Capítulo 7.
LA NIEVE CAÍA DEL CIELO CON ELEGANCIA, PINTANDO TEJADOS Y SUELOS DE COLOR BLANCO. Hoy era Navidad, su primera sin sus padres y hermano. Llevaba años sin celebrarla con su hermana ya que la mayor se quedaba en Hogwarts todos los años. Entre tanto blanco pudo divisar a lo lejos una figura pequeña oscura acercándose, y a cada segundo se hacía más visible. Abriendo la ventana dejó pasar a la lechuza de su hermana, no estaba segura de si debía o no abrir la carta. Seguramente su madre la quemaría, pero Margaret Yaxley no se encontraba junto a ella así que no tendría por qué enterarse.
Con cuidado quitó el sobre de las patas de la lechuza oscura con tres manchas blancas en el costado izquierdo. Dejó el animal al lado de la chimenea del cuarto para que se secara y tomó asiento en el alféizar interior de la ventana tras cerrar ésta. Y sin esperar un segundo más prosiguió a leer la carta lo antes posible para evitar que alguien entrara en la habitación y se enterara de que estaba en contacto con su hermana, una traidora de sangre.
Querida Violet,
Antes que nada, no sé cuánto tardará Odiseo en dejarte esta carta, pero quería desearte unas felices fiestas y un feliz año. Ya sé que no deberíamos hablar pero sabiendo que ibas a pasar las vacaciones con los Black (dale las gracias a Sirius por comentarlo) quise aprovechar a mandarte ésto sin ser pilladas por madre.
Hace mucho tiempo que no conversamos y me gustaría verte, en persona, y hablar. Hay algunos temas de los que tienes que ser informada, unos muy importantes. Todo están cambiando, y no para bien. Tiempos peligrosos se acercan y necesito avisarte.
Reúnete conmigo dos horas antes del desayuno la primera mañana de clases en el Lago Negro. Entonces podremos hablar tranquilamente sin ser vistas por nadie, a esas horas todavía duerme todo el mundo.
Por favor, envíame una respuesta cuanto antes con mi lechuza.
Ten cuidado y no confíes en nadie, absolutamente nadie, y menos en nuestra madre y los Black.
Un gran abrazo,
C. M. Y.
PD: A Odiseo le encantan las magdalenas.
Decir que la carta de Cassandra la había dejado un poco preocupada y extrañada era poco comparado con lo que sentía. Una presión se apoderó rn su pecho y a paso rápido buscó un papel y una pluma junto a un tintero para responder y enviar cuanto antes la carta. Lanzó el papel de su hermana al fuego y le dio una pequeña magdalena que tenía en su cuarto que había dejado Kreacher junto a un té verde.
Con trazos rápidos y precisos escribió su respuesta y la dobló metiéndola entre un pañuelo rosa palo de tela para después meterlo en un sobre. Esperaba que la carta no se mojara.
Estimada Cass,
Acepto tu propuesta, nos vemos a la vuelta de vacaciones. Feliz Navidad y año nuevo.
Mis mejores deseos,
V. D. Y.
PD: Sí, le gustan mucho las magdalenas.
―Señorita Yaxley, el amo Regulus la espera en el salón. ¿Está enviando una carta? Podríamos haberle dejado una lechuza.
Aunque el elfo se calló al ver que no había una sino dos lechuzas en la sala, pero prefirió no decirle nada más y de un chasquido desapareció. Tendría que informar de aquello a sus amos. Violet no era una persona que dijera palabras malsonantes, su madre le había enseñado que una dama debía de hablar correctamente y con educación. Pero lo único que pudo pensar en esos momentos fue: mierda.
El elfo lo había notado, lo sabía, así que tendría que inventarse una escusa razonable que no pusiera en peligro a su hermana. Algo se le tendría que ocurrir si el señor y señora Black le preguntaban. Por lo que con una pequeña cinta ató la carta a la pata de la lechuza, le sería más fácil volar, y abrió la ventana dejando que Odiseo comenzara su camino hacia Hogwarts. Y tras alisarse una última vez la falda que llevaba puesta salió de la habitación y se dirigió a la sala que Kreacher le había indicado.
