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El vació en el pecho, cada vez se volvía más profundo, no quería llorar, no quería sentir, tuvo que soportar muchas cosas de pequeña, situaciones que una niña de su edad nunca estaría preparada, soporto golpes, humillaciones y burlas, sin nadie que estuviera aún lado abrazándola, que le susurrara que todo estaría bien y protegiéndola de todos los monstros que se cruzaban con ella por las noches. Ahora no era diferente, seguir viviendo solo significaba seguir caminando sola, seguir soportando a aquel hombre que decía ser su padre cada noche que llegará a su hogar, y ella no quería seguir sintiendo aquel vació formando dentro de su pecho, asiéndose cada vez más grande. Nunca pidió ayuda, no confiaba en nadie al 100%, ni siquiera confiaba en ella misma. Ahora mismo dolía, las cicatrices en el cuerpo durante años ardían como si le estuvieran prendiendo fuego, quemaba y deseaba que se detuviera, pero nunca se detenía. Después de terminar aquella llamada, las lágrimas aumentaron, su corazón latía con una velocidad que volvía todo más doloroso, escuchar la voz de Dahyun era lo único bueno que le paso en todo el día. Solo quería cerrar los ojos y que todo el dolor desapareciera, era lo único que pedía a gritos cada noche antes de dormir, que ese vació que sentía, desapareciera junto con ella. 

La noche era fría y lluviosa, las gotas caían mojándola por completo, temblaba al caminar y las personas que pasaban por la avenida, solo la miraban y luego volteaban a ver su camino. Aquel lugar se volvió su favorito luego de la muerte de su hermano, el agua del famoso rio que había presenciado la muerte de tantas personas, de tantas personas como ella, que odiaban su vida y deseaban ponerle fin a todo, terminar con ese tormento. 

—Me hubieras llevado contigo, decías que todo mejoraría, que no todo era llanto... me mentiste, abuela —Miró el rio el cuál era iluminado por las luces de la ciudad—Todo se volvió peor, ahora duele más que antes ¿Por qué duele?—Agarro con fuerza el barandal del puente—Decías que el cachorro encontraba un hogar al final del cuento, te referías a mi ¿No es verdad?—Trago saliva y miró su al rededor—Sonreías cada vez que lo contabas y dejabas de mirarme, me abrazabas más fuerte y luego me decías lo especial que era, solo eran mentiras. 

La lluvia se intensificaba, el viento soplaba más fuerte azotando los árboles y todo lo que se le pusiera enfrente, estaba sola en aquel puente. Se quedo quieta observando el rio, iba creciendo debido a la lluvia y arrastraba todo a su paso. 

—Lo siento mucho, abuela. No soy tan fuerte como lo pensabas—Cerro los ojos y alzó la cabeza—Espero poder reencontrarme contigo. 

Sin pensarlo más, se subió al barandal con mucho cuidado, desde esa altura podía ver todo, era alto y se lograba ver con más claridad parte de la ciudad. No tenía miedo, miró a su derecha, fijando su mirada en aquel lugar en dónde estuvo con Dahyun la última vez, podía sentir sus manos contornear su rostro y sentir sus labios, luego de pedirle ese beso. Era como si pudiera verse así misma repitiendo aquel día. 

''No me gusta estar en lugares con historias tristes''  '

'Nadie me podrá hacer daño si tu estarás a mi lado, solo no te separes de mi''

Sonrió al recordar esas pequeñas palabras de su ex novia, le mintió cada vez que le decía que no iba a lastimarla. 

Quiero recordarte parada aquí para no tener miedo—Repitió sus palabras mirando el mismo lugar en dónde se lo dijo a la menor—La única que te haría daño, siempre fui yo, Dahyun—La imaginó sonriendo para ella de la misma manera tan inocente con la que siempre la recibía—Llevaré tu sonrisa conmigo, pequeña—Sonrió y cerró los ojos—Gracias de nuevo. 

Nunca tuvo miedo de morir, era algo que quería desde muy pequeña. Y hoy era el día en el que por fin descansaría. 

—¡Espera, no lo hagas! 

Abrió los ojos, no reconocía la voz con tanto ruido. 

—¡SANA!—Gritaron con fuerza—¡POR FAVOR, NO LO HAGAS!

Esa era la voz de Dahyun, volteó y ahí estaba parada completamente empapada por la lluvia y aún lado estaba el chico pelinegro. Su mirada se encontraron con los ojos de Taehyung por unos segundos y después regreso su mirada a la menor, verla parada ahí con las gotas de lluvia cayendo sobre su rostro cubriendo sus lágrimas, causaba que ahora tuviera miedo.

