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🌻 : catorce.

Los días en la casa Kim siempre habían sido muy extraños, considerando que élalfa mayor era increíblemente manipulado por sus hijos para cumplir sus caprichos.

No eran chicos malos, pero seguían siendo grandes fanáticos de los videojuegos, comida chatarra y ver televisión hasta tarde, además de las interminables excusas de MinHo explicando porque reprobó cálculo.

La más usual era:

‹‹Él profesor tiene algo en mi contra, papá››.

Y con el verano a la vuelta de la esquina, él alfa que estaba a un año de terminar la secundaria estaba emocionado, y al mismo tiempo aterrado del inicio del verano.

Emocionado por su nuevo trabajo, las fiestas y los omegas que conocería en estas. ¡Seguía siendo un adolescente!

Pero contrarrestando esta emoción, MinHo sabía que su perdición estaba cerca, especialmente por ese cuatro final en cálculo ii.

—¡Dios, mis padres me matarán! —bufo él alfa y arrugó el papel que estaba entre sus manos.

Aun arrugado, se podía ver la tinta roja con una carita triste y un cuatro decorando en la parte de superior izquierda.

—MinHonie, no debe ser tan malo. —Chan acarició la espalda de MinHo, quien se puso tenso ante el toque del omega.

Ese omega lo ponía muy nervioso.

Tal vez eran sus hermosos ojos cafés, profundos y más claros a veces, o su cabello rizado azabache, que se ve tan suave cuando lo mueve para ponerlo detrás de su oreja, su rostro es delicado y con un color rosado en sus mejillas.

—No lo entiendes, Chan. Mi padre es una especie de genio. —bufa recordando los tantos cuadros en su casa con diplomas o con premios de su padre.

Chan se puso frente a él y elevó su mirada, viéndose directamente a los ojos.

—MinHo, eres muy inteligente, deja de menospreciarte.

Él alfa veía directamente a los ojos del omega y sonrió.

Sus pestañas eran tan bonitas.

—Gracias, Hyung.

Él alfa llegó a su casa en silencio, cerró la puerta con extrema delicadeza, y empezó a pensar que podría pasar desapercibido por la sala y comedor hasta las escaleras sin que nadie lo notara, para poder pasar a su cuarto, tomar sus cosas del trabajo, y largarse para evitar su realidad por al menos unas horas.

—¡Feliz comienzo de verano, cachorro! —Felix estaba frente a él, con un gorrito de fiesta color amarillo y le lanzó confeti a MinHo.

Él omega se veía muy feliz y radiante con su lindo vestido celeste pastel y su gorrito en la cabeza.

—Hola, mamá —rió nervioso MinHo y vio atrás de él—. ¿Y-Ya llegó papá? —preguntó un poco aterrado.

Felix al notarlo lo vio con preocupación.

—¿Qué sucede, cachorro? —Felix se acercó a MinHo y deslizó la pesada mochila de los hombros del alfa, para después abrazarlos delicadamente—, haré lo que pueda para ayudarte.

MinHo ideó un plan en su cabeza, empezó a dramatizar.

—Mamá, e-es que mi maestro de cálculo me o-odia. —empezó a soltar pucheros y unas cuantas lagrimas.

Felix lo vio preocupado y lo abrazó más fuerte.

—Bebé, ¿Qué sucedió?

—E-El me reprobó sin razón, me puso cuatro en mi examen aunque me esforcé mucho. —esa parte era verdad, MinHo había repasado todo el libro, estudio miles de horas con Chan, y vio incontables videos de matemáticas intentando entender lo que hacía.

Pero simplemente, los números no eran lo suyo.

—Esto no es tan grave, cachorro, créeme, tu padre lo entenderá. —Felix tenía sus ojos cerrados, acariciando la espalda del alfa lloraba en su pecho.

Los ojos de MinHo casi salen de su cara cuando escucho la última parte.

—¡Papá, me asesinara! —él Coreano lloro más fuerte—. ¡Mamá, tienes que ayudarme!

