Capítulo 5.
Violet se encontraba fuera del tren junto a su baúl buscando entre la gente a la familia Black.
Su cuerpo se encontraba arrugado del frío que hacía, intentando resguardarse en la gran bufanda verde esmeralda que rodeaba su cuello. Tenía el pelo anaranjado recogido en un moño casi perfecto, exceptuando los pocos pelos de bebé que caían sobre los laterales de su frente.
Sus piernas tiritaban debido a las medias negras que enfundaban sus piernas. Llevaba unos botines negros y debajo de su abrigo del mismo color tenía un vestido verde oscuro.
Su mano derecha, con la que tenía agarrada el baúl fue envuelta por una cálida sensación, otra mano.
Y sorpresa, sorpresa... Era Regulus. Con una sonrisa ladeada le habló cordialmente.
―Mis padres nos esperan ahí, si quieres puedo llevar tu baúl.
La mayoría de chicas darían lo que fuera porque un Black les llevará el baúl, pero ella no estaba dentro de esa mayoría.
―No hace falta. Puedo llevarlo yo, además, tampoco pesa tanto.
El muchacho siguió insistiendo y acabaron llevando el baúl ambos, Violet con su mano derecha agarrada a su equipaje y su izquierda dentro de su bolsillo.
Regulus tiraba con su mano derecha de su propio equipaje y con la izquierda sobre la mano de la metamorfomaga la guiaba hacia los señores Black.
Se saludaron energéticamente y a la joven antes de aparecerse agarrada a Orión le pareció verle echar una última mirada alrededor. Puede que tuviera la esperanza de que su primogénito apareciese en el último momento. Pero eso no sucedió.
La noche había llegado y después de cenar Violet se encontraba tumbada en la cama del cuarto de invitados. Su cuerpo estaba enfundado por un camisón blanco y una bata de noche de color verde esmeralda. Los dedos de sus pies descubiertos se arrugaban un poco por el frío pero no tenía intención de dormirse.
Se levanta con cuidado y cierra despacio la puerta de su cuarto despacio. Cruzó a paso ligero el pasillo intentando hacer el menor ruido posible y dio un par de golpes leves antes de adentrarse en una habitación de tonos verdes oscuros, mostrando que su dueño pertenece a Slytherin.
―¿Violet? ¿Necesitas algo? ¿Qué ocurre?
Regulus se encontraba sentado en su cama con el pijama puesto y las sábanas hasta su regazo. Un libro lo acompañaba mientras que la pequeña luz de la lámpara de la mesilla de noche danzaba con gracia.
―No tengo sueño y no quería hacer mucho ruido, admito que vuestro elfo doméstico me da un poco de miedo.
―Kreacher puede parecer un poco aterrador, pero en el fondo es un gran elfo.
Una sonrisa graciosa se dibujó en el rostro de la pelirroja.
―Lo que tú digas Reg.
Ambos se sorprendieron por cómo le había dicho la muchacha a él, fue inconscientemente un acto que les hizo avanzar en su curiosa "amistad".
―Como quieras Vivi.
Violet entrecerró los ojos con molestia al oír ese diminutivo de su nombre, solo su hermano mayor la llamaba así, y siempre era para burlarse de ella.
Tras mirarse unos instantes que parecieron eternos Regulus con una mano movió las sábanas que se encontraban a su lado.
―¿Quieres quedarte aquí un rato conmigo? Sería descortés de mi parte dejarte ahí de pie pasando frío.
Violet se sentó en el frío colchón, pero la sensación duró poco al sentir el cálido peso de las sábanas y mantas sobre ella.
―Me temo que tus padres no podrán venir a verte, están ocupados visitando y cuidando de tu abuela.
―Me lo imaginaba, pero no pasa nada, ella necesita cuidados, todos creen que ha perdido la cabeza. Yo no lo veo así.
―¿No?
―Según ella en nuestra familia hay una maldición que surgió en la primera generación de Yaxleys y aparece desde entonces dejando de por medio dos generaciones libres. Solo la primogénita sufre esa maldición, ningún varón.
―¿Así que dices que tu abuela tiene una maldición? ¿Y no hay un contrahechizo o poción que deshaga la maldición?
―Durante años se ha intentado hallar la cura pero no ha habido suerte. Aunque mis padres opinan que son simples cuentos de una anciana. Supongo que para averiguarlo habrá que esperar a la siguiente generación, que mi hermano tenga alguna hija. Ahí sabremos si es verdad o no, aunque pensándolo de esa manera preferiría que no fuera cierto.
―Que curioso.
Siguieron hablando durante varias horas hasta que el cansancio pudo con ambos y durante la noche una pequeña silueta apagó la luz del cuarto feliz por la felicidad de su joven amo.
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