—Sana, no tienes porque hacerlo—Decía Dahyun entre lágrimas—Baja de ahí, te lo pido—Cayó de rodillas al suelo—Por favor, por favor—repetía. 

Taehyung no sabía que hacer, quería ayudarlas pero no sabía como. 

—¿Cómo supiste que estaba aquí?—Miró del otro lado no quería mirar a Dahyun—No importa como llegaste hasta aquí, solo vete. 

—¿Lo olvidaste?—Dahyun se puso de pie y dio dos pasos al frente con ayuda de Taehyung—Podre imaginarme tu rostro en ese momento. Y seré feliz, y sonreiría al final. —Repitió sus palabras—No lo entendí en ese momento, creí que solo eran más palabras extrañas las cuáles siempre decías, si no hasta hoy después de tu llamada, fue que entendí a lo que te referías—Hizo una pausa—Tenía miedo de llegar y que me dijeran que no estabas, tenía miedo de que te hicieras daño o algo te pasara, no sabes lo mal que me pone imaginarme que no podré escuchar tu voz de nuevo, que no podré abrazarte y que no estarás más—La garganta la sentía seca—No puedo ser feliz como me lo pediste en la llamada, no puedo ser feliz sabiendo que Sana Minatozaki no esta aquí. 

—Las personas como tú, creen que la vida es fácil que aunque sea difícil puedes intentarlo y continuar—Agacho la cabeza—Se equivocan... Lo intente tantas veces, quería continuar, quería creer en las palabras de mi abuela, quería sentirme bien que termine quitándole la vida a una persona, porque hacer infelices a los demás me reconfortaba—Cerró su mano con fuerza sin importarle que sus uñas se enterraran en la palma de su mano—Nunca pude sentirme bien, nunca fui lo suficientemente feliz, ni ahora, ni nunca lo seré—El pecho le dolía—Llegué a mi limite, no puedo. 

—No puedo entenderte, ni siquiera puedo imaginarme todo lo malo que la pasaste—Dahyun agarraba con mucha fuerza la mano de Taehyung—Te toco una familia que solo te causo dolor, pero no todo es malo, tuviste a tu abuela quién te amo hasta el último día de tu vida, ella no querría esto para ti, no lo hagas, conviértete en una persona de la que ella se sienta orgullosa—Extendió su mano—Te lo he dicho siempre y te lo repetiré de nuevo, comparte tu dolor conmigo, no importa lo que duela, lo soportaré contigo—Soltó un fuerte suspiro—Solo, baja de ahí. 

Sana se quedo pensando, ver a Dahyun solo hizo que su determinación se desvaneciera. Alzó la cabeza y se encontró con la mano de Dahyun, la tenía alzada a su dirección. A pesar del clima, de que estuviera completamente mojada y que el clima fuera frio, con su cuerpo temblando, continuaba parada ahí. Cuando la conoció, era totalmente diferente, era más tímida y callada, era como ver a una pequeña semilla florecer, se convirtió en esa hermosa margarita que siempre debió ser. ''Se que te convertirás en una persona de la cuál sentirse orgullosa. No quisiera dejarte, pero es tiempo de irme, solo prométeme que no te rendirás'' Esas fueron las últimas palabras de su abuela, palabras que había olvidado.

Dahyun perdía la calma, no escuchó ninguna respuesta por parte de la japonesa, comenzaba ponerse nerviosa, no importaba lo mal que estuviera, ni que tanto frio tuviera, no se iría de ahí. No paso mucho tiempo cuando sostuvieron su mano, estaba helada y al igual que ella temblaba, era suave y la estaba agarrando con fuerza. 

—¿Sana?—Susurra, no podía creerlo. 

—No soportaba verte llorar, no quiero que mi último recuerdo de ti sea así—Sana se paró al frente de la menor haciendo que Taehyung se hiciera aún lado y las dejara solas—No quiero herirte más de lo ya te herí—Agacho la cabeza no podía mirar a Dahyun a la cara—No entiendo como puedes querer a alguien tan basura como yo, como puedes estar aquí soportando todo esto, por mi—Sana se hinco ante Dahyun—No entiendo porque sigues queriéndome después de todo lo que te hice—Agarraba con fuerza la ropa mojada de Dahyun—Perdoname, por favor—Repetía.

Dahyun sin pedir permiso, tocó el rostro de Sana inspeccionándolo como siempre lo hacía, no había error, realmente estaba  justo enfrente de ella, nunca podría confundirla.

