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ੈ♡˳Te perdí, te encontré-Parte única🥀

Una promesa es el juramento que le haces a otra persona para cumplir con tu palabra, no importa el tiempo ni las circunstancias. Se puede dar entre amigos, familia o con tu pareja.

Para Taehyung y Jungkook, las promesas eran demasiado importantes. Desde niños hasta adultos llenaron sus vidas con dulces ofrecimientos y los fueron llevando a cabo uno por uno con éxito.

La amistad que nació entre el par de chiquillos que ofrecieron estar juntos para siempre se transformó en un precioso romance cuando alcanzaron la adolescencia. Taehyung fue el primero en dar el paso de confesarse a Jungkook, quien era la persona más hermosa que tuvo el gusto de conocer y conservar en su vida.

El azabache con ojos de ciervo logró enamorarlo con su forma de ser y por el tiempo tan ameno que compartían día a día, pues llegó un punto en el que se volvieron inseparables. Sin embargo, el castaño de sonrisa cuadrada empezó a querer más, mucho más.

Deseaba ser el causante de la felicidad ajena, ser el acompañante en sus penas y alegrías, un pilar en el que pudiera sostenerse cuando lo necesitara y el amante encargado de complacer cada una de sus fantasías.

Por eso, en el cumpleaños número dieciocho de Jungkook, Taehyung organizó una velada inolvidable. Reservó el restaurante favorito de Jeon y mandó a decorar la mesa con su flor de nacimiento; el lirio de tigre o tigridia pavonia, la cual florece solo una vez al año y cuenta con el precioso significado de "Por favor, ámame".

Taehyung sí que estaba dispuesto a amar a Jungkook y anhelaba que el sentir fuera mutuo, porque de serlo, no le importaría hacer cualquier cosa para conservarlo hasta su último aliento.

Comieron con ganas sus sofisticados platillos, llenando sus estómagos con esas preparaciones de alta cocina italiana. La conversación que mantuvieron fue amena, soltando una que otra broma tan usual para los jóvenes que contaban con un excelente sentido del humor.

El recuerdo del rostro lleno de ilusión de su dongsaeng fue tan reconfortante para el mayor, quien por un segundo creyó que sería rechazado al no obtener una respuesta rápida en palabras. El lado bueno del tremendo susto que se dio fue que unos dulces labios se estamparan contra los suyos, mientras sus grandes manos se afianzaban en la delgada cintura para apegar sus anatomías al aprovechar que ambos se incorporaron de sus asientos.

Cuando se separaron, compartieron una risita y mirada cómplice. Qué bien les sentaba saber que su amistad trascendió a algo más profundo. Por esa razón, Kim no se lo pensó dos veces para pedirle a su adorado chico que le permitiera ser su novio.

El menor asintió repetidas veces, enredándose contra el cuerpo impropio como un koala. No les importaba en lo más mínimo ser vistos por otros comensales de mesas cercanas, pues se estaban dejando llevar por la emoción del momento.

De esa forma, la nueva pareja salió del elegante local para ir a dar un paseo nocturno y continuar metidos en su burbuja de amor, porque no tenían que siquiera detenerse a pagar, pues todo estaba cancelado con antelación por Taehyung.

Después de eso, Jungkook no demoró en gritar a los cuatro vientos que su querido hyung le pidió que iniciaran una bonita relación. Las felicitaciones no se hicieron esperar por parte de familiares y amistades cercanas, quienes confiaban ciegamente en la prosperidad de esos tiernos enamorados.

Eventualmente, el tiempo transcurrió y la pareja creó recuerdos hermosos al lado del otro. Los días se volvieron meses y los meses se volvieron años. Como en cualquier relación, tenían altos y bajos, pero gozaban de una excelente comunicación, por lo que lograban superar las dificultades que les presentaban día a día con facilidad.

Su noviazgo se solidificó, por lo que tomaron la decisión de casarse en Las Vegas, justo en el cumpleaños veinticinco de Taehyung. La luna de miel la celebraron en Hawái durante un mes. Los recién casados recibieron el nuevo año, mientras observaban el majestuoso amanecer desde una bonita casa de playa.

Si tan solo hubieran sabido que ese año sería tan diferente a como lo imaginaron y planeado.

