Joku
Día cuatro: tomando.
—Una copa más —gritó un joven pelirrojo.
Una fiesta de la fraternidad se llevaba a cabo, la primera fiesta a la que el nuevo miembro del equipo de fútbol asistía. Kirishima Eijiro era un muchacho entusiasta en su primer año de universidad y también era un alma inocente que jamás había bebido en la vida.
¿Entonces que hacía tomando como si su vida dependiera de ello? La mala influencia de Kaminari, su compañero de cuarto, el rubio de ojos color miel se encargó de darle copa tras copa de licor con el único propósito de hacerle una buena broma al novato del equipo, así como un año atrás se la hicieron a él.
—Claro Kiri, todo lo que tú quieras —dijo el muchacho ya pensando en la forma en como podría llevar al gran hombre hasta uno de los cuartos y vestirlo de bebé.
No muy lejos de la patética escena donde el pelirrojo intentaba sin éxito alguno empinarse la copa llena de alcohol, se encontraba Mina, una compañera de clases a la cual le caía bien el normalmente amable pelirrojo.
¿Cómo podía Kaminari el siquiera pensar en hacerle una broma a aquel ser de luz? No en su guardia, ella no se lo permitiría, pero otra duda nacía con aquella determinación. ¿Cómo arrancar al amable pelirrojo de las garras de los hombres del equipo de fútbol? Aquellos hombres musculosos, fuertes y completamente rudos daban miedo a la hora de querer enfrentarlos, entonces lo recordó.
Su as bajo la manga, una persona que daba mil veces más miedo que cualquier jugador de fútbol americano. La bestia de la facultad de economía, como era conocido en toda la universidad, uno de los hombres más fuertes y respetados del campus y casualmente el mejor amigo del terrón de azúcar pelirrojo a punto de ser profanado.
Oh si, ella llamaría aquella bestia, invocaría a aquel animal salvaje y les enseñaría a aquellos niñitos rudos lo que era el verdadero terror, pues estaba segura de que Bakugo Katsuki no dejaría que le toquen un solo cabello a su hermano del alma.
Era la una de la mañana cuando su celular sonó y sonó como loco. Un fuerte gruñido salió de su garganta a la quinta vez que el maldito aparato sonó por las insistentes llamadas entrantes.
—Kacchan te llaman —dijo adormilado Deku desde la otra cama.
—¡Cállate maldito nerd ya lo oí! —gritó el rubio a su compañero de cuarto, antes de sentarse de golpe en la cama y gruñir un poco más.
Miró el aparato que nuevamente sonaba y gruñó de nuevo, ese maldito número no lo conocía, si era algún extra que se había equivocado le diría hasta de que se iba a morir a ese hijo de puta que se atrevía a arruinar su sueño reparador. Estaba soñando con que era un superhéroe en un mundo lleno de personas que tenían poderes, pero él no era solo un héroe, era el mejor de todos. ¿Cómo alguien se atrevía a dañar un sueño tan maravilloso?
Contestó tomando aire para empezar a decir un extenso catálogo de insultos sin siquiera dejar a la otra persona hablar. ¿Y si realmente lo necesitaban? Eso no importaba, el mundo se podía ir a la basura si quería, podría estar pasando el mismísimo apocalipsis, pero él no se levantaría de su cama hasta que su alarma programada sonase, todos sus conocidos sabían eso, por ello estaba seguro de que era una llamada de alguien que se equivocó de número.
—Mira imbécil, aprende a marcar bien los putos números del celular, inútil descerebrado hijo de puta, me vuelves a despertar y te parto el trasero a golpes bastardo mal...
El rubio cenizo se calló de repente cosa que hizo a su compañero de cuarto, Midoriya Izuku, sentarse en su cama para mirarle con extrañeza. ¿Qué en este mundo había podido hacer callar a su compañero cuando estaba enojado? ¿Qué le había dicho la persona al otro lado de la línea?
Vio con asombro como el rubio se levantó con rapidez de la cama y se quitó el pijama casi arrancándoselo del cuerpo poniéndose de nuevo la ropa que se había quitado ese día.
—Levántate Deku necesito que me lleves a un lugar —dijo Bakugo casi cayendo de trasero al suelo mientras intentaba ponerse sus botas negras con naranja.
—¿A dónde vamos Kacchan? —preguntó Izuku completamente confundido y sin salirse de las cálidas cobijas de su cama.
—¡Mueve ese inútil trasero de la cama! ¡Rápido!
El tremendo gritó del contrario alertó a Deku, el cual sin demora salió de su cama y sin molestarse en cambiarse el pijama solo tomó la sudadera con capucha verde a su lado y se la puso antes de tomar su cartera, teléfono y llaves del auto para después salir como volador sin palo detrás del inmensamente furioso rubio cenizo.
—Mira Bakugo, lo que sucede es que los idiotas del equipo de fútbol probablemente quieran hacerle una broma pesada a Kiri, el pobre está muy borracho como pare defenderse. —No pudo decir más pues la llamada fue cortada, no sabía si aquel hombre iría, solo tenía su número pues tuvo que hacer un trabajo con él hace poco y realmente casi no había hablado con este, pocas personas lo trataban, solo Midoriya su paciente compañero de cuarto, Camie su enérgica novia y Kirishima su hermano del alma.