Felix se preocupó, y re-lamió sus labios nervioso.

—Puedo hablar con tu padre... ¡Y llegaremos a un arreglo con tu maestro! —él alfa le dio un puchero que él omega encontró adorable—, confía en mi MinHonie. —él Australiano se separó y puso su plan en marcha.

JeongIn se encontraba en casa de su mejor amigo disfrutando de su primera pijamada del verano, y MinHo estaba escondido en la casa de Chan.

O.De era élúnico en casa junto al omega, que estaba en su armario buscando el atuendo perfecto.

—¿Qué opinas de este? —le enseñó al bebé un vestido rojo con la espalda descubierta—. ¿Muy revelador, verdad? —lo puso otra vez en su armario.

—¡¿Qué tal rosa?! —volteó hacia él bebé, que lo veía atentamente, y Felix sostuvo la mirada con O.De, que lo veía intensamente—. ¿Muy inocente, verdad?

El plan del omega era simple.

Hacer que SeungMin se sintiera feliz con una cena rica, unos cuantos besos y evitar que se enoje cuando se entere de lo de MinHo.

Su relación ha sido maravillosa.

Han tenido exactamente treinta citas.

Treinta y una con esta cita, pero él omega está muy flechado por el alfa tímido de ojos suaves y hoyuelos escondidos.

Sonriendo, encontró un lindo vestido color guinda, era ceñido al cuerpo y dejaba de cubiertos sus hombros y marcaba su cintura, la tela era suave y se veía muy lindo en él.

La cena estaba puesta en la mesa, O.De estaba durmiendo, y Felix esperaba al alfa.

Las luces estaban en modo tenue y Felix decoró con unas cuantas velas que encontró.

El tintineo de las llaves se escuchó, y la puerta se abrió, dejando ver a un alfa con el ceño un poco fruncido y cansado.

Al ver al frente, se encontró con la mesa servida y un Felix muy bonito viéndolo directamente.

Las mejillas del alfa se calentaron; aclaró su garganta.

—Hola, alfa. —Felix se acercó suavemente, y moviendo sus caderas con cada paso viendo al alfa que estaba nervioso en la puerta.

—H-Hola, omega. —él de cabello azabache tartamudeó.

Felix se acercó y le dio un beso en la mejilla, para después pasar sus manos por el pecho del alfa, acariciando el saco de SeungMin, quien sentía que su corazón explotaría de lo rápido que estaba palpitando.

—Prepare una cena para nosotros, por el comienzo del verano. —le sonrió a SeungMin, quien asintió, atontado.

Se sentaron a la mesa y empezaron a conversar felices, con mucho coqueteo y unos cuantos roces de piernas y manos que eran delicados.

Cuando terminaron la cena, pasaron al sofá a seguir conversando.

—Me encanto la cena, Lix. Pero siento que esto significa que esta pasando algo. —SeungMin vio un poco serio a Felix, pero le dio una sonrisa pequeña.

Él omega se puso nervioso, y acaricio el pecho de SeungMin.

Los dos estaban muy cerca, con Felix en su regazo, abrazándolo por la cintura.

Felix estaba muy sonrojado y algo apenado.

—MinHo reprobó calculo y me pidió que te dijera —dijo rápido. Él alfa de inmediato lo vio con reproche—. ¡Perdón, alfa! Pero... MinHonie estaba muy nervioso y me pidió ayuda.

Él Coreano suspiró y siguió acariciando la cintura de Felix, para después pasar una de sus manos a la pierna descubierta del rubio y la acaricio lentamente.

—No me molesta, Lix. Solo que siento que toda esta cena fue solamente para conseguir algo. —confesó él alfa, un poco desilusionado.

Él omega negó, y besó muchas veces los labios del alfa como piquitos.

—¡Yo te quiero mucho, alfa! Me gusta pasar tiempo contigo, nunca te usaría o algo por el estilo. —chilló el omega.