—Taehyungie, ya te preparé la comida para hoy—informó al ver ingresar a su esposo por la puerta de la cocina—. No te la vayas a olvidar como la vez anterior, cariño.

—Gracias por tomarte las molestias y recordármelo, mi amor. Como siempre eres tan consentidor.

El halago hizo sonreír con sinceridad a Jungkook, que con un ademán le pidió a su cónyuge que se acercara a él para que le diera un beso como recompensa. Era una tradición que repetían usualmente, por no decir siempre.

—Exquisito, tanto como tu comida.

—Es lo menos que esperarías de un chef tan bueno como yo—se alabó a sí mismo, provocando una risa en su esposo, aunque no existiera mentira en ello.

Jungkook era un cocinero reconocido al mando del precioso restaurante-cafetería llamado Golden, su carrera profesional inició al finalizar su etapa en la universidad, en la que se graduó con honores. Fue cuestión de tiempo para que sacara un préstamo en el banco y con la ayuda de su novio montaran un local desde cero.

Los clientes no demoraron en llegar gracias a los comentarios de las primeras personas que decidieron probar los alimentos del azabache; pues no importaba si eran postres o platos gourmet, lo cierto era que cada uno salía más que complacido y con el hambre saciada.

Esto influyó a que la fama de Jeon creciera y en la actualidad fuera uno de los locales de comida en los que necesitabas de una cita previa para probar las delicias del azabache.

—Tienes un punto, un empresario como yo se ganó la lotería al conseguir a un hombre tan bendecido en cuanto a habilidades culinarias.

A Taehyung tampoco le fue nada mal luego de sacar su título, porque gracias a los contactos de su padre pudo conseguir un puesto administrativo decente en una empresa de tecnología muy reconocida a nivel internacional.

En menos de dos años, logró posicionarse como uno de los jefes y, por ende, fue más respetado en ese ámbito. Creó bastantes alianzas con otros socios de empresas más pequeñas, adquiriendo acciones millonarias y expandiendo la suya propia.

Su trabajo era impecable, y ninguno de sus subordinados se quejaban de él, dándole más validación a su autoridad, siendo el orgullo de las máximas autoridades que tanta fe le tenían.

—Y no solo tengo esas capacidades, tú mejor que nadie sabe en todo lo que soy bueno.

—Eso es un hecho objetivo, no me cabe duda.

—Me alegra que lo tengas presente—se giró un poco para agarrar la bolsa en la que yacía el recipiente de plástico que organizó con tanto cariño con el fin de entregársela a su dueño en sus propias manos—. Te preparé japchae, y un poco de kimchi, espero te gusten.

—Lo aprecio tanto, mi Jungkookie.

—No es nada, Taehyungie. Ahora, ve, que no se te haga tarde y dañes tu registro de puntualidad, porque yo tampoco pienso hacerlo. Hoy será un día ocupado en Golden.

—Te juro que no será en mi guardia. Mucha suerte en tu restaurante, lo harás genial como siempre.

Jeon dejó un beso en la mejilla, que Taehyung le devolvió en la frente antes de salir de su bonito apartamento, prometiendo verse en la noche para pasar un tiempo de calidad juntos.

Aquel día parecía ser como cualquier otro, la misma rutina, la misma gente con la que se relacionaban y una que otra experiencia distinta se le sumaba a su cotidianidad. Sin embargo, cuando el reloj marcó las tres de la tarde, las cosas se empezaron a tornar muy raras.

Jungkook se encontraba conversando con Mingyu, uno de sus cocineros estrella, cuando Yugyeom, su mesero principal, ingresó de golpe a la ostentosa cocina. Su rostro era de pura aflicción y terror, se notaba el esfuerzo que hacía por regular su respiración, pero parecía que nada de eso funcionaba.

—¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué entras así?

—Señor Jeon, algo raro está pasando allá fuera—expresó, preso del pánico—. ¡La gente se volvió loca! ¡Tenemos que refugiarnos y cerrar la puerta ya!

—Primero, cálmate—pidió al ver de reojo cómo el resto de su equipo de chefs detenía sus movimientos para prestar atención a lo que decía aquel pelinegro.

—¡No me pida eso, usted no vio lo que yo!

—Entonces, cuéntame que viste—pidió, asegurándose de no exaltar a su trabajador.