Pasaron algunos minutos mientras alarmada Mina miraba como el fastidioso Kaminari hacía señas a los otros miembros del equipo para que se acerquen a él y al pelirrojo.
Dio un par de pasos hacia esa dirección sin saber muy bien que hacer para detenerlos, entonces la mano de su amiga Tsuyu la detuvo.
—Eso no es buena idea —comentó la bella muchacha de cabello verde—. Ya sabes cómo son, lo mejor es no meterse con ellos.
Mina miró impotente como levantaban a Eijiro del sofá y solo cerró los ojos con tristeza, había hecho lo que estuvo en sus manos, pero nada podía hacer contra un grupo de descerebrados borrachos musculosos.
"Perdóname Kiri, te he fallado", pensó rendida la alegre mujer dejándose llevar por su amiga, pero justo cuando se empezaban a llevar al pelirrojo un fuerte gritó resonó sobre la música y el bullicio.
—¡Pelo de mierda!
Todos se quedaron en silencio, solo se oía la fuerte música que salía de los altavoces, entonces de repente una gran risa feliz resonó en el lugar.
—¡Katsubro! ¡Estoy aquí! —exclamó feliz el borracho Kirishima.
—Shhhhh, no lo llames. —Kaminari ya sabía lo que le corría pierna arriba con la llegada de la bestia de la facultad de economía. ¿Qué hacía él allí?
—Bro, quiero alitas picantes —gritó el borracho.
—Sigue hablando ya voy por ti —vociferó el rubio abriéndose paso entre la multitud con un intimidado Izuku pegado a su espalda.
—Tenemos que huir de aquí o nos matará —dijo Hanta Sero a sus compañeros de equipo.
—Él no sabe de la broma, seguro solo vino por Kirishima para llevarlo a dormir —aseguró Tetsutetsu.
—Lo mejor es que nos alejemos —sugirió Sato, a los miembros del equipo de fútbol.
Casi tiraron a Kirishima al suelo quien no dejaba de llamar a su bro, e iban a salir corriendo para mezclarse entre la multitud, pero era demasiado tarde, los ojos rojos de Bakugo los miraban con ira contenida.
—Ahora, quien de ustedes grupo de idiotas me dirá que es eso de una broma. ¿Qué querían hacerle a Kirishima? —El color se les fue del cuerpo al verlo sonreír de forma asesina mientras cruzaba sus musculosos brazos sobre su pecho.
—¡Corran por sus vidas! —gritó Kaminari mientras él mismo empezaba una loca carrera en un intento de salvar su vida.
Es de más decir que la fiesta terminó en ese momento, en menos de un parpadeo la casa quedó casi vacía, solo dejando atrás el desorden, suciedad y ruido de la música, única evidencia que allí hubo una juerga.
—Deku, ayúdame a llevar a este borracho problemático al auto, tenemos que ir a una farmacia, el idiota mañana va a aprender a no tomar —dijo con malicia el rubio mientras alzaba a Kirishima por las axilas sin delicadeza alguna.
—Si Kacchan —contestó Izuku tomándolo de los pies.
Al día siguiente corrió un rumor por todo el campus universitario, uno que llevaba una advertencia consigo, la cual solo tomó más fuerza cuando todos se enteraron de lo que el rubio le hizo al equipo de fútbol, los cuales desde ese momento fueron llamados los bebés de mamá.
Nadie se mete con Kirishima Eijiro y sale ileso, la bestia de la facultad de economía se aseguraría de ello.
Extra
—¿Ya es suficiente? —preguntó Kaminari completamente rojo.
—El maldito chupete también —ordenó Bakugo sin moverse de la banca en la que estaba sentado.
Cuando su obra maestra estaba lista sonrió con malicia y aplaudió fuerte haciendo saltar a todo el equipo de fútbol.
—¿En serio no tengo que disfrazarme yo también? —preguntó Kirishima mientras acomodaba las alcancías.
—Por supuesto que no pelo de mierda tú eres el encargado de contabilizar lo que se recaude. ¿Cierto, bastardos? —Bakugo los miró desafiante como esperando que lo contradijeran.
—Es cierto, es cierto —concordó Sero lleno de pánico.
—Ya están listos bastardos, tomen una alcancía y vayan a recolectar dinero —ordenó con malicia Katsuki—. Recuerden que todo es por los niños.
Y así casi todo el equipo de fútbol, exceptuando a Kirishima y Todoroki, el cual no había participado en el intento de broma ni siquiera había ido a la fiesta, salieron de los vestidores disfrazados de bebés a recorrer el campus recolectando dinero para una fundación benéfica.
—Tu amigo da miedo —dijo Todoroki.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Kirishima, pero no obtuvo respuesta alguna.
Cuarto día, no puedo creer que llegara tan lejos, esto es un trabajo bastante grande, pero aquí voy sin rendirme.
Esto es lo que se me ocurrió para el tema Tomando, espero que les gustara el enfoque que le di.
Gracias por leer esta historia, realmente se lo agradezco y no olviden en decirme si encuentran algún error, me sería de mucha ayuda.
No siendo más nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias.
Los quiero.
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