Capítulo 26.
VIOLET HABÍA PRONUNCIADO ESE NOMBRE QUE EN UN MOMENTO FUE FAMILIAR Y EN ESE INSTANTE PARECÍA DISTANTE, CASI DESCONOCIDO. Se había levantado de su asiento pero pronto se arrepintió al notar como su respiración se aceleraba y su visión se nubló por unos instantes. La situación era demasiado abrumadora y estresante para ella. Durante años pensó en todas las cosas que quiso decirle... Y ahora no salía de su boca ni una sola palabra, todo parecía un retorcido sueño, una ilusión de la que despertaría en algún momento con el corazón destrozado.
―Yo... Creo que necesito un momento para asimilar todo, no me encuentro muy bien.
Y con esas palabras dichas salió disparada de la sala para dirigirse a las escaleras agarrándose fuerte de la barandilla para no caerse. Su cabeza no paraba de pensar, los engranajes moviéndose exhaustivamente le provocaban una sensación de malestar por todo su cuerpo. Se metió en el primer baño que vio y cerró la puerta sentándose después en el suelo apoyando su espalda en la fría y polvorienta pared.
No pudo evitar que las lágrimas acumuladas en sus ojos finalmente comenzaran a descender por su rostro, su esposo supuestamente muerto había aparecido de la nada ante ella bastante vivo. ¿Y ella qué hacía? Se alejaba para llorar, ¿era por alegría? ¿Tal vez de la impresión? ¿Ambas? Violet no lo sabía, pero lo único a lo que le daba vueltas era el hecho de que Regulus estaba vivo y la incógnita de por qué no había regresado a casa con ella.
Abajo se había hecho el silencio y los hermanos de cabellos claros no sabían muy bien qué hacer, eran conscientes de que lo mejor era darle espacio por un rato a su tía pero comenzaba a resultar incómodo estar en silencio sin saber qué decir a su tío. Afortunadamente Sirius regresó e inmediatamente inició una conversación con los dos menores hablando sobre su cumpleaños número 17, el último año en Hogwarts, el examen de aparición, sus aficiones... No es que Regulus no supiera cómo conversar con los demás, sino que esos adolescentes eran como hijos para su esposa... Y le causaba nervios el simple hecho de que no llegara a caerles bien.
Había pasado casi media hora según el reloj de pared al lado de la chimenea y la pelirroja todavía no daba señales de vida. Decidió intentar hablar con ella así que siguió el camino por donde ella se había ido abriendo cada puerta que había para echar un vistazo en búsqueda de Violet hasta llegar a la del baño de invitados del primer piso. Como en el resto de veces, llamó a la puerta antes de mover el pomo para asomarse encontrando a la mujer con los ojos y rostro en un leve tono rojo. Inmediatamente la culpa inundó el cuerpo del menor de los Black sabiendo que estaba así por su culpa.
―Oh, Violet... ¿Está bien si me quedo contigo?
Ella asintió con la cabeza y este se adentró en el baño cerrando la puerta para darse la vuelta y encontrar una varita apuntando su pecho. Regulus inmediatamente levantó las manos en señal de paz mientras Violet conjuró el hechizo revelador aunque nada cambió en él y todavía sin apartar la varita hizo una pregunta.
―¿Cuáles fueron tus últimas palabras hacia mi? En persona, no escritas.
―Pero qué... Soy yo, Violet, tu Regulus, bueno, un poco más viejo y con alguna pequeña arruga pero sigo siendo yo.
―Tus últimas palabras, por favor, no lo voy a volver a repetir.
Tenía que asegurarse de que era él y no un impostor. No sabía si podría soportar otra decepción.
― Dije que estaba harto de que te preocuparas tanto por mi, que no tenías que saber todo lo que hacía. Después di un portazo tan fuerte que seguramente hizo que se cayera el espejo que teníamos en la entrada, lo vi roto cuando llegué aquella noche. No pretendía ni sentía nada de lo que dije ni hice, esa noche llevaba planeada desde semanas y ya me había hecho a la idea de que iba a hacerlo... Alejarte de mi era la única manera de que no me echara atrás, tendría que habértelo contado.