—¡Son caníbales, están comiendo a la gente! —confesó, alarmando a los presentes—. ¡Sus ojos están inyectados en sangre y su apariencia no parece humana! ¡Muerden e infectan a todos, yo pude escapar con las justas!

Lo que el joven decía le parecía tan descabellado al dueño de Golden, pero por esta ocasión decidió creer y no demoró en dar la orden de cerrar todo, mientras se llevaba a Yugyeom a su despacho para conversar largo y tendido.

En ese momento, solo había dos parejas en el restaurante, así que no tuvieron que lidiar mucho con ellos para obtener su visto bueno para cerrar el local desde adentro.

El mesero relató que salió en búsqueda del nuevo distribuidor de vinos, quien lo esperaba un poco lejos de su ubicación actual con la intención de entregarle una caja repleta de botellas del más delicioso licor. Sin imaginar que sería testigo de algo demasiado impactante y horroroso a partes iguales: un hombre estaba encima de una mujer que gritaba de dolor al sentir cómo le desgarraba el cuello con sus dientes.

La sangre brotaba a borbotones, tiñendo el asfalto de rojo, mientras las personas alrededor chillaban con desesperación al no tener la mínima idea de cómo proceder.

Fue cuestión de segundos para que la gente saliera de sus hogares o locales para ver el alboroto, cuando más gente con aspecto putrefacto empezó a visualizarse a la lejanía; al mismo tiempo en que la mujer que fue asesinada frente a sus ojos volvía a la vida con esos orbes que se quedarían grabados en su memoria y en sus peores pesadillas.

La mente de Yugyeom trabajó demasiado rápido como para determinar que debía escapar de ahí y no mirar atrás para poder alertar a sus compañeros y jefe.

Corrió como si estuviera en un maratón, empujando a todo el que se le cruzara sin quitar la vista del camino que recorrió minutos atrás sin preocupación alguna. Cuando llegó a la puerta trasera del restaurante, más específicamente la única que era usada por el personal de servicio, la abrió sin delicadeza y se echó a correr al interior para contar lo sucedido.

Lo que lo traía a la actualidad, en la que era reconfortado por Jungkook, quien seguía en shock ante el trágico relato. Sin embargo, la realidad lo golpeó cuando escuchó varios gritos desgarradores provenir desde el exterior. Se incorporó de su asiento y se dispuso a revisar las cámaras para comprobar que lo que su mesero le informó no era ninguna historia disparatada.

Se llevó la mano a la boca, viendo cómo el caos se desataba en frente de su restaurante, mientras las personas que murieron se ponían de pie una vez más, con sus cuerpos empapados en sangre, mientras su carne se caía a pedazos y las vísceras eran visibles en el proceso.

Y en ese preciso instante, lo único que pudo pensar fue en Taehyung.

¿Su esposo estaría sano y salvo? ¿La zona en la que trabajaba ya estaban siendo invadidos por estos infectados? ¿Podría cuidarse hasta que se reencontraran?

Por supuesto que sí. Demonios, él lo haría.

En su cabeza no existía la posibilidad de que Taehyung se rindiera sin pelear. Su amado era una persona fuerte, perseverante y contaba con un buen físico, él podría superarlo de la misma manera en la que Jungkook haría.

No iba a morir sin verlo otra vez, eso sería jodidamente patético.

No merecían esto. El mundo podía irse al carajo, pero ellos encontrarían la manera de estar juntos. Era una promesa implícita que ambos se encargarían de cumplir.

Por eso, decidió dar el primer paso y llamarlo a su móvil cuando consiguió encerrarse en el baño para más privacidad. Debía aprovechar antes de que las líneas fallaran o la electricidad se cortara, porque como iban las cosas, eso era lo que iba a suceder más temprano que tarde.

Uno, dos, tres pitidos hasta que consiguió que alguien respondiera del otro lado de la línea.

—¿T-Tae?

—¿Koo, estás bien? ¿No te sucedió nada?

—Estoy bien, ¿tú estás bien?

—Por el momento estoy de una sola pieza-informó con un tono neutral—. No entiendo una mierda de lo que está pasando, pero creo que logré salvarme por puro instinto de supervivencia.

Taehyung no mentía. Estaba organizando unos cuantos papeles cuando vio algo raro desde las pequeñas aberturas de las persianas del ventanal de su oficina. Dejó lo que hacía y se acercó para ver de cerca como una mujer que caminaba de una forma muy extraña se acercaba a una de las secretarias para morderle el brazo con fuerza.