SeungMin le sonrió.

—Lo sé, omega. —le dio un beso dulce.

SeungMin apretó más la cintura de Felix, haciéndolo reír.

—¡Alfa! —él omega chilló feliz, ya que él alfa lo movió y puso debajo de él, empezando a dejar besitos por todo su rostro.

Él alfa llegó a la boca del omega, que gustoso lo empezó a besar, dejando que él azabache se acomodara arriba de él, no dejando caer su peso por completo en él.

Felix acariciaba la parte de atrás del cuello de SeungMin y unos cuantos mechones suaves.

Él alfa gruñó bajito cuando Felix movió un poco sus caderas.

—Eres tan hermoso. —SeungMin le susurró al oído, empezando a besar su cuello y Felix soltaba unos gemidos suaves, mordiendo sus labios.

—A-Alfa —él omega hizo que él alfa lo viera directamente a los ojos, y al ver a los profundos ojos cafés de SeungMin, se perdió—. ¿Podemos ir arriba?

Él alfa asintió y se levantó débilmente, al ver abajo veía a un Felix sonrojado, con su cabello rubio despeinado y sus labios rojos.

El vestido dejaba ver sus hermosos hombros con algunas pecas, y su lubricante empezaba a salir.

Él alfa tomó las muñecas de Felix y las besó, pasando a sus nudillos, dejando un suave beso en cada dedo.

—S-Seung.

Él aludido entendió el mensaje y se levantó, tomando a Felix por sus muslos y levantándolo.

Él omega abrazó las caderas de su alfa con sus piernas, y este empezó a subir con extremo cuidado por miedo de dejar caer a su omega.

Al llegar a la habitación de SeungMin, Felix se sintió un poco intimidado.

Pocas veces entraba a la habitación de SeungMin, ¡Menos hacían lo que estaban haciendo en ese momento!

Tenían tres cachorros que cuidar, y mucho trabajo.

Claro, salían.

Y había besos y unos cuantos toques fuera del límite en el auto del alfa, pero nunca hasta este nivel en que él Australiano se sentía hipnotizado por los toques del alfa.

Y lo asustaba un poco, pero le gustaba.

Le gustaban las manos fuertes de SeungMin acariciandolo, y sus suaves labios dejando un camino por todo el cuerpo de Felix.

Pero le asustaba el hecho de que él nunca había hecho... Eso.

Considera que la virginidad es un invento de la sociedad para oprimir y tachar a los omegas, pero aun así, quería que su primera vez fuera perfecta.

Y justo ahora no se sentía listo.

—Seunggie. —Felix susurró.

Él alfa dejó de tocar el suave cuerpo de su omega.

—¿Sucede algo, omega?

—Y-Yo quiero detenernos, ahora.

Él alfa se acosto junto a él en la cama.

Los dos se veían directamente a los ojos.

—Claro, hermoso —dejó un beso en los labios de Felix y lo abrazó, atrayéndolo a su cuerpo—. ¿Hice algo malo? Q-Que te incomodará.

Felix negó rápidamente.

—Y-Yo nunca lo he hecho, y no creo estar listo. —la voz preocupada de Felix hizo temblar a SeungMin con ansiedad.

Él Coreano asintió, y dejó un beso en su frente.

—Siempre respetaré tus decisiones, Felix. No tienes porque preocuparte.

Él omega se recostó en el pecho del alfa.

—Te amo, SeungMin.

—Yo también te amo, Felix.

El silencio era cómodo y sus respiraciones eran calmadas.

Lo único que se escuchaban eran sus corazones palpitando con rapidez.

—¿Puedo dormir aquí, alfa?

SeungMin asintió y liberó al omega de su abrazo para dejarlo ir por su pijama.

Mientras él alfa se ponía su pijama, se encerró en su gran armario.

Salto de alegría y sonrió enormemente.

—¡Me ama! ¡Me ama! ¡Me ama!

¡Gracias por leer!

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