🌻 › O25.
La nieve había empezado a caer, haciendo que el hogar de los Kim necesitara de su chimenea.
La omega la veía tranquila con una taza de té en sus manos.
Era tranquilo.
Las cachorras aún no despertaban, por lo cual aún no sabían que su mamá había regresado a la casa.
—¿Cómo estuvieron las cosas en casa de Mina? —llegó JiSoo junto a ella con una taza de café.
La omega se acurrucó a su lado, la alfa con su mano libre rodeó su cintura, acercándola.
—Bien, pero Mina de verdad necesita salir de ese lugar. En la noche los estudiantes universitarios hacen mucho ruido, no tiene calefacción y su casero es asqueroso... —la Tailandesa hizo una mueca, agradeciendo a Dios que la señora Lim la acompañara cada vez que ella tenía que pagar la cuenta—, no se como ayudarla, creo que NaYeon podría ayudarme.
La alfa asintió y besó la frente de su omega.
—Si necesita un lugar donde quedarse un tiempo puede usar la habitación de invitados. —la alfa propuso viendo como la omega sonreía.
—Gracias, Soo. La sacaré de ese horrible lugar en cuanto pueda.
—Entonces, ¿No dormiste bien estos días? —Lisa negó y se acercó a la fuente de aroma de JiSoo—. Yo tampoco... Me hacías falta.
Lisa le dio un beso suave en los labios.
—Yo también te extrañe, alfa.
Las dos siguieron conversando de cosas triviales y bebiendo sus bebidas calientes.
Las dos de verdad necesitaban esto, necesitaban el tener un tiempo a solas, disfrutando la compañía de la otra.
Lisa extrañaba los chistes absurdos de JiSoo, y JiSoo extrañaba la forma en que la omega le hacía ver las cosas de una forma más positiva y segura.
Se pudo escuchar a lo lejos como una de las puertas de arriba fue abierta.
Lia bajaba las escaleras con su rostro cansado y su cabello despeinado.
—Papá, iré a casa de YeJi... —al ver a su padre se dio cuenta de que su madre estaba ahí, con su lindo cabello despeinado, sus ojos brillando y una sonrisa en su rostro—. Mamá...
La alfa más joven corrió hacia su madre y la abrazó, la estrecho entre sus brazos y se llenó del dulce aroma a flores.
—Hola, bebé.
Lia se sentía muy sensible, así que empezó a sollozar.
JiSoo acarició la espalda de Lia.
—Papá, ¿Podrías dejarme solo con mamá?
JiSoo asintió, y le dio un beso en su cabeza, acariciando sus suaves mechones chocolates.
La omega le sonrió a Lia, quien tenía lágrimas pequeñas en sus ojos.
—Pensé que regresarías antes, pensé que te habías ido para siempre.
Lisa negó y acarició las mejillas de la alfa.
—No, mi cachorrita... Yo nunca podría dejarlas, nunca te abandonaría. Necesitaba espacio, pero créeme que nunca... —limpio las lágrimas de Lis—, me iría de tu lado, porque eres mi cachorra y si no estoy cerca de ustedes me duele.
La alfa se llenó del aroma de su madre, consiguiendo calmarse.
La relación madre-hija que había formado Lisa con Lia era especial, Lia la escuchaba y le gustaba hablar mucho con Lisa de temas que aún no son tan comprendidos por las menores, y que realmente no le parecen tan importantes para hablarlos a profundidad con JiSoo.
Lia adora a su madre.
Siempre lo hará, siempre adorará a la persona que a pesar de no haberla cargado en su vientre, la ama incondicionalmente, no como HaeIn que la cargo en su vientre, pero desde el minuto uno la odio.
La alfa acepta que no extraña a HaeIn a pesar de que fue con quien más convivió, pero nunca lo extrañara porque no era nada.
HaeIn solamente era un fantasma en su casa, y alguien que le recordaba constantemente que su existencia no era importante.
HaeIn odiaba que Lia fuera débil.
Que fuera sensible.
Y básicamente que fuera la definición estereotipada de una ‹‹omega››, tanto en personalidad como en físico, HaeIn odiaba que Lia no fuera ‹‹suficiente alfa››.
Y desde cachorra la educo a su manera, para que fuera lo que él quería que ella fuera.
Con HaeIn nunca pudo hablar realmente, y a él tampoco le interesaba.
Pero cuando llegó Lisa pudo conocer que era el amor maternal.
Que era ese amor incondicional y puro.
Que busca tu felicidad, que es suave y te mantiene siendo un ser amable.
JiSoo era un buen padre, Lia nunca diría lo contrario.
Pero no era su madre.
No llenaba los zapatos de Lisa.
Minutos después ChaeWon identificó el olor de Lisa, y corrió rápidamente hacia ella, saltando sobre ella en el sofá y llenando el rostro de la omega de besitos suaves.
—¡Te extrañe! ¡Te extrañe! ¡Te extrañe! —decía emocionada la cachorra, mientras Lisa sonreía.
—Yo también te extrañe, cachorra.
Pasaron el día como familia.
Con MinJeong emocionada por al fin ver a la omega.
La omega no estuvo sola en ningún momento.
Con las alfas siguiéndola a todas partes y llenándola de amor a cada paso que daba.
En la noche hicieron una pijamada todas juntas.
Con Lia contándole historias de terror a ChaeWon, quien se acurrucó entre sus padres por miedo.
Fue la noche perfecta.
Y JiSoo ya no se sintió vacía.
Ya no sintió esa tristeza que tuvo durante todas las noches sin su omega.
Solo podía pensar en la forma en que su hogar ya estaba completo con la Tailandesa en el.
Cuando todas ya estaban dormidas en el intento de cama gigante que habían hecho en la sala con sábanas y almohadas, JiSoo admiraba el rostro de su omega, iluminando solamente por la luz de la chimenea.
Sus pómulos marcados, sus labios rosas, nariz delicada y piel suave.
JiSoo con cuidado de no molestar a ChaeWon, que estaba entre las dos, acarició su delicada mano.
JiSoo se sentía completa.
Feliz.
Y espera que nunca se vaya ese sentimiento.
¡Gracias por leer!
—🌷
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