Pasó saliva con dificultad, no queriendo apreciar más de la horrible y sangrienta escena. Se giró y decidió salir por la otra puerta, debía salvarse. Quizá para muchos eso sería considerada una acción egoísta; algo así como un capitán que no debe escapar cuando su barco se está hundiéndose, pero lo único que se le pasó por la mente fue ponerse a salvo y buscar a su marido.

Si él estaba bien, le bastaba y le sobraba. A fin de cuentas, hace un año perdió a sus padres en un terrible accidente automovilístico. Jungkook era su única familia ahora y no la perdería por nada, ni por nadie.

Era una gran ventaja conocer el edificio como la palma de su mano, pues consiguió escabullirse por lugares que pocos conocerían y cuando llegó a la planta baja, decidió tomarse un momento para pensar que sería lo siguiente que debía hacer.

Llamar a Jungkook era una de sus prioridades, pero antes quería buscar vehículo en el garaje subterráneo y quizá un arma con la que defenderse. Si su lógica era válida, estos seres que tenían pinta de ser muertos vivientes, morirían de un golpe certero en la cabeza.

Atacar el cerebro era algo que siempre hacían en la ciencia ficción, porque sin cerebro no existía razón para que las otras partes del cuerpo funcionaran. Era más indispensable destruir eso en comparación a un corazón, pues muertos ya se encontraban.

Esto no podía ser diferente, ¿verdad?

Su marido también debía de tenerlo presente, en serio esperaba que tantos maratones de series y películas con esa temática sirvieran de algo.

Cuando fue consciente de la habitación a la que había ingresado, quiso agradecerle al ángel que sentía que siempre lo aconsejaba en los peores momentos. Sin querer se metió en el cuarto del conserje, en el que encontró varios utensilios que le serían de mucha ayuda.

Rompió un trapeador, provocando que la punta se volviera más dañina que en su estado original. Era el arma perfecta.

Sin embargo, antes de disponerse a enfrentar la realidad una vez más, su teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón.

Lo contestó con premura, evitando a toda costa que el sonido incrementara y llamara la atención de una manera indeseada. Volvió a respirar cuando comprobó quién era el contacto y respondió con el corazón menos pesado que antes.

Su amor, su estrella, la luz de su vida seguía vivo y no podía estar más agradecido. Por eso, conversó con él a detalle y le explicó cuál sería el plan.

Se encontrarían en un punto medio, estando en un auto todo sería más fácil o eso era lo que Taehyung quería creer. Jungkook temía, pero la fortaleza que su pareja demostraba conforme le informaba cómo actuar, le dio la voluntad que necesitaba para seguir adelante.

Y así fue, Jeon también tuvo que ser egoísta y actuar como Kim.

Dejó atrás a sus compañeros y a su poca clientela desde que salió por la misma puerta en la que Yugyeom ingresó, esperando que la comida les durara por el tiempo que se quedaran en el lugar que consideró su segundo hogar. Golden caería como el mundo lo hacía, pero los recuerdos permanecerían grabados en su alma hasta que su respiración se cortara.

"Nos vemos, nos reuniremos. Te lo prometo".

Con esa promesa pendiente, ambos se propusieron actuar como verdaderos supervivientes.

El azabache consiguió como arma uno de los cuchillos más grandes y filosos con los que contaba para sus preparaciones. Para su suerte o desgracia, tuvo que defenderse de pocos seres en el camino, pero su ropa, que antes era pulcra, ahora estaba cubierta de ese líquido rojizo.

El olor a muerte rondaba el ambiente. Cadáveres cubrían la calle y otros poco a poco volvían a la vida en busca de saciar su hambre.

Para el castaño la historia tampoco fue muy distinta. El subterráneo ya estaba siendo tomado por los infectados, pero su destreza fue de admirar hasta subirse a su Genesis GV80. El camino hasta el punto acordado con Jungkook fue complicado, pero rogaba internamente en que no fuera difícil para su amado, pues le quedaba más cerca que a él.

Fue cuestión de minutos para que Taehyung divisara a su cónyuge en el parque en que tantas veces pasearon a la luz de la luna. La zona yacía despejada, por lo que aceleró y se estacionó como mejor pudo.

—¡Jungkook! ¡Aquí, sube!

