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Bill x Dipper (Billdip) 2

- Había una vez... No, qué asco.

- ¡Oye!

- ¿Qué? ¿Me vas a negar que es un terrible inicio?

- Tal vez...

- Empezaré así: Éste era un hermoso chico castaño

- ¡No!

- Sí, lo era.

- ¿Y ya no?

- Si pero todos los cuentos dicen "Érase una vez", ¿el protagonista murió acaso?

- No lo sé.

- Bueno, ¿qué sugieres?

El chico lo miró haciendo una mueca, ¿cómo quería que iniciara? ninguno sabe en qué momento las cosas empezaron a conspirar para que ésta historia se desarrollara.

El castaño era alguien simple... un poco presumido, el nerd del grupo...

Claro, como si el rubio fuera perfecto.

Bueno, es que si es perfecto.

Qué agradecido se sentía el castaño de saber que su novio dejó su narcisismo de lado para presentarlo.

Well, well, well...

Nada de "well, well"

Estás confundiendo a los lectores.

Érase una vez...

Un día soleado...

Tyron caminaba por el bosque cargando leña seca y carteles con publicidad. Él era un niño de 13 años...

No, espera, 13 es mucho...

Te conocí a los 15.

Me conociste a los 12.

¿Recuerdas quién eras a mis 12? ¿Quién eras antes de...?

De enamorarme de ti... Él era un niño de 13 años, odiaba el invierno, le congelaba las orejas. Tyron no era un niño común, en su cabeza se apreciaban dos enormes orejas como de gato...

¿Qué?

Un niño de 13 años es muy común para un cuento.

Orejas de gato es muy raro para un cuento.

Tyron era un venado entonces.

...

...

... Dos enormes orejas como de gato.

Como hemos dicho ya, odiaba el invierno, pero éste sería diferente. Éste invierno lo cambiaría todo.

Recolectaba leña para mantener caliente la cabaña, cuando encontró a un chico alto de ojos color miel que lo miraba.

- Hola. – susurró Tyron mientras sus orejas se agachaban con timidez.

- Hola. – el chico alto, cuyo nombre era... necesito un nombre.

- Cristhian.

- Cuyo nombre era... ¿Cristhian?, sonrió y habló con calma para que el niño no se asustara – noté que estabas colocando publicidad para la cabaña... ¿Podrías indicarme dónde es?

Tyron bajó la vista y señaló con firmeza en la dirección indicada.

- Gracias – Cristhian le sonrió más amablemente antes de irse.

Tyron se quedó solo buscando más leña cuando un lobo apareció.

- ¿Qué tal niño? Soy...

- ¡Un lobo! - Gritó horrorizado.

- ¡Sí! ¡Un lobo! – confirmó con falso entusiasmo y cara de desagrado – Pero un lobo que se llama Bill.

- ¿En serio? ¿Desde cuándo los lobos tienen nombre?

- Niño, si los perros tienen nombre, ¿Por qué un lobo no?

- Porque los lobos son malos y nadie quiere cuidar de ellos.

- Eso me pone muy triste, niño.

- ¿Los lobos tienen sentimientos?

- Los tienen – Bill bajó la vista con tristeza.

- ¿Qué quieres de mí?

- Quiero contarte un cuento – respondió Bill sonriendo.

- Pero tengo que volver con mi tío.

- Vamos, será uno pequeño.

- No sé, no debo confiar en extraños.

- Entonces no confíes – Se alejó dando dos pasos hacia atrás -, tampoco tienes que confiar en mi historia. Soy un lobo muy solitario, lo único que quiero es que alguien escuche los cuentos que conozco.

Tyron sintió compasión por el lobo y se sentó en un tronco cercano.

- Creo que un cuento no hará daño.

Bill sonrió mostrando sus afilados dientes.

- Érase una vez, un niño de 12 años que recolectaba fresas en el bosque, acompañado por su mejor amiga. Ella era muy hermosa, a él le encantaba mirarla.

Pero ella ocultaba un secreto, no era una niña normal, ella era un ángel.

El niño y la niña se querían, era un amor de niños, inocente.

Pasaron los años, ambos cumplieron 15 años en verano. Entonces él le declaró su amor; pero ella lo rechazó. Le dijo que no podían estar juntos porque era un ángel, y que cuando un ángel se enamora de un humano, el humano debe permitir que el ángel se lleve su alma, porque un ángel no puede permanecer con alguien que tenga forma física. El cuerpo de un humano envejece.