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( observar la preciosidad de manip realizado por la increíble y talentosa azul_gomez ❤️ )
LA CENA DE NAVIDAD HABÍA CONCLUIDO y ambos adultos tras despedirse dejaron solos a los adolescentes en el salón. Una suave melodía salía por cada movimiento que daban los instrumentos encantados. Todo lo que había en la mesa había desaparecido y únicamente quedaba un mantel limpio blanco encima. Violet no sabía qué hacer, si quedarse ahí con Regulus o ir subiendo las escaleras hacia su cuarto...
―¿Te apetece bailar? Prometo no pisarte.
Las palabras del joven Black la dejaron un poco sobresaltada, había estado tensa internamente esperando a que alguien mencionara algo sobre la carta que iba a mandar, pero parecía que el elfo no había comentado nada por el momento. Y así era mejor. Con una sonrisa graciosa avanzó hacia él e hizo una reverencia exagerada.
―¿Me concede este baile señor Black?
Y él solo pudo reír levemente y aceptar la mano que la, en ese momento, castaña le ofrecía, respondiendo con un intento de voz aguda.
―Sería todo un honor señorita Yaxley.
Y así fue como ellos solos comenzaron a danzar a paso lento por toda la sala, rodeando la mesa y sillas, evitando pasar muy cerca de la chimenea. Y durante horas bailaron con gracia la música de paso a dos, con diversión las melodías de celebración y con tranquilidad y proximidad la música lenta que inspiraba cercanía. ¿Quién le diría a Violet que comenzaría a sentir un cosquilleo en su pecho y estómago cada vez que notaba la proximidad que ambos tenían? Nunca pensó que sucedería, pero era cierto. Le comenzaba a gustar Regulus Black, puede que para algunos le pareciera raro, pero ella era una soñadora y el muchacho era como un sueño hecho realidad.
Regulus tenía sus manos en la cintura de la chica y ella las suyas sobre los hombros de éste. La música había dejado de sonar pero ambos seguían moviéndose levemente de un lado a otro, lentamente. Bajando la vista notó que ella tenía su rostro escondido en su pecho pero podía ver cómo entre sus cabellos color chocolate brotaban unos rosados, como flores en un jardín. Eso significaba que estaba nerviosa, y apostaba cualquier cosa a que su rostro también tenía matices rosados.
―Creo que debería irme a dormir ya, se está haciendo tarde y tu madre quería que la acompañara a dar un paseo mañana por la mañana. Buenas noches Regulus.
Se separó de él y tras decir esas palabras con una suave sonrisa comenzó a alejarse. Estaba a punto de salir de la sala pero una mano sobre su hombro hizo que se girara y se topara con el cuerpo del muchacho bastante cerca.
―Feliz Navidad Violet.
Su voz un poco grave apenas era un susurro pero pudo oírle gracias a la cercanía de sus cuerpos. La mano del chico acariciaba una mejilla de ella y su corazón cada vez golpeaba con más fuerza el pecho de la pelirrosa. El pulgar de él dibujó el contorno de los labios de Violet dejando por su camino una sensación de cosquilleo en la piel. Dejando sus pensamientos a un lado la muchacha viendo que Regulus dudaba dio el primer paso y se puso de puntillas para acercar su boca a la de él. Podían notar la calidez que emanaba el otro y no se pudieron resistir más. Chocaron sus labios moviéndolos lentamente, como si de un vals se tratara. Sus narices se rozaban levemente pero no les importaba, solamente tenían en su mente el suave sabor que les quedaba a ambos del pastel de cereza que había de postre y el húmedo tacto de sus bocas.
Tras unos instantes que parecieron eternos para ambos, se separaron para respirar y abrieron sus ojos, mirándose fijamente. La joven Yaxley dejó un último beso sobre los labios de él y abrió la puerta de la sala para irse a dormir.
―Feliz Navidad Regulus.
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