El mencionado, quien miraba a cada lado en alerta a las posibles amenazas, soltó un largo suspiro cuando vio a su amado llamándolo con desesperación. Acto seguido, corrió con intensidad hasta subirse a la parte trasera del vehículo.

—Por todos los cielos, sigues aquí—murmuró, permitiéndose temblar cuando su mano se posó en el hombro de su esposo—. Estás vivo, conmigo.

Jungkook repitió las últimas palabras como un mantra, buscando calmarse poco a poco.

—No soy ninguna ilusión, cariño. Todo va a estar bien, lo hiciste genial.

Taehyung no dejaba de mirar al frente, mientras acariciaba los nudillos cubiertos de sangre de su marido.

—¿Q-Qué será de nosotros, Tae? ¿Mi familia? ¿Nuestros amigos?

Conocía las respuestas, pero quería aferrarse.

—A partir de ahora solo nos tenemos a los dos, Koo. Es triste decirlo, pero debemos sobrevivir y si nuestro destino es volverlos a ver, así será.

Casi nunca Jungkook escuchó a Taehyung ser tan inexpresivo, pero él siempre fue el realista de la relación. Mientras él era el soñador, su esposo sabía cómo devolverlo al mundo real para que la caída no fuera tan dura.

Tenía la maldita razón en todo.

Lo único que siempre lamentaría era no poder despedirse de sus personas amadas, sin embargo, viviría con la ilusión de verlas en un futuro próximo.

Confiaría en que serían tan fuertes como él y su pareja.

—De acuerdo, escapemos juntos.

🥀

Un año entero fue el que pudieron superar cada una de las pruebas que esta cruda realidad les regaló. La desolación y el miedo fueron constantes en sus corazones, conforme el tiempo pasaba. El dolor de no saber lo que sucedió con amigos y familia fue tortuoso durante los primeros seis meses, pero todo empeoró el día en que buscaron algunos suministros para pasar medianamente bien por el próximo mes.

Recorrieron una farmacia, uno tienda de ropa y su último destino fue un supermercado. A los cuatro meses perdieron su vehículo cuando se quedaron sin gasolina; era sacrificar su medio de transporte o perder sus vidas a manos de la horda de muertos que anhelaban comérselos vivos.

La pareja había esquivado tantas veces acabar en ese estado putrefacto gracias a sus habilidades y al excelente trabajo en equipo que realizaban, confiando en el otro con sinceridad y dispuestos a no abandonarse, por más que la situación fuera desalentadora.

Pudieron ser egoístas con los demás, pero nunca entre ellos.

Sin embargo, aquel día en el que llenaban sus mochilas de alimentos perecederos en un sitio que parecía abandonado, se llevaron una sorpresa demasiado cruel. A unos metros suyos divisaron a quienes en vida fueron sus mejores amigos, Park Jimin y Min Yoongi.

Sus aspectos físicos eran deplorables por obvias razones, sus cuerpos cubiertos de sangre, con algunos huesos visibles y con la piel podrida colgando. A los dos les faltaba la mitad de la cara, por lo que por una fracción de segundo creyeron estar confundiéndolos con otras personas, pero al ver las pulseras de la amistad que les regalaron cuando se fueron de vacaciones a la isla de Jeju, cualquier duda se disipó.

Todo indicaba que llevaban de esa manera por bastante tiempo, en el peor de los casos, desde el inicio del desastre. Sus corazones dolieron por la impotencia, tanto así que Jungkook sintió que las piernas le fallaron. De no ser por Taehyung, habría terminado en el piso.

Ingenuamente, ambos se llenaron de esperanzas creyendo que sobrevivirían y se reunirían una vez más para revivir los viejos tiempos.

—N-No puede ser, ellos no, Tae. ¿Mi familia también estará-?

—No lo sé, cariño—lo abrazó con fuerza, dejando un beso en su cabello maltratado—. Hoy en día nada es seguro.

—¡Maldición!

Jungkook lloró de la impotencia contra el pecho de Taehyung, mientras este lo resguardaba entre sus brazos; observando como sus amigos intentaban acercarse a ellos para matarlos, aunque fuera imposible debido a uno de los estantes que yacían caídos en el suelo a tal punto de cortarles el acceso al otro lado.

