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"Inolvidable"

Droga.

Muchas personas temen a lo que refiere esa palabra, droga...

Muchos creen que  solo existe una droga  capaz de matarte, esa que se esnifa, se inhala o se inyecta. Yo fui parte de ese gran porciento de ineptos...hasta que llegó ella a mi vida.

La conocí una noche, era viernes de carnavales y después de una intensa jornada de trabajo decidí despejar con unos amigos en una pomposa fiesta de barrio. Beber alcohol, fumar uno que otro cigarrillo y drogarnos, esa era la rutina en cada una de nuestras salidas.

Solo un segundo demoré en analizarla.

Cabello castaño hasta la mitad de la espalda, un vestido rojo resaltando la clara piel que poseía, de rasgos finos y maquillaje sencillo, la típica chica pija que buscaba una noche loca con un par de amigas.

— ¿Qué tanto miras?— preguntó Timothy a mi izquierda— Oh, ya veo, deberías armarte de valor aunque sea una vez en tu vida, no dudo que seas virgen_le observo la espalda mientras emprende camino hacia la chica de antes.

— ¿Qué rayos vas a...— demasiado tarde, solo divicé el saludo mutuo, me di vuelta y quedé frente al bartender, era mejor observar al obstinado regordete que pasar la vergüenza del siglo.

Si bien amaba salir y compartir con los demás, la timidez formaba una gran parte de mi vida. Se me hacía difícil relacionarme con nuevas personas o hacer nuevas amistades. Así que prefería que las personas se acercaran a mí y entablaran la primera conversación, todo era más sencillo y dinámico de esa forma.

— Aquí tienes— la voz de Tim a mi izquierda me hace girar el rostro y lo primero que veo frente a mí es un pequeño papel doblado—Es su número y ten esto también.

Un cigarrillo de marihuana, otro entre tantos. Afortunadamente teníamos autocontrol y procurábamos ser discretos.

Tomo ambas cosas y enciendo el cigarrillo, vuelvo a localizar a la chica, esta vez mucho más cerca, a mi derecha. Pide una cerveza, el bartender intenta servirle en una jarra de cristal, ella le arrebata la botella, le guiña el ojo y se vuelve a largar a la pista con sus amigas.

Es una mujer con chispa, despampanante y sociable, todo lo contrario a mi persona, aburrida, desaliñada y desprolija.

La droga empieza minutos más tarde a hacer efecto, la relajación viene consigo y la adrenalina ligada a la testosterona incita que me acerque...así lo hago.

No sé si fue la marihuana o el alcohol, pero lo único que recuerdo de aquella noche es estar entre sus piernas, el placer de besos candentes y un número telefónico .

La llamé una semana después. Tuvimos largas charlas por WhatsApp y descubrí en ella algo más que un cuerpo bonito y una sonrisa encantadora. Descubrí una mujer con grandes ideales, con sentimientos hermosos y muchos complejos.

Nos reunimos después de un mes, sí, fue más tarde que temprano, pero no estaba listo para plantarme y hacerle frente a dicha deidad, era demasiado perfecta para un bobalón como yo...hasta que dí el paso.

Todo pintaba bien, todo parecía ser un sueño rosa en una realidad oscura. Podía refugiarme en ella siempre que tenía problemas, le contaba mi día a día y notaba cómo se preocupaba cada que algo me sucedía. Pude ser yo mismo entre sus brazos y mostrarle lo ridículo que era cuando me hablaba cursi y apretaba mis cachetes. Increíblemente me sentía el hombre más fuerte y millonario del planeta con tan solo sentir que su respiración se acompasaba con la mía cuando solo mirándonos, gritábamos cuánto nos amábamos.

— Lo quiero intentar— dijo sobre mi pecho, levantó la mirada y volvió a consumirme con la oscuridad de sus pupilas.

Era una tarde de otoño y lo único que me daba paz en esos momentos de mi vida era su calidez.

— ¿ A qué te refieres?— le pregunto mientras paso mi mano por su espalda desnuda, hasta situarla en su cintura.

— La droga, quiero intentarlo, dijiste que me enseñarías— traza con sus dedos caricias en mi rostro.

