Desición
Rasiel estaba organizando algunos documentos de Millfiore en la oficina de Byakuran. Dado que el albino se encontraba indispuesto por sus heridas, él, cómo su pareja, era quién se ocupaba del papeleo y de mantener el orden en la mansión hasta que regresara.
Eso, y que de por si Byakuran no solía hacer su papeleo a menos que el rubio lo vigilara, momentos donde siempre lo convencía de ayudarlo, así que ya hasta habían encargado un segundo escritorio para él.
Suspiró dejando a un lado la pluma y se recostó en el respaldar de la silla mientras cerraba sus ojos para descansar un poco. Tal y cómo acostumbraba hacer en casa, tenía su flequillo recogido con algunas pinzas para que no le molestara.
—Te vez cansado amore. —Escuchó y abrió los ojos de repente—. ¡Sorpresa! —Exclamó Byakuran con su típica sonrisa, pero esta comenzó a temblar cuando vio cómo la expresión del rubio se ensombrecía—. Emm, ¿Siel-chan?
—¿Por qué estás aquí si no te has recuperado? —Preguntó con un tono que provocó sudores fríos en el albino.
—¿Pero de qué hablas amore? Yo ya estoy cura- ¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaah!! —Gritó al sentir cómo Rasiel presionaba la herida de su vientre.
—¡¡No estás curado nada kaching!!
—¡¡No por eso tenías que maltratarme!! —Exclamó Byakuran con lágrimas en los ojos.
—¡¡Si no te gusta no me hagas enojar!! —Gritó antes de empezar a pegarle con su pantufla.
Tiempo después, Byakuran se encontraba arrodillado frente a Rasiel, con su frente roja por los pantuflasos.
—¿Prometes que al menos no harás disparates hasta recuperarte? —El albino asintió frenéticamente ante esta pregunta y Rasiel suspiró—. No hagas que me preocupe tanto jefe tonto.
Byakuran sonrió al escuchar el murmullo de reproche de su pareja y notar el leve sonrojo de sus mejillas. Así que extendió sus alas para sentarse en el aire con las piernas cruzadas y alzó a Rasiel, sentándolo en su regazo.
—No me va a pasar nada, ya te prometí que esta vez tendríamos una larga vida juntos. —Le dijo repartiendo besos en su rostro y abrazando su cintura para evitar que cayera.
—Lo sé. Pero de no ser por la arcobaleno de la niebla te hubiera perdido en la batalla de los representantes. —Le recordó mientras se aferraba a su espalda.
Byakuran tensó su mandíbula al recordar esto. Estaba en deuda con Mammon, no, dependía de ella para vivir. Si Belphegor usaba esto para exigirle el paradero de Rasiel...
Debía encontrar nuevos órganos cuánto antes posible.
—Byakuran... —El aludido salió de sus pensamientos para observar los ojos serios de su pareja—. Volviste por lo de Bel. ¿Verdad?
—...Sí.
Rasiel suspiró por su respuesta.
—Byaku, no quiero huir de mi hermano. —Él lo miró desconcertado—. En esta vida, decidimos no ser enemigos de Vongola, incluyéndolo a él. Y creo que ya es tiempo de decirle la verdad.
—¡¡Pero él te alejó de mi!! ¡¡Tomó tu aliento dos veces sin dudarlo!!
—No fue así y lo sabes. De niños él había perdido la conciencia, aunque se moviera y riera, no tenía control sobre sus acciones. Y en el futuro, aunque pudo matarme, relegó esa tarea a Xanxus. Qué él, el príncipe destripador cediera una presa es la prueba más grande de que no quería matarme con sus propias manos.
Byakuran se mantuvo callado, pues sabía que sus palabras eran ciertas.
Pero el miedo predominaba en él cómo si fuera un niño pequeño que no quiere alejarse de su madre en el primer día de escuela.
—Byaku, déjame ver a Bel por favor. Prometo que no saldremos de tu vista, pero necesito hacer esto, más ahora que nos encontramos y ninguno sacó sus armas.
Byakuran quería negarse, pero la mirada suplicante del rubio era más de lo que podía soportar. Así que ocultó su rostro en el cuello de Rasiel y aspiró su aroma para tranquilizarse y hablar.