Cuando su esposo se calmó, le pidió que no viera lo que estaba a punto de hacer. Jeon lo comprendió al instante y obedeció, girándose para no ser testigo de esa horrible imagen que se desarrollaría a continuación. Taehyung exhaló por la boca antes de sacar una navaja de su bolsillo. Fue acortando la distancia hasta quedar cerca la pareja que soltaba gruñidos y movía sus brazos con la intención de agarrarlo y atraerlo hacia ellos para disfrutar de un verdadero festín.

Con destreza, el antiguo empresario clavó la parte filosa en la cabeza de uno, repitiendo la acción con el otro segundos después. Ambos cuerpos cayeron inertes sobre la baldosa cubierta de sangre, mientras el hombre se sentía mejor al haberles dado el descanso que merecían.

Jamás hubiera permitido que continuaran vagando por el mundo en ese estado.

Así que se despidió de ellos en un susurro, a la par que una lágrima descendía por su mejilla

—Ya está listo—anunció con voz trémula—. Sigamos buscando lo que necesitamos y nos vamos, Jungkookie.

Quien alguna vez fue uno de los mejores chefs de Corea del Sur, se volteó un poco para comprobar que sus amigos finalmente descansaban en paz y cuando lo comprobó, le extendió la mano a su marido para con su trabajo.

Después de ese momento, tuvieron más experiencias parecidas con gente que conocieron en el pasado, pero no solo Taehyung era quien se encargaba de darles una muerte digna, pues Jungkook también participaba al comprender que no podía seguir lamentándose y dejando a su marido como el único que se ensuciara las manos de esa forma.

No obstante, lo peor estaría por venir en los próximos meses hasta cumplir un año entero desde la caída del mundo que solían conocer.

El mayor consuelo de los enamorados era mantenerse juntos, luchando hombro a hombro contra muertos y vivos, porque sí, también tuvieron que enfrentarse a gente más peligrosa que los propios cadáveres andantes.

Les tocó matar para defenderse, luchar por un techo o por unas migajas de comida.

Se encontraron con tantas personas, algunas buenas, otras peores. Las experiencias que más valoraban eran con los individuos que seguían conservando algo de humanidad, a diferencia de los monstruos con cuerpos funcionales que asesinaban por asesinar.

Eventualmente, encontraron un grupo que les ofreció mejores oportunidades en esta realidad desbordante de caos sin pedir nada a cambio, demostrándoles que seguía existiendo la bondad y misericordia entre tanta destrucción. Unos días después, la pareja y seis personas se fueron a una misión para conseguir más combustible, porque sería fundamental a la hora de trasladarse a una localización más segura y habitable.

Sin pretenderlo, mucho menos quererlo, Taehyung y Jungkook se separaron cuando se vieron envueltos en una lucha contra personas que no aceptaban gente en su territorio.

Era eso o morir a manos de ellos, por lo que tomaron rumbos distintos y cuando quisieron buscarse, las cosas se volvieron peores. Ya fuera por uno u otro obstáculo, la pareja se perdió la pista al no conocer bien la zona y quedaron a la deriva a pesar de no estar solos y contar con sus compañeros.

El dolor en sus almas era agobiante como una herida imposible de suturar, pero ni siquiera eso los hizo pensar que su promesa terminaría, se reencontrarían y seguirían adelante.

Ya no lloraban, solo se motivaban para no venirse abajo cuál castillo de naipes.

Dos años se cumplían del apocalipsis cuando Jungkook se encontraba resistiendo por su cuenta; dos días atrás perdió a sus amigos que sobrevivieron lo más que pudieron y ahora buscaba un poco de comida para no seguir más tiempo con el estómago vacío.

Vagaba por una calle desolada, en la que varios cuerpos reposaban, pues parecía que alguien se encargó de ellos antes que él. Agradecía al desconocido por tomarse las molestias.

Hace apenas una hora el sol de la tarde desapareció para darle paso a la noche estrellada y a la luz intensa de la luna. Jungkook se sentía tan agotado, quería descansar en un lugar seguro y soñar con el recuerdo de Taehyung.

Esa era la forma en la que hallaba un verdadero refugio cuando se sentía incapaz de luchar por sí mismo.

Caminó y caminó hasta encontrar una carretera, que en los costados poseía mucha maleza, quizá si tenía suerte encontraría algún árbol y podría dormir en lo más alto. Se escuchaba como un plan ideal.

