Capitulo 3
La situación para las guerreras era extremadamente complicada, ya que, aunque podían encargarse de la mayoría de los orcos, el problema era que cada vez que uno de ellos era derrotado, parecían materializarse más de la nada, y en gran cantidad, esto poco a poco las llevó a la desesperación.
Asagi: ¡Son demasiados! - gritó, al mismo tiempo que partió a un orco por la mitad con su espada - ¡Y cada vez aparecen más!
Koukawa: ¡¡Resistan!! - exclamó mientras hundía sus cuchillas en la cabeza de otro orco, decapitándolo.
Sakura: ¡¡Hai!! - respondió con determinación, mientras asestaba varias puñaladas a otro orco que se le acercó.
Murasaki: ¡Psst! Chico - la chica con el hacha llamó la atención del peli-azul,;mientras continuaba luchando contra las oleadas de orcos que seguían llegando.
Yandal: - voltea a ver a la peli-azul.
Murasaki: ¡Trataremos de hacer una brecha para que puedas escapar!, cuando te dé la señal, corre lo más rápido que puedas y alejate de este lugar, ¿entendido?, - le dijo con tono serio y determinado, mientras luchaba contra los orcos.
Yandal: ¿Y qué pasará con ustedes...? - preguntó mientras observaba cómo las chicas luchaban contra la aparentemente interminable oleada de orcos.
Murasaki: - le sonrie de forma alentadora - No te preocupes por nosotras, estaremos bien, ¿estás listo...? - preguntó, preparándose para hacer una señal.
Yandal: - frunció ligeramente los ojos y esbozó una sonrisa de lado - No - respondió con la confianza en sí mismo y, quizá, con un poco de confianza.
Asagi: ¿Uhh...? - ladeó ligeramente la cabeza mientras lo miraba con una mezcla de confusión y sospecha - ¡¿Por qué diablos no?!, ¡estamos tratando de salvar tu maldita vida, de una muerte segura!
Yandal: Al contrario, señorita - cierra los ojos por completo, antes de abrirlos de nuevo y encogerse levemente de hombros - Parece que quienes necesitan ser salvadas... son ustedes.
Al abrir los ojos, la mirada del peli-azul, había cambiado por completo, ahora su mirada era ahora más penetrante e incluso más gélida que antes, seguida de una fuerte presión palpable en el aire, lo cual hizo que la mayoría de los orcos detuvieran el ataque, con algunos incluso retrocediendo con miedo y otros quedándose completamente paralizados ante semejante sensación.
Murasaki: ¿Huh...? - exclamó, mientras observaba con creciente confusión cómo los orcos retrocedían.
Sakura: ¿Qué les pasa?, ¿por qué actúan así...? - preguntó, observando la desconcertante reacción que estaban teniendo los orcos.
Asagi: ¿Qué significa esto...?, ¿por qué tienen miedo...? - preguntó con desconcierto y perplejidad, mientras intentaba comprender la repentina reacción que tenían los orcos.
Koukawa: Hmm... - concentró ligeramente su atención en él, de manera sutil y disimulada, observándolo con interés.
Oboro: ¡¿Qué les pasa a estas asquerosas bestias?! - gritó con furia e incredulidad mientras observaba cómo los orcos retrocedían, en lugar de acatar su orden - ¡¡¡¡ATAQUEN!!!!.
Yandal: No lo harán - respondió con naturalidad y seguridad en sí mismo, observando con calma como los orcos seguían retrocediendo ante el creciente peso de su presencia.
Oboro: - lo mira con creciente molestia - ¿Qué quieres decir...? - se detuvo, percatándose de un detalle que había pasado desapercibido ante su vista hasta ese momento - ¿Eh....? S-Sus ojos...
Yandal: Veo que te has dado cuenta, pero parece que no eres la única - avanza algunos pasos hacia adelante hasta encontrarse en el medio de las dos peli-moradas, manteniendo una distancia prudente de ambas.
Oboro: - retrocede unos pasos por puro instinto, observando con creciente sorpresa y, quizá, incluso con temor, la confianza con la que se manejaba el peli-azul frente a ella - ¿Q-Qué diablos eres...?.
Yandal: Mi identidad o lo que soy, no es realmente importante en este momento - respondió con calma, pero manteniendo una tensión palpable y evidente en su voz - Sin embargo, yo sé perfectamente, quién eres tú... y por qué las odias tanto, a tal punto como para querer acabar con sus vidas, y también con todo lo relacionado con ellas.
Oboro: ¡Cállate! - lo miró con claro enojo, mientras sus hombros comenzaron a temblar ligeramente, debido a la tensión y furia creciente que recorría su cuerpo - ¡Tú no sabes nada de mí...!.
Yandal: ¿A que no? - arqueó una ceja, mientras una leve sonrisa se formaba en su rostro - Entonces, ¿por qué veo en tus ojos, esa desesperación por agradar a alguien, para conseguir un poco de atención, y sentirte necesaria...?.
Oboro: ¡T-Tch...! - sus dientes hicieron un leve ruido debido a la fuerza con la que los apretó, antes de girarse hacia el jefe orco que se encontraba a su lado, y ordenarle - ¡¡¡MATALO!!!.
Siguiendo las órdenes de la peli-morada, el jefe de los orcos estaba a punto de atacar al peli-azul, sin embargo, se detuvo en seco, al darse cuenta de que no portaba su gran maza con la que tenía planeado atacar al chico.
Yandal: ¡Oye, amigo! - llamó la atención del jefe orco con tono burlón mientras sostenía la gran maza en su mano - ¿Esto era lo que buscabas...?.