—Él vino a buscarme hoy junto con su novio, querían que les diera tu paradero, a lo que me negué y lo amenacé. Pero no creo que se rinda.
Rasiel sonrió emocionado al saber que su hermano lo había ido a buscar a pesar de que obviamente tenía la protección del albino.
—Entonces él ya sabe que tengo un ángel guardián muy peligroso. —Le dijo animado.
Byakuran sonrió levemente y besó el cuello de Rasiel.
—Lo contactaré cuando me recupere de mis heridas. Así podré protegerte si hace falta. —Mientras decía esto, iba bajando los besos hasta llegar al pecho de Rasiel que suspiró.
—Mira que eres sobreprotector... —Comentó divertido de su actitud y sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a entrar en calor por las caricias del albino, que había comenzado a tocar su piel tras meter las manos bajo su camisa.
—Solo si se trata de mi tesoro. —Dijo mientras sentaba al rubio en el escritorio y comenzaba a desabotonar su camisa.
—Usheshesheshe. No olvides que sigues herido. —Le recordó comenzando a quitar la ropa de Byakuran también.
—Tranquilo, hoy te disfrutaré de forma lenta. —Susurró en su oído mientras quitaba la última prenda que cubría al rubio y comenzaba a repartir caricias con su lengua y manos por todo su cuerpo.
Byakuran adoraba besar las cicatrices de Rasiel mientras lo preparaba y escuchaba sus gemidos ahogados cómo en ese momento. Untó otro poco del lubricante que guardaba en su escritorio en sus dedos y volvió a meterlos dentro de la entrada de Rasiel, donde los movió cómo si fueran tijeras para dilatarlo.
—¿Te gusta Rasiel? —Preguntó en su oído.
—P-prefiero... Tenerte ya, ¡ah! —Se cortó al sentir un tercer dedo embistiendo en su interior—. Byaku por favor... ¡Solo déjame sentirte dentro ya! —Le rogó con su mirada nublada por el placer.
—Cómo mi tesoro quiera. —Dijo y entró de una sola estocada en el rubio.
Pronto los gemidos de ambos y el choque de sus pieles inundaron la habitación, tal y cómo prometió, Byakuran se tomó su tiempo para disfrutar el interior y los gemidos de su pareja. Hasta que finalmente sostuvo sus piernas sobre sus hombros para entrar hasta los más hondo, sacando un grito de los labios de Rasiel y que con unas cuantas estocadas se viniera en los vientres de ambos, al sentir cómo era apretado, Byakuran no pudo evitar seguirlo en un intenso orgasmo.
—Fufufufu, creo que ahora me gusta más mi oficina. —Comentó Byakuran mientras observaba el rostro aún sonrojado de Rasiel.
Este abrió sus ojos sorprendido al recordar el lugar en el que acababan de tener sexo y cubrió su rostro al sentir cómo se sonrojaba aún más.
—Kaching... Te odio.
Byakuran solo rió al escuchar esto y comenzó a besar nuevamente al rubio.
Por ahora, podían disfrutar del otro en paz.
Continuará...
Yo: Denme un segundo que aquí tenemos una pequeeeeeña situación. —Pide mientras le pasa más pañuelos a Uni para que detenga su hemorragia nasal.
Uni: Al fin pude leer suculencia...
Yo: Joder. Está en shock de iniciación, y eso que mi lemon fue leve...
Mosca Verde se aparece por detrás de ella y le muestra un reloj en la pantalla de su estómago.
Yo: Upss, se me acaba el tiempo. Bueno, solo diré que NUNCA me imaginé que terminaría escribiendo un lemon en este fic, de echo no pensé llegar a escribir un lemon Yaoi, pero simplemente surgió mientras escribía (;^ω^).
Uni: Alabado sea el sex apeal de Byakuran-san y Rasiel-san. —Dice levantando el pulgar.
Yo: Mija deja el inglés y para de sangrar pa que te tomes el jugo de mango :v.
Mientras Jessica se queda cuidando a Uno, Mosca Verde muestra en su pantalla el número de palabras.
1115.
Yo: ¡¡Mi otp de Nanbaka!! —Se une a Uni con derrame nasal.
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