La iluminación del precioso astro en el firmamento oscuro era suficiente para no tropezarse, pero igual debía ir con cuidado. En su mano portaba el cuchillo que lo acompañaba desde el inicio, pero su apariencia era sangrienta como su dueño.

Jungkook se sobresaltó cuando vio una figura a lo lejos, poniéndose en guardia para atacar, porque no quería que ese muerto viviente luego le jugara en contra. Lástima que su cuerpo se quedó paralizado al descubrir de quién se trataba.

Era Taehyung, su Taehyung.

O lo que quedaba de lo que alguna vez fue.

El aspecto que poseía era el de un infectado, pero lo que más hondo caló en el azabache fue notar que debió ser reciente. A lo máximo llevaba dos días en ese estado, tan solo cuarenta y ocho horas en las que dejó de ser él.

Si hubiera llegado antes, otra historia sería.

Lo había perdido y jamás lo recuperaría, no existía vuelta atrás después de esto.

Las lágrimas empezaron a brotar de sus orbes chocolate, mientras se acercaba a paso lento a su esposo.

—Si estuve luchando tanto fue porque quería volver a verte, pero te has ido, Tae. Y esta vez es para siempre, porque no pudiste seguir y yo llegué muy tarde como para ayudarte.

Pobre Jungkook, ni siquiera sabía que Taehyung no murió porque se dejó vencer, simplemente su cuerpo cedió ante su enfermedad. El cáncer terminó con él sin la mínima oportunidad de ser tratado en un mundo como este, pues no existían hospitales ni tratamientos que pudieran ayudarle. Aunque era mejor vivir en la ignorancia, porque esta verdad le hubiera afectado más a Jeon que aceptar la idea de que Kim se rindió en lugar de continuar vivo para cuando se unieran de nuevo.

—Puedes estar tranquilo, porque sé lo que debo hacer.

Cuando lo tuvo cara a cara, soltó el arma blanca en el suelo. El sonido metálico resonó en el ambiente, mientras colocaba sus manos sobre los brazos ajenos para tener un poco de tiempo a su disposición antes de ejecutar su último deseo.

—Ahora estoy cumpliendo mi promesa de estar para siempre contigo.

Y lo último que sintió fue una mordida que le desgarró el cuello, perforando la vena yugular al instante, mientras se alimentaba de su carne. Su vida se fue apagando, demostrando lo efímera y frágil que podía ser.

Muchas veces escuchó que cuando se está a punto de morir, ves la vida pasar frente a tus ojos.

Una sonrisa se dibujó en sus labios, desplazando el punzante dolor que lo agobiaba.

Jungkook recordó el día que conoció a un pequeño Taehyung, las aventuras que vivió a su lado en su etapa como estudiantes, la declaración de sus sentimientos, su primera vez juntos, sus citas, sus viajes, su matrimonio, cuando compraron su apartamento y automóvil, los reconocimientos en sus trabajos, incluida la conversación en la que ambos juraron esperar unos dos años más antes de adoptar a un bebé al cual criar con mucho amor.

Si nada de esto hubiera pasado, ellos tendrían una nueva casa y un hijo o hija al que amar con la misma intensidad que se profesaron desde que prometieron estar juntos para siempre.

El universo no lo quiso así y lo aceptaban, con la esperanza de reunirse en el más allá o en una próxima vida. A pesar de todo, cumplieron su promesa, pues sabían que su historia de amor no podía terminar con ellos separados.

Taehyung no tuvo la suerte de resistir como Jungkook lo hizo, pero un nuevo juramento se hizo presente a raíz del deseo de renacer y tener un destino mejor que ese.

Porque un amor verdadero como el de ellos era inextinguible y una sola vida era muy poco para disfrutar de su dulce romance.

Fin 🥀 

Gracias a los masoquistas (como yo) que leyeron hasta el final. Esta historia nació porque ví unos fanarts (un cómic más bien), y también de mi frustración al no tener los mejores ánimos para escribir mis otras historias en emisión, pero igual contar con bastante inspiración para redactar algo decente. Además, una historia de este tipo es mi sueño frustrado, porque soy una gran fan del género, sin embargo, es una temática demasiado complicada, así que por el momento me conformo con traerles este one-shot. Espero les haya gustado mucho a pesar de que el final no fue de color de rosa.

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