Jefe Orco: - gira su cabeza para mirar a la peli-morada, luciendo claramente confundido por la actitud relajada del chico que ahora sostenía su maza.
Oboro: - lo mira con creciente molestia, mientras su rostro se crispaba en una expresión irritada - ¡No te quedes allí parado como un idiota!, ¡ve y recupera tu arma y mátalo de una maldita vez!.
Yandal: - desaparece y reaparece detrás del jefe orco, esbozando una sonrisa divertida - ¿Porque no te doy un empujoncito...? - le propina una fuerte patada en la espalda al enorme orco, enviándolo varios metros hacia adelante.
El peli-azul volvió a desaparecer y reaparecer una vez más en su posición original, ahora vistiendo un uniforme de béisbol con todo y gorra perteneciente a dicho deporte, preparado para recibir al enorme orco que se dirigía a él a toda velocidad, mientras mascaba chicle y sostenía la enorme maza del jefe orco con ambas manos como si fuera un bate.
Yandal: ¡Aquí viene la bola...! ¡Aquí viene...! ¡Viene, viene, viene, viene...! - comenzó a gritar con entusiasmo mientras elevaba la maza en el aire, preparándose para asestarle un buen golpe al enorme orco que se aproximaba a gran velocidad - ¡¡¡¡Yyyyyyyyy!!! - finalizó, asestándole un fuerte golpe al orco con la maza.
El golpe propinado por el peli-azul, envió al enorme orco atravesando el techo del almacén, desapareciendo en la distancia en medio del cielo nocturno.
Yandal: ¡¡¡¡HOME RUNNNN!!!! ¡¡¡Y EL PÚBLICO ENLOQUECE!!!! - celebró con entusiasmo, como si estuviera en medio de un estadio lleno de cientos de fans ávidos por ver al equipo favorito ganador.
Koukawa/Asagi/Sakura/Murasaki: - miraron la escena con una gota de sudor deslizándose por la parte trasera de sus cabezas, mientras intentaban procesar lo que acababan de presenciar.
Los otros orcos, al presenciar cómo su jefe salió volando atravesando el techo, soltaron sus armas y salieron corriendo despavoridos, desesperados por alejarse cuánto antes del peli-azul.
Oboro: ¡¿A DONDE CREEN QUE VAN, BESTIAS ASQUEROSAS?!?! ¡¡¡REGRESEN!!! - gritó con furia e indignación, mientras trataba de detener a los orcos en su huída desesperada - ¡¡¡ES UNA MALDITA ORDEN!!! ¡¡¡AUN ESTÁN BAJO MI CONTROL!!!.
Yandal: Parece que el miedo que le tienen a mi persona, debido a lo que le hice a su jefe, es aún mayor que cualquier control mental que tengas sobre ellos - respondió, con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro, mientras observaba cómo los orcos huían en estampida.
Oboro: Grrrr... - sus dientes se apretaron con fuerza, mientras una sonrisa llena de malicia se formó en su rostro - Je... Bueno, si ya no puedo controlarlos... - sus ojos se tornaron de un intenso color rojo, mientras enfocaba su mirada en el peli-azul - ¡Controlaré a ¡TI!.
El cuerpo del peli-azul se vio envuelto inmediatamente por una aura rojiza parecida a la sangre, mientras los ojos de la peli-morada relucían con un vibrante rojo carmesí.
Koukawa: ¡Ay, no...! - asumió una posición defensiva, preparada para lo que parecia ser un nuevo combate inminente - ¡Asagi, Sakura, Murasaki, prepárense para la pelea!
Asagi/Sakura/Murasaki: ¡¡¡Hai!!! - asintieron con la cabeza, preparando sus armas y adoptando una posición firme y preparada junto a su maestra.
Yandal: - su mirada se inclina hacia abajo, proyectando una sombra sobre su rostro, que oscurecía sus ojos y hacía imposible ver su expresión en ese momento.
Oboro: Ahora que estás bajo mi control, ¡te ordeno que mates a las taimanins! - ordeno señalando a las cuatro chicas que se encontraban detrás del peli-azul, mientras una sonrisa malévola adornaba su rostro.
Yandal: ... - se mantiene inmóvil, sin realizar ningún movimiento o intentar cumplir la orden dada por Oboro.
Oboro: ¡¿Qué no me escuchaste?! ¡te ordené claramente que mates a las taimanins! - repitió con creciente furia e impaciencia, mientras esperaba la respuesta del chico peli-azul.
Yandal: Mhm Mhm... - rio suavemente mientras levantaba la mirada, revelando una sonrisa astuta en su rostro - Claro que te escuché, pero no tengo ganas de seguir ... tus órdenes - su cuerpo se envolvió con una aura azulada, que desvaneció la rojiza sangre en un instante, sin el menor esfuerzo.
Oboro: ¿Q-Qué...? - retrocedió un par de pasos, con el miedo y la incredulidad reflejados en su rostro, mientras sacudía su cabeza negando lo que acababa de presenciar y oír - N-No es posible... ¡nadie se resiste a mi control mental...!.
Yandal: Bueno... - sonrie ampliamente, con un brillo de satisfacción en sus ojos - Supongo que siempre hay una primera vez para todo - respondió con confianza, sin apartar la mirada de la peli-morada.
Oboro: ¡¡¡T-Tch!!!... No crean que han ganado - rapidamente extrajo un pequeño control remoto con un botón y lo presionó a la vez que gritaba en voz alta - ¡Los mataré a todos!.
Inmediatamente, una poderosa explosión sacudió el almacén y las áreas circundantes, llenando el aire con una densa y opaca nube de humo y polvo, que se elevó hacia el cielo nocturno.
Continuara...
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