A él no le importó.

Pero ella no quería que él sufriera, ella no quería sufrir, así que decidió irse, alejarse de él; pero antes de hacerlo, le confió una roja manzana a una solitaria puma que halló en lo profundo del bosque.

"Encontrarás a un chico, sabrás quién es cuando lo veas. Ésta manzana es una ilusión, se mantendrá fresca por toda la eternidad. Cuando lo encuentres a él, necesito que le entregues ésta manzana. Él ya no me recordará, pero éste fruto es una promesa, de que volveré por él en otra vida, una vida en la que él sepa qué significa dejar su forma física por mí, una vida en la que éste dispuesto a hacerlo. Te concederé inmortalidad hasta que cumplas éste propósito"

Después de pronunciar esas palabras el ángel desapareció.

La puma disfrutaba de la vida eterna... es que había olvidado que no era eterna. Como lo dijo el ángel, encontró al chico indicado en otoño. Aún conservaba la manzana: estaba más roja que nunca cuando se la entregó al chico...

El lobo detuvo su relato de pronto.

- ¿Qué pasó? – preguntó Tyron, lleno de curiosidad - ¿El ángel y el chico terminaron juntos? ¿Él aceptó dejar su forma física?

Bill miró con ojos brillantes a Tyron y una enorme y sincera sonrisa apareció en sus labios.

- ¿Tú qué habrías hecho? – preguntó con esperanza.

Tyron bajó la vista.

- Por favor – dijo el lobo acercándose -, acepta éste regalo.

Tyron miró incrédulo la manzana que el lobo sostenía, era de un tono verde intenso, lo invitaba a probarla. La tomó con delicadeza y cuando levantó la vista el lobo ya había dado media vuelta.

El castaño guardó la manzana en su mochila y volvió a la cabaña.

Después de un profundo suspiro, el lobo se transformó en un alto joven de ojos azules, que brillaban como el mar cuando el sol se reflejaba en él. Sonrió antes de que su piel perdiera color y se dejara caer entre la nieve que se juntaba al pie de un árbol. Su trabajo, y su vida, habían acabado.

- Aún conservaba la manzana: estaba más roja que nunca cuando se la entregó al chico... - la conocida voz se escuchó desde dentro de la cabaña, llamando la atención de Tyron.

- ¿Qué pasará si él come la manzana? – escuchó a su hermana preguntar.

- Significará que él acepta dejar su forma para quedarse con el ángel. Pero sólo funcionará si lo hace frente a ella.

- ¿Cómo sabrá qué es lo que tiene que hacer?

- Lo sabrá cuando la vea a ella, al ángel. Una vez que él tenga la manzana, los recuerdos que compartió con el ángel volverán en el momento en el que él vuelva a verla. Y entonces deberá tomar una decisión.

Tyron abrió la puerta de la cabaña con fuerza. Su mirada se encontró con la de Cristhian, sintió como si las fresas volvieran a aparecer en sus manos, recordó lo mucho que le gustaba mirarlo, lo que sintió cuando lo rechazó porque los demonios no pueden enamorarse de los humanos si ellos no están dispuestos a dejar su forma humana.

Un frío suspiro hizo que los labios de Tyron temblaran, miró a su hermana y una lágrima le rodó por la mejilla sin que él lo notara.

- Hermano, ¿estás bien?

Ignorando la pregunta, Tyron sacó la manzana de su mochila, la cual dejó caer junto con la leña. Corrió a abrazar a Cristhian, él inhaló profundo; extrañaba el aroma de Tyron, aroma a pino... y escuchó el momento en el que Tyron mordió la manzana, un sonido que pareció causar un eco sanador y humano en su demoniaca soledad, una soledad que al fin terminaría.

"Fin".

- ¿Qué tal?

- No parece cuento...

- Pero, ¿te gustó?

- Si...

- ¿Crees que tu hermana entenderá?

- Lo hará, estoy seguro. Sólo espero que no sufra mucho mi ausencia.

El rubio se quedó callado.

- Entonces, ¿estás listo para dejar tu forma humana?

- Lo estoy... Te quiero.

- Y yo a ti, Pino.

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