—No tienes que pedir perdón—Dahyun se hinco de igual forma y sin quitar su mano del rostro de la japonesa—No digas eso de ti, no eres eso que dices—No le gustaba escucharla expresándose así de ella misma—Te enseñare a amarte de la misma forma de la que te amo—Acarició su mejilla de la japonesa—Para mi, eres una persona fuerte y maravillosa.—Sonrió—Yo te amo, y si tengo que pasar invierno sin abrigo, para dártelo a ti, lo haría, porque tu harías eso y más por mi. Siempre me diste lo poco que tenías, trabajaste duro para comprarme ese celular y siempre me protegiste de cualquier persona que intento hacerme daño—Sin pensarlo más tiempo, la abrazó ocultando su rostro sobre su clavícula de la japonesa—Me esforzaré para ser una persona confiable, para no ser solamente una carga para ti. Buscaremos ayuda, te apoyaré y te acompañare, lo superaremos juntas. 

Sana correspondió el abrazo, no quiso decir una sola palabra más, habían cosas que las palabras no podrían describir, y ese momento era uno de ellos. Estar alado de Dahyun lograba darle tranquilidad y calma. 

—Te lo agradezco—Acariciaba el cabello de la menor en forma de consuelo—Me preguntó cuando maduraste tanto, desde cuando te volviste una persona fuerte—Sana sonrió—Yoshio tenía razón, eres un ángel—Hizo una pequeña pausa—Me equivoque, eres mi ángel pequeña. 

Dahyun sonrió y abrazo con más fuerza. 

—Vamos a casa—Le susurro a la japonesa. 

—Ya estoy en casa. 

No se convirtió en otra triste historia de aquel puente. Tenía a alguien a su lado, cuya persona que no permitió que su vida se desperdiciara, se convirtió en una cadena pesada evitando que saltará. Todo lo que le dijo, la hizo sentir verdaderamente feliz, las personas como Sana solo necesitaban escuchar lo especiales que eran y sujetar su mano cada vez que estuviera mal. Buscaba amor tan desesperadamente porque no quería seguir sintiéndose sola, pero nunca necesito el amor de sus padres, porque el amor ya lo tenía, tenía a Dahyun, tenía a Mina e incluso a Tzuyu, siempre tuvo una familia al frente suyo pero nunca se dio cuenta. 

Taehyung las llevó de vuelta a casa de Dahyun, estaba sorprendido y un poco asustado, miraba por el retrovisor a ambas chicas quienes estaban acurrucadas la una con la otra, les entregó unos abrigos que guardaba en la guantera de su carro y se los entregó, la noche era demasiado helada y no paraban de temblar. Al llegar a la casa de la menor, pudo percibir las luces prendidas de la sala, la madre de Dahyun estaba desesperada buscándola y se lograba ver dando vueltas por todos lados. Aparcó al frente de la casa y soltó un fuerte suspiró. 

—Hemos llegado—Por fin hablo Taehyung. 

—Gracias—Dijo Sana apenada—Y me quiero disculpar por causarte problemas.

—No necesitas disculparte—Taehyung se sonrojo—Yo haría cualquier cosa por Dahyun, es mi amiga y la ayudaría en lo que pueda—Volteó a ver a la casa de la menor—Solo no la hagas llorar de nuevo o tendremos problemas. 

—No lo haré—Sana miró a Dahyun—Eres un gran chico, estoy segura de que si no estuviera Dahyun y tú estarían juntos. 

—Te equivocas—Taehyung volteó a verlas—Aunque gracias por decirlo. 

Se bajaron del auto y Sana en todo momento sujeto la mano de Dahyun. Corrieron hasta la puerta y antes de que entraran Dahyun se detuvo.

—¡GRACIAS TAEHYUNG!—Le gritó desde la puerta. 

—¡DE NADA DAHYUN!—Le gritó de vuelta el pelinegro. 

El se había convertido en su mejor amigo.

La madre de Dahyun abrió la puerta y las encontró totalmente empapadas con la ropa mojada. Las hizo entrar para que no se siguieran mojando y fueron directo a su habitación de la menor. Su madre no hizo preguntas, solo se acerco abrazarla, estaba demasiado preocupada por ella que se pudo tranquilizar al verla llegar. El padre de Dahyun por el contrarió no estaba de acuerdo, sin embargo pasaron de largo y lo ignoraron. Les llevaron toallas para secarse, enviaron a la menor a bañarse para que no pescara un resfriado. Sana se quedo sentada en la orilla de la cama mirando sus propios pies, se seguía sintiendo avergonzada por sus actos. La madre de Dahyun regreso a la habitación con una taza de café y se sentó junto a ella, le entregó la taza y miraba a la japonesa de reojo.