— Espera aquí— me levanto dispuesto a buscar uno de los pequeños paquetes que tenía olvidado en un cajón , volteo y tiene su vista fija en mi cuerpo, río y le hablo— Vas a gastarme como no pares de devorarme con esos ojos tan bonitos que tienes.

Ella no aparta la mirada, sino que la intensifica mientras se acerca a mí contoneando las caderas. Ya sé lo que quiere con solo apreciarla.

— ¿No te cansas?— le pregunto observando sus labios aún enrojecidos por los besos bruscos de hace rato.

— De tí, nunca.

— ¿Has esnifado antes?— niega— te muestro.

Preparo dos lineas de cocaína con mi tarjeta de crédito y le enseño como hacerlo...

Veinte minutos después ya estamos bajo el efecto de la droga, estamos acostados uno al lado del otro, admiro su perfil hasta que se percata, me dedica una sonrisa.

Se levanta y tira de mi brazo en dirección al cuarto de baño. La tina está repleta de agua, espuma y un exquisito olor a amapolas.

Nos adentramos juntos, ella se sienta a horcajadas sobre mi cuerpo, el agua corre por el suelo en un sonido relajante mientras la sostengo algo mareado por la espalda. Empieza a moverse sugestivamente encima mío, a la par que me besa entre risas bobas, propias de la dopamina.

Dominante, si algo define nuestras relaciones carnales es eso, dominantes. Cada estocada con más fuerza, cada gemido más alto que el anterior  y eso somos, en eso nos volvemos...placer,  limerencia y eudaimonía.

Y comienza a volverse droga, una droga muy atractiva y amante del sexo. Una mujer con metas claras, estudios exigentes y fuego en la cama.

Descubrí esa nueva droga en su anatomía, en su trato...

Pero no todo es siempre como lo deseamos, nada sale del todo perfecto.

Porque cuando termina la escena, el telón cae, culminando la obra.

Pues bien, meses después la distancia empezó a hacer de las suyas, o eso creía yo. La veía menos y cuando le hacía llamadas las rechazaba e ignoraba mis mensajes. Cuando asumí que había zanjado sin más lo nuestro, pasé semanas intentando apartarme de sus recuerdos, tal vez solo había sido un juego para ella, o se habría hartado de mí, no tenía forma de saberlo, solo aguantaba esa abrumadora sensación de estar perdiendo algo, nada más parecido a estar en abstinencia. Estaba bloqueado.

Pasaron tres meses de contacto cero y en la noche del 17 de febrero recibí la llamada...

— Que tal Tim, se me hace extraño que llames a esta hora, ¿Estás en un hospital?_ las sineras de fondo me preocuparon instantáneamente.

— No es por eso, debí decirte antes, joder— lo escucho maldecir varias veces.

— Me estás asustando idiota— comienzo a vestirme— ¿Qué rayos sucede?

— Recuerdas a la chica, a esa que conociste en una fiest...

— ¿Qué pasó con ella?

— La encontraron muerta cerca del río Paraná.

Todo se paralizó en ese instante.

— Ya la había visto comprar antes, debí decirte....

— ¿Dónde estás?

— Cerca del río, estoy observando todo desde...

— Retenlos.

Cuelgo y salgo como alma que lleva el diablo. Llego en quince minutos tras saltarme par de rojas en el camino, todo está lleno de gente, parece como si estuviesen dando un espectáculo.

Corro en dirección a los peritos, hay cintas amarillas por todo el lugar, observo a Tim discutiendo con el guardia. Logro cruzar ágilmente hasta llegar a una figura tendida en el suelo, su cabello sigue largo, su rostro ha perdido el brillo, y sus ojos están cerrados.

Toco sus mejillas, han perdido el característico rosado de ellas. Alguien grita que me aparte, pero me niego.

Siento como si comprimieran mi corazón, explotara una bomba en mi mente. ¿Dónde estuve cuando me necesitó?¿ Esto es lo que hace el orgullo?

Levanto su cabeza y la coloco en mi pecho, la abrazo como si la vida se me fuera en ello. Tengo un nudo en mi garganta y grito, grito tan fuerte como puedo...el llanto no cesa y alguien se acerca a mí.

— Disculpe, está interrumpiendo nuestro trabajo.
— ¿De qué, por qué..?

— ¿A que se refiere?

— Su muerte, ¿por qué murió?

— Sobredosis.

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