaré por devolverte cada centavo —Sana soltó la mano de Tzuyu—Pero, no quiero seguir fingiendo que tenemos una relación la cuál nunca podrá ser real. Lo siento mucho... 

El invierno estaba llegando a su fin para darle la bienvenida a la primavera. 

—Esto se termina cuando yo lo digo—Tzuyu se dio la media vuelta quedando de espaldas—Nos seguiremos viendo cada vez que yo te llame—Miraba a Sana de reojo—Veo que Dahyun te contagió su cuento en el que vive. La realidad es demasiado cruel, y cuando te des cuenta, haré que me ruegues porque te de otra oportunidad—Caminó hasta la puerta y antes de cerrar la puerta volteó a ver a Sana una vez más—Esto es divertido...  

No era una amenaza, era una advertencia que congeló todo en la habitación. Miró a la ventana, era una noche tranquila por fuera con las luces encendidas evitando que toda la ciudad caminará en la obscuridad. Y ahí estaba ella, sobre una cama en un enorme hospital, y una enorme deuda que saldar.

—Quiero creer en tus palabras, Kim Dahyun... pero, el mundo no se cambia con solo intentar. 


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