—¿Te sientes bien?—Le preguntó la madre de Dahyun—Desde que llegaste te he visto muy desanimada. 

Sana negó con la cabeza.

—¿Usted alguna vez ha querido huir?—Sana no quería mirar a la madre de la menor—Yo quisiera no sentirme de esa manera.

—¿Es por lo de tu madre?

Sana volvió a negar con la cabeza.

—No me interesa lo que le pase a esa señora ahora. Porque me preocuparía por alguien que nunca actuó como una madre ni me quiso. 

—Sabes—Se quedo viendo a Sana—Cuando nació Dahyun, fue el mejor día para mi, te imaginaras toda la felicidad que sentí en ese momento...—Sonrió recordando—Pero, no duro mucho, porque me dijeron que mi hija nunca podría ver, eso me hizo sentir muy triste. No deje que eso me afectara y la ame aún más—Miró a la puerta el baño—No todos nacen para ser madres, es una lastima que la señora Kang no supo cuidarte, porque a mi parecer eres una buena chica, miras a mi hija de una forma sincera. La primera vez que te vi, tenías una mirada fría y distante, pero ahora tu mirada es más cálida—La abrazó—No se que tipo de relación tuviste con tu madre, pero puedes contar conmigo.

—Muchas gracias, señora Kim. 

Sonrío, aquel abrazo la hizo sentir tan feliz. La madre de Dahyun salió de la habitación y la dejo sola de nuevo, le había entregado una pijama que la menor nunca utilizó, no tardo en salir del baño y ahora era su turno. Se metió rápido al baño para salir lo más rápido posible. Al salir se encontró a Dahyun recostada en la cama con las sabanas encima, se metió entre las sabanas abrazando rodeando con las manos su cintura de la menor y pegando su frente a la espalda de esta, no quería moverse, quería permanecer en esa posición toda la noche sintiendo el calor de su amada. 

—La otra noche, cuando dormías inconsciente con ese horrible olor a cigarrillo combinado con el olor a cerveza, me preocupe mucho por ti—Dahyun con cuidado se dio la media vuelta quería quedar frente a frente a la japonesa—No sabes lo preocupada que estaba cuando escuché las condiciones en la que llegaste—Toco el rostro de Sana y acariciaba su mejilla—No me separé de ti esa noche, tampoco lo haré ahora—Guardo silencio un momento—Esa noche prometí que aunque me hicieras aún lado, no soltaría tu mano, aunque fuéramos solo amigas. Así que cuando te sientas triste, por favor habla conmigo. 

Sana pego su rostro con el de Dahyun consiguiendo que sus narices y frente chocaran. 

—Perdóname por el mal día que te hice pasar—Se disculpo de nuevo la japonesa—Yo...

Dahyun hizo que guardara silenció. 

—¿Puedes abrazarme más fuerte? Quiero que no me sueltes esta noche—Sana obedeció la petición de la menor, la abrazó como se lo pidió. Recostó su cabeza en su pecho y agarraba con fuerza su pijama—¿Puedo pedirte un favor? Se que no es el momento para pedírtelo.

—¿Qué es lo quieres?

—Ve a visitar a tu madre, no se escuchaba bien y no quiero que en un futuro te sientas mal de no haber ido a despedirte de ella—Hizo una pequeña pausa—Deberías hablar de nuevo con ella, aunque sea una vez.

—No creó que sea buena idea, no quiero verla de nuevo. 

—Solo piénsalo ¿Si?—Dahyun se acurruco a Sana.

Dahyun quedo completamente dormida, todo lo contrarió a Sana que no podía dormir mucho menos luego de aquella petición, la lluvia era demasiado fuerte como para ser ignorada. Se perdió mirando el rostro soñoliento de la menor, quién dormía con tanta tranquilidad y con una sonrisa, recostada a su pecho. Verla dormir de una forma tan tranquila, la hizo sonreír, su piel era suave y su sonrisa era demasiado bella incluso durmiendo. Solamente sonrió y recostó su mentón sobre la cabeza de Dahyun y se quedo en esa posición hasta que sus ojos por fin pudieron descansar esa noche.

El otoño no tenía porque marchitarla, aún era verano para caer marchita, por eso rezaba para que otoño no llegará de nuevo para ella. 


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