Violet bajó su varita y la metió en el bolsillo de su vestido largo de verano.
―El espejo no lo rompiste tú, fui yo.
Una sonrisa se asomó en el rostro de ambos, y Regulus negó la cabeza creyendo cada palabra que dijo, no le extrañaba para nada. Pero pronto la alegría se desvaneció de la mujer y lo miró a los ojos, esos océanos en tormenta en los que tanto se perdía.
―¿Qué te ocurrió, Reg? Si no estabas muerto, ¿por qué has tardado tanto en aparecer de nuevo? Fui a tu funeral, lloré durante años tu perdida para que de un día a otro aparezcas de la nada.
―Llevaba semanas siguiendo una pista de cómo debilitar al Señor Tenebroso. Ese día que nos peleamos vine aquí para que Kreacher me ayudara. Juntos acabamos en una cueva y tuve que beber un líquido encantado doloroso con la ayuda de Kreacher para poder sacar un objeto y cambiarlo por uno falso. Quedé muy débil y cuando vi que nos rodeaban inferi le pedí a Kreacher que se llevara el objeto junto a la carta que te escribí. Pensé que iba a morir aquella noche, y seguramente lo habría hecho de no ser por el detalle de que soy un animago. Sí, sonará de locos pero el mes que aprendí oclumancia hice el proceso de transformación. Afortunadamente lo conseguí antes de recibir la marca tenebrosa. Entonces, me transformé en gato y parece que los inferi no me tomaron como una amenaza en mi forma animaga, con la varita en mi boca conseguí subirme a una barca que había conjurado por si algo salía mal y durante dos días estuve a la deriva hasta que finalmente logré aparecer en un lugar lejos de ahí en tierra.
―¿Y luego?
―Escondí mi varita junto a mi anillo en un lugar específico protegido con magia por mi y como un gato deambulé por meses recogiendo información. No podía acercarme a ti ni a mis familiares, no después de escuchar que tanto la Orden como los mortífagos os tenían vigilados. Después Voldemort desapareció aunque sus seguidores siguieran al acecho escondidos entre las sombras. Merecías a alguien con quien pudieras salir a la calle sin miedo, alguien que no te pusiera una diana en la espalda. Por eso traté de seguir informándome, vigilando desde lejos, durante años. Hasta que apareció la noticia de que mi hermano había escapado de Azkaban, supe que era mi oportunidad y me metí en una tienda de mascotas para que algún alumno de Hogwarts me adoptara, y así fue.
―No tendrías que haber pasado por todo eso solo, ni tampoco tenías el derecho de elegir que era lo mejor para mí. Si se trata de ti estaría dispuesta a ir al Inframundo y volver a tu lado. No me importaban los riesgos, solamente te quería a mi lado.
―A veces me pregunto por qué no acabaste en Gryffindor.
―Supongo que la presión de mi madre por quedar en Slytherin fue suficiente. Además, soy demasiado ambiciosa y calculadora en algunos aspectos como para ser una leona.
Dicho eso quitó la distancia que había entre ambos para abrazarlo con fuerza, escondiendo su cara en el pecho de su amado. Y finalmente él pudo decir que, tras tantos años de fuga, estaba en casa, de nuevo en su hogar.
Entre los brazos de Violet Black.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Como veis, he utilizado la teoría que había de que el gato de Hermione era en realidad Regulus y, en verdad, tiene su explicación (es una conclusión a la que he llegado yo para que tenga sentido). Esta es que es un gato para representar a un león, aunque en un tamaño más pequeño, Regulus al final fue valiente y osado para estar dispuesto a morir y dejar su vida a una edad temprana por un bien mayor. Y el color naranja es principalmente por su querida pelirroja Violet. 🤗
También he de decir que Sirius y los hermanos Yaxley aparecerán con más detalle en Bad Dream. Y en el próximo capítulo habrá interacción de estos últimos con Regulus, ¿cómo creéis que llevarán la situación?
Por último, muchas gracias por apoyar tanto la historia, me encanta ver vuestros comentarios, me alegran